Sangre entre las bolsas...
- Vassago
- moromielda
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- Ubicación: Un viejo parque de atracciones...
Sangre entre las bolsas...
El callejón despedía un olor fétido, como a carne putrefacta. Supuse durante un instante que quizá había algún cadáver animal entre las bolsas de basura, amontonadas entre los metálicos cubos. El vapor que salia del alcantarillado le daba un aspecto tétrico, oscuro y decadente. Un callejón sin salida en coto de caza. Un rincón perfecto para un encuentro.
Se escucharon pasos a lo lejos. Levante los ojos de las bolsas, buscando quien producía aquel sonido. De entre las sombras surgió su cara, pálida. Una sombra se formaba en la hendidura de sus ojos, dando un aspecto terrorífico. Sus labios, manchados de sangre. Su cabello, formando un arco perfecto con cada uno de sus flequillos. El olor de su perfume llego hasta mi olfato, confundiéndose con el olor a muerte.
_No sirve de nada que te ocultes_ su voz provenía del interior de mi cabeza, resonando de dentro hacia fuera, pero sus labios se movían.
_No pensaba huir. Te estaba esperando.
_¿Tienes algo importante para mi o es una visita de cortesía?
_Creo que deberías saber que no es bueno pasear sola a estas horas.
Estaba en mi cabeza, como si rebuscara algo entre mis pensamientos. No tenía nada que ocultar, así que dejé mi mente en sus manos.
_Veo que no te resistes.
_¿Hay alguna necesidad?
_Seguridad personal.
_No creo que descubras nada que no sepas ya. Sería una estupidez por mi parte negarle a mi reina cierta información.
_¿Y es necesario que me vengas a buscar en plena comida?
_Si te interesa tu seguridad, si, de lo contrario me marchare por donde he venido, no me gusta molestar a quien me acepta en su casa y me cobija durante el día.
_Eres un chico listo.
Se adelanto unos pasos, dejando por completo la oscuridad, a la vez que un ruido seco sonó a su espalda. Una mano con los dedos retorcidos surgió sobre el suelo, dejando ver lo que parecía un cadáver.
_¿Neid, tu sabes que te buscan los peludos, no?
_Veo que creéis tener una reina más estúpida que vosotros. Piensas que tengo tan poca sensatez como para no darme cuenta de eso.
_No te ofendas, pero salir de caza en plena guerra es una estupidez por tu parte. Neid, de perderte a ti, nuestro imperio caería, y lo sabes.
_Los lupinos están lejos de poder dañarme, y menos capturarme. Me ofende que me creas tan débil como para caer ante un perro.
_Bien, no te molestaré más si así lo...
Un rugido, como salido de lo mas profundo de un estomago hambriento disimuló mis palabras. Giré la cabeza lo suficiente como para ver su inmenso cuerpo, cubierto de pelo, con las fauces abiertas. De sus dientes goteaban espumarajos de saliva, que se mezclaban con el agua de los charcos. Sus ojos inyectados en sangre me miraban a mi. Otro rugido sonó en el callejón, cerca de mi amada señora.
_¡Neid sal de aquí!
Crucé mi cuerpo entre el primer garu y mi ama. Volteé mi gabardina para sacar a relucir la espada ancestral de mi sire, la hoja silbó cortando el aire, como cuando me enseño a usarla. El garú arremetió contra mí, con su furia habitual, realmente la cosa parecía complicada, mis cualidades con la espada eran envidiables, pero un cuerpo a cuerpo con el lupino era jugarse demasiado el físico. Su garra destrozo uno de los laterales de mi gabardina, que cayó al suelo hecho jirones. En el acto reflejo de esquivar la garra del lobo pude ver como Neid saltaba edificio hacia arriba, impulsándose de una pared a la otra del callejón.
Perfecto, estaba solo. "Te va a doler", pensé, y le arremetí con la hoja de plata entre las costillas, una estocada perfecta. Entonces noté un golpe, como un empujón a mi espalda. El ardor de cuando las garras de una bestia se cuelan entre tu piel, como van quemando toda la carne. Saqué la hoja del primer lupino y golpeé con el codo el costado del segundo, no produciendo el efecto esperado. Miré de reojo al monstruoso ser y reconocí un signo de dolor, como cuando ves huir la vida de alguien. Sus ojos morían con él.
Cuando el cuerpo del segundo lupino cayó al suelo, pude ver el cuerpo de Neid, sosteniéndose aún en el aire, con las rodillas flexionadas al máximo, pareciendo más una tarántula que había descendido del cielo que la hermosa mujer que era. De su mano colgaba media columna vertebral del lupino, palpitante y cubierta de sangre.
_¿Estas bien Vassago?
_Mejor de lo que debería.
Me saqué la gabardina hecha pedazos, limpie el filo de mi espada y la enfundé.
Se escucharon pasos a lo lejos. Levante los ojos de las bolsas, buscando quien producía aquel sonido. De entre las sombras surgió su cara, pálida. Una sombra se formaba en la hendidura de sus ojos, dando un aspecto terrorífico. Sus labios, manchados de sangre. Su cabello, formando un arco perfecto con cada uno de sus flequillos. El olor de su perfume llego hasta mi olfato, confundiéndose con el olor a muerte.
_No sirve de nada que te ocultes_ su voz provenía del interior de mi cabeza, resonando de dentro hacia fuera, pero sus labios se movían.
_No pensaba huir. Te estaba esperando.
_¿Tienes algo importante para mi o es una visita de cortesía?
_Creo que deberías saber que no es bueno pasear sola a estas horas.
Estaba en mi cabeza, como si rebuscara algo entre mis pensamientos. No tenía nada que ocultar, así que dejé mi mente en sus manos.
_Veo que no te resistes.
_¿Hay alguna necesidad?
_Seguridad personal.
_No creo que descubras nada que no sepas ya. Sería una estupidez por mi parte negarle a mi reina cierta información.
_¿Y es necesario que me vengas a buscar en plena comida?
_Si te interesa tu seguridad, si, de lo contrario me marchare por donde he venido, no me gusta molestar a quien me acepta en su casa y me cobija durante el día.
_Eres un chico listo.
Se adelanto unos pasos, dejando por completo la oscuridad, a la vez que un ruido seco sonó a su espalda. Una mano con los dedos retorcidos surgió sobre el suelo, dejando ver lo que parecía un cadáver.
_¿Neid, tu sabes que te buscan los peludos, no?
_Veo que creéis tener una reina más estúpida que vosotros. Piensas que tengo tan poca sensatez como para no darme cuenta de eso.
_No te ofendas, pero salir de caza en plena guerra es una estupidez por tu parte. Neid, de perderte a ti, nuestro imperio caería, y lo sabes.
_Los lupinos están lejos de poder dañarme, y menos capturarme. Me ofende que me creas tan débil como para caer ante un perro.
_Bien, no te molestaré más si así lo...
Un rugido, como salido de lo mas profundo de un estomago hambriento disimuló mis palabras. Giré la cabeza lo suficiente como para ver su inmenso cuerpo, cubierto de pelo, con las fauces abiertas. De sus dientes goteaban espumarajos de saliva, que se mezclaban con el agua de los charcos. Sus ojos inyectados en sangre me miraban a mi. Otro rugido sonó en el callejón, cerca de mi amada señora.
_¡Neid sal de aquí!
Crucé mi cuerpo entre el primer garu y mi ama. Volteé mi gabardina para sacar a relucir la espada ancestral de mi sire, la hoja silbó cortando el aire, como cuando me enseño a usarla. El garú arremetió contra mí, con su furia habitual, realmente la cosa parecía complicada, mis cualidades con la espada eran envidiables, pero un cuerpo a cuerpo con el lupino era jugarse demasiado el físico. Su garra destrozo uno de los laterales de mi gabardina, que cayó al suelo hecho jirones. En el acto reflejo de esquivar la garra del lobo pude ver como Neid saltaba edificio hacia arriba, impulsándose de una pared a la otra del callejón.
Perfecto, estaba solo. "Te va a doler", pensé, y le arremetí con la hoja de plata entre las costillas, una estocada perfecta. Entonces noté un golpe, como un empujón a mi espalda. El ardor de cuando las garras de una bestia se cuelan entre tu piel, como van quemando toda la carne. Saqué la hoja del primer lupino y golpeé con el codo el costado del segundo, no produciendo el efecto esperado. Miré de reojo al monstruoso ser y reconocí un signo de dolor, como cuando ves huir la vida de alguien. Sus ojos morían con él.
Cuando el cuerpo del segundo lupino cayó al suelo, pude ver el cuerpo de Neid, sosteniéndose aún en el aire, con las rodillas flexionadas al máximo, pareciendo más una tarántula que había descendido del cielo que la hermosa mujer que era. De su mano colgaba media columna vertebral del lupino, palpitante y cubierta de sangre.
_¿Estas bien Vassago?
_Mejor de lo que debería.
Me saqué la gabardina hecha pedazos, limpie el filo de mi espada y la enfundé.
- Vassago
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_Mierda Neid, te lo dije. Hay veces que deberías hacernos más caso, nos ahorraríamos ciertos encuentros.
_Mira, de haceros caso siempre, viviría recluida en la mansión. Ya tengo bastante con pasarme todo el día, solo falta que me obliguéis a pasar las noches también.
Mi espalda aún palpitaba, me escocia como si me hubiesen quemado vivo, un hierro candente inyectado entre mi piel y la carne. Me agitaba con convulsiones en la parte trasera del coche, mientras Neid conducía de una manera ofensiva, como si todos los demás usuarios de la carretera fuesen persiguiéndonos. Era una paranoica cuando quería, otras veces tenías que ir en su busca. La inmortalidad y el poder te convierten en un ser ambicioso, alguien que solo desea más poder del que debe tener. Así era Neid. Sus mil años de vida no habían conseguido sembrar una puta semilla de sensatez en su cabeza.
