Habían pasado menos de 48 horas y su contestador había recibido más de nueve mensajes.
No se habían prometido amor eterno, matrimonio ni felicidad de por vida... ¿Qué era lo que esperaba?
La noche no se había presentado muy prometedora, peor no era de extrañar... nunca se presentaba de esa manera. Si tenía suerte, y siempre iba con esa confianza, conseguiría que algún divorciado de mediana edad le invitase a las copas a partir de la tercera y sólo tendría que gastarse 18 € en toda la noche.
Estaba en el mismo tugurio de siempre, la misma música, la misma densidad de humo... ¿Cambiaban quizás las caras? Seguía siendo el mismo decorado en el que noche tras noche intentaba encontrar un personaje principal con el que compartir la comedia de la vida. Pero ella sabía que en realidad no buscaba eso. Se conformaba con millones de secundarios, o de reparto como se les llama ahora, a los que robarles unos besos y un poco de calor en la noche.
El de esta noche tenía mejor pinta que el de las anteriores, mejor pinta que ella incluso. Estaba acostumbrada a los típicos perdedores de peli de serie B que ahogan sus penas en alcohol en cualquier bar de mala muerte de los suburbios.
La verdad es que se sentó a su lado porque no había más sitio en la barra y en cierto modo le había llamado la atención la ropa de ella. Iba bien vestida, arreglada pero no lo suficiente como parecer una pijardas de las que estaba acostumbrado a encontrarse en la oficina.
Estaba acabando su primera copa cuando se disponía a pedir la segunda y él pidió otra de lo mismo y le solicitó permiso para invitarle. El camarero (por llamarlo de alguna manera) sirvió dos Absolut en vaso bajo, con tres cubitos de hielo y medio limón exprimido en el momento.
La verdad es que recordaba poco más de aquella noche, a parte claro está del sexo. Fue algo menos corriente de lo habitual. Sentía algo que no había sentido hacía mucho tiempo mientras se follaba a un desconocido.
¡En este polvo había ilusión!
Estaba harta de encontrarse siempre con las ilusiones y desilusiones de la gente, no quería tener que ver más con ellas, bastante tenía en la consulta como para encima llevarse las ilusiones de los desconocidos también a la cama.
Intentó centrarse en sí misma, disfrutar de cada arremetida, cada jadeo, cada movimiento de sus caderas... Se dejaba llevar siempre de la misma manera, casi como si estuviera muerta. Sólo le delataban sus respiraciones entrecortadas y el cosquilleo que emanaba de lo más profundo de su útero cuando se aproximaba al orgasmo. En ese momento se volvía loca, se despertaban todos sus sentidos. No podía evitar la necesidad de sentir más y más. Su lengua jugando con la del invitado de la noche. Magrear la espalda y el culo de su desconocido para ayudarle a adentrarse en lo más profundo de su ser, mientras un montón de convulsiones hacían que arqueara su espalada de placer en cada embestida...
Así los llamaba ella: sus desconocidos... Y eso era lo que ella pretendía, que siguieran siendo desconocidos... Pero este... ¿De donde había sacado su teléfono?
Todas las noches anteriores se despedían como si fueran a verse a la mañana siguiente, pero existía una especie de acuerdo tácito de que aquello no iba a suceder. Pero éste, el de la ilusión mientras follaban, no sólo se había despertado a su lado sino que quería volver a hacerlo.
Garabateaba geometrías sin sentido en un folio mientras pensaba en todo aquello.
– Esta vez no le va a servir de nada tomar notas, no sé por qué pero lo sé.
La voz de la Señorita X la sacó de sus pensamientos y le trajo de nuevo al mundo real.
Sus desconocidos
- El resquemor comienza desde dentro... Es un ardor insoportable, como si ácido estuviera corroyendo mis entrañas...
La lánguida voz mostraba ya ciertos aires de desesperación.
- ¡Me siento sucia por dentro!
El grito acabó en un llanto intermitente, sollozos de desesperación que no logran arrancar en un verdadero y profundo llanto.
- Señorita X tranquilícese y por favor. Se supone que ése tema le habíamos tratado en las seis ultimas sesiones y estaba solucionado... Debe mantener la calma.
- Ya pero... ¿se ha sentido alguna vez sucia por dentro doctora?
La doctora miraba con cara de asombro. Aunque no sabía aún cuál había sido su última actuación... ¿Qué había ocurrido?
