El algodón no engaña, señores: un rival con cara y ojos y España a tomar por culo. Podría hablar largo y tendido de lo malo que es Raúl o de los pitos frente a la guardia civil en mi aldea. Pero no quiero hablar de eso.
Yo he venido aquí a hablar de Manolo el del bombo.
Hasta hace bien poco, Manolo era de esas personas que me daban ascopena. Me resultaba subnormal e irritante por dosis iguales; un ejemplo claro del seguidor odioso de la selección española. Analfabeto, ilusionado, feo y sin un atisbo de vergüenza o decoro. Ascopena.

A tu puta casa, Manolo.
Pero un amigo me dijo algo que ha cambiado por completo mi visión de Manolo. La cosa ha pasado de ascopena a una sensación incómoda difícil de describir. La pena sigue ahí, más acentuada, eso sí. Pero hay algo más. Quizá sea equiparable a lo que sentía Dolorcín por aquél tipo entrañable que le cantaba "Baby don't love me" o algo así a la webcam con cara de enamorado a punto de recibir un hostión. En fin, os lo cuento, quizá a vosotros os entre lo mismo y me comprendáis.
Manolo era para mí un ser sin trasfondo. Un payaso que se vestía de gilipollas y aparecía en todos y cada uno de los partidos de la selección, al principio en plan cachondeo pero luego con un toque de orgullo y un “aquí estoy yo” muy español que lo convirtió de inmediato en objeto de mi desprecio. Surgían sin embargo preguntas acerca de su persona que no lograba resolver. Era evidente que allá donde fuera la selección, iba él. Esos desplazamientos y esos alojamientos cuestan sus buenos dineros. ¿De dónde sacaría la pasta Manolo? Si trabajara, ciertamente debería tener un jefe enrollado como para darle vacaciones cada dos por tres. Tal vez la asociación española de fúrbol le subvencionara la tontería... nah, eso sería ciertamente complicado. Quizá Manolo fuera sencillamente rico y no encontrara nada mejor en que tirar la pasta que en hacer el mongólico de estadio en estadio.
La otra pregunta era ¿tendrá familia este piltrafa? ¿Qué pensarán sus allegados? ¿Tendrá mujer? ¿Tendrá hijos? 'Mamá, ¿ése que sale por la tele vestido de esa manera es papá?', 'no, hijo', 'sí que es', 'que no, vete a dormir, anda'. Qué jodido. Quizá no tuviera familia, o quizá fueran tan imbéciles como él.
Bueno, ambas preguntas las contestó mi amigo, contándome la historia de Manolo el del bombo. Por lo visto este personaje surgió hace 38 años, animando a equipillos de segunda B. Luego vino la selección. Se aferró con pasión insana a la selección española, desplazándose donde quiera que fueran a jugar. Aquí llegan las respuestas a mis preguntas: Manolo no era rico, ni mucho menos. Era propietario de un bar que funcionaba a trancas y a barrancas, ya que el dueño estaba fuera cuando más clientela hay: cuando el fúrbol. La otra respuesta: sí, tenía familia: una sufrida mujer y cuatro hijos, pero como cuenta él, «solía abandonar a mi familia para viajar con la selección». Aguantaron y aguantaron. Un dia tuvieron un susto: su marido y padre se estrelló en coche yendo a ver un partido de España. Ellos estuvieron fielmente a su lado durante los cuatro días que duró la recuperación, durante la cual Manolo estaba pensando más en los partidos que se perdería que en la familia que tenía ahí al lado.
En cuanto pudo ponerse en pie, cogió las maletas y se piró a Austria a ver la selección sin apenas dar dos besos a su familia. Cuando volvió, se habían largado todos.
Luego las cosas se fueron enturbiando. Manolo montó una casa de putas. Paralelamente, pareció ir perdiendo el contacto con la realidad: tras haber sido despedido por un buen montón de vecinos de Huesca cuando salió de la ciudad para emprender el mundial del 82, declaró que «no creo que Colón, antes de zarpar, haya tenido una despedida como la mía». Cuando el rey le dijo que podía pasar un perímetro de seguridad para acercársele, comentó emocionado: «'Pasa, Manolo', me dijo, y España me tembló dentro del alma».

A veces incluso parece que todo merezca la pena
A fecha de hoy, sus hijos o bien no le hablan o bien lo llaman por navidad y esas cosas. Manolo abrió una página web con tienda incluída (http://www.manoloeldelbombo.com) pero la cerró, imagino que a causa de la irremediable pérdida de dinero que le suponía.
«Me gusta esta vida. Pero no puede compartirse con nadie. Ninguna mujer comprendería los viajes ni que esté dispuesto a arriesgar la ruina con tal de seguir a la Selección»