_¡Neid! Estas llamando demasiado la atención,¿Quieres que nos pare la policía?
_Como osas Vassago, ¡Soy tu reina, merezco un respeto!
_Tu poder te ciega, sabes que las tradiciones no excluyen a ninguno de nosotros.
_¿Me estas llamando...?
El cristal de la parte trasera del vehículo estalló, inundando los asientos posteriores de cristales. Cubierto por los fragmentos de vidrio busqué quien había producido la súbita explosión, casi perdiendo la cabeza en ello. La garra de un lupino atravesó el hueco del cristal, rozando una de mis mejillas.
_¡Frena!
Neid apretó con tanta fuerza el pedal, que note como se clavaba en el suelo del coche, los discos de freno se bloquearon y las ruedas empezaron a silbar. El cuerpo del garú voló por encima del coche, impactando ruidosamente contra el asfalto. Levanté la mirada, buscando más perros. Cogí el teléfono del coche, marcando rápidamente el numero de la mansión, esperando que alguien del cuerpo de seguridad estuviese cerca. Sonó repetidas veces hasta que alguien descolgó.
_¿Si?_ la voz de Manji sonó en el altavoz.
_¡Mierda Manji, necesitamos ayuda entre la catorce y la carretera estatal!
_¿Neid está bien?
_No se por cuanto tiempo, estamos acorralados por los lupinos.
_Ahora te mando alguien, aguanta.
Colgué el teléfono. Neid ya se encontraba fuera del vehículo, propinando golpes al garú que se encontraba tendido en el suelo. Entre las sombras aparecieron dos más, con sus garras preparadas para acariciar el cuerpo de ella. Golpeé con las piernas la puerta, arrancándola de sus goznes, salió despedida, golpeando contra una pared cercana.
Uno de los garú vino hacia mí, exhalando su apestoso aliento sobre mi cara. Busqué la pistola con la mano, en la parte trasera de mis pantalones de cuero, esperando poder parar su avance con un disparo certero. Coloque la pistola apuntando a su pecho, sus ojos me miraron sorprendidos, apreté el gatillo. El impacto mando su cuerpo hacia atrás, hasta golpear contra el suelo. El olor a pelo quemado llegaba a mi nariz. Dispare de nuevo, unas cuatro veces más. Esperando matar y rematar aquel monstruo de dos metros y medio.
Un grito se escuchó, la voz de Neid. Mire en dirección a ella, el garú había clavado sus dientes en su hombro desnudo. Neid no podía zafarse de la presa. Levante el brazo, apuntando con el arma a la cabeza del lupino, esperando que con una bala hubiese suficiente, cuando su entrecejo se fijo en la mira de mi pistola, apreté de nuevo el gatillo. La bala surgió del cañón, recorriendo el espacio en una centésima de segundo, y se alojó en el cráneo del hombre lobo.
_¿Neid, estas bien?
_Si, tenemos que salir de aquí, la cosa se está poniendo demasiado fea.
_Para una vez que dices algo sensato.
_Creo que tenemos un piso franco en esta zona, a dos manzanas de aquí.
Ayude a Neid a levantarse del suelo, la herida de su hombro supuraba.
_Tengo que inyectarte el anti cuerpo, ese mordisco hace mala pinta.
_No pierdas tiempo, noto como su malditas bacterias se van expandiendo por mi ser.
Saqué una jeringuilla de uno de mis bolsillos, hice saltar el tapón con el dedo gordo, y clave sin pensar la aguja en el ante brazo de ella. Soltó un quejido y me golpeo. La cogí del brazo y la arrastré en dirección al piso.
_Mira, de haceros caso siempre, viviría recluida en la mansión. Ya tengo bastante con pasarme todo el día, solo falta que me obliguéis a pasar las noches también.
Mi espalda aún palpitaba, me escocia como si me hubiesen quemado vivo, un hierro candente inyectado entre mi piel y la carne. Me agitaba con convulsiones en la parte trasera del coche, mientras Neid conducía de una manera ofensiva, como si todos los demás usuarios de la carretera fuesen persiguiéndonos. Era una paranoica cuando quería, otras veces tenías que ir en su busca. La inmortalidad y el poder te convierten en un ser ambicioso, alguien que solo desea más poder del que debe tener. Así era Neid. Sus mil años de vida no habían conseguido sembrar una puta semilla de sensatez en su cabeza.
_¡Neid! Estas llamando demasiado la atención,¿Quieres que nos pare la policía?
_Como osas Vassago, ¡Soy tu reina, merezco un respeto!
_Tu poder te ciega, sabes que las tradiciones no excluyen a ninguno de nosotros.
_¿Me estas llamando...?
El cristal de la parte trasera del vehículo estalló, inundando los asientos posteriores de cristales. Cubierto por los fragmentos de vidrio busqué quien había producido la súbita explosión, casi perdiendo la cabeza en ello. La garra de un lupino atravesó el hueco del cristal, rozando una de mis mejillas.
_¡Frena!
Neid apretó con tanta fuerza el pedal, que note como se clavaba en el suelo del coche, los discos de freno se bloquearon y las ruedas empezaron a silbar. El cuerpo del garú voló por encima del coche, impactando ruidosamente contra el asfalto. Levanté la mirada, buscando más perros. Cogí el teléfono del coche, marcando rápidamente el numero de la mansión, esperando que alguien del cuerpo de seguridad estuviese cerca. Sonó repetidas veces hasta que alguien descolgó.
_¿Si?_ la voz de Manji sonó en el altavoz.
_¡Mierda Manji, necesitamos ayuda entre la catorce y la carretera estatal!
_¿Neid está bien?
_No se por cuanto tiempo, estamos acorralados por los lupinos.
_Ahora te mando alguien, aguanta.
Colgué el teléfono. Neid ya se encontraba fuera del vehículo, propinando golpes al garú que se encontraba tendido en el suelo. Entre las sombras aparecieron dos más, con sus garras preparadas para acariciar el cuerpo de ella. Golpeé con las piernas la puerta, arrancándola de sus goznes, salió despedida, golpeando contra una pared cercana.
Uno de los garú vino hacia mí, exhalando su apestoso aliento sobre mi cara. Busqué la pistola con la mano, en la parte trasera de mis pantalones de cuero, esperando poder parar su avance con un disparo certero. Coloque la pistola apuntando a su pecho, sus ojos me miraron sorprendidos, apreté el gatillo. El impacto mando su cuerpo hacia atrás, hasta golpear contra el suelo. El olor a pelo quemado llegaba a mi nariz. Dispare de nuevo, unas cuatro veces más. Esperando matar y rematar aquel monstruo de dos metros y medio.
Un grito se escuchó, la voz de Neid. Mire en dirección a ella, el garú había clavado sus dientes en su hombro desnudo. Neid no podía zafarse de la presa. Levante el brazo, apuntando con el arma a la cabeza del lupino, esperando que con una bala hubiese suficiente, cuando su entrecejo se fijo en la mira de mi pistola, apreté de nuevo el gatillo. La bala surgió del cañón, recorriendo el espacio en una centésima de segundo, y se alojó en el cráneo del hombre lobo.
_¿Neid, estas bien?
_Si, tenemos que salir de aquí, la cosa se está poniendo demasiado fea.
_Para una vez que dices algo sensato.
_Creo que tenemos un piso franco en esta zona, a dos manzanas de aquí.
Ayude a Neid a levantarse del suelo, la herida de su hombro supuraba.
_Tengo que inyectarte el anti cuerpo, ese mordisco hace mala pinta.
_No pierdas tiempo, noto como su malditas bacterias se van expandiendo por mi ser.
Saqué una jeringuilla de uno de mis bolsillos, hice saltar el tapón con el dedo gordo, y clave sin pensar la aguja en el ante brazo de ella. Soltó un quejido y me golpeo. La cogí del brazo y la arrastré en dirección al piso.
- Vassago
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Un jodido antro. La puerta casi no se sostenía sobre sus bisagras. La humedad se notaba en el ambiente, como en una vieja y abandonada casa que se abre al publico tras centenares de días clausurada. Cerré la puerta después de que Neid entrase, no sin antes asegurarme de que no nos seguía nadie. Moví el el pesado mueble de roble que había justo al lado de la puerta, esperando que aguantase la primera arremetida si la cosa se volvía a poner tensa. Neid se sentó en el sofá. Dejé la pistola sobre la mesa, al alcance de ella, y me dirigí a la nevera. Saqué dos bolsas de sangre y cerré de nuevo.
_Neid_ cuando sus ojos me miraron lancé la bolsa de plasma sobre ella._Toma, necesitas un poco de alimento, ese mordisco te ha debilitado.
_Maldita sea Vassago, sabes que no puedo sufrir la comida empaquetada.
_¿Qué quieres, qué vaya a por algún humano? Creo que tenemos suficientes problemas como para andar merodeando por las calles.
_Vassago, cuando esto termine te castigaré como te mereces.
Llene un vaso con el liquido que contenía la bolsa, bebí y llené de nuevo el vaso. Odiaba estas situaciones. Cada vez que salía a la calle ocurría alguna desgracia. "No se como no mueren más de nuestra especie cuando Neid pierde la cabeza" pensé. El silencio se hacía insoportable. Se mantenía callada mientras apuraba los restos de la bolsa de sangre, como si de una niña de escasa edad se tratase, relamiendo el fondo del envase de un helado, delicada, apretando los bordes de plástico, para que todo el liquido fuese descendiendo hacia la obertura de salida. "Como una belleza así puede albergar un monstruo semejante".
