La sala
- Vassago
- moromielda
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- Ubicación: Un viejo parque de atracciones...
La sala
El traqueteo de la ventana estaba inquietando a Herman, que intentaba mantener la compostura. El hedor de los cubos de basura de la cocina se filtraba por los filamentos de su nariz, situándose justo entre los ojos. Era una situación realmente incomoda. Siempre le había gustado su trabajo, dentro de los limites lógicos, nadie está contento con tener que trabajar, pero no era un mal trabajo. Como la mayoría de trabajos, este era agotador y su horario era francamente malo, turnos de doce horas, pero tenía sus cosas buenas. Su expresión pasó a una pose más relajada al empezar a pensar en la exposición de objetos de Elvis que hacía poco habían traído a la ciudad. La verdad, vigilar aquel recinto le parecía una cosa estupenda. Recordó la chaqueta, la guitarra, incluso el cadillac de Elvis.
Su rostro volvió a reflejar la angustia cuando centro su mirada en la camilla, con la bolsa negra encima. El bulto que escondía era de un tamaño cercano al metro sesenta, una complexión más bien esbelta, seguramente una mujer. No eran divertidas las guardias del turno de noche en el hospital. La vigilancia de un cadáver era absurda, por más vueltas que le diese continuaba encontrando estúpido permanecer de pie junto a un muerto, < ¿a donde iba a ir? >.
La puerta de la sala se balanceó y los ojos de buey que tenía en lo alto reflejaron la luz del exterior hacia donde estaba Herman. Ante sus ojos se situó el carro de la limpieza de Marcela, la mujer que se ocupaba de limpiar la cocina tras la cena.
-Buenas noches Herman - Dijo Marcela. Era una mujer de unos cincuenta años, con el cabello recogido en una coleta en lo alto de su cogote. Su tono de piel, oliváceo, casi amarillento, le daba un aspecto plástico. Se formaron unas pequeñas arrugas en los costados de sus labios, como una nueva hendidura en su maltrecho rostro.
-Buenas noches Marcela - Herman devolvió el saludo.
Marcela regresó a su tarea habitual. Empujo la puerta abatible de la cocina y introdujo el carro dentro, tras esto encendió la luz. Herman volvió a evadirse de la situación. Recordó alguno de los conciertos a los que había asistido, como vigilante de seguridad o como consumidor hambriento de música. Vinieron a su mente imágenes de la iluminación del concierto de Phakir al que había asistido hacia dos semanas, su imaginación se situó en aquel preciso momento, dejó de notar el olor de la basura y la fragancia a césped, marihuana y sudor se apoderaron de sus glándulas olfativas. Las luces de colores diversos arañaban sus ojos, dejándole casi ciego. Entre las luces se podían ver las sombras de Robert Smichel, el cantante de Phakir, y Jarrison O'tool, el bajista. Herman empezó a sudar, la camisa azabache se empapaba por momentos. La imagen se deterioraba, hasta que desapareció por completo, justo cuando una bandeja de metal golpeaba el suelo en la cocina.
-¿Marcela, se encuentra bien?- dijo Herman mientras se acercaba a uno de los ojos de buey de la cocina.
No había respuesta del interior. Herman parpadeo mientras intentaba alcanzar el suelo de la cocina con la vista. En el suelo, una bandeja metálica repicaba con sus bordes contra las baldosas en forma de tablero de ajedrez, blancas y negras. A un palmo de la bandeja, una de las manos de Marcela, con los dedos medio abiertos, seguida de su brazo y tras este su cuerpo. Su cabeza se encontraba junto al brazo, con la mejilla apoyada en una baldosa negra. Una mancha oscura surgía de bajo su cara, cogiendo un color rojo carmesí cuando llegó a la altura de las baldosas blancas colindantes. Herman no pudo evitar soltar un gemido mientras dirigía la mano derecha a su cartuchera. Una sombra corrió por la cocina, hasta golpear la puerta donde el se encontraba. El cristal del ojo de buey golpeó en la cabeza de Herman, que no pudo evitar caer contra el suelo. Lentamente la puerta se abrió. Asomo una mano delicada y pálida, con las uñas cuidadas y limadas. Una melena surgió de entre la madera, su color castaño claro y sus ondas perfectas disimulaban el tono crudo de la piel. La larga cabellera, ondeaba por sus hombros, situándose justamente sobre sus senos.
