Un momento cualquiera (II)
Publicado: 07 Dic 2004 17:35
Es extrañamente familiar el estar aquí, flotando. Juraría que existe un silencio absoluto, pero en la lejanía me parece oír rugir la estela de un cuerpo celeste viajando a la velocidad del pensamiento. Me recuerda al silbido melancólico de un tren cruzando una solitaria estepa.
Por el contrario, es agradable el pensar que irreductiblemente estoy solo a mucho tiempo a la redonda, pero que en la inmensidad del individualismo que ahora vivo, miles de cuerdas están vibrando al unísono en mí. ¿Qué es el tiempo? Una vez me dijeron que eso no existe, y así lo creo, ya que no sé si llevo en este estado algo más de un minuto, una semana o un poco menos que una vida.
Los latidos tocan de fondo otra vez, como furiosos tambores de un ritual mágico,. Yo, sigo todavía aquí, ingrávido y abandonado a mis sentidos. La oscuridad se ha vuelto tintineante fluido vital del cual me es sumamente doloroso separarme. Como el feto encogido en el líquido amniótico. Como una estrella feneciendo muda en la grandiosidad del cosmos.
Algunos planetas juegan a evolucionar cerca de mí, pero yo creo que es gracias a mi energía creativa por lo que se mantienen en movimiento.
A veces siento que es aquí en dónde me engendré, no me cabe la menor duda. Pero es un recuerdo tan vago que me hace creer que es un momento de un dulce sueño...
...
Doy un golpe en el aire con el mentón. Las ondas retumban sigilosamente en el cuarto. ...He vuelto a cabecear viendo la tele...
Creo que voy a ir al médico, ...quizá sea cansancio, o algún estado de ansiedad... No es normal que súbita y conscientemente me quede dormido y soñando en cualquier momento del día... Pero es tan real...
La voz de la televisión sigue provocando temblores de grado cinco en el Norte del Nepal, y por momentos me parece escuchar una leve y ajena interferencia repetitiva. Es una tos. Alguien tose en algún profundo recoveco de la casa.
Monotonía insostenible y espantosa soledad es lo que percibo ahora. El cuerpo me pesa tanto que pareciera comenzar a fundirse con el sofá, pasando a formar parte del tejido de este.
La melodía que se desprende de la caja se vuelve densa y comienza a inundar hostilmente la habitación. Ahí viene otra vez la sensación de ingravidez. ...No, no quiero... Me resisto, pero cada una de mis células vuelve a bailar por sí misma. Me dejo llevar, regreso.
¿Estoy durmiendo otra vez?
Tengo miedo. Tengo miedo porque no sé si estoy cabeceando aquí, ...o cabeceando allí...

Por el contrario, es agradable el pensar que irreductiblemente estoy solo a mucho tiempo a la redonda, pero que en la inmensidad del individualismo que ahora vivo, miles de cuerdas están vibrando al unísono en mí. ¿Qué es el tiempo? Una vez me dijeron que eso no existe, y así lo creo, ya que no sé si llevo en este estado algo más de un minuto, una semana o un poco menos que una vida.
Los latidos tocan de fondo otra vez, como furiosos tambores de un ritual mágico,. Yo, sigo todavía aquí, ingrávido y abandonado a mis sentidos. La oscuridad se ha vuelto tintineante fluido vital del cual me es sumamente doloroso separarme. Como el feto encogido en el líquido amniótico. Como una estrella feneciendo muda en la grandiosidad del cosmos.
Algunos planetas juegan a evolucionar cerca de mí, pero yo creo que es gracias a mi energía creativa por lo que se mantienen en movimiento.
A veces siento que es aquí en dónde me engendré, no me cabe la menor duda. Pero es un recuerdo tan vago que me hace creer que es un momento de un dulce sueño...
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Doy un golpe en el aire con el mentón. Las ondas retumban sigilosamente en el cuarto. ...He vuelto a cabecear viendo la tele...
Creo que voy a ir al médico, ...quizá sea cansancio, o algún estado de ansiedad... No es normal que súbita y conscientemente me quede dormido y soñando en cualquier momento del día... Pero es tan real...
La voz de la televisión sigue provocando temblores de grado cinco en el Norte del Nepal, y por momentos me parece escuchar una leve y ajena interferencia repetitiva. Es una tos. Alguien tose en algún profundo recoveco de la casa.
Monotonía insostenible y espantosa soledad es lo que percibo ahora. El cuerpo me pesa tanto que pareciera comenzar a fundirse con el sofá, pasando a formar parte del tejido de este.
La melodía que se desprende de la caja se vuelve densa y comienza a inundar hostilmente la habitación. Ahí viene otra vez la sensación de ingravidez. ...No, no quiero... Me resisto, pero cada una de mis células vuelve a bailar por sí misma. Me dejo llevar, regreso.
¿Estoy durmiendo otra vez?
Tengo miedo. Tengo miedo porque no sé si estoy cabeceando aquí, ...o cabeceando allí...
