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Los porqués se amontonan y la sensatez está arrinconada, cómplice y cobarde.
Cuando en el autobús noté voluptuosidad en el roce de esa chica me quede quieto y sorprendido, inmóvil.
Me violenta el contacto físico, me jode, soy capaz de andar kilómetros si puedo ahorrarme aglomeraciones.
Su mirada fresca y risueña no me sacó de la estupefacción.
Su falda plisada de cuadros y el jersey gris no ofrecía lugar dudas, tenia que pertenecer a ese grupo de chillonas adolescentes que esquivaba todas las mañanas.
Su cuerpo era pecado y mortal que más quisiera Boticelli haber tenido el rostro de esta chica como modelo para su Venus.
Boticelli estaba muerto y a mi esta venus me estaba sonriendo.
Otra curva otro roce otra mirada, no podía ser, ese guiño de su ojo me desarmo, esquive la mirada y me dedique como delincuente a escrutar a los pasajeros para encontrarme con alguna mirada que me recriminara.
Aprovechando que subían mas personas me cambie de sitio y me puse apoyado sobre la espalda, que iluso fui, muy mala defensa, ¡que culito!
Nos bajamos en la última parada.
La besé con rabia.
Con Dios.
Soraya
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Soraya
Afinador de cisternas
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El travelo era él. Desorientado. Traidor.
Tanto Amparo de noche y ahora qué. ¿Bollera?

Tanto Amparo de noche y ahora qué. ¿Bollera?

Ajolá pase algo que me engorde de pronto/ Un alud de tocino, un camión de merengue/ Ajolá por lo menos que me rapte Falete/ Para así comer tanto, para así comer siempre/ De todas las pancetas, de todos los jamones/ Ajolá que no pueda ni verme los cojones. - Salivo Rodrïguez.