Herman empuño la pistola.
-¡No te muevas!.
La chica se detuvo un instante, sus ojos claros pero negados de brillo contemplaron un momento a Herman. Su corazón empezó a latir con fuerza, parecía que las costillas no podrían retenerle en el interior de su caja torácica. Los labios de la chica se deslizaron en un leve movimiento y las palabras sonaron en el interior de la cabeza de Herman, justo cuando contemplaba la bolsa negra colgando de la camilla.
" No tengas miedo. Yo no lo tengo."
Su rostro volvió a reflejar la angustia cuando centro su mirada en la camilla, con la bolsa negra encima. El bulto que escondía era de un tamaño cercano al metro sesenta, una complexión más bien esbelta, seguramente una mujer. No eran divertidas las guardias del turno de noche en el hospital. La vigilancia de un cadáver era absurda, por más vueltas que le diese continuaba encontrando estúpido permanecer de pie junto a un muerto, < ¿a donde iba a ir? >.
La puerta de la sala se balanceó y los ojos de buey que tenía en lo alto reflejaron la luz del exterior hacia donde estaba Herman. Ante sus ojos se situó el carro de la limpieza de Marcela, la mujer que se ocupaba de limpiar la cocina tras la cena.
-Buenas noches Herman - Dijo Marcela. Era una mujer de unos cincuenta años, con el cabello recogido en una coleta en lo alto de su cogote. Su tono de piel, oliváceo, casi amarillento, le daba un aspecto plástico. Se formaron unas pequeñas arrugas en los costados de sus labios, como una nueva hendidura en su maltrecho rostro.
-Buenas noches Marcela - Herman devolvió el saludo.
Marcela regresó a su tarea habitual. Empujo la puerta abatible de la cocina y introdujo el carro dentro, tras esto encendió la luz. Herman volvió a evadirse de la situación. Recordó alguno de los conciertos a los que había asistido, como vigilante de seguridad o como consumidor hambriento de música. Vinieron a su mente imágenes de la iluminación del concierto de Phakir al que había asistido hacia dos semanas, su imaginación se situó en aquel preciso momento, dejó de notar el olor de la basura y la fragancia a césped, marihuana y sudor se apoderaron de sus glándulas olfativas. Las luces de colores diversos arañaban sus ojos, dejándole casi ciego. Entre las luces se podían ver las sombras de Robert Smichel, el cantante de Phakir, y Jarrison O'tool, el bajista. Herman empezó a sudar, la camisa azabache se empapaba por momentos. La imagen se deterioraba, hasta que desapareció por completo, justo cuando una bandeja de metal golpeaba el suelo en la cocina.
-¿Marcela, se encuentra bien?- dijo Herman mientras se acercaba a uno de los ojos de buey de la cocina.
No había respuesta del interior. Herman parpadeo mientras intentaba alcanzar el suelo de la cocina con la vista. En el suelo, una bandeja metálica repicaba con sus bordes contra las baldosas en forma de tablero de ajedrez, blancas y negras. A un palmo de la bandeja, una de las manos de Marcela, con los dedos medio abiertos, seguida de su brazo y tras este su cuerpo. Su cabeza se encontraba junto al brazo, con la mejilla apoyada en una baldosa negra. Una mancha oscura surgía de bajo su cara, cogiendo un color rojo carmesí cuando llegó a la altura de las baldosas blancas colindantes. Herman no pudo evitar soltar un gemido mientras dirigía la mano derecha a su cartuchera. Una sombra corrió por la cocina, hasta golpear la puerta donde el se encontraba. El cristal del ojo de buey golpeó en la cabeza de Herman, que no pudo evitar caer contra el suelo. Lentamente la puerta se abrió. Asomo una mano delicada y pálida, con las uñas cuidadas y limadas. Una melena surgió de entre la madera, su color castaño claro y sus ondas perfectas disimulaban el tono crudo de la piel. La larga cabellera, ondeaba por sus hombros, situándose justamente sobre sus senos.
Herman empuño la pistola.
-¡No te muevas!.
La chica se detuvo un instante, sus ojos claros pero negados de brillo contemplaron un momento a Herman. Su corazón empezó a latir con fuerza, parecía que las costillas no podrían retenerle en el interior de su caja torácica. Los labios de la chica se deslizaron en un leve movimiento y las palabras sonaron en el interior de la cabeza de Herman, justo cuando contemplaba la bolsa negra colgando de la camilla.
