Aquí escribiré, aquí me leeré y me contestaré, en una inacabable conversación donde explorar los más recónditos y oscuros vericuetos de mi retorcida mente. Será un regocijo sin fin...un orgasmo infinito.
¡Ah, mugrienta, piojosa y descontrolada plebe! ¡ahora sentiréis el frío del acero sobre vuestros tiernos cuellos, ahora experimentaréis el titánico peso de la insobornable justicia nicotiniana!
¡Muerte a todos!
Tenéis mi permiso (ah! me siento tan, tan solo en el trono...!) para traer aquí a cuanto meloso, cretino, protestoncillo o renacuajo progre querais...¡el cadalso, hambriento, espera, exige, reclama!
El decrépito Nicotin I, ya completamente enajenado,
habla con los súbditos imaginarios que guardan
junto a su trono polvoriento.
