Refugio.

[Shin]

Los cristales temblaban con las fuertes rachas de viento que recorrían el patio, de ellos chorreaban gotas por la condensación del cambio de temperatura. Las llamas de la chimenea ondeaban como una bandera, alumbrando de forma desigual el refugio. Estaba nevando con fuerza, si continuaba así Sergio iba a quedar atrapado todo el fin de semana, quizá era eso lo que pretendía. Había llegado un par de horas antes de que la tormenta tomase forma, el tiempo justo para recolectar un poco de leña seca, antes de que los primeros copos de nieve tomasen tierra.

Sentado en un balancín de madera, con las piernas cubiertas por una manta de cuadros, Sergio esperaba algo. Había traído una unidad portátil de CD para poder escuchar los grandes éxitos de grupos de renombre como R.E.M o U2, le gustaba esta música. A veces, en su casa, pasaba horas tendido sobre la cama, escuchando una canción una y otra vez, hasta que podía cantar la letra si cometer ningún error.

La puerta de madera estaba hinchada y producía una especie de chirrío. Sergio notó el frío aire en su pescuezo y giró levemente la cara, para poder ver quien había llegado. Marta sostenía una mochila negra, su pelo estaba empapado. De sus pequeñas gafas saltaban al vacío gotas de agua, que se filtraban por las regatas del suelo. Sergio dejo el libro que tenia entre las manos sobre la mesa y se levantó.

_Buenas noches.-Dijo
_Buenas noches Sergio, ¿hace mucho que te esperas?-
_Lo suficiente.-Su voz era oscura, como cuando estaba enfadado.
_Lo siento, la carretera estaba fatal, he tenido que parar para poner las cadenas y casi termino con una hipotermia.-Replico ella.
_No estoy enfadado, solo es que esperaba que pudiésemos disfrutar de la noche los dos juntos, ya son las 3 de la madrugada.- Contesto el, esta vez con una voz algo más dulce.
_¿Has cenado?- Pregunto ella.
_No, te estaba esperando. Encendí el fuego hace dos horas por si querías que hiciésemos carne a la brasa, ¿tu tienes hambre?-
_Pues la verdad no mucha, me comí un bocadillo en el coche.-
_Pues muy bien, ya nos comeremos la carne mañana.-Sus ojos parecían tristes, algo así como cuando un niño pierde alguna cosa y no quiere decirlo a sus padres, seguramente no se sentía todo lo bien que esperaba.
_Es bonito el refugio este. No entiendo por que nunca está alquilado.
_Yo tampoco, supongo que a la gente no le gusta tanto el campo como para subir a congelarse a alta montaña.

Marta dejó la mochila en el suelo, cerca del fuego para que se secara. De fondo sonaba el "losing my religion". Sergio sonrió durante unos segundos, esperando que ella se diese cuenta de que le encantaba esta canción. Marta y Sergio eran amigos, no hacia mucho que se conocían, pero estaba claro cuales eran sus intenciones. Se suponía que debían subir todo el grupo, pero por cuestiones de trabajo y la complicidad entre los chicos del grupo, finalmente habían quedado ellos dos, solos.

_¿Donde vamos a dormir?- Pregunto inocente ella.
_En la habitación grande, ya he colocado las sabanas. El dueño me ha dado la llave de una sola habitación, así que tendremos que dormir juntos.-Dijo sonriente.
_No se por que imaginaba eso.-Sonrió entonces ella.

Quizá no había empezado la noche como él esperaba, pero poco a poco las aguas estaban volviendo a su cauce. Estuvieron hablando un hora, sentados frente al fuego. Comentaban cosas sobre el resto de amigos, eran los dos unos buenos cotillas. Se prepararon unos cubatas, y continuaron así hasta aproximadamente las cuatro y media.

_Vamos a la cama, que es tarde. Tenemos todo el domingo para cotillear.-Dijo ella.
_Como quieras.-Los ojos de Sergio desprendían una luz especial.

Entraron en la habitación, y tras unos minutos estaban los dos dando vueltas bajo las sabanas y la funda nórdica. Media hora más tarde, Marta dormía profundamente agarrada al torso desnudo de Sergio, mientras este fumaba un cigarrillo. Había logrado su propósito, tras dos meses de juegos variados había cedido a sus encantos, uno de los mejores cigarrillos de los dos últimos años. La luz de la luna hacia brillar aún más su sonrisa, había escampado. Apago el cigarrillo y se durmió.

Se despertó gritando, una vieja pesadilla había vuelto a su mente. Se veía corriendo entre campos de trigo, en la noche, mientras la luna llena iluminaba su cuerpo desnudo y lleno de sangre. Sergio se miró, se encontraba en el suelo de la habitación, cubierto por la sabana de franela que había puesto en la cama, Marta no estaba. Se levanto del suelo y salió al comedor, en la fogata solo quedaban las rojas brasas.

_¿Marta?- Pregunto al vacío, pero como era habitual este no contestó.

Continuo vagando por la casa, sin hallar a su amada, miró incluso através de la ventana, esperando verla sentada en el porche, pero no fue así. Se vistió y salio a buscarla. El todo terreno de Marta tenía cerca de un palmo de nieve encima, su coche era casi imperceptible.
Sus ojos buscaban desesperados a Marta y finalmente la encontró. Su cuerpo yacía inerte sobre la nieve, desnudo, un charco de carmesí la rodeaba. La desesperación lleno el corazón de Sergio, que quiso gritar, pero de su garganta solo salió un aullido.

Shin.