- Es...- parecía que iba a comenzar a contar algo- no sé muy bien como explicarlo... Me siento sucia, por dentro y por fuera, pero es por dentro por donde empieza y va comiéndome hacia fuera, como si de un tejido gangrenoso se tratase...
Se detuvo unos instantes perdiendo su mirada más allá de lo habitual, parecía que recordara algo...
“Los cuerpos pegados y las respiraciones compenetradas en un mismo compás. Sus susurros casi inaudibles por el resquebrajamiento de su voz debido al grado de excitación en que se encontraba...
- Tonto, no disfruto del momento, ahora disfruto de ti: tus labios, tus hombros, tu cuello... Déjame que disfrute de ti, que ya disfrutaré del momento cuando sólo sea un recuerdo...”
Esas palabras... Esos recuerdos... Ahora no los disfrutaba, no sabía qué había hecho, bueno, sí que lo sabía... Y no estaba disfrutando de los recuerdos...
- No sé si sabe a qué me refiero... ¿Alguna vez se ha emborrachado tanto que después de haber vomitado todo aquello que tenía en el estómago aún sigue teniendo arcadas? ¿Esa sensación de asco que le produce el sólo pensar en beber una gota más de alcohol? Me siento más o menos así... Pero soy yo misma la causante de dichas arcadas.
Seguía con la mirada perdida pero de repente movió su cabeza como si hubiera regresado de sus recuerdos. – Esta vez no le va a servir de nada tomar notas, no sé por qué pero lo sé – dijo mientras giraba la cabeza después de haber estado mirándola por un tiempo indeterminado.
- La verdad es que no es culpa de nadie supongo, el asco no debe tener culpable, sólo existe... No entiendo el porqué el hecho de buscarle siempre un culpable a todo... No ha sido culpa suya. No ha sido culpa mía. Han sido las circunstancias...
- Señorita X, no creo que ahora tengamos que ponernos a quitar culpas, ya sabe que eso no es tarea de estas sesiones, aquí lo que tratamos es de encontrar respuesta a sus preguntas para centrar su futuro, no buscamos soluciones a hechos pasados que no tienen solución, y que tal vez ni si quiera la requieran.
- ¡Ya lo sé por Dios! – dijo mientras se incorporaba un poco hasta su posición inicial, cuando el culo no se le había ido escurriendo por el sofá de cuero hasta quedársele más de la mitad fuera. Su voz también era distinta de la de hacía unos instantes... Volvía a estar irritada- Le recuerdo que soy yo la que paga su jodido coche con mis sesiones, así que tengo bastante clarito el objetivo de las mismas.
- Está bien, siento haber vuelto a recordárselo, pero me pareció que se había olvidado de los objetivos que nos habíamos marcado.
- Pues no suponga tanto y céntrese en lo que le cuento - Ahora parecía muchísimo más irritada que cualquiera de las veces anteriores.
No sabía si mirarle con desconcierto o rabia.
- Lo siento -dijo tras unos instantes de reflexión – Pero entiéndame, siento que me rompo por dentro. Siento odio e ira hacia mí y hacia él... Siento lástima por mí, por cómo puedo ser de la forma que soy, cómo consigo seguir adelante cada mañana y cómo permito que la gente se me acerque cuando lo único de lo que soy capaz es de eso... Dejar llevarme para cometer errores... ¿O no se trata de un error?
- ¿Está volviendo a recordar algún momento en particular?
- ¿El qué si no...? Aquellos recuerdos que un día pensé que disfrutaría y ahora no hacen más que perseguirme por mi cabeza, es como cuando de pequeños jugábamos a polis y cacos en el que a mí siempre me tocase ser caco y huir... Gozaba de sus manos, de su cuerpo, de cada centímetro de su piel... Es extraño porque... Lo recuerdo todo en blanco y negro, y mis recuerdos siempre tienen color, aunque sean monocromos pero tienen color... Pero es que son tan reales sus recuerdos que no me es necesario el color... Siento la textura de su lengua recorriendo mi cuello, su olor y escucho su resuello como si volviera a tenerlo en mi oreja respirando, de forma entrecortada, con ese ritmo que me pone a cien.
La doctora se sentía incluso incómoda, muchas veces le había contado experiencias sexuales sus pacientes, pero ninguna le había hecho ponerse tan en situación como aquella.
- Doctora, ¿En esto consiste la culpa? ¿En volver a vivir de forma continuada esos momentos que en un tiempo fueron únicos pero que con el tiempo se vuelven cada vez más amargos? ¿Y para qué? Para que luego no recuerde si quiera como te llamas... No te prometió amor eterno, pero tampoco te hablo del después... Quizás si le hubiera preguntado... Pero quién habría podido preguntar en aquella situación... Supongo que las preguntas nunca sobran. ¿O sí?