" No tengas miedo. Yo no lo tengo."
- Cíclope Bizco
- Mulá
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- Registrado: 13 Ene 2004 03:43
Re: La sala
Muy buenas don Vassago, hacía tiempo que sus huesos no se sentaban a escribir por aquí. No le he echado de menos, aunque siempre me ha gustado ver su progresión de piltrafa balbuceante a chapero literario de Timun Mas. Estate de enhorabuena, es su mejor relato en cuanto a estilo, el contenido pues... como si la productora Troma se dedicara a subvencionar filmes de arte y ensayo a sujetos con multideficiencias mentales e inquietudes vagamente cinéfilas.
Le brindaré mi asesoramiento retórico, asimílelo y ya verá que se lo cuelgan empalado, con una magnetizada salchicha campofrío, sobre la puerta de la nevera.
Sin titubeos, el mejor párrafo del relato. Para empezar el guión largo es este [—] y no [-] o [_] o incluso [¯]. Al menos respetas el espacio tras los puntos y comas y no me martirizas con palañukadas de amalgamas tipográficas.
Habla con propiedad, un tono de piel oliváceo y casi amarillento se corresponde con el color cetrino. La literatura de mass media es así, se rebaja el nivel del lenguaje en pos de una deglución mental sin necesidad de masticar duros conceptos. Timun Mas, paradigma de cyberepicofantasías mal narradas por fulanas de la pluma.
'Con el cabello recogido en una coleta en lo alto de su cogote', estás trazando el cariz de una señora de la limpieza. Es obvio aunque no explícito, sin embargo, si hubieras escrito 'con el cabello recogido con una gomilla barata, ajada y fucsia, en una coleta en lo alto de su cogote' el personaje coge relieve y se escenifica, con mayor nitidez, a la imaginación del lector. Tómeselo a verbigracia, la lectura es el pretexto para imagen pintoresca y el tropismo intelectual.
Hágame el decoroso favor de usar las comillas francesas, «|», un fetiche, sin más. Esta es la diferecia entre el aficionado y el profesional, las fruslerías tipográficas. Siga así, y deje de mentar cubos de basura en sus relatos, es su marca de agua, ya lo sé, pero intente no encasillarse en las mugrientas papeleras donde, a buen seguro, arroja sus garrapateados borradores.
Le brindaré mi asesoramiento retórico, asimílelo y ya verá que se lo cuelgan empalado, con una magnetizada salchicha campofrío, sobre la puerta de la nevera.
Vassago escribió: -Buenas noches Herman - Dijo Marcela. Era una mujer de unos cincuenta años, con el cabello recogido en una coleta en lo alto de su cogote. Su tono de piel, oliváceo, casi amarillento, le daba un aspecto plástico. Se formaron unas pequeñas arrugas en los costados de sus labios, como una nueva hendidura en su maltrecho rostro.
-Buenas noches Marcela - Herman devolvió el saludo.
Sin titubeos, el mejor párrafo del relato. Para empezar el guión largo es este [—] y no [-] o [_] o incluso [¯]. Al menos respetas el espacio tras los puntos y comas y no me martirizas con palañukadas de amalgamas tipográficas.
Habla con propiedad, un tono de piel oliváceo y casi amarillento se corresponde con el color cetrino. La literatura de mass media es así, se rebaja el nivel del lenguaje en pos de una deglución mental sin necesidad de masticar duros conceptos. Timun Mas, paradigma de cyberepicofantasías mal narradas por fulanas de la pluma.
'Con el cabello recogido en una coleta en lo alto de su cogote', estás trazando el cariz de una señora de la limpieza. Es obvio aunque no explícito, sin embargo, si hubieras escrito 'con el cabello recogido con una gomilla barata, ajada y fucsia, en una coleta en lo alto de su cogote' el personaje coge relieve y se escenifica, con mayor nitidez, a la imaginación del lector. Tómeselo a verbigracia, la lectura es el pretexto para imagen pintoresca y el tropismo intelectual.
Vassago escribió: < ¿a donde iba a ir? >.
Hágame el decoroso favor de usar las comillas francesas, «|», un fetiche, sin más. Esta es la diferecia entre el aficionado y el profesional, las fruslerías tipográficas. Siga así, y deje de mentar cubos de basura en sus relatos, es su marca de agua, ya lo sé, pero intente no encasillarse en las mugrientas papeleras donde, a buen seguro, arroja sus garrapateados borradores.
