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Sensual, sexual, lo que usted quiera.

Publicado: 26 Jul 2004 19:30
por NORNA
O lupanar
Augusto dos Anjos

Ah! Por que monstruosíssimo motivo
Prenderam para sempre, nesta rede,
Dentro do ângulo diedro da parede,
A alma do homem polígamo e lascivo?!
Este lugar, moços do mundo, vêde:
É o grande bebedouro colectivo,
Onde os bandalhos, como um gado vivo,
Todas as noites, vêm matar a sede!
É o afrodístico leito do hetairismo,
A antecâmara lúbrica do abismo,
Em que é mister que o gênero humano entre,
Quando a promiscuidade aterradora
Matar a última força geradora
E comer o último óvulo do ventre!


La bailarina de los pies desnudos
Rubén Darío

Iba, en un paso rítmico y felino
a avances dulces, ágiles o rudos,
con algo de animal y de divino
la bailarina de los pies desnudos.
Su falda era la falda de las rosas,
en sus pechos había dos escudos…
Constelada de casos y de cosas…
La bailarina de los pies desnudos.
Bajaban mil deleites de los senos
hacia la perla hundida del ombligo,
e iniciaban propósitos obscenos
azúcares de fresa y miel de higo.
A un lago de la silla gestatoria
estaban mis bufones y mis mudos…
¡Y era toda Selene y Anactoria
la bailarina de los pies desnudos!

Publicado: 26 Jul 2004 19:33
por NORNA
En la mesa vecina
Konstandinos Kavafis

Tendrá ventitrés años,
sin embargo, que seguro estoy hace veintidós
gocé este mismo cuerpo.
No es que me excite mucho.
Hace sólo unos minutos entré al casino,
no he tenido tiempo de beber mucho.
Yo he gozado ese cuerpo;
si no recuerdo dónde, eso no importa.
Ahora, cuando se sienta a la mesa,
reconozco cada movimiento, y bajo sus ropas,
veo de nuevo los miembros que amé, desnudos.


Oda al coño de mi diosa
Josean

Oh, Coño de mi Diosa, Coño de mi Deseo,
cofre repleto de los más exóticos y preciados placeres,
ofreciéndome a ti, te rindo culto y adoración.

De ti, mi bien absoluto, padezco
la sed mas ardiente que nunca nadie haya padecido,
ávido de tu abismo, quiero, sumiso, lamer tus labios
y robar tu sagrado jugo en el hueco de mi lengua,
besar, quiero, el apéndice del placer que emerge en tu proa
tras quemar mi incienso en tu alabanza.

Oh, Coño, tantas veces cabalgado hasta la extenuación
digno del Olimpo por ser tu carne de Diosa,
pero también, como los héroes griegos, por tus gestas.
Con tu anillo de voluptuosidad has ceñido, glotón,
las más gordas vergas, que han tenido el privilegio de catarte,
empinadas hacia ti, oh mi Cielo, Paraíso,
buscando tu fondo con la dureza del basalto.

En ti han buscado cimiento las más robustas columnas,
que, luego de gozarte has rendido, mansas y sumisas,
tras descargar en ti el poderoso alud del deseo.

Exhaustos has dejado, tras loca danza ante tus labios,
los más rollizos y hermosos cojones,
que cargados de semilla se habían pavoneado ante tu suculenta raja
enardecidos por el regusto que a los machos ofrendas.

Coño mío, coño aventurero, coño explorador y sabio,
catador de los más intensos y prolongados deleites,
Coño de mi Diosa.
Si todo el placer que has dado a mi Ama
se uniera en un único orgasmo
temblarían los cimientos del Universo.

Las cataratas del Niágara se precipitarían en tu cuenca,
si todas las vergas que te han jodido se juntaran
en una sola embestida, Placer de los Placeres.

He de fundar una orden entregada a tu culto, Coño mío.
Buscaré a los varones que con tu oloroso flujo has ungido
para, unidos por el hilo del mismo deseo, glosar tu poder.
Acordes nuestras viriles voces, cantaremos en tu alabanza
y te adoraremos.

Cuántas veces mi Diosa, ha dejado el paso franco
ofreciéndote al deseo más primitivo
en las sagradas posiciones, que enseñan
las páginas del Kamasutra y los frescos de Pompeya.