(Silencio)
- Si no hubiera habido preguntas no me habría derrumbado, no habría hablado, no habría confesado... Y es que doctora, escuche un consejo, cuando elija unos ojos en los que perderse, no deje que aprendan a perderse en lo suyos, que en el momento en que algo quiera ocultar no va a ser capaz de hacerlo, sus elegidos bucearán en los propios hasta encontrar la sombra que les haga sospechar.
La lánguida voz mostraba ya ciertos aires de desesperación.
- ¡Me siento sucia por dentro!
El grito acabó en un llanto intermitente, sollozos de desesperación que no logran arrancar en un verdadero y profundo llanto.
- Señorita X tranquilícese y por favor. Se supone que ése tema le habíamos tratado en las seis ultimas sesiones y estaba solucionado... Debe mantener la calma.
- Ya pero... ¿se ha sentido alguna vez sucia por dentro doctora?
La doctora miraba con cara de asombro. Aunque no sabía aún cuál había sido su última actuación... ¿Qué había ocurrido?
- Es...- parecía que iba a comenzar a contar algo- no sé muy bien como explicarlo... Me siento sucia, por dentro y por fuera, pero es por dentro por donde empieza y va comiéndome hacia fuera, como si de un tejido gangrenoso se tratase...
Se detuvo unos instantes perdiendo su mirada más allá de lo habitual, parecía que recordara algo...
“Los cuerpos pegados y las respiraciones compenetradas en un mismo compás. Sus susurros casi inaudibles por el resquebrajamiento de su voz debido al grado de excitación en que se encontraba...
- Tonto, no disfruto del momento, ahora disfruto de ti: tus labios, tus hombros, tu cuello... Déjame que disfrute de ti, que ya disfrutaré del momento cuando sólo sea un recuerdo...”
Esas palabras... Esos recuerdos... Ahora no los disfrutaba, no sabía qué había hecho, bueno, sí que lo sabía... Y no estaba disfrutando de los recuerdos...
- No sé si sabe a qué me refiero... ¿Alguna vez se ha emborrachado tanto que después de haber vomitado todo aquello que tenía en el estómago aún sigue teniendo arcadas? ¿Esa sensación de asco que le produce el sólo pensar en beber una gota más de alcohol? Me siento más o menos así... Pero soy yo misma la causante de dichas arcadas.
Seguía con la mirada perdida pero de repente movió su cabeza como si hubiera regresado de sus recuerdos. – Esta vez no le va a servir de nada tomar notas, no sé por qué pero lo sé – dijo mientras giraba la cabeza después de haber estado mirándola por un tiempo indeterminado.
- La verdad es que no es culpa de nadie supongo, el asco no debe tener culpable, sólo existe... No entiendo el porqué el hecho de buscarle siempre un culpable a todo... No ha sido culpa suya. No ha sido culpa mía. Han sido las circunstancias...
- Señorita X, no creo que ahora tengamos que ponernos a quitar culpas, ya sabe que eso no es tarea de estas sesiones, aquí lo que tratamos es de encontrar respuesta a sus preguntas para centrar su futuro, no buscamos soluciones a hechos pasados que no tienen solución, y que tal vez ni si quiera la requieran.
- ¡Ya lo sé por Dios! – dijo mientras se incorporaba un poco hasta su posición inicial, cuando el culo no se le había ido escurriendo por el sofá de cuero hasta quedársele más de la mitad fuera. Su voz también era distinta de la de hacía unos instantes... Volvía a estar irritada- Le recuerdo que soy yo la que paga su jodido coche con mis sesiones, así que tengo bastante clarito el objetivo de las mismas.
- Está bien, siento haber vuelto a recordárselo, pero me pareció que se había olvidado de los objetivos que nos habíamos marcado.
- Pues no suponga tanto y céntrese en lo que le cuento - Ahora parecía muchísimo más irritada que cualquiera de las veces anteriores.
No sabía si mirarle con desconcierto o rabia.
- Lo siento -dijo tras unos instantes de reflexión – Pero entiéndame, siento que me rompo por dentro. Siento odio e ira hacia mí y hacia él... Siento lástima por mí, por cómo puedo ser de la forma que soy, cómo consigo seguir adelante cada mañana y cómo permito que la gente se me acerque cuando lo único de lo que soy capaz es de eso... Dejar llevarme para cometer errores... ¿O no se trata de un error?
