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Comienzos que enganchan

Publicado: 14 Jul 2004 17:08
por NORNA
Mientras tenga tiempo y ganas iré añadiendo los primeros párrafos de libros que, a mi juicio, son capaces de enganchar al lector y convencerle para seguir leyendo un poco más.
Efectivamente, pueden participar si lo desean.

Empiezo con algo típico:

La vida del planeta Tierra discurría dentro de la normalidad más aburrida. Mientras los ciudadanos estábamos demasiado preocupados en resolver nuestros pequeños problemas, en uno de los mundos más antiguos del sistema solar, inteligencias superiores llevaban mucho tiempo examinándonos como hace el investigador al mira por su microscópio.
Me estoy refiriendo a unas criaturas implacables, que a comienzos del siglo veinte habían decidio invadir la Tierra. Para ellos era una cuestión de superviviencia y tambiénde envidia. En razón de que su mundo, Marte, resultaba muy viejo, se hallaba a mayor distancia del Sol y sufría el acoso de los hielos. Pronto serían aniquilados por su medio ambiente. Y esta amenaza les había agudizado la imaginación, en beneficio de la capacidad para fabricar unas máquinas que a los habitantes de nuestro mundo nos resultaría imposible de concebir.


Si al leer algo así no os pica la curiosidad por saber qué pasará, hacéoslo mirar.

Por cierto: La Guerra de los Mundos (H.G.Wells)

Publicado: 14 Jul 2004 18:10
por BarBara
" Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido.

- Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie - advirtió mi padre -. Ni a tu amigo Tomás. A nadie.

- ¿Ni siquiera a mamá? - inquirí yo, a media voz.

Mi padre suspiró, amparado en aquella sonrisa triste que le perseguía como una sombra por la vida.

- Claro que sí - respondió cabizbajo -. Con ella no tenemos secretos. A ella puedes contárselo todo.

Poco después de la guerra civil, un brote de cólera se había llevado a mi madre. "


La sombra del viento - Carlos Ruiz Zafón

Gran principio, gran libro.

Publicado: 14 Jul 2004 18:55
por Juggernaut
- ¡Vamos, micos! ¿Acaso queréis vivir para siempre?
Alocución de un sargento desconocido a su pelotón, en 1918.