Para apropiarte del blanco licor que codicias
has aguantado al violento compás de tu glotonería
las más fieras embestidas.
Sin pudor te has abierto
dilatando tus labios cual fauces de boa,
apoyado por el voluptuoso cimbreo
del culo de mi Reina
hasta reventar la estaca que agitándose en ti paladeas.

Por tus prodigios me postro ante ti y te adoro,
poderoso centro de la vibración del mundo,
epicentro de los seismos que la pasión engendra
pozo en cuya noche se reflejan
las blancas estrellas de semen de los dioses,
agujero negro en el que los placernautas,
ingenuos insectos,
atraídos por el dulce jugo de tu planta carnívora,
irremisiblemente caen.

Para beber el néctar sagrado
que destila la humedad de tus paredes.
llegaré con mi lengua hasta tu bóveda,
tantas veces surcada por cometas vertidos
por aquellos menhires
que uno tras otro, fueron
prisioneros de tus labios.

Déjame ahora, Coño idolatrado
ser tu jinete.
Ciñe mi verga con tu gola de carne.
Déjame que te cabalgue yo también.
Déjame que me derrame y muera en ti.

Que tu Ama, la Diosa de mi corazón,
me recoja, abierta, entre sus brazos.

Publicado: 26 Jul 2004 19:38
por NORNA
"La casada infiel"
F. G. Lorca

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
*
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quién soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.



Y por último, mi favorita, no necesariamente la mejor. Aunque la original es en valenciano, he encontrado esta traducción hecha por el propio autor.

LOS AMANTES
V. A. Estellés

La carne quiere carne.
AUSIÀS MARCH


«No había en Valencia dos amantes como nosotros.»
Ferozmente nos amábamos desde la mañana a la noche.
Todo lo recuerdo mientras vas tendiendo la ropa.
Han pasado años, muchos años; han pasado muchas cosas.
De pronto aún me coge aquel viento o el amor
y rodamos por tierra entre abrazos y besos.
No comprendemos el amor como una costumbre amable,
como una costumbre pacífica de cumplimiento y telas
(y que nos perdone el casto señor López Picó).
Se despierta, de pronto, como un viejo huracán
y nos tumba en tierra a los dos, nos junta, nos empuja.
Yo deseaba, a veces, un amor educado
y en marcha el tocadiscos, negligentemente besándote
ahora un hombro, y después el pezón de una oreja.
Nuestro amor es un amor brusco y salvaje,
y tenemos la nostalgia amarga de la tierra,
de ir a revolcones entre besos y arañazos.
¡Qué queréis que haga! Elemental, ya lo sé.
Ignoramos el Petrarca e ignoramos muchas cosas.
Las Estances de Riba y las Rimas de Bécquer.
Después, tumbados en tierra de cualquier manera,
comprendemos que somos bárbaros, y que eso no debe ser.
Que no estamos en la edad, y todo esto y lo otro.
No había en Valencia dos amantes como nosotros,
porque amantes como nosotros son paridos bien pocos.

Publicado: 28 Jul 2004 16:09
por BarBara
- Él me ama -

Él me ama. Me ama tanto que yo huelo la muerte en sus caricias, en su mirada veo el crimen, en cada gesto suyo: la absorción, el tironeo.
En el Espectáculo de Suamor la tierra gira a una velocidad que deforma mi cuerpo...
Succionada por su sed, yo: una gota de carne horizontal, que él se dispone a chupar, sin pudor alguno.
Espera con espasmos, con ira, con sollozos, el momento justo, enfocado, fatal, de abalanzarse sobre eso y penetrarlo. Enarbolar ese coágulo de vida, levantarlo como una ofrenda a su espejo.
Haga lo que haga, él ha decidido amarme, izarme en su soledad como una bandera santa, sangrienta. Ya me ha condecorado, condenado con su amor.
Cómo buscar en su cuerpo, si cada roce sería una profecía; sus extremidades como tentáculos traspasarían mis fronteras.
Caer en sus brazos: desbarrancarse por su avidez. Más que tomarme, atravesarme, hincarme en lo puntiagudo de su historia, clavarme en su cruz particular, hacerme la virgen madre de su santuario musculoso.
Devorar algo en mí que todayó le represento, o sea, tenerme, hacerme suya, hacerme de él.
Él, ser eso que soy.

Susana Cerda*

* No pasa nada.