El teléfono del piso sonó. Busque por encima de los muebles intentando localizar el dichoso aparato, que se ocultaba ante mi mirada, como deseando no ser visto. Finalmente el estridente ruido delató su posición y yo me abalancé sobre él.
_¿Si?
_¿Vassago?_ La peculiar voz de Manji.
_Si Manji, Neid está bien, ha recibido un mordisco, pero ya le he inyectado el antídoto.
_Bien, las calles se están convirtiendo en algo peligroso, hemos perdido a dos de los nuestros cuando han ido a buscaros. He imaginado que estarías aquí.
_Pasaremos el día en esta pocilga, mañana al anochecer vendremos a palacio, espero no tener problemas.
_Dejare un par de hombres frente al teléfono, si ocurre algo llama.
_Está bien.
_Suerte.
La comunicación se corto. "¿Suerte? Siempre la misma gilipollez, como si hubiese influido en algo la suerte alguna vez. Tan sobrenaturales y tan estúpidos", pensé.
_Neid, supongo que no tendrás ninguna pega en dormir aquí, hay un ataúd preparado en el cuarto de aquí en frente.
_¿Tu no descansas?
_No, prefiero estar preparado por si ocurre algo, no me gustaría entrar en letargo y que me atraviesen el corazón con una estaca.
Neid abrió la puerta a la sala contigua, desde el sofá podía verse el ataúd, de una madera noble, como todos los que teníamos repartidos en los diferentes pisos de la ciudad. Entró y ajustó la puerta, dejando una rendija lo suficiente grande como para poder contemplar como se desnudaba y se quedaba en ropa interior. Supongo que mi inmortalidad me había dejado secuelas en el apetito sexual, pero aquella belleza aún lograba despertar mis instintos más humanos. Su piel, pálida, desprendía algún tipo de embrujo que no me dejaba apartar la mirada. Se introdujo en la caja, rompiendo el momento por completo, devolviéndome a la realidad de mi existencia sobrenatural.
Encendí el televisor y esperé que las horas pasaran.
_Neid_ cuando sus ojos me miraron lancé la bolsa de plasma sobre ella._Toma, necesitas un poco de alimento, ese mordisco te ha debilitado.
_Maldita sea Vassago, sabes que no puedo sufrir la comida empaquetada.
_¿Qué quieres, qué vaya a por algún humano? Creo que tenemos suficientes problemas como para andar merodeando por las calles.
_Vassago, cuando esto termine te castigaré como te mereces.
Llene un vaso con el liquido que contenía la bolsa, bebí y llené de nuevo el vaso. Odiaba estas situaciones. Cada vez que salía a la calle ocurría alguna desgracia. "No se como no mueren más de nuestra especie cuando Neid pierde la cabeza" pensé. El silencio se hacía insoportable. Se mantenía callada mientras apuraba los restos de la bolsa de sangre, como si de una niña de escasa edad se tratase, relamiendo el fondo del envase de un helado, delicada, apretando los bordes de plástico, para que todo el liquido fuese descendiendo hacia la obertura de salida. "Como una belleza así puede albergar un monstruo semejante".
El teléfono del piso sonó. Busque por encima de los muebles intentando localizar el dichoso aparato, que se ocultaba ante mi mirada, como deseando no ser visto. Finalmente el estridente ruido delató su posición y yo me abalancé sobre él.
_¿Si?
_¿Vassago?_ La peculiar voz de Manji.
_Si Manji, Neid está bien, ha recibido un mordisco, pero ya le he inyectado el antídoto.
_Bien, las calles se están convirtiendo en algo peligroso, hemos perdido a dos de los nuestros cuando han ido a buscaros. He imaginado que estarías aquí.
_Pasaremos el día en esta pocilga, mañana al anochecer vendremos a palacio, espero no tener problemas.
_Dejare un par de hombres frente al teléfono, si ocurre algo llama.
_Está bien.
_Suerte.
La comunicación se corto. "¿Suerte? Siempre la misma gilipollez, como si hubiese influido en algo la suerte alguna vez. Tan sobrenaturales y tan estúpidos", pensé.
_Neid, supongo que no tendrás ninguna pega en dormir aquí, hay un ataúd preparado en el cuarto de aquí en frente.
_¿Tu no descansas?
_No, prefiero estar preparado por si ocurre algo, no me gustaría entrar en letargo y que me atraviesen el corazón con una estaca.
Neid abrió la puerta a la sala contigua, desde el sofá podía verse el ataúd, de una madera noble, como todos los que teníamos repartidos en los diferentes pisos de la ciudad. Entró y ajustó la puerta, dejando una rendija lo suficiente grande como para poder contemplar como se desnudaba y se quedaba en ropa interior. Supongo que mi inmortalidad me había dejado secuelas en el apetito sexual, pero aquella belleza aún lograba despertar mis instintos más humanos. Su piel, pálida, desprendía algún tipo de embrujo que no me dejaba apartar la mirada. Se introdujo en la caja, rompiendo el momento por completo, devolviéndome a la realidad de mi existencia sobrenatural.
Encendí el televisor y esperé que las horas pasaran.
- Vassago
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Contaba los segundos mentalmente, mientras contemplaba las noticias en el televisor. Con el volumen al mínimo se podía escuchar el gemir de una pareja en el piso adyacente y el leve chocar de la cabecera de la cama contra la pared. La sala estaba completamente a oscuras, las persianas bajadas, evitando que entrara el más pequeño rayo de luz solar. El resplandecer de la pantalla iluminaba mi rostro de un color azulado, miraba mi reflejo, en un espejo cercano, cada cierto tiempo, el arte de cruzar la umbra era conocido por muchos de los garú, pudiendo aparecer por el maldito espejo si conocían nuestro paradero."Doce mil trescientos once, doce mil trescientos doce, doce mil trescientos trece..." volví a mirar el espejo.
La puerta del dormitorio se abrió. Neid me miró, con los ojos entrecerrados.
_No puedo descansar. Este maldito cajón no es muy cómodo.
_¿Qué esperabas, una cama con sabanas de seda?
_Vassago, recuerda esto cuando te lo haga pagar.
_Neid, el día que tu ego caiga, quizá llegues a ser lo que Dave esperaba, de momento tendremos que conformarnos con una niña que todavía tiene que madurar demasiado.
_No metas a Dave en esto, si tu hubieses hecho bien tu trabajo, ahora reinaría el en mí lugar.
_Neid, nunca cambiaras tu visión obtusa de los asuntos de palacio. Si supieses que fue lo que mato a Dave quizá comprenderías que no fui yo el que se metió en una guarida de los garú buscando la paz.
_Sabes que le engañaron, que el creyó que firmarían un pacto. Eso le hicieron creer. Que te voy a contar a ti Vassago, tu estabas allí.
_Si, tengo marcas en el cuerpo que lo corroboran. Hay peleas que te dejan secuelas de por vida, físicas y mentales. Neid, yo casi doy la vida por él, aún tengo una cuenta pendiente con el perro de Azariel.
_Dave confió en Azariel y terminó con su no existencia.
Se acercó al sofá, aún en ropa interior. Se sentó sobre uno de los reposa brazos y cogió el mando del televisor. La poca luz que producía la pantalla se extinguió en un circulo.
_¿Neid, porqué no confías en mí?
_Creía que lo estaba haciendo_ puso una de sus manos sobre mi pecho.
_Neid, nuestro reino ya esta suficiente malogrado en estos tiempos, no sería bueno perderte. Además, otra muerte en mí haber y quizá mi sangre se convertiría en un premio para ciertos vástagos. No quiero una caza de sangre, quiero demasiado mi inmortalidad.
_Vassago, perdona por culparte de la muerte de Dave, sabes que te tengo bien considerado.
_Dudo que tengas en consideración nada de lo que hago, estás un nivel por encima de mí, yo soy tu leal servidor, y no puedo hacer otra cosa.
Note el brillo de sus ojos, incluso estando en la más negra de las oscuridades. Su mano se introdujo lentamente bajo la camiseta negra, y lentamente fui notando su cabeza buscando mi pecho, intentando hacerse un sitio como un gato, acomodándose, moldeando mi cuerpo como cojín. Volví a mirar el reflejo del espejo. "Doce mil cuatrocientos uno, doce mil cuatrocientos dos, doce mil cuatrocientos tres...", miré a Neid. Los ojos cerrados, con su cara angelical, una niña a la que robaron la inocencia un día. Supongo que todos perdemos algo cuando nos abrazan, unas veces perdemos el miedo entre los brazos de nuestra madre, otras veces perdemos la humanidad entre los brazos de nuestro sire.
_A veces pienso en la mortalidad. Es algo distante, como un recuerdo de lo que fui.
_Todos pensamos en eso Neid, más en según que momentos de nuestra no existencia.
_He cometido demasiadas atrocidades. Demasiadas víctimas inocentes.
_Neid, tu no eres culpable de tu naturaleza. Supongo que te arrancaron demasiado pronto de tu vida.
_Nunca llegué a madurar, supongo que comprendes lo que siento con mi responsabilidad.
_Lo mismo que siento yo cada vez que voy de cacería.
_Si, supongo que será lo mismo.
_Vamos Neid descansa, necesitas evadirte un poco y yo necesito silencio.
Cogí el control a distancia del televisor, y volví a encenderlo. La oscuridad se terminó, me sentía mucho más cómodo así. Volví a mirar el reflejo." Doce mil quinientos, doce mil quinientos uno, doce mil quinientos dos...".