- ¿Está volviendo a recordar algún momento en particular?
- ¿El qué si no...? Aquellos recuerdos que un día pensé que disfrutaría y ahora no hacen más que perseguirme por mi cabeza, es como cuando de pequeños jugábamos a polis y cacos en el que a mí siempre me tocase ser caco y huir... Gozaba de sus manos, de su cuerpo, de cada centímetro de su piel... Es extraño porque... Lo recuerdo todo en blanco y negro, y mis recuerdos siempre tienen color, aunque sean monocromos pero tienen color... Pero es que son tan reales sus recuerdos que no me es necesario el color... Siento la textura de su lengua recorriendo mi cuello, su olor y escucho su resuello como si volviera a tenerlo en mi oreja respirando, de forma entrecortada, con ese ritmo que me pone a cien.
La doctora se sentía incluso incómoda, muchas veces le había contado experiencias sexuales sus pacientes, pero ninguna le había hecho ponerse tan en situación como aquella.
- Doctora, ¿En esto consiste la culpa? ¿En volver a vivir de forma continuada esos momentos que en un tiempo fueron únicos pero que con el tiempo se vuelven cada vez más amargos? ¿Y para qué? Para que luego no recuerde si quiera como te llamas... No te prometió amor eterno, pero tampoco te hablo del después... Quizás si le hubiera preguntado... Pero quién habría podido preguntar en aquella situación... Supongo que las preguntas nunca sobran. ¿O sí?
(Silencio)
- Si no hubiera habido preguntas no me habría derrumbado, no habría hablado, no habría confesado... Y es que doctora, escuche un consejo, cuando elija unos ojos en los que perderse, no deje que aprendan a perderse en lo suyos, que en el momento en que algo quiera ocultar no va a ser capaz de hacerlo, sus elegidos bucearán en los propios hasta encontrar la sombra que les haga sospechar.
- Se trataba de pasar un buen rato.
La frase retumba en la cabeza. Es como un disco de vinilo rayado que se repite en el interior de su cabeza una y otra vez, ya ni si quiera es capaz de reconocer aquella voz en el ruido metálico y constante que retumba en su mente.
Ésa sola frase implica y une dos vertientes de un mismo sentimiento. Dolor. Dolor de la culpa y dolor de sentirse utilizada.
El sentimiento de culpa... Supone que debe tratarse de ése sentimiento, porque no tiene referencia de ello. Es un sentimiento de angustia, tener el corazón encogido, un vacío en el estómago, en el interior.
Angustia.
Silencio.
Oscuridad.
Frío.
Negro.
Agua.
Quizás el sentimiento de sentirse utilizada sea un mero intento de justificación, una huida para poder quitarle importancia y de esa manera evitar esa angustia vital que recorre su interior.
Ella sabía perfectamente en qué consistía aquel trato, aquel juego que más tarde dejaría de serlo. De hecho, aquello es lo que iba buscando: satisfacer sus deseos, volver a sentirse deseada... Y sabía que lo estaba consiguiendo, aunque tenía la sensación de que, al final, podía quemarse... quien juega con fuego...
Los dos meses previos habían sido algo más que un juego. Había comenzado como flirteo lo que más tarde se había ido convirtiendo para ella en enamoramiento. Aunque no se trataba de enamoramiento sincero. Era más bien el típico estado de gilipollez mental transitoria en el que se sentía deseada y con el poder suficiente para hacer cualquier cosa con aquel hombre. Se creía en poder de la razón y verdad con respecto a aquella travesura. Era más bien eso, una travesura, algo que no pretendía llegara a ningún punto que ella no tuviera controlado...
Habían pasado dos años y medio desde la última vez que había gozado de aquella sensación... La euforia del “poder”.
Aun así no resultó lo que ella esperaba, porque... ¿Qué era lo que en realidad había esperado? ¿Hasta qué punto se había planteado que llegara aquel juego? ¿Fanfarroneaba cuando exponía las reglas? ¿Se jactaba de llegar hasta lo profundo pero sólo pretendía quedarse en superficie?
El problema llegó después de la superficie. Fue perdiendo el sentido, la conciencia... Su cabeza se convirtió en un simulacro de olla expres en la que una amalgama de instintos y sentimientos, razón y sinrazón, deseo y conciencia... Los ojos se le cerraron, la voluntad se le quebró, se limitaba a sentir mientras los supervivientes coletazos de cordura intentaban de forma no fructífera para aquel juego...
