Víctimas

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Shin
moromielda
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Registrado: 31 Dic 2003 01:06

Víctimas

Mensaje por Shin »

Marcelo Oliva andaba en dirección a la estación. No apreciaba mucho su trabajo, como la mayoría de la gente, pero cuando hay que alimentar a cuatro niños y los bancos te aprietan el cinturón, no te queda otro remedio que trabajar en lo que sea.

La capital es un hervidero de gente. Todos como locos en formación dirigiéndose a sus monótonas vidas. Universitarios esperando el primer tren, sobrellevando la espera con alguna amena lectura. Trabajadores apurando el último cigarrillo mientras charlan entre ellos. Marcelo contemplaba el percal, buscaba un lugar en el que situarse mientras esperaba la llegada del tren, que le llevaría a la fabrica de alimentación donde perdía ocho horas de su vida contemplando los paquetes pasar. Su cabeza estaba ya pensando en la tarde, coger la bicicleta e ir a dar una vuelta después de comer, mientras los niños iban al colegio. Tenía ganas ya de que Alvarito creciese, quería enseñarle a montar en bicicleta. Con los otros tres no tuvo la oportunidad, las horas extras que hacía en aquella época no le dejaban apenas tiempo libre. Deseaba en sus adentros que no lloviera, no quería perderse su salida de los jueves.

Hacía un día gris, de esos en los que te da pereza hacer nada, pero Marcelo estaba animado, a la salida del trabajo tenía que comprar un regalo para su mujer, era su aniversario. Quería entregárselo a la hora de la cena, le diría a su hermana que recogiera a los niños a la salida del colegio, así podrían estar solos. El tren se detuvo en el anden, la gente subía rápidamente, hormigas obreras siguiendo los designios de la reina vida. Marcelo montó, como hacía todos los días, y mientras esperaba que el tren arrancara perdió la vista por la ventanilla contemplando la ciudad, esplendida y cargada de vida.

El sonido de las puertas al cerrarse le despertó del letargo. Contempló el micro mundo del vagón. Un hombre leía el periódico deportivo, sus ojos sorbían las letras apresuradamente, mientras las ruedas del tren chirriaban al empezar a funcionar. Un grupo de jóvenes hablaban. Una anciana, sentada con las piernas cruzadas, sosteniendo un cesto, miraba entretenida el paisaje.Marcelo se relajaba, siempre lo hacía en el tren. El sonido continuo de las ruedas y el balanceo del vagón conseguían que los ojos se le cerrasen." Próxima parada; estación central" la frase se repetía en su mente a la vez que sucumbía en un sueño del que no despertaría más.


Shin.

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