La puerta del dormitorio se abrió. Neid me miró, con los ojos entrecerrados.
_No puedo descansar. Este maldito cajón no es muy cómodo.
_¿Qué esperabas, una cama con sabanas de seda?
_Vassago, recuerda esto cuando te lo haga pagar.
_Neid, el día que tu ego caiga, quizá llegues a ser lo que Dave esperaba, de momento tendremos que conformarnos con una niña que todavía tiene que madurar demasiado.
_No metas a Dave en esto, si tu hubieses hecho bien tu trabajo, ahora reinaría el en mí lugar.
_Neid, nunca cambiaras tu visión obtusa de los asuntos de palacio. Si supieses que fue lo que mato a Dave quizá comprenderías que no fui yo el que se metió en una guarida de los garú buscando la paz.
_Sabes que le engañaron, que el creyó que firmarían un pacto. Eso le hicieron creer. Que te voy a contar a ti Vassago, tu estabas allí.
_Si, tengo marcas en el cuerpo que lo corroboran. Hay peleas que te dejan secuelas de por vida, físicas y mentales. Neid, yo casi doy la vida por él, aún tengo una cuenta pendiente con el perro de Azariel.
_Dave confió en Azariel y terminó con su no existencia.
Se acercó al sofá, aún en ropa interior. Se sentó sobre uno de los reposa brazos y cogió el mando del televisor. La poca luz que producía la pantalla se extinguió en un circulo.
_¿Neid, porqué no confías en mí?
_Creía que lo estaba haciendo_ puso una de sus manos sobre mi pecho.
_Neid, nuestro reino ya esta suficiente malogrado en estos tiempos, no sería bueno perderte. Además, otra muerte en mí haber y quizá mi sangre se convertiría en un premio para ciertos vástagos. No quiero una caza de sangre, quiero demasiado mi inmortalidad.
_Vassago, perdona por culparte de la muerte de Dave, sabes que te tengo bien considerado.
_Dudo que tengas en consideración nada de lo que hago, estás un nivel por encima de mí, yo soy tu leal servidor, y no puedo hacer otra cosa.
Note el brillo de sus ojos, incluso estando en la más negra de las oscuridades. Su mano se introdujo lentamente bajo la camiseta negra, y lentamente fui notando su cabeza buscando mi pecho, intentando hacerse un sitio como un gato, acomodándose, moldeando mi cuerpo como cojín. Volví a mirar el reflejo del espejo. "Doce mil cuatrocientos uno, doce mil cuatrocientos dos, doce mil cuatrocientos tres...", miré a Neid. Los ojos cerrados, con su cara angelical, una niña a la que robaron la inocencia un día. Supongo que todos perdemos algo cuando nos abrazan, unas veces perdemos el miedo entre los brazos de nuestra madre, otras veces perdemos la humanidad entre los brazos de nuestro sire.
_A veces pienso en la mortalidad. Es algo distante, como un recuerdo de lo que fui.
_Todos pensamos en eso Neid, más en según que momentos de nuestra no existencia.
_He cometido demasiadas atrocidades. Demasiadas víctimas inocentes.
_Neid, tu no eres culpable de tu naturaleza. Supongo que te arrancaron demasiado pronto de tu vida.
_Nunca llegué a madurar, supongo que comprendes lo que siento con mi responsabilidad.
_Lo mismo que siento yo cada vez que voy de cacería.
_Si, supongo que será lo mismo.
_Vamos Neid descansa, necesitas evadirte un poco y yo necesito silencio.
Cogí el control a distancia del televisor, y volví a encenderlo. La oscuridad se terminó, me sentía mucho más cómodo así. Volví a mirar el reflejo." Doce mil quinientos, doce mil quinientos uno, doce mil quinientos dos...".
- Vassago
- moromielda
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"_La sangre es un bien preciado Vassago, debes gastarla con cabeza, si la usas adecuadamente puedes sacar mejor partido del que deseas.
_¿Dave, cuanto hace que eres inmortal?
_Lo suficiente como para detestar el tiempo y apreciar la sangre, presta atención chiquillo."
Elevé la mirada, buscando mi reflejo en el espejo. Estaba oscureciendo, el reloj de la pared marcaba las ocho, la misma hora que había marcado desde nuestra llegada al piso. Sus manecillas no se habían movido ni un milímetro. Neid continuaba apoyada sobre mis piernas, en su inocente imagen, una estampa más propia de una virgen. Su cabello, ondulado y negro, aquel negro con reflejos casi plásticos, como una muñeca en el escaparate de una juguetería.
_Neid_ mi voz sonó como un susurro en la oscuridad_ está oscureciendo.
Se agitó en su comodidad, saliendo por completo del letargo.
_Vistete, tenemos que regresar a casa, quedan demasiadas cosas por hacer.
_¿Vassago, como puedo compensarte esto?
_Ya lo has hecho.
Neid se levantó y con la agilidad de un felino se introdujo en el cuarto del ataúd. La seguí con la mirada, hasta perderla por completo de vista. Me incorporé. Cogí el mando del televisor, cuando me disponía a apagarlo contemple durante unos segundos la imagen. Unos hombres vestidos con pesados trajes de combate estaban siendo filmados desde un helicóptero, pretendían entrar en un edificio, como si buscasen a alguien, algún malhechor al que tenían acorralado, " Un momento, esa fachada me suena" pensé.
_¡Neid, aprisa, nos tienen rodeados!
_¡¿Qué?!_ su cabeza asomó por la rendija de la puerta.
La puerta explotó, cubriendo de astillas todo a su paso. La onda expansiva me obligo a saltar tras el sofá, cubriendo mi rostro de los impactos de la madera hecha trizas. Rodé hasta golpear contra la pared contraria. Algo metálico choco contra el suelo, décimas de segundo antes de empezarse a escuchar un continuado silbido, como el de una fuga de aire.
_¡Neid!_ levanté la cabeza buscando su cara, pero el polvo y el humo me impedían ver más allá de mi nariz.
Miré el cargador de la pistola, me quedaba poca munición. Me levante como un resorte, hice un disparo de advertencia en dirección a la puerta y salte dentro del cuarto de Neid. Estaba terminando de vestirse.
_¿Cómo nos han encontrado?_ dijo, sus ojos reflejaban el miedo, nunca había visto a un vástago tener miedo, pero esta vez lo tenía yo también.
_No lo sé, pero tenemos que salir de aquí.
Contemple la habitación. La única salida era una ventana tapiada, cubríamos los cristales con madera para no dejar entrar la luz del sol. El humo empezó a filtrarse por las regatas de la puerta, los disparos sonaban al otro lado. Mire a Neid que cogió su chaqueta y me devolvió la mirada, esperando mi reacción.
_¿Lista?
_Creo que si.
Miré en dirección a la ventana, cogí carrera y me lancé contra ella. Sentí como mi clavícula se partía, y como la madera cedía, precipitándome al vacío. Cinco pisos de caída libre, sin nada que suavizara el impacto contra el asfalto. Cogí aire y espere lo inevitable, los pedazos de madera se incrustaron en mi piel. El dolor era insoportable. Neid asomó la cabeza por la ventana.
_¡Salta mierda, salta!
Desapareció un instante. Su cuerpo apareció del hueco, con los brazos abiertos. Se sostenía en el aire. El impacto contra el suelo estaba totalmente controlado, hizo un gesto para repartir el golpe por todo su cuerpo, distribuyendo la energía cinética de una manera controlada.
_¿Estas bien Vassago?
_Creo que sí.
Noté una punzada, como un proyectil se hundía en mi carne, como un cuchillo candente atraviesa la mantequilla. Un operativo especial de la policía nos disparaba desde la ventana. Me incorporé como pude, y usando la sangre, como Dave me enseño, pusimos pies en polvorosa.
_¿Dave, cuanto hace que eres inmortal?
_Lo suficiente como para detestar el tiempo y apreciar la sangre, presta atención chiquillo."
Elevé la mirada, buscando mi reflejo en el espejo. Estaba oscureciendo, el reloj de la pared marcaba las ocho, la misma hora que había marcado desde nuestra llegada al piso. Sus manecillas no se habían movido ni un milímetro. Neid continuaba apoyada sobre mis piernas, en su inocente imagen, una estampa más propia de una virgen. Su cabello, ondulado y negro, aquel negro con reflejos casi plásticos, como una muñeca en el escaparate de una juguetería.
_Neid_ mi voz sonó como un susurro en la oscuridad_ está oscureciendo.
Se agitó en su comodidad, saliendo por completo del letargo.
_Vistete, tenemos que regresar a casa, quedan demasiadas cosas por hacer.
_¿Vassago, como puedo compensarte esto?
_Ya lo has hecho.
Neid se levantó y con la agilidad de un felino se introdujo en el cuarto del ataúd. La seguí con la mirada, hasta perderla por completo de vista. Me incorporé. Cogí el mando del televisor, cuando me disponía a apagarlo contemple durante unos segundos la imagen. Unos hombres vestidos con pesados trajes de combate estaban siendo filmados desde un helicóptero, pretendían entrar en un edificio, como si buscasen a alguien, algún malhechor al que tenían acorralado, " Un momento, esa fachada me suena" pensé.
_¡Neid, aprisa, nos tienen rodeados!
_¡¿Qué?!_ su cabeza asomó por la rendija de la puerta.
La puerta explotó, cubriendo de astillas todo a su paso. La onda expansiva me obligo a saltar tras el sofá, cubriendo mi rostro de los impactos de la madera hecha trizas. Rodé hasta golpear contra la pared contraria. Algo metálico choco contra el suelo, décimas de segundo antes de empezarse a escuchar un continuado silbido, como el de una fuga de aire.
