Creía Que Mi Padre Era Dios, o Historias Verdaderas
Publicado: 01 Abr 2004 01:59
Paul Auster*, en un programa de radio, pidió a los oyentes que le enviaran relatos para que él los leyera en antena. La única condición que pedía era que cada relato fuera verídico, que tratase de algo que realmente ocurrió. La respuesta fue masiva, y miles de personas enviaron sus historias; algunas fueron leídas en el programa, y otras no.
Paul Auster recopiló buena parte de esas historias verdaderas y editó un libro, cuyo título es también la primera parte del título de este topic.
Uno de los relatos publicados es éste:
UNA EJECUCIÓN FALLIDA
Thomas es un prestigioso fotógrafo de prensa. Nos relata sus experiencias, vividas en medio de diferentes tragedias. Sin jactancia alguna, habla de zonas de guerra, de hechos políticos, de la pérdida de amigos y de otras muertes anónimas. Su acento subraya cada una de sus entrecortadas palabras. Aunque habla un inglés fluído, se detiene a veces para buscar la expresión correcta, cuando le parece que su vocabulario no transmite la fuerza de una situación. No debería preocuparse. Los hechos son sencillos, y las implicaciones, claras.
De su época en Sarajevo habla de la ocasión en que dejó su cámara a un lado para ayudar a dar a luz a una mujer y luego ver como el bebé tenía que dejar su cama del hospital a un niño que llegó agonizante, con la cabeza destrozada tras un bombardeo. De su época en Estados Unidos cuenta que, en una ocasión, unos leprosos le vendaron los ojos y le cubrieron los dedos con esparadrapos para que se diera cuenta de las condiciones en las que vivían. Transcurre la noche, nuestra conversación se encamina hacia el suicidio de un compañero fotógrafo.
-Los fotógrafos son personas angustiadas -dice Thomas-. Uno es testigo de todas esas cosas, pero después no puede quitarse las imágenes de la cabeza. Es como una pesadilla.
-¿Tú tienes pesadillas? -le pregunto. Asiente con la cabeza y empieza a contarnos la siguiente historia.
Es el año 1994 y Thomas viaja a Sudáfrica para cubrir la elección de Nelson Mandela. Hay levantamientos en todo el país. Él y otros periodistas se dirigen en coche a una región asolada por la pobreza, donde va a haber un enfrentamiento entre rebeldes partidarios de la supremacía blanca y la población negra, que se está manifestando para obtener su derecho de voto.
Cuando Thomas y sus colegas entran en la región, se meten, sin darse cuenta, en medio de un convoy de rebeldes blancos. Las balas silvan por encima de su vehículo, pero nadie sale herido. De repente, la caravana de vehículos se detiene. Soldados negros atacan a los rebeldes blancos. Comienza un tiroteo. Los aterrados fotógrafos se arrastran fuera del vehículo y se esconden detrás de él.
Poco a poco los soldados van ganando una sangrienta ventaja y la mayoría de los rebeldes acaban muertos o huyendo. Los que sobreviven yacen heridos e indignados, maldiciendo e insultando a aquellos a quienes habían ido a matar.
Thomas sale de su polvoriento escondite. Apresuradamente saca algunas fotos de la horripilante escena. Nadie sabe qué sucederá a continuación.
Un soldado negro se acerca a los rebeldes con el rifle en alto.
Suena un disparo y un cuerpo cae lánguidamente en el suelo reseco. Otro tiro y el soldado mata a un segundo rebelde blanco. Thomas no puede hacer otra cosa que observar aturdido y registrar la horrible escena. No hay intervención posible. Las ejecuciones continúan, se intensifica el caos. Poco después los fotógrafos huyen de allí, aterrados por lo que pueda suceder a continuación.
Varios días más tarde reciben la llamada de un cámara de televisión que había estado en el lugar de la ejecución.
-Venid en cuanto podais -les dice-, hay algo que os quiero enseñar.
Thomas entra en la sala de edición y comienzan a proyecctar la cinta. Lentamente, vuelve a desplegarse ante sus ojos la escena de la batalla. Vuelve a ver a los rebeldes y a los soldados. Pero, de repente, ve a alguien más: a él.
Thomas aparece en un lado de la imagen, junto a otro colega fotógrafo, sacando fotos de las sangrientas ejecuciones. Enseguida surge por encima de ellos una figura, la de un soldado negro. Su arma no apunta a los rebeldes, sino a los fotógrafos, totalmente ajenos a su presencia. Les apunta con mano temblorosa, aprieta el gatillo y... clic. No sucede nada. El soldado duda, examina su arma. Se ha encasquillado. Hace un movimiento brusco y cae una bala del fusil. Vuelve a cargar. Clic. Otra vez, nada. Vuelve a hacer otro movimiento brusco, vuelve a saltar la bala, vuelve a cargar. Clic. Otra vez nada. Entonces, algo que queda fuera del cuadro le distrae. El soldado abandona la escena, mientras los fotógrafos continúan con su trabajo.
Thomas se derrumba en la cabina de edición. Acaba de ver su propia muerte.
DAVID ANDERSON
Nueva York
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Ahora es cuando yo pido que posteeis algo que os haya pasado de verdad y que sea minimamente interesante. Y ya sé que no todos tenemos poder de convocatoria, pero me conformaría con un par de posts que no sean desvaríos a lo Mr. Mxyptzlk**.
