Todo en exceso mata
Publicado: 30 Abr 2003 17:17
Hace tiempo conocí a un chico que afirmaba sabiamente: “Todo en exceso mata”
Obviamente él temía caer en excesos. Tenía miedo a respirar demasiado hondo... podía ocurrir que entrara demasiado oxígeno en su cerebro, y esto sería letal, o podía dejar sus pulmones, en pocos años, con la misma consistencia que una vejiga centenaria. Tenía miedo de expulsar aires que rozaran la máxima genérica de velocidad... podía causarle heridas nefastas, o abrirle viejas cicatrices. Tenía miedo a comer mucho... su boca del estómago podía acabar con la misma circunferencia que una boca de alcantarilla. Tenía miedo de practicar sexo desmesurado... podía acabar expulsando seso en vez de semen. Tenía miedo de dar largos paseos... sus articulaciones podían desgastarse antes de lo previsto. Tenía miedo de reír en demasía... podían salirle surcos debajo de los ojos y patas de gallo anticipadas. También tenía miedo de...
Así pues, con mucho afán, fue equilibrando su balanza. E intentó dar con la medida justa a todas y cada una de las cosas de la vida. Poco duró en equilibrio, ya que su miedo al exceso desembocó en una fobia paranoica. Y empezó a caer en la carencia, lo contrario a aquello que tanto pavor le daba.
Murió joven. Finalmente fue el exceso de carencia, de todo, lo que lo mató.
Obviamente él temía caer en excesos. Tenía miedo a respirar demasiado hondo... podía ocurrir que entrara demasiado oxígeno en su cerebro, y esto sería letal, o podía dejar sus pulmones, en pocos años, con la misma consistencia que una vejiga centenaria. Tenía miedo de expulsar aires que rozaran la máxima genérica de velocidad... podía causarle heridas nefastas, o abrirle viejas cicatrices. Tenía miedo a comer mucho... su boca del estómago podía acabar con la misma circunferencia que una boca de alcantarilla. Tenía miedo de practicar sexo desmesurado... podía acabar expulsando seso en vez de semen. Tenía miedo de dar largos paseos... sus articulaciones podían desgastarse antes de lo previsto. Tenía miedo de reír en demasía... podían salirle surcos debajo de los ojos y patas de gallo anticipadas. También tenía miedo de...
Así pues, con mucho afán, fue equilibrando su balanza. E intentó dar con la medida justa a todas y cada una de las cosas de la vida. Poco duró en equilibrio, ya que su miedo al exceso desembocó en una fobia paranoica. Y empezó a caer en la carencia, lo contrario a aquello que tanto pavor le daba.
Murió joven. Finalmente fue el exceso de carencia, de todo, lo que lo mató.