_¡Neid!_ levanté la cabeza buscando su cara, pero el polvo y el humo me impedían ver más allá de mi nariz.
Miré el cargador de la pistola, me quedaba poca munición. Me levante como un resorte, hice un disparo de advertencia en dirección a la puerta y salte dentro del cuarto de Neid. Estaba terminando de vestirse.
_¿Cómo nos han encontrado?_ dijo, sus ojos reflejaban el miedo, nunca había visto a un vástago tener miedo, pero esta vez lo tenía yo también.
_No lo sé, pero tenemos que salir de aquí.
Contemple la habitación. La única salida era una ventana tapiada, cubríamos los cristales con madera para no dejar entrar la luz del sol. El humo empezó a filtrarse por las regatas de la puerta, los disparos sonaban al otro lado. Mire a Neid que cogió su chaqueta y me devolvió la mirada, esperando mi reacción.
_¿Lista?
_Creo que si.
Miré en dirección a la ventana, cogí carrera y me lancé contra ella. Sentí como mi clavícula se partía, y como la madera cedía, precipitándome al vacío. Cinco pisos de caída libre, sin nada que suavizara el impacto contra el asfalto. Cogí aire y espere lo inevitable, los pedazos de madera se incrustaron en mi piel. El dolor era insoportable. Neid asomó la cabeza por la ventana.
_¡Salta mierda, salta!
Desapareció un instante. Su cuerpo apareció del hueco, con los brazos abiertos. Se sostenía en el aire. El impacto contra el suelo estaba totalmente controlado, hizo un gesto para repartir el golpe por todo su cuerpo, distribuyendo la energía cinética de una manera controlada.
_¿Estas bien Vassago?
_Creo que sí.
Noté una punzada, como un proyectil se hundía en mi carne, como un cuchillo candente atraviesa la mantequilla. Un operativo especial de la policía nos disparaba desde la ventana. Me incorporé como pude, y usando la sangre, como Dave me enseño, pusimos pies en polvorosa.
- Vassago
- moromielda
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- Ubicación: Un viejo parque de atracciones...
Corríamos. Los acontecimientos de las últimas horas me estaban agotando, quizá dos días sin descansar requerían de mí un esfuerzo más grande de lo habitual, estaba debilitando mi organismo a una velocidad de vértigo. Mi único bocado en las últimas horas había sido aquella bolsa de plasma, comida empaquetada como decía Neid.
La boca del metro estaba a unas manzanas. Supongo que la mejor zona para evitar conflictos eran los tumultos de gente. La policía, seguramente garú, nos perseguía por toda la ciudad, el coche reposaba en el deposito, y mi brazo colgando literalmente, no, realmente no era mi mejor momento. Neid, para colmo, estaba al borde del frenesí, había consumido demasiada energía, y su cuerpo necesitaba sangre. Se podían oír las sirenas de los coches, y la noche me estaba empezando a confundir, no podía evitar sacar los colmillos cada vez que me cruzaba con el rebaño, pastando a sus anchas por mis dominios, sostenía a Neid, para evitar que fuese ella quien hincara el diente.
_Neid joder, estas al borde del frenesí_ le susurré, esperando amainar su bestia, que ardía deseosa en salir.
Entonces lo evitado se transformo en inevitable, a la altura de la segunda calle, Neid vio un transeúnte entrando en un callejón, se me escapo de la mano y salto como un tigre sobre la presa, que no tuvo tiempo de chillar. Miré rápidamente la calle, esperando que no nos hubiesen visto. La gente continuaba paseando, siguiendo sus caminos, sin saber su condición de presa. Del callejón salían gruñidos, y la humedad se notaba a cada uno de estos, los colmillos de Neid, atravesando su carne. No bebió su sangre, devoro su cuerpo, como una bestia, como un ser irracional que solo piensa en saciar su instinto más básico, olvidando por completo nuestros principios, nuestras tradiciones. Supongo que la sangre fría gano en aquel momento, de haberme lanzado yo también a la carnicería, ahora mismo no estaría contando esto. Me coloque entre las sombras del callejón, esperando que nadie escuchase el jaleo, pero me prepare para saciar mi hambre si alguien se percataba de nosotros.
Los coches pasaron, y las sirenas se fueron alejando, silenciandose con la distancia. Neid se levanto, miro el cadáver, sus ojos enrojecieron, hasta el punto de segregar lágrimas, la sangre le goteaba de la cara, salpicando su ropa, su cuerpo y el suelo.
_No, no, no..._ cayó de rodillas sobre el suelo, su voz, quebrada, se alejaba de el tono firme que siempre tenía, su voz se entre cortaba mientras susurraba_ No, he caído, la bestia me ha ganado.
Me agache a su lado, rodeando su espalda con la mano, con la que aún podía mover.
_Neid, tenemos que continuar, no es momento de meditar sobre tu no existencia._ me miro, y le hice una pequeña sonrisa_ No se acaba todo aquí.
Volvió a mirarme, la sangre goteaba de su cara, y se mezclaba con las lágrimas. No podíamos continuar el trayecto así. Me coloqué el brazo en el sitio, eran los primeros segundos de tranquilidad desde que me tiré por la ventana. Busque con la mirada una ventana, algún sitio por el que colarnos y poder, lavar la cara de Neid, cambiar sus ropas y arreglarnos para salir de nuevo al publico, como dos bailarinas que se maquillan entre escenas. Localicé una ventana, a dos plantas de altura. Neid había repuesto fuerzas con el tentempié, pero yo, todavía mantenía mis colmillos limpios, así que mis energías eran más bien pocas.
_Neid, allí hay una ventana, sube, te arreglas, te limpias y te vistes_ mi tono era totalmente imperativo_ No podemos continuar así.
_Vale, no te muevas, ahora vengo.
Flexionó sus rodillas, y de nuevo emprendió el vuelo, se agarró al borde y observo el interior, un segundo después golpeo el cristal con el codo y abrió la ventana. Se introdujo dentro, perdiéndose en la oscuridad.
La boca del metro estaba a unas manzanas. Supongo que la mejor zona para evitar conflictos eran los tumultos de gente. La policía, seguramente garú, nos perseguía por toda la ciudad, el coche reposaba en el deposito, y mi brazo colgando literalmente, no, realmente no era mi mejor momento. Neid, para colmo, estaba al borde del frenesí, había consumido demasiada energía, y su cuerpo necesitaba sangre. Se podían oír las sirenas de los coches, y la noche me estaba empezando a confundir, no podía evitar sacar los colmillos cada vez que me cruzaba con el rebaño, pastando a sus anchas por mis dominios, sostenía a Neid, para evitar que fuese ella quien hincara el diente.
_Neid joder, estas al borde del frenesí_ le susurré, esperando amainar su bestia, que ardía deseosa en salir.
Entonces lo evitado se transformo en inevitable, a la altura de la segunda calle, Neid vio un transeúnte entrando en un callejón, se me escapo de la mano y salto como un tigre sobre la presa, que no tuvo tiempo de chillar. Miré rápidamente la calle, esperando que no nos hubiesen visto. La gente continuaba paseando, siguiendo sus caminos, sin saber su condición de presa. Del callejón salían gruñidos, y la humedad se notaba a cada uno de estos, los colmillos de Neid, atravesando su carne. No bebió su sangre, devoro su cuerpo, como una bestia, como un ser irracional que solo piensa en saciar su instinto más básico, olvidando por completo nuestros principios, nuestras tradiciones. Supongo que la sangre fría gano en aquel momento, de haberme lanzado yo también a la carnicería, ahora mismo no estaría contando esto. Me coloque entre las sombras del callejón, esperando que nadie escuchase el jaleo, pero me prepare para saciar mi hambre si alguien se percataba de nosotros.
Los coches pasaron, y las sirenas se fueron alejando, silenciandose con la distancia. Neid se levanto, miro el cadáver, sus ojos enrojecieron, hasta el punto de segregar lágrimas, la sangre le goteaba de la cara, salpicando su ropa, su cuerpo y el suelo.
_No, no, no..._ cayó de rodillas sobre el suelo, su voz, quebrada, se alejaba de el tono firme que siempre tenía, su voz se entre cortaba mientras susurraba_ No, he caído, la bestia me ha ganado.
Me agache a su lado, rodeando su espalda con la mano, con la que aún podía mover.
_Neid, tenemos que continuar, no es momento de meditar sobre tu no existencia._ me miro, y le hice una pequeña sonrisa_ No se acaba todo aquí.
Volvió a mirarme, la sangre goteaba de su cara, y se mezclaba con las lágrimas. No podíamos continuar el trayecto así. Me coloqué el brazo en el sitio, eran los primeros segundos de tranquilidad desde que me tiré por la ventana. Busque con la mirada una ventana, algún sitio por el que colarnos y poder, lavar la cara de Neid, cambiar sus ropas y arreglarnos para salir de nuevo al publico, como dos bailarinas que se maquillan entre escenas. Localicé una ventana, a dos plantas de altura. Neid había repuesto fuerzas con el tentempié, pero yo, todavía mantenía mis colmillos limpios, así que mis energías eran más bien pocas.
_Neid, allí hay una ventana, sube, te arreglas, te limpias y te vistes_ mi tono era totalmente imperativo_ No podemos continuar así.
_Vale, no te muevas, ahora vengo.
Flexionó sus rodillas, y de nuevo emprendió el vuelo, se agarró al borde y observo el interior, un segundo después golpeo el cristal con el codo y abrió la ventana. Se introdujo dentro, perdiéndose en la oscuridad.