Al pasar Nueva Orleans dejo atrás sus lagos iridiscentes y luces de gas amarillo pálido | pantanos y estercoleros | aligátores arrastrándose sobre botellas rotas y latas | moteles con arabescos de neón | chaperos desamparados que susurran obscenidades a la gente que pasa.
Nueva Orleans es un museo de muertos.
Nueva Orleans es un museo de muertos.
- Don Tristón
- Mojahedín
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- Ubicación: En la farola más próxima
- Vassago
- moromielda
- Mensajes: 215
- Registrado: 31 Mar 2004 02:09
- Ubicación: Un viejo parque de atracciones...
Últimamente sobre la nevera solo puedo encontrar papeles con manchas de aceite y unas indescifrables numeraciones con flechitas y palabras abstractas al mas puro estilo redecora tu vida de ikea. Claro, que siempre hace bonito tener las medidas de las ventanas de tu piso pegadas a la nevera con un imán del homer simpson comiendo palomitas en el sofá.
Nuevamente gracias cíclope por tu critica constructiva, pero te aconsejo no seas tan duro conmigo, que luego me da la vena critica y asalto tus escritos recargados de sinónimos y palabras de poco uso, con mas pena que gloria.
Nuevamente gracias cíclope por tu critica constructiva, pero te aconsejo no seas tan duro conmigo, que luego me da la vena critica y asalto tus escritos recargados de sinónimos y palabras de poco uso, con mas pena que gloria.
- Cíclope Bizco
- Mulá
- Mensajes: 1375
- Registrado: 13 Ene 2004 03:43
Don Tristón escribió:Tú estás un poco repelente últimamente, ¿no? ¿Te parece normal criticar hasta el guión utilizado?
Patético.
Tristón, agárrame un cojón.
Vale que me haya pasado con Vassago, es la sorna del docente, pero sólo espero que bruña su talento con el que dentro de muy poco nos deslumbrará. El rapaz apunta maneras, es agudo de ingenio y cuenta con mucho potencial narrativo. El maestro siempre es más inflexible con un pupilo promisorio de genio que con sus mediocres estudiantes.
A ambos, de verdad, aún guardo la pandórica esperanza de que disocies la imagen del pedantorro y cargante Cíclope Bizco, de la persona, del escritor, que pueda regalaros un singular relato.
Al pasar Nueva Orleans dejo atrás sus lagos iridiscentes y luces de gas amarillo pálido | pantanos y estercoleros | aligátores arrastrándose sobre botellas rotas y latas | moteles con arabescos de neón | chaperos desamparados que susurran obscenidades a la gente que pasa.
Nueva Orleans es un museo de muertos.
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Vassago escribió:Lo que nunca entenderé es por que usas tantas palabras cuando quieres decir " soy un puto crá, ya me entendereis algún día".
Por lo mismo que tu pareces escribir con un boli bic naranja insertado en el esfinter anal.
El perrico, definiendo la HAMBROSIA a ma112nu escribió:Un curasán aceitoso y calentico chorreando en el plato, la sonrisa de un niño, las ttks, un perolo de gazpacho manchego con medio kilo de pan para mojar, las ttks, las pelis de chinos dándose hostias, los ninjas, Mr. T, Mr.T luchando contra los ninjas, cualquier animal comestible, las ttks, correr desnudo por la playa alrededor de la gente mientras silbo el opening de battlestar galactica, la shandy cruzcampo de abadía belga, los torreznos, cualquier cosa rebozada, cagar en espiral, cosas asín, manu, cosas asín.
- Penetreitor
- Mojahedín
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- Don Tristón
- Mojahedín
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- Registrado: 15 Dic 2003 15:12
- Ubicación: En la farola más próxima
Tristón, agárrame un cojón.
Sólo los agarro para destrozarlos. Por cierto, espero que hacer una rima con "ón" no te haya supuesto tanto esfuerzo como pasar las páginas del Vox a velocidad punta.
A propósito, ahora que aspiras a moderar este subforo, ¿vas a pasarte por cada relato que escriba alguien, con la intención de acaparar protagonismo al más puro estilo eddu? A mí me la suda, vamos; pero hay gente que se cansa rápidamente de las actitudes repetitivas y casi automáticas.
Sólo es un consejo. Como los tuyos literarios.