“- Tonto, no disfruto del momento, ahora disfruto de ti: tus labios, tus hombros, tu cuello... Déjame que disfrute de ti, que ya disfrutaré del momento cuando sólo sea un recuerdo...”
Ahora todos esos recuerdos le atormentan cada vez que su soledad y ella se encuentran en la intimidad. Las palabras, sonidos, olores, luces y sombras... sensaciones al fin y al cabo... todo lo que le acompañó en aquel momento vuelve a su interior en el desamparo de la noche.
Ahora todo aquello que guarde una relación con ese momento provoca el mismo sentimiento de repulsa que se provoca a sí misma cada vez que su conciencia le recuerda lo que ocurrió.
Seguía con la mirada perdida pero de repente movió su cabeza como si hubiera regresado de sus recuerdos. – Esta vez no le va a servir de nada tomar notas, no sé por qué pero lo sé – dijo mientras giraba la cabeza después de haber estado mirándola por un tiempo indeterminado.
La frase retumba en la cabeza. Es como un disco de vinilo rayado que se repite en el interior de su cabeza una y otra vez, ya ni si quiera es capaz de reconocer aquella voz en el ruido metálico y constante que retumba en su mente.
Ésa sola frase implica y une dos vertientes de un mismo sentimiento. Dolor. Dolor de la culpa y dolor de sentirse utilizada.
El sentimiento de culpa... Supone que debe tratarse de ése sentimiento, porque no tiene referencia de ello. Es un sentimiento de angustia, tener el corazón encogido, un vacío en el estómago, en el interior.
Angustia.
Silencio.
Oscuridad.
Frío.
Negro.
Agua.
Quizás el sentimiento de sentirse utilizada sea un mero intento de justificación, una huida para poder quitarle importancia y de esa manera evitar esa angustia vital que recorre su interior.
Ella sabía perfectamente en qué consistía aquel trato, aquel juego que más tarde dejaría de serlo. De hecho, aquello es lo que iba buscando: satisfacer sus deseos, volver a sentirse deseada... Y sabía que lo estaba consiguiendo, aunque tenía la sensación de que, al final, podía quemarse... quien juega con fuego...
Los dos meses previos habían sido algo más que un juego. Había comenzado como flirteo lo que más tarde se había ido convirtiendo para ella en enamoramiento. Aunque no se trataba de enamoramiento sincero. Era más bien el típico estado de gilipollez mental transitoria en el que se sentía deseada y con el poder suficiente para hacer cualquier cosa con aquel hombre. Se creía en poder de la razón y verdad con respecto a aquella travesura. Era más bien eso, una travesura, algo que no pretendía llegara a ningún punto que ella no tuviera controlado...
Habían pasado dos años y medio desde la última vez que había gozado de aquella sensación... La euforia del “poder”.
Aun así no resultó lo que ella esperaba, porque... ¿Qué era lo que en realidad había esperado? ¿Hasta qué punto se había planteado que llegara aquel juego? ¿Fanfarroneaba cuando exponía las reglas? ¿Se jactaba de llegar hasta lo profundo pero sólo pretendía quedarse en superficie?
El problema llegó después de la superficie. Fue perdiendo el sentido, la conciencia... Su cabeza se convirtió en un simulacro de olla expres en la que una amalgama de instintos y sentimientos, razón y sinrazón, deseo y conciencia... Los ojos se le cerraron, la voluntad se le quebró, se limitaba a sentir mientras los supervivientes coletazos de cordura intentaban de forma no fructífera para aquel juego...
“- Tonto, no disfruto del momento, ahora disfruto de ti: tus labios, tus hombros, tu cuello... Déjame que disfrute de ti, que ya disfrutaré del momento cuando sólo sea un recuerdo...”
Ahora todos esos recuerdos le atormentan cada vez que su soledad y ella se encuentran en la intimidad. Las palabras, sonidos, olores, luces y sombras... sensaciones al fin y al cabo... todo lo que le acompañó en aquel momento vuelve a su interior en el desamparo de la noche.
Ahora todo aquello que guarde una relación con ese momento provoca el mismo sentimiento de repulsa que se provoca a sí misma cada vez que su conciencia le recuerda lo que ocurrió.
Seguía con la mirada perdida pero de repente movió su cabeza como si hubiera regresado de sus recuerdos. – Esta vez no le va a servir de nada tomar notas, no sé por qué pero lo sé – dijo mientras giraba la cabeza después de haber estado mirándola por un tiempo indeterminado.