Aparentemente era un hombre inofensivo... pero su personalidad ocultaba un terrible psicópata que convirtió su granja zoo humano, pero como los lego, por piezas. Sus crímenes proporcionaron a Hitchcock las bases para su clásica película de terror Psicosis. Hablamos, como no, del único, el irrepetible, el genial:
Ed Gein.
¿Como voy a matar yo a nadie con esta carita que dios me ha dao...?
Nació el 27 de agosto de 1906, hijo de madre austera y fanática religiosa que despreciaba a su débil y pestuzo marido. Cuando ambos discutían, que solían hacerlo con frecuencia, el hombre se emborrachaba y pegaba a sus dos hijos, lo normal en cualquier familia media, vaya.
Desde el primer momento, la vida de Ed estuvo completamente dominada por su mami, quien se había prometido a sí misma que su hijo no sería nunca como esos hombres lascivos, libertinos, ateos, amantes de crónicas marcianas y alcoholizados que veía a su alrededor. Seguía una disciplina muy dura castigando a sus hijos.
Gein no tubo contacto con otros niños, pues todo el mundo suponía ante los ojos de esa madre una amenaza para la pureza moral de su hijo. Así durante treinta y nueve años hasta que la vieja se murió víctima de un ataque al corazón, dejando tras ella un hombre dependiente, reprimido y sólo, en un mundo del que no tenía las más puta idea.
Nuestro amigüito. Gein vivía solo y se ganaba la vida haciendo toda clase de trabajos (bueno, furcio no era, imagínatele estilo a Benito -Lopera Perrote-) a los vecinos de Plainfield. Fue su habilidad en este tipo de trabajos, por la que este hombre de complexión débil, mediana edad, pelo rubio y ojos azules empezó a ser conocido entre las gentes del lugar como una persona trabajadora, cumplidora, fiable pero rarorarooo (léase con la entonación propia del Dr. Iglesias Puga).
En la tarde del 8 de diciembre de 1954, un paisano de Plainfield, en Wisconsin, entró en "la taberna de los Hogan" a echar un lingotazo en esa fría tarde de invierno con la sana intención de calentarse un poquillo cuando descubre con espanto un gran reguero de sangre que cubría las tablas de madera del suelo. La propietaria Mary Hogan, había desaparecido.¿Casualidad? Yo creo (de) que no.
El sheriff observó que no había señales de lucha aparentes y que la caja registradora seguía llena (sería un hijoputa, si, pero era honrado), pero determinó que la mujer había sido asesinada y que su cuerpo había sido arrastrado hasta un coche que esperaba fuera. Los informes forenses tan sólo confirmaron las conclusiones a las que había llegado el sheriff y no arrojaron ninguna luz sobre el caso. La desaparición de Mary era un misterio, y encima cuando aquello, no tenían al Lobatón....
Aproximadamente un mes después de este suceso, el propietario del aserradero de Wisconsin comentaba el caso con un hombre pequeño y tímido que vivía en una granja de madera a pocos kilómetros de allí. Su nombre era Ed Gein.
El propietario del aserradero no se llevaba muy bien con Gein. Encontraba extremadamente difícil hablar con él por que a veces éste comenzaba a reír con nerviosismo sin motivos como un desequilibrado (o un gilipollas), o por sus comentarios inoportunos que dejaban a la otra persona sin saber que decir.
En esta ocasión, el hombre recordó que Gein solía sentarse solo en un rincón de la taberna mirando fijamente a la dueña del local absorto en sus pensamientos con una jarra de cerveza (los psicólogos y psiquiatras creen que era con toda seguridad para hacerse pecados en la cama), y supuso que estaba enamorado de la mujer. Le sugirió bromeando, que si le hubiese hablado a Mary con claridad de sus sentimientos, probablemente en ese momento estaría en su granja cocinando y esperando a que volviera en lugar de haber desaparecido presumiblemente asesinada. Gein, con un extraño gesto puso los ojos en blanco (por la gracia del padretenno yave) y le respondió con una de sus conocidas sonrisas:
"No está desaparecida. Ahora mismo está en la granja". El hombre se encogió de hombros y no le tomó en serio, después de todo, era el tipo de comentario que se esperaba de un gilipollas como ese...
La mañana del sábado 16 de noviembre de 1957, Ed Gein asesinaba a la dueña de la ferretería del pueblo, Bernice Worden, disparándole una bala con su viejo rifle de caza del calibre 22. También en esta ocasión se llevó el cadáver en la furgoneta, dejando el suelo del local encharcado de sangre. Pero esta vez, habría un testigo... el libro de contabilidad. En su última anotación, figuraba el nombre de Ed Gein, a quién habría vendido su último anticongelante. Lo dicho. Un buenazo. ¿Quién habría pagado el anticongelante a sabiendas de que vas a matar a la dependienta?
Dos oficiales de la policía arrestaron a Gein, mientras otros dos se dirigían inmediatamente hacia su granja con la intención de llevar a cabo un registro. Al pasar dentro, el sheriff sintió como algo le rozaba el hombro, y al volverse se topó con un cuerpo decapitado de mujer con un profundo agujero en el estómago que colgaba del techo, como en las pelis, vaya, pero en real.
Después de recuperarse del shock por el horror que habían presenciado, y tras pedir ayuda por radio, los dos hombres volvieron a la casa.