Siempre me entran escalofríos antes de una bajada. Ya me han dado las inyecciones, por supuesto, y me han sometido a la preparación hipnótica; por tanto, cabe suponer que no debo sentir miedo. El psiquiatra de la nave ha comprobado mis ondas cerebrales, haciéndome preguntas tontas mientras yo estaba dormido, y me dice que no es miedo, que no es nada importante..., que sólo es como ese temblor característico del caballo de carreras ansioso por lanzarse en la puerta de salida.
Sobre eso no puedo opinar, pues nunca he sido caballo de carreras, pero la verdad es que cada vez siento un terror mortal.
Treinta minutos antes de la hora D, tras haber pasado lista en la sala de bajadas del Rodger Young, nos inspeccionó nuestro jefe de pelotón. No era el jefe de siempre, porque al teniente Rasczak se lo habían cargado en nuestra última bajada; se trataba en realidad del sargento Jelal, sargento profesional de navío. Jelly era un turco-finlandés de Iskander, cerca de Próxima; un hombrecillo moreno con aspecto de clérigo pero a quien yo he visto coger a dos soldados enloquecidos, tan grandes que tuvo que ponerse de puntillas para agarrarles, golpearles la cabeza como si fueran dos cocos y echarse atrás tan sereno mientras los otros caían.
Fuera de servicio no estaba mal... para ser sargento. Incluso se le podía llamar «Jelly» en sus narices. No los reclutas, claro, pero sí cualquiera que hubiera hecho al menos una bajada de combate.
Sin embargo, ahora estaba de servicio. Todos habíamos pasado ya la inspección del equipo de combate (claro, se trata del propio cuello, ¿no?), el sargento del pelotón nos había repasado cuidadosamente después de pasar lista, y ahora Jelly volvía a concentrarse en nosotros, con el rostro muy serio y los ojos atentos al menor detalle. Se detuvo al pasar junto al hombre que estaba delante de mí, apretó el conmutador de su cinturón que daba la lectura del estado físico, y le dijo:
- ¡Fuera!
- Pero, mi sargento, ¡si no es más que un resfriado! El médico dijo...
Jelly le interrumpió:
- «Pero, mi sargento...» - remedó burlón -. No es el médico el que va a bajar..., ni tú tampoco, con grado y medio de fiebre. ¿Crees que tengo tiempo para charlar contigo justo antes de una bajada? ¡Fuera!
Jenkins nos dejó con aire triste y furioso, y yo me sentí muy mal también. Como se habían cargado al teniente en la última bajada, y con eso de los ascensos yo era ahora jefe ayudante de sección - segunda sección en esta bajada -, ahora iba a tener un hueco en mi sección y sin medios de llenarlo. Lo cual es malo, pues significa que un hombre puede verse en un problema muy grave, pedir socorro y no encontrar a nadie que le ayude.
Jelly no retiró a nadie más. De pronto, se detuvo delante de nosotros, nos miró de arriba abajo y agitó la cabeza con pesadumbre.
- ¡Vaya una pandilla de micos! - gruñó -. Tal vez si se os cargaran a todos en esta bajada, los jefes podrían empezar otra vez y conseguir el tipo de hombres que el teniente esperaba que fuerais. Pero probablemente no será así, con la clase de reclutas que nos vienen en estos tiempos. - De pronto, se puso en posición de firmes y gritó:
- ¡Sólo quiero recordaros, micos, que todos y cada uno de vosotros le habéis costado al gobierno, contando las armas, el traje acorazado, las municiones, los instrumentos, la instrucción y demás, e incluido todo lo que coméis de más, habéis costado, digo, un total de más de medio millón! Añadid a eso los treinta centavos que valéis realmente, y es una gran suma. - Nos miró furioso -. ¡De modo que hay que devolverlo todo! No nos importa perderos a vosotros, pero no podemos quedarnos sin ese precioso traje que lleváis. No quiero héroes en este equipo. Al teniente no le gustaría. Tenéis un trabajo que hacer. Bajáis, lo hacéis, mantenéis los oídos bien abiertos para la llamada de regreso, y aparecéis para que os recojan a paso ligero y por números. ¿Entendido?


Tropas del espacio, de Robert A. Heinlein.

Y el que se atreva a criticarlo sin haberlo leído, por la película (Starship Troopers), que se calle hasta que lo lea.

Publicado: 14 Jul 2004 21:16
por arafat
"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo".

Cien años de soledad. García Marquez.

Publicado: 14 Jul 2004 21:55
por Nicotin
"¡Pobre Xaudaró y pobre de mí!
Vivíamos en Madrid con el agua al cuello aun en las épocas de mayor sequía.
Debíamos a todo el mundo. ¡Cuánto hubiéramos tenido que hacer si hubiéramos hecho lo que debíamos!
Todos nuestros recursos estaban ya apurados.
Y nosotros más apurados aún que los recursos.
Pedíamos dinero adelantado a los propietarios de los periódicos, y adquiríamos la convicción de que no estamos en el siglo de los adelantos."


"Viajes morrocotudos en busca del Trifinus Melancólicus" , Juan Pérez Zúñiga, 1921

Por cierto, había apostado a que lo de "Cien años de Soledad" salía antes de cinco respuestas.

Publicado: 14 Jul 2004 22:26
por arafat
No llores hombre... mira que me lo leí porque tú recomendaste lo siguiente:

"Un modesto joven se dirigía, en pleno verano, desde Hamburgo, su ciudad natal, a Davos-Platz, en el cantón de los Grisones. Iba allí a hacer una visita de tres semanas."

La montaña mágica-Thomas Mann

Publicado: 14 Jul 2004 22:46
por Nicotin
Post en Huelga, en protesta contra el paroxístico ataque de ego de Dolordebarriga.

Publicado: 14 Jul 2004 22:59
por arafat
Y qúe me dices de...

"Fue el 15 de junio de 1767 cuando Cosimo Piovasco di Rondo, mi hermano, se sentó por última vez entre nosotros. Lo recuerdo como si fuera hoy."

... acabando ese capitulo tal que así...

"Nuestro padre se asomó al alféizar.

