...corriendo por un campo cubierto de flores y insectos, rozando con las palmas de las manos la parte mas alta de la espesa hierba...
Poco a poco mis ojos se fueron adaptando a la escasa luz, desvié la mirada con un ojo entreabierto intentando localizar los dígitos del reloj-despertador de la mesita de noche. Eran las cinco y cuarenta. La cortina estaba corrida, entre las nubes se podía ver la luna, creciente. Un suspiro se escucho a mi derecha, proviniendo de la boca de ella, que yacía desnuda junto a mi, con su cuerpo cubierto escasamente por las finas y blancas sabanas de la habitación. Tenia los ojos cerrados, y el movimiento de estos se marcaba sobre sus párpados, indicando de forma clara que estaba soñando. Me detuve a contemplarla unos segundos, fije mi vista en el rubí que tenia sobre la ceja derecha, pequeño y personal, un detalle más que me apasionaba de ella. Le bese la frente, tiernamente, para no despertarla, dejando que permaneciese en aquella belleza inocente. Me destapé con cuidado. Levanté su mano de mi pecho con delicadeza, situándola suavemente sobre la almohada. Me levanté de la cama, sin hacer ruido y descalzo caminé hasta la puerta del lavabo, entré y cerré la puerta.
Me miré en el espejo, levanté un lado del labio, luego el otro, arqueé las cejas y sonreí. Mi pelo estaba levantado y mal peinado, y los lacrimales estaban cubiertos por unas espesas legañas, las retire lentamente y me introduje en la bañera. Levanté el mono-mando de la ducha, casi únicamente sobre la marca roja. El tubo se agitó y empezó a soltar agua prácticamente hirviendo sobre mi espalda. Me mantuve bajo el chorro durante unos segundos, dejando que el agua se repartiese uniformemente por todo mi cuerpo. Me enjabone con delicadeza, y luego aclaré, como si de un plato se tratase. Cogí una de las toallas blancas, suaves, la acerque a mi cara y empecé a secarme, oliendo sus tejidos mientras absorbían el agua de mi piel. Deslicé el pie al exterior de la bañera, situándolo bien para no deslizarme, y empecé a vestirme, sacando la ropa de dentro de mi bolsa, que estaba situada justo encima del mueble del baño.
Cerré la puerta del baño. Desvié la vista sobre la cama, su cuerpo aún estaba allí, plana completamente, ocupando prácticamente todo el espacio con lo brazos abiertos, boca abajo. Mire el reloj, eran casi las siete. Cogí la tarjeta de la habitación, la cartera, y salí por la puerta.
Regrese portando una bandeja, zumo de naranja, un café con leche, unas magdalenas y una rosa, con sus pétalos aún húmedos, acabada de recoger. Cerré la puerta, sin hacer el más mínimo ruido y me acerqué a la cama, dejando el desayuno sobre la mesita, me senté sobre la cama, y colocando una mano sobre la almohada, le besé la frente, esta vez, haciendo saber que había regresado. Abrió los ojos, frunciendo las cejas molesta por la luz que entraba por la ventana. Sonreí y la besé.
Shin
Sueños...
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