- Vassago
- moromielda
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- Ubicación: Un viejo parque de atracciones...
Al poco Neid regresó, el aspecto era de lo más sensual, unos pantalones de vestir, una blusa blanco, abierta de dos botones, para mostrar lo mejor de su escote. Su cara limpia y pálida, con el pelo recogido en una coleta.
_Neid, ¿conseguirás llegar a la mansión sola?_ me miro durante unos segundos, y dudo si contestarme o permanecer callada_ Dudo bastante que lleguemos los dos juntos, canto demasiado vestido así, tu pasaras desapercibida.
_Esta bien_ acepto, pero su tono denotaba resignación.
_Toma, coge la pistola_ se la acerqué con la mano_ le queda poca munición, así que más vale que la uses con cuidado, dispara solo a los garú y protégete de sus disparos.
_Creo que se cuidarme sola Vassago, otra cosa es que prefiera continuar contigo.
_Bien, nos encontramos en el metro, junto al kiosco.
_Entendido_ Hizo un gesto con la mano, como si me saludase militarmente, era un niña con cuerpo de mujer y alma de animal.
Se alejó. Estaba solo, completamente solo, esperaba que Neid fuese lo suficientemente lista como para huir si la cosa se complicaba, no era la primera vez que se encontraba en esta situación, pero el ambiente estaba un poco excitado los últimos meses, y los garú estaban convirtiéndose en una molestia demasiado grande. Neid no podía caer en sus garras, de ser así perderíamos al penúltimo de los antiguos, no me gustaría caer bajo el mandato de Romano. Desde la desaparición de Dave, Romano había casi desaparecido, no era muy receptivo con el resto de vástagos y bastante cruel con el rebaño, estaba al borde de sucumbir a la bestia eternamente, y eso no era bueno en él.
Era el momento de partir, tenía que conseguir algo de ropa, como mínimo una camiseta. Salí a la calle principal poco después de Neid, la podía alcanzar con la mirada, mientras buscaba portales abiertos, algún sitio en el que colarme. Al poco vi un portal, de madera, de un edificio antiguo, me coloque junto al portal y espere ver como Neid llegaba a la boca del metro, me colé por la puerta cuando empezó a descender las escaleras.
El suelo era de madera, carcomida por los años y las termitas, crujía a cada paso que daba, como si me fuese a hundir por el peso de mi cuerpo. Una escalera ascendía al piso superior, era como una casa abandonada, un antro de yonkies y vagabundos, el peor sitio en el que entrar a buscar nada. Ascendí lentamente, esperando encontrar lo que fuese, ropa vieja.
El piso superior estaba aún en peor estado, no quedaban ni las puertas. Me desplace lentamente por el suelo de madera cubierto de polvo y me introduje en una habitación, que aún contenía algún viejo mueble. Abrí los cajones de una especie de cómoda, la mayoría estaban vacíos, pero en uno de ellos aún quedaban algunas prendas, viejas camisa de franela, de esas de cuadros, y una camiseta de un festival del rock de hace unos años. Me arranqué la camiseta negra que vestía y con ella envolví la espada, pasearme con ella era un peligro. Me puse una de las camisas.
_Vassago, te sientan bien las camisas de leñador_ la voz provenía de mi espalda.
Me giré. Un tipo de un metro noventa, completamente vestido de cuero negro, con una melena que llegaba hasta más abajo de media espalda, me contemplaba sonriente.
_¿Azariel?_ pregunté, pero estaba casi seguro de que era él.
_El mismo, no esperaba que fuese tan fácil dar contigo Vassago, ¿donde esta tu reina?
_Azariel, estoy seguro que eres más listo, ¿crees que te contestaré, aún bajo tortura?
No podía caer ahora, finalmente darían con Neid, estaban demasiado cerca como para dejarla sola, no tenía otra opción que enfrontarme a Azariel. Así que poco a poco me fui desabrochando de nuevo los botones.
_No te atreverás Vassago.
_No me subestimes.
Azariel, se mantuvo impasible, su poder era demasiado grande. Había llegado el momento, agarré la espada de sobre la cómoda y con la camisa en la otra mano use toda la energía que me quedaba en celeridad para lanzarme contra la cristalera del cuarto. Azariel esperaba que me lanzase contra él, así que no pudo hacer otra cosa que contemplar mi huida. La cristalera estalló, y mi torso desnudo recibió otra andanada de daños, la caída fue la culminación. Me retorcí un segundo en el suelo, la gente me miró, sorprendida de ver a un hombre saltar de un segundo piso. Azariel se asomó por la ventana, soltó un gruñido e inmediatamente después desapareció en las sombras. " Viene a por mi" pensé.
Lentamente me levanté del suelo, entonces arranqué a correr, sacudiendo los cristales de mi cuerpo mientras me abrochaba de nuevo la camisa, que estaba impoluta, la entrada al metro estaba cerca, la carrera fue corta, pero la bestia reclamaba salir, no podía detenerme a picar algo.
_Neid, ¿conseguirás llegar a la mansión sola?_ me miro durante unos segundos, y dudo si contestarme o permanecer callada_ Dudo bastante que lleguemos los dos juntos, canto demasiado vestido así, tu pasaras desapercibida.
_Esta bien_ acepto, pero su tono denotaba resignación.
_Toma, coge la pistola_ se la acerqué con la mano_ le queda poca munición, así que más vale que la uses con cuidado, dispara solo a los garú y protégete de sus disparos.
_Creo que se cuidarme sola Vassago, otra cosa es que prefiera continuar contigo.
_Bien, nos encontramos en el metro, junto al kiosco.
_Entendido_ Hizo un gesto con la mano, como si me saludase militarmente, era un niña con cuerpo de mujer y alma de animal.
Se alejó. Estaba solo, completamente solo, esperaba que Neid fuese lo suficientemente lista como para huir si la cosa se complicaba, no era la primera vez que se encontraba en esta situación, pero el ambiente estaba un poco excitado los últimos meses, y los garú estaban convirtiéndose en una molestia demasiado grande. Neid no podía caer en sus garras, de ser así perderíamos al penúltimo de los antiguos, no me gustaría caer bajo el mandato de Romano. Desde la desaparición de Dave, Romano había casi desaparecido, no era muy receptivo con el resto de vástagos y bastante cruel con el rebaño, estaba al borde de sucumbir a la bestia eternamente, y eso no era bueno en él.
Era el momento de partir, tenía que conseguir algo de ropa, como mínimo una camiseta. Salí a la calle principal poco después de Neid, la podía alcanzar con la mirada, mientras buscaba portales abiertos, algún sitio en el que colarme. Al poco vi un portal, de madera, de un edificio antiguo, me coloque junto al portal y espere ver como Neid llegaba a la boca del metro, me colé por la puerta cuando empezó a descender las escaleras.
El suelo era de madera, carcomida por los años y las termitas, crujía a cada paso que daba, como si me fuese a hundir por el peso de mi cuerpo. Una escalera ascendía al piso superior, era como una casa abandonada, un antro de yonkies y vagabundos, el peor sitio en el que entrar a buscar nada. Ascendí lentamente, esperando encontrar lo que fuese, ropa vieja.
El piso superior estaba aún en peor estado, no quedaban ni las puertas. Me desplace lentamente por el suelo de madera cubierto de polvo y me introduje en una habitación, que aún contenía algún viejo mueble. Abrí los cajones de una especie de cómoda, la mayoría estaban vacíos, pero en uno de ellos aún quedaban algunas prendas, viejas camisa de franela, de esas de cuadros, y una camiseta de un festival del rock de hace unos años. Me arranqué la camiseta negra que vestía y con ella envolví la espada, pasearme con ella era un peligro. Me puse una de las camisas.
_Vassago, te sientan bien las camisas de leñador_ la voz provenía de mi espalda.
Me giré. Un tipo de un metro noventa, completamente vestido de cuero negro, con una melena que llegaba hasta más abajo de media espalda, me contemplaba sonriente.
_¿Azariel?_ pregunté, pero estaba casi seguro de que era él.
_El mismo, no esperaba que fuese tan fácil dar contigo Vassago, ¿donde esta tu reina?
_Azariel, estoy seguro que eres más listo, ¿crees que te contestaré, aún bajo tortura?
No podía caer ahora, finalmente darían con Neid, estaban demasiado cerca como para dejarla sola, no tenía otra opción que enfrontarme a Azariel. Así que poco a poco me fui desabrochando de nuevo los botones.
_No te atreverás Vassago.
_No me subestimes.
Azariel, se mantuvo impasible, su poder era demasiado grande. Había llegado el momento, agarré la espada de sobre la cómoda y con la camisa en la otra mano use toda la energía que me quedaba en celeridad para lanzarme contra la cristalera del cuarto. Azariel esperaba que me lanzase contra él, así que no pudo hacer otra cosa que contemplar mi huida. La cristalera estalló, y mi torso desnudo recibió otra andanada de daños, la caída fue la culminación. Me retorcí un segundo en el suelo, la gente me miró, sorprendida de ver a un hombre saltar de un segundo piso. Azariel se asomó por la ventana, soltó un gruñido e inmediatamente después desapareció en las sombras. " Viene a por mi" pensé.
Lentamente me levanté del suelo, entonces arranqué a correr, sacudiendo los cristales de mi cuerpo mientras me abrochaba de nuevo la camisa, que estaba impoluta, la entrada al metro estaba cerca, la carrera fue corta, pero la bestia reclamaba salir, no podía detenerme a picar algo.