—¡Cuando te canses de estar ahí cambiarás de idea!—le gritó.

—¡Nunca cambiaré de idea!—dijo mi hermano, desde la rama.

—¡Ya verás en cuanto bajes!

—¡No bajaré nunca!

Y mantuvo su palabra."


Del mismo pero El barón rampante.

Publicado: 14 Jul 2004 23:20
por Nicotin
Post en Huelga, en protesta contra el paroxístico ataque de ego de Dolordebarriga.

Publicado: 15 Jul 2004 00:59
por Prez
arafat escribió:"Un modesto joven se dirigía, en pleno verano, desde Hamburgo, su ciudad natal, a Davos-Platz, en el cantón de los Grisones. Iba allí a hacer una visita de tres semanas."

La montaña mágica-Thomas Mann


A mí también me encantó La montaña mágica, pero ¿de verdad crees que ese comienzo engancha? Hombre, que lo único que dice es que el protagonista viaja de una ciudad a otra y no presagia nada de lo que viene a continuación. Pero bueno, es cuestión de gustos y es absurdo que me ponga a sacarle más punta de la que le estoy sacando.

Voy a poner alguos inicios que a mí sí me resultaron llamativos.

Franz Kafka, en La metamorfosis, escribió:Gregorio Samsa despertó aquella mañana después de un sueño inquieto y sorprendióse en su cama convertido en un monstruoso insecto.


Franz Kafka, en El proceso, escribió:Posiblemente algún desconocido había calumniado a Joseph K., pues sin que hubiese hecho nada punible, fue detenido una mañana.


Dos de Kafka. Historias de pesadilla cuyos inicios ya se muestran inquietantes.

George Orwell, en 1984, escribió:Afuera, incluso a través de los ventanales cerrados, el mundo parecía frío. Calle abajo se formaban pequeños torbellinos de viento y polvo; los papeles rotos subían en espirales y, aunque el sol lucía y el cielo estaba intensamente azul, nada parecía tener color a no ser los carteles pegados por todas partes. La cara de los bigotes negros miraba desde todas las esquinas que dominaban la circulación. En la casa de enfrente había uno de estos cartelones. EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decían las grandes letras, mientras los sombríos ojos miraban fijamente a los de Winston. En la calle, en línea vertical con aquél, había otro cartel roto por un pico, que flameaba espasmódicamente azotado por el viento, descubriendo y cubriendo alternativamente una sola palabra: INGSOC. A lo lejos, un autogiro pasaba entre los tejados, se quedaba un instante colgado en el aire y luego se lanzaba otra vez en un vuelo curvo. Era de la patrulla de policía encargada de vigilar a la gente a través de los balcones y ventanas. Sin embargo, las patrullas eran lo de menos. Lo que importaba verdaderamente era la Policía del Pensamiento.


Qué decir de 1984. Y lo bajo que ha caído últimamente el término «Gran Hermano».

John Kennedy Toole, en La conjura de los necios, escribió:Una gorra de cazador verde apretaba la cima de una cabeza que era como un globo carnoso. Las orejeras verdes, llenas de unas grandes orejas y pelo sin cortar y de las finas cerdas que brotaban de las mismas orejas, sobresalían a ambos lados como señales de giro que indicasen dos direcciones a la vez. Los labios, gordos y bembones, brotaban protuberantes bajo el tupido bigote negro y se hundían en las comisuras, en plieguecitos llenos de reproche y de restos de patatas fritas. En la sombra, bajo la visera verde de la gorra, los altaneros ojos azules y amarillos de Ignatius J. Reilly miraban a las demás personas que esperaban bajo el reloj junto a los grandes almacenes D. H. Holmes, estudiando a la multitud en busca de signos de mal gusto en el vestir. Ignatius percibió que algunos atuendos eran lo bastante nuevos y lo bastante caros como para ser considerados sin duda ofensas al buen gusto y la decencia. La posesión de algo nuevo y caro sólo reflejaba la falta de teología y de geometría en una persona. Podía proyectar incluso dudas sobre el alma misma del sujeto.


Con la descripción del personaje, se intuye que éste promete.

Tengo la sensación de que se me olvidan muchos más. Pero bueno, si me acuerdo los iré poniendo.