*Famoso escritor (nota por si acaso).
** Otro famoso escritor.
Paul Auster recopiló buena parte de esas historias verdaderas y editó un libro, cuyo título es también la primera parte del título de este topic.
Uno de los relatos publicados es éste:
UNA EJECUCIÓN FALLIDA
Thomas es un prestigioso fotógrafo de prensa. Nos relata sus experiencias, vividas en medio de diferentes tragedias. Sin jactancia alguna, habla de zonas de guerra, de hechos políticos, de la pérdida de amigos y de otras muertes anónimas. Su acento subraya cada una de sus entrecortadas palabras. Aunque habla un inglés fluído, se detiene a veces para buscar la expresión correcta, cuando le parece que su vocabulario no transmite la fuerza de una situación. No debería preocuparse. Los hechos son sencillos, y las implicaciones, claras.
De su época en Sarajevo habla de la ocasión en que dejó su cámara a un lado para ayudar a dar a luz a una mujer y luego ver como el bebé tenía que dejar su cama del hospital a un niño que llegó agonizante, con la cabeza destrozada tras un bombardeo. De su época en Estados Unidos cuenta que, en una ocasión, unos leprosos le vendaron los ojos y le cubrieron los dedos con esparadrapos para que se diera cuenta de las condiciones en las que vivían. Transcurre la noche, nuestra conversación se encamina hacia el suicidio de un compañero fotógrafo.
-Los fotógrafos son personas angustiadas -dice Thomas-. Uno es testigo de todas esas cosas, pero después no puede quitarse las imágenes de la cabeza. Es como una pesadilla.
-¿Tú tienes pesadillas? -le pregunto. Asiente con la cabeza y empieza a contarnos la siguiente historia.
Es el año 1994 y Thomas viaja a Sudáfrica para cubrir la elección de Nelson Mandela. Hay levantamientos en todo el país. Él y otros periodistas se dirigen en coche a una región asolada por la pobreza, donde va a haber un enfrentamiento entre rebeldes partidarios de la supremacía blanca y la población negra, que se está manifestando para obtener su derecho de voto.
Cuando Thomas y sus colegas entran en la región, se meten, sin darse cuenta, en medio de un convoy de rebeldes blancos. Las balas silvan por encima de su vehículo, pero nadie sale herido. De repente, la caravana de vehículos se detiene. Soldados negros atacan a los rebeldes blancos. Comienza un tiroteo. Los aterrados fotógrafos se arrastran fuera del vehículo y se esconden detrás de él.
Poco a poco los soldados van ganando una sangrienta ventaja y la mayoría de los rebeldes acaban muertos o huyendo. Los que sobreviven yacen heridos e indignados, maldiciendo e insultando a aquellos a quienes habían ido a matar.
Thomas sale de su polvoriento escondite. Apresuradamente saca algunas fotos de la horripilante escena. Nadie sabe qué sucederá a continuación.
Un soldado negro se acerca a los rebeldes con el rifle en alto.
Suena un disparo y un cuerpo cae lánguidamente en el suelo reseco. Otro tiro y el soldado mata a un segundo rebelde blanco. Thomas no puede hacer otra cosa que observar aturdido y registrar la horrible escena. No hay intervención posible. Las ejecuciones continúan, se intensifica el caos. Poco después los fotógrafos huyen de allí, aterrados por lo que pueda suceder a continuación.
Varios días más tarde reciben la llamada de un cámara de televisión que había estado en el lugar de la ejecución.
-Venid en cuanto podais -les dice-, hay algo que os quiero enseñar.
Thomas entra en la sala de edición y comienzan a proyecctar la cinta. Lentamente, vuelve a desplegarse ante sus ojos la escena de la batalla. Vuelve a ver a los rebeldes y a los soldados. Pero, de repente, ve a alguien más: a él.
Thomas aparece en un lado de la imagen, junto a otro colega fotógrafo, sacando fotos de las sangrientas ejecuciones. Enseguida surge por encima de ellos una figura, la de un soldado negro. Su arma no apunta a los rebeldes, sino a los fotógrafos, totalmente ajenos a su presencia. Les apunta con mano temblorosa, aprieta el gatillo y... clic. No sucede nada. El soldado duda, examina su arma. Se ha encasquillado. Hace un movimiento brusco y cae una bala del fusil. Vuelve a cargar. Clic. Otra vez, nada. Vuelve a hacer otro movimiento brusco, vuelve a saltar la bala, vuelve a cargar. Clic. Otra vez nada. Entonces, algo que queda fuera del cuadro le distrae. El soldado abandona la escena, mientras los fotógrafos continúan con su trabajo.
Thomas se derrumba en la cabina de edición. Acaba de ver su propia muerte.
DAVID ANDERSON
Nueva York
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Ahora es cuando yo pido que posteeis algo que os haya pasado de verdad y que sea minimamente interesante. Y ya sé que no todos tenemos poder de convocatoria, pero me conformaría con un par de posts que no sean desvaríos a lo Mr. Mxyptzlk**.
*Famoso escritor (nota por si acaso).
** Otro famoso escritor.