- Vassago
- moromielda
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- Registrado: 31 Mar 2004 02:09
- Ubicación: Un viejo parque de atracciones...
Las caras de la gente, borrosas todas ellas, como si el consumo de alcohol me estuviese afectando, como si hubiese consumido sangre contaminada. Notaba el aliento de Azariel en mi cogote, sabía que estaba tras de mí, siguiendo mi rastro como un perro rabioso por haber visto como su presa se escapaba.No tendría contemplaciones conmigo, así que más valía no caer en sus garras. Notaba el sudor frío descender por mi espalda, siguiendo mis vertebras una a una. Los escalofríos acrecentaban con la velocidad, estaba apunto de derrumbarme en el suelo. A trompicones me iba adentrando en las profundidades del metro, golpeando a cada persona que se cruzaba en mi camino, haciéndome sitio entre la gente a codazos. Salté las barreras de entrada al anden, como hacían en las películas. Nadie vigilaba aquella sección, ni guardias ni personal de limpieza, ni nada.
Recorrí los metros de pasillo que me distanciaban de Neid, que destacaba entre las demás personas, con su blusa blanca, su melena oscura, y sus grandes ojos. Esperaba ansiosa, mirando hacia todas direcciones, buscándome en cada rincón del anden. No me veía.
_¡Rápido Neid!_ la agarré del brazo y me dispuse a tirar de ella.
_¿Qué coño haces Vassago?_ tiro del brazo en dirección contraria_ Llamas demasiado la atención, intenta pasar desapercibido.
_Azariel viene tras de mí, están demasiado cerca, vamos al vagón, ¡Rápido!_ estaba demasiado irascible, no era bueno alterarme o acabaría con la yugular de alguien entre los colmillos.
Me siguió, sus ojos cambiaron de tonalidad, se apagaron de nuevo, como cuando huíamos de la policía, miedo.
Me temblaban las manos, noté como la poca sangre que transportaban mis atrofiadas venas, bombeaba más rápido que nunca. Yo no sujetaba a Neid, era ella quien me sujetaba a mí, la bestia estaba saliendo y yo no aguantaría consciente de mis actos demasiado tiempo más. Empecé a gruñir entre dientes. Las puertas del metro se abrieron, emitieron aquel sonido de perdida de presión, la gente empezó a entrar en el vagón, empujones, arremetidas." Sangre, solo son ganado, solo son mí alimento, sangre, malditos bastardos, salid del medio" mi mente empezaba a ser presa del hambre. El olor de sudor, de perfume, colonias, todos los olores se hacían más notables.
_¡Vassago, maldita sea, vuelve, no puede vencerte, aquí no!_ el susurro de Neid me acompaño mientras entraba en el vagón, seguido del cierre de la puerta.
Eleve la mirada. Mis ojos caían justo delante de la ventanilla, sentado en aquel incomodo y apestoso asiento. Vi su cara, Azariel nos contemplaba sonriente, con sus colmillos amarillentos rozándole el labio inferior. Cerré los ojos, lo peor había pasado, la bestia no había vencido, pero ya me encontraba al borde del letargo. El vaivén del tren empezó, a la vez que mi consciencia se hundía en lo más profundo de mi mente.
"_Vassago, nuestro reino es fácil de alterar, hace siglos que estamos tejiendo un velo oscuro, que ofusque la verdad de la existencia de los mortales_ las palabras de Dave se inyectaban en mi cerebro, aplastando toda idea referente a mi no-vida.
_¿Dave?_
_Dime Vassago_ continuaba pendiente de sus letras, dibujándolas con mimo sobre una pergamino arrugado y viejo.
_¿Porqué me condenaste?"
Recorrí los metros de pasillo que me distanciaban de Neid, que destacaba entre las demás personas, con su blusa blanca, su melena oscura, y sus grandes ojos. Esperaba ansiosa, mirando hacia todas direcciones, buscándome en cada rincón del anden. No me veía.
_¡Rápido Neid!_ la agarré del brazo y me dispuse a tirar de ella.
_¿Qué coño haces Vassago?_ tiro del brazo en dirección contraria_ Llamas demasiado la atención, intenta pasar desapercibido.
_Azariel viene tras de mí, están demasiado cerca, vamos al vagón, ¡Rápido!_ estaba demasiado irascible, no era bueno alterarme o acabaría con la yugular de alguien entre los colmillos.
Me siguió, sus ojos cambiaron de tonalidad, se apagaron de nuevo, como cuando huíamos de la policía, miedo.
Me temblaban las manos, noté como la poca sangre que transportaban mis atrofiadas venas, bombeaba más rápido que nunca. Yo no sujetaba a Neid, era ella quien me sujetaba a mí, la bestia estaba saliendo y yo no aguantaría consciente de mis actos demasiado tiempo más. Empecé a gruñir entre dientes. Las puertas del metro se abrieron, emitieron aquel sonido de perdida de presión, la gente empezó a entrar en el vagón, empujones, arremetidas." Sangre, solo son ganado, solo son mí alimento, sangre, malditos bastardos, salid del medio" mi mente empezaba a ser presa del hambre. El olor de sudor, de perfume, colonias, todos los olores se hacían más notables.
_¡Vassago, maldita sea, vuelve, no puede vencerte, aquí no!_ el susurro de Neid me acompaño mientras entraba en el vagón, seguido del cierre de la puerta.
Eleve la mirada. Mis ojos caían justo delante de la ventanilla, sentado en aquel incomodo y apestoso asiento. Vi su cara, Azariel nos contemplaba sonriente, con sus colmillos amarillentos rozándole el labio inferior. Cerré los ojos, lo peor había pasado, la bestia no había vencido, pero ya me encontraba al borde del letargo. El vaivén del tren empezó, a la vez que mi consciencia se hundía en lo más profundo de mi mente.
"_Vassago, nuestro reino es fácil de alterar, hace siglos que estamos tejiendo un velo oscuro, que ofusque la verdad de la existencia de los mortales_ las palabras de Dave se inyectaban en mi cerebro, aplastando toda idea referente a mi no-vida.
_¿Dave?_
_Dime Vassago_ continuaba pendiente de sus letras, dibujándolas con mimo sobre una pergamino arrugado y viejo.
_¿Porqué me condenaste?"
- Vassago
- moromielda
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- Registrado: 31 Mar 2004 02:09
- Ubicación: Un viejo parque de atracciones...
Me desperté de golpe, acurrucado en el asiento del vagón. El traqueteo del tren era incesante, rítmico y monótono. Neid estaba sentada junto a mi, con sus ojos perdidos en sus pensamientos más profundos. Era una niña, el reino le venía grande, aquella situación era insufrible, los garú estaban emprendiendo una cacería a gran escala, y todos los vástagos eramos su presa, Azariel había escogido el mejor momento para una guerra, en pleno adiestramiento de Neid en las funciones de palacio. Seguramente la muerte de Dave era el inicio de este apocalipsis vampírico, todo estaba planeado por una mente supuestamente inferior a la nuestra, la de un perro.
_Neid, necesito comer algo_ mi tono era débil, imperceptible.
_Cuando lleguemos a palacio te ofreceré el festín más grande que jamás hayas visto_ sonrió.
_Neid, no llegaremos a palacio, acabara con nosotros antes, todo esta planeado, todo esta preparado_ perdí mi vista en el continuo flujo de luces en el túnel.
_No seas pesimista, sabes que lo conseguiremos, juntos_ me miró, esperando una respuesta que yo no pensaba darle.
La puerta del vagón se abrió. Un hombre con las piernas amputadas, postrado sobre un patín, entro deslizándose, sostenía un bote oxidado que usaba como deposito para los bienvenidos y apreciados clientes. El tintineo de las monedas al repicar con el resto de monedas que contenía el bote se iba introduciendo en mis tímpanos, como el sonido que emitían las gotas al golpear en el cristal de mi guarida hace quinientos años.
"_Vassago, creo que ya has aprendido lo suficiente como para valerte por ti mismo_ la voz de Dave era suave, como la de un ángel que te despierta a media noche para arroparte.
_Dave, hace tiempo que tengo una pregunta en mente...
_¿Cual es?_
_¿Porqué mantenéis ese velo? ¿Son tan tontos los mortales? ¿ No se dan cuenta de su condición de presa?
_Vassago, eso son tres preguntas, ninguna de ellas tiene una respuesta clara"
_Una moneda para un pobre lisiado_ el hombre forzó la sonrisa, esperando causar una buena impresión a los usuarios del metro. Se dirigía a Neid, que le contempló durante un instante.
_¿Eres feliz?_ su voz salió de lo más profundo de su organismo. Todo el vagón se paró a contemplar la respuesta.
_Si, soy realmente feliz, me encanta pasear por el metro con este patinete_ irónico, pero realmente decía la verdad, aquel extraño ser, carente de ninguna utilidad para el resto de su especie, era el más feliz de todos. Las monedas sonaron y el hombre continuó su lenta marcha.
Mire fijamente a Neid, no comprendía por que nadie deseaba hacerle daño a esta criatura indefensa. Era una presa más, un ser que de existir en soledad, sería perseguido por todos. Comprendí por que la mascarada debía perdurar para siempre, un gato pierde su función de depredador cuando los ratones saben donde está.
_Falta una parada Vassago_ me golpeó levemente en el brazo_ , vamos hombre, no me hagas tirar de ti.
Me levanté sosteniéndome a ella. Nos acercamos a la puerta del vagón y esperamos la parada. El tren iba aminorando para detenerse frente al andén.
_Neid, necesito comer algo_ mi tono era débil, imperceptible.