El cadáver colgaba de un gancho por el tobillo y con un alambre le habían sujetado el otro pie a una polea. Habían rajado el cuerpo desde el pecho hasta la base del abdomen, y las tripas brillaban como si las hubiesen lavado y limpiado.
No había duda que el causante de ese terrorífico espectáculo era una persona enferma. Era difícil de creer que un ser humano pudiera vivir allí. Por todas partes se veían montañas de basura y desperdicios, cajas de cartón, latas vacías, herramientas oxidadas, excrementos, revistas pornográficas, de terror y de anatomía humana, chicles pegados en las tazas y una dentadura sobre el mantel de la mesa, ¿no recordáis que hace poco sacaron por la tele a una vieja que se subía las bolsas de basura a su casa? pues algo por el estilo, aderezado además con sutiles toques de cuerpos descuartizados.
Más tarde, en cuanto llegaron más patrullas, se descubrió en el interior de la casa todo el horror que allí escondía. Había varios cráneos esparcidos por la cocina, unos intactos y otros partidos por la mitad y empleados como cuencos.
Una inspección más detenida reveló que una de las sillas de la cocina estaba hecha con piel humana, como las pantallas de las lámparas, las papeleras, las fundas de los cuchillos e incluso alguna prenda de vestir, como un chaleco o un cinturón formado con pezones humanos, la última moda en las pasarelas de Milán.
Entre los más atroces descubrimientos, se encontraron unas cajas con los restos humanos pertenecientes a diferentes cuerpos sin identificar, el corazón y la cabeza amputada de Bernice Worden en una bolsa de plástico, una colección de nueve máscaras de piel humana con el pelo intacto, de las cuales, cuatro colgaban en la pared que rodeaba la cama de Gein...
Había decorado el interior de su casa de madera con esas máscaras confeccionadas con tiras de piel procedentes de auténticos rostros humanos y con los cráneos colgados de las columnas de su cama.
La única habitación de la casa que parecía normal era una sellada con tablones en la puerta y perfectamente ordenada... la de su mami. Desde que su madre muriera en 1945, doce años antes, la habitación había estado cerrada con clavos como un sepulcro. Ed explicó a la policía después de su detención que después de su fallecimiento, su madre se mantuvo en contacto con él durante más de un año, hablándole mientras se adormecía. Dijo que había sido en esa época cuando desarrolló su fascinación por la anatomía. Le fascinaban los reportajes sobre la operación de cambio de sexo y se planteó el convertirse él mismo en mujer, como si de la veneno se tratase.
Gein declaró que tan sólo recordaba, muy confusamente, haber matado a Bernice Worden, y que los demás restos humanos que se habían hallado en la granja pertenecían a nueve cadáveres que había sacado del cementerio. Explicó que en los últimos años sentía de vez en cuando la necesidad de profanar tumbas, y que en algunas ocasiones incluso conocía a las víctimas en vida y se enteraba de sus muertes leyendo los periódicos. Luego, en la noche del entierro, se dirigía al cementerio, sacaba el cadáver y rellenaba de nuevo la tumba (eso lo pudo comprobar la policía más tarde, cuando al exhumar las tumbas, algunas de las que Gein había dicho, se encontraban vacías).
Muchos de los objetos domésticos y muebles que se descubrieron a raíz del arresto de Gein, procedían de las profanaciones de tumbas. Unas veces arrastraba cadáveres enteros hasta su casa, otras cortaba las partes más interesantes y se las llevaba como recuerdo.
El 30 de marzo de 1958 la casa de Gein fue arrestada, después de correrse el rumor de que estaba destinada a convertirse en una atracción para turistas como la Casa de los Horrores. De todas formas, su camioneta Ford sobrevivió y se vendió en una subasta pública para ser utilizada en ferias locales con un letrero que anunciaba:
"¡El coche de Ed Gein! ¡Vea el coche que transportó a los muertos de las tumbas!". Cosas de los americanos, que son un poco tontines.
Fue internado en un psiquiátrico hasta los 68 años, del que salió para ser juzgado por dos homicidios (casi nada, si te paras a pensarlo, se lo tomaron fatal con lo buenazo que era), de los que se libró por estar el hombre un poco trastornado, por lo que volvió tras el juicio (que duró una semana) a su querido manicomio.
El caso de Ed Gein es, desde un punto de vista médico, uno de los más complejos de la criminología. Voyerismo, fetichismo, travestismo y puede que necrofilia (bastante probable), integraban su personalidad.
Sin embargo, a medida que se iba conociendo su verdadera historia se hizo evidente que esas perversiones eran meras manifestaciones de una psicosis profunda, un trastorno mental que tenía sus raíces en la relación anormal que tenía con la madre.
Cuando los psiquiatras comenzaron a considerar las posibles razones de su comportamiento patológico, supusieron que se trataba de un caso de "Complejo de Edipo", que Gein estaba enamorado de su madre y que a raíz de su muerte se obsesionó en buscar a alguien que la sustituyera, pues se encontraron extraordinario parecido entre sus víctimas y su madre. De niño, buscaba el amor de su madre de manera obsesiva, que le era negado una y otra vez, fue así como en su mente se desarrolló una nueva personalidad, un Ed que odiaba a la mujer.
Gein murió por insuficiencia respiratoria el 26 de julio de 1984, tras décadas de reclusión en una unidad psiquiátrica, donde resultó ser un paciente modelo (lo que yo te diga, que en el fondo, era un buenazo). En la actualidad, sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de los de su madre...
Yo no veo nada de malo en que le gustase jugar a los médicos...
