1/12/2004

[Merodeador]

No podia aguantar más, ni el café ni el ambiente relajado y caliente casi hogareño me podían retener, me sentía estafado, robado, ninguneado.

¿Que coño hacia esa estatua humana en medio de un parque desierto?

¿Quién en su sano juicio se pondría encima de un cajón con todo la piel pintada de color verde y disfrazado de arbolito, en un parque lloviendo y con un frió del carajo?

-¡Joder!- solté en medio del café. Me empezaban a mirar los parroquianos con curiosidad.

Un subnormal fijo, además idiota del culo, si hasta el gamba temblaba de los escalofríos que tenía.

-¡Dios!- se me escapo y me apresure a pedir la cuenta.

Fuera me encamine hacia la entrada del parque.

Llegando al último rellano, de ese parque encantador en declive que formaba terrazas de un verdor lujurioso, me encontré con dos conocidos enfrascados en una discusión.

El inefable hombre estatua con grandes aspamientos vociferaba ante el botánico descafeinado, este mirándole fijamente y en tensión parecía que de un momento a otro saltaría a su cuello y le degollaría de un mordisco certero, pero no, se dio la vuelta y le dejo con las manos levantadas y con la boca abierta.








Con Dios.
PD.- Dos más uno tres la casa sin barrer.