_Cuando lleguemos a palacio te ofreceré el festín más grande que jamás hayas visto_ sonrió.
_Neid, no llegaremos a palacio, acabara con nosotros antes, todo esta planeado, todo esta preparado_ perdí mi vista en el continuo flujo de luces en el túnel.
_No seas pesimista, sabes que lo conseguiremos, juntos_ me miró, esperando una respuesta que yo no pensaba darle.
La puerta del vagón se abrió. Un hombre con las piernas amputadas, postrado sobre un patín, entro deslizándose, sostenía un bote oxidado que usaba como deposito para los bienvenidos y apreciados clientes. El tintineo de las monedas al repicar con el resto de monedas que contenía el bote se iba introduciendo en mis tímpanos, como el sonido que emitían las gotas al golpear en el cristal de mi guarida hace quinientos años.
"_Vassago, creo que ya has aprendido lo suficiente como para valerte por ti mismo_ la voz de Dave era suave, como la de un ángel que te despierta a media noche para arroparte.
_Dave, hace tiempo que tengo una pregunta en mente...
_¿Cual es?_
_¿Porqué mantenéis ese velo? ¿Son tan tontos los mortales? ¿ No se dan cuenta de su condición de presa?
_Vassago, eso son tres preguntas, ninguna de ellas tiene una respuesta clara"
_Una moneda para un pobre lisiado_ el hombre forzó la sonrisa, esperando causar una buena impresión a los usuarios del metro. Se dirigía a Neid, que le contempló durante un instante.
_¿Eres feliz?_ su voz salió de lo más profundo de su organismo. Todo el vagón se paró a contemplar la respuesta.
_Si, soy realmente feliz, me encanta pasear por el metro con este patinete_ irónico, pero realmente decía la verdad, aquel extraño ser, carente de ninguna utilidad para el resto de su especie, era el más feliz de todos. Las monedas sonaron y el hombre continuó su lenta marcha.
Mire fijamente a Neid, no comprendía por que nadie deseaba hacerle daño a esta criatura indefensa. Era una presa más, un ser que de existir en soledad, sería perseguido por todos. Comprendí por que la mascarada debía perdurar para siempre, un gato pierde su función de depredador cuando los ratones saben donde está.
_Falta una parada Vassago_ me golpeó levemente en el brazo_ , vamos hombre, no me hagas tirar de ti.
Me levanté sosteniéndome a ella. Nos acercamos a la puerta del vagón y esperamos la parada. El tren iba aminorando para detenerse frente al andén.
- Vassago
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- Registrado: 31 Mar 2004 02:09
- Ubicación: Un viejo parque de atracciones...
La noche era más cerrada de lo habitual, las calles que carecían de iluminación se encontraban en una oscuridad de lo más agradable para un depredador hambriento. Las calles que nos dirigían a palacio estaban en ese punto. Supongo que Dave decidió instalarlo en aquella zona precisamente por eso, para poder cazar a su aire sin tener que alejarse demasiado de su espacio vital.
Neid caminaba decidida, sujetándome por la cintura, haciendo ver que eramos una pareja feliz que paseaba por las calles. Intenté comportarme de la mejor manera posible, asumiendo que mi estado no era de los más apetecibles de llevar. Mis ojeras, mi piel en un tono más pálido, cadavérico, el hambre no me permitía usar mi energía en banalidades de ese tipo.
Giramos la esquina, justo la que daba frente a la mansión. Apareció ante nuestro ojos una escena dantesca. La calle estaba completamente iluminada, pero no era una luz natural. Una columna de humo gigantesca surgía de entre las llamas. La mansión parecía una hoguera al más puro estilo de la inquisición, una quema de brujas como antaño, cuando eramos perseguidos constantemente por la iglesia. Las sirenas de los bomberos se oían de fondo, estaban apunto de llegar, pero ya era demasiado tarde, no quedaría nada de nuestro hogar.
La cara de Neid era un crisol de sentimientos, no sabía si llorar, si reír en un ataque de locura momentánea o gritar como una bestia en pleno frenesí. Cerró el puño, hasta que de la palma de su mano goteaba sangre."No Neid, no puedes hacerme esto" maldije su nombre mentalmente, no era apropiado que yo viera sangre, no era bueno ni olerla. Intente refrenar la bestia, pero no fue necesario.
_¡Bebe!_ dirigió su mano en dirección a mi boca.
_¿Sabes que ocurrirá si lo hago?_ quedaríamos enlazados, ella sabría que hago yo, y yo sabría que hace ella. Un lazo de sangre con Neid sería ceder por completo el control de mi mente a sus ordenes.
_¡Vassago, es una orden!_los gritos resonaban entre la oscuridad de nuestra posición.
Acerqué mi boca a la palma de su mano y empecé a beber. Noté como su sangre descendía por mi organismo, como era absorbida con rapidez, como cada uno de los atrofiados órganos restablecía su funcionamiento de una forma extremadamente agradable, era como un orgasmo. Los lazos de sangre eran lo más parecido al sexo para los vampiros, intercambiar nuestras sangres. Centenares de imágenes se entremezclaban en mi mente, nuestras memorias estaban fusionándose. Vi todos los recuerdos de Neid en décimas de segundo. Pero el lazo no terminaría hasta que ella recibiera mi sangre, esto era el principio de algo.
El hambre había quedado atrás. Pero la situación no había mejorado, Neid quería venganza, podía notar ese pensamiento entre mi subconsciente. Las luces del camión de bomberos aparecieron por el otro extremo de la calle. Se planto en unos segundos frente a la fogata y en pocos minutos tenían montado todo el tenderete, las mangueras conectadas a la boca de incendios que había frente a la casa, los bomberos preparados para entrar a rescatar a quien fuese necesario, pero estaba claro que no era necesario.
Neid arrancó en carrera, su cuerpo se difuminó con el viento. Un salto y se encontraba sobre el cuerpo de uno de aquellos hombres. Se había roto definitivamente, la mascarada se había partido por la mitad, como un árbol cuando le cae un rayo. Neid desgarró el cuello del hombre a la vista de todos. El pánico se adueño de los mortales, que empezaron a chillar como colegialas al ver a su ídolo. Ya era demasiado tarde para evitar nuestro descubrimiento.
"Esto se ha ido de madre. Nuestro imperio ha caído. Lo siento Dave, lo siento"
Neid caminaba decidida, sujetándome por la cintura, haciendo ver que eramos una pareja feliz que paseaba por las calles. Intenté comportarme de la mejor manera posible, asumiendo que mi estado no era de los más apetecibles de llevar. Mis ojeras, mi piel en un tono más pálido, cadavérico, el hambre no me permitía usar mi energía en banalidades de ese tipo.
Giramos la esquina, justo la que daba frente a la mansión. Apareció ante nuestro ojos una escena dantesca. La calle estaba completamente iluminada, pero no era una luz natural. Una columna de humo gigantesca surgía de entre las llamas. La mansión parecía una hoguera al más puro estilo de la inquisición, una quema de brujas como antaño, cuando eramos perseguidos constantemente por la iglesia. Las sirenas de los bomberos se oían de fondo, estaban apunto de llegar, pero ya era demasiado tarde, no quedaría nada de nuestro hogar.
La cara de Neid era un crisol de sentimientos, no sabía si llorar, si reír en un ataque de locura momentánea o gritar como una bestia en pleno frenesí. Cerró el puño, hasta que de la palma de su mano goteaba sangre."No Neid, no puedes hacerme esto" maldije su nombre mentalmente, no era apropiado que yo viera sangre, no era bueno ni olerla. Intente refrenar la bestia, pero no fue necesario.
_¡Bebe!_ dirigió su mano en dirección a mi boca.
_¿Sabes que ocurrirá si lo hago?_ quedaríamos enlazados, ella sabría que hago yo, y yo sabría que hace ella. Un lazo de sangre con Neid sería ceder por completo el control de mi mente a sus ordenes.
_¡Vassago, es una orden!_los gritos resonaban entre la oscuridad de nuestra posición.
Acerqué mi boca a la palma de su mano y empecé a beber. Noté como su sangre descendía por mi organismo, como era absorbida con rapidez, como cada uno de los atrofiados órganos restablecía su funcionamiento de una forma extremadamente agradable, era como un orgasmo. Los lazos de sangre eran lo más parecido al sexo para los vampiros, intercambiar nuestras sangres. Centenares de imágenes se entremezclaban en mi mente, nuestras memorias estaban fusionándose. Vi todos los recuerdos de Neid en décimas de segundo. Pero el lazo no terminaría hasta que ella recibiera mi sangre, esto era el principio de algo.
El hambre había quedado atrás. Pero la situación no había mejorado, Neid quería venganza, podía notar ese pensamiento entre mi subconsciente. Las luces del camión de bomberos aparecieron por el otro extremo de la calle. Se planto en unos segundos frente a la fogata y en pocos minutos tenían montado todo el tenderete, las mangueras conectadas a la boca de incendios que había frente a la casa, los bomberos preparados para entrar a rescatar a quien fuese necesario, pero estaba claro que no era necesario.
Neid arrancó en carrera, su cuerpo se difuminó con el viento. Un salto y se encontraba sobre el cuerpo de uno de aquellos hombres. Se había roto definitivamente, la mascarada se había partido por la mitad, como un árbol cuando le cae un rayo. Neid desgarró el cuello del hombre a la vista de todos. El pánico se adueño de los mortales, que empezaron a chillar como colegialas al ver a su ídolo. Ya era demasiado tarde para evitar nuestro descubrimiento.
"Esto se ha ido de madre. Nuestro imperio ha caído. Lo siento Dave, lo siento"