Siento como se escapa el aire, como mi ultimo suspiro se agota. Mi mente se desvanece en un millar de imágenes, recuerdos y sentimientos. Desde mis primeros pasos hasta mis últimos lamentos, pasando por todos y cada uno de esos momentos que se quedan grabados en nuestro subconsciente. Mis manos se agarrotan, el riego sanguíneo empieza a detenerse, ya no noto las yemas de mis dedos.
Veo a mi madre, meciendo mi cuerpo entre sus brazos. Su sonrisa no cabe en el ancho de su cara, sus dientes brillan como el sol de la mañana en un día de verano, sus ojos humedecidos por las lágrimas de alegría. A su lado está mi padre, con su poblado bigote, marcando esos hoyuelos que heredé. Mi hermano, agarrado al pantalón de mi padre, mirándome intrigado.
Veo a mi madre, con las manos sobre un pequeño cristal desde el que la miro, su boca ha desaparecido por completo, la linea de sus labios se difumina cuando respira, sus ojos humedecidos por las lágrimas de pena. A su lado está mi padre rodeando su espalda con su brazo, su bigote poblado y blanco, sus mejillas completamente lisas como un papel. Mi hermano, agarrado al jersey de su mujer, cubriendo su mirada con unas gafas de sol
La sangre golpea con fuerza el fondo blanco de mi bañera, junto al charco una cuchilla. Poco a poco empiezo a ver mi cuerpo, tirado sobre el borde de la bañera. El ruido desaparece. La imagen se difumina y todo se vuelve negro.