Canto XXVII v.2.0
Publicado: 28 Feb 2005 22:40
El Infierno es un lugar oscuro, y las dos figuras caminan por un angosto túnel escasamente iluminado por llamas de un fulgor espectral y enfermizo. De vez en cuando a sus oídos llegan lamentos, sollozos, gritos de dolor; pero siguen adelante.
El túnel desemboca en una enorme cueva, en cuyo centro se encuentra un lago de brea ardiente. En él algunos condenados pagan por sus pecados, sólo sus cabezas asoman de la negra sustancia. Una de las figuras, la más anciana, se dirigió a su acompañante y exclamó:
-“Aquí sufren en la brea ardiente
los que en vida usura practicaron
extorsionando al buen creyente
del camino recto se alejaron
en su afán de acumular riquezas
mas sólo pecado acumularon.”
-“Virgilio, deja de hablar de esa manera absurda.” respondió su acompañante.
-“Digo que aquí están los usureros”
-“Ah, que les den. ¿Falta mucho para llegar al Paraíso?”
-“Sí, todavía no hemos llegado ni al Purgatorio.”
-“Qué asco. Bueno, paremos un rato que estoy cansado.”
Virgilio suspiró, y se sentó en la orilla del lago mientras veía como su acompañante se alejaba. Enterró la cara entre las manos y se preguntó si soportar a ese imbécil era un castigo divino.
-“¡Pssst!”
El anciano alzó la vista. Uno de los condenados, que estaba cerca de la orilla, le estaba haciendo señas. Se acercó.
-“¿Quién eres?”
-“Elijah Silverberg, para servirle. ¿Y tú?"
-“Virgilio. ¿Eres un usurero?"
-“Prestamista.”
-“Tsk. Chuparle la sangre al vulgo, qué pecado más horrible…” Dijo Virgilio sin mucha convicción.
-“No, simplemente prestaba dinero, y a un interés muy razonable. La mitad de las veces no me lo devolvían, por cierto. Verás, los que chupaban la sangre del vulgo eran los condes, los duques, los reyes y los Papas. ¡Hipócritas, del primero al último!”
-“¿Y cómo te va?"
-“¿Tú que crees? Comparado con esto tu limbo es una fiesta. Y encima de vez en cuando viene un demonio con un palo afilado a pincharnos, obligándonos a sumergirnos del todo. Y yo que creía que tener agua en los oídos era molesto…”
-“¿Cuál es el porqué de este castigo?”
-“Creo que estar atrapados en la brea simboliza la atracción que nos unía irremisiblemente al dinero. Parece que el día en el que organizó todo este tinglado el Señor se había levantado alegórico.”
-“¿Y por qué está tan caliente?”
-“Para joder, supongo.”
-“La vida en el Infierno es dura.”
-“Sí, mucho.”
Los dos guardaron silencio. Elijah miró a la otra figura, que se encontraba limpiando laboriosamente sus fosas nasales.
-“Impresionante.” comentó. “Nunca había visto hacer eso con dos dedos a la vez. ¿Quién es?"
-“Se llama Dante. Quiere escribir un poema sobre el Más Allá, y Dios Todopoderoso me ha encargado que le guíe hasta el Purgatorio. Hasta el Paraíso no, ese es un lugar demasiado bueno para un pagano como yo. Bah, seguro que tanta dicha y placer infinito no puede ser bueno”.
-“No parece muy listo.”
-“¿Listo? ¡Es un imbécil! ¡Un patán! ¡Un analfabeto! ¡Dice que es un poeta, pero ni siquiera se ha leído mis obras! ¡No es digno ni de limpiar las heces del Pegaso, allá en el Parnaso!”
-“Los caminos del Señor son inescrutables.”
-“Sí, mucho.”
Elijah volvió a observar a Dante, que había decidido que ahora tocaba limpiarse los oídos.
-“Te propongo algo.”
-“¿El qué?”
-“Deja que ocupe su lugar, y que él ocupe el mío. Un alma entra y un alma sale, nadie se dará cuenta.”
-“Es Lucifer el que habla por tu boca”
-“No, Lucifer está abajo del todo. Masticando, por cierto.”
-“Sería algo injusto, una infamia. Un acto de una bajeza…”
-“¡VIRGI! ¡VEN, RÁPIDO! ¡DESDE AQUÍ SE PUEDE VER EL CÍRCULO DE LAS LUJURIOSAS! ¡ESTÁN DESNUDAS! ¡Y LAS ESTÁN FUSTIGANDO!”
Virgilio empezó a sollozar. Elijah sonrió.
-“Escúchame… Virgi. Yo escribiría el poema de todas formas, y nadie me impediría que en él hablara del noble Virgilio. Sabio entre los sabios, protector incansable, mentor infalible, guía fiel… Tendrás un lugar en las oraciones de todos los cristianos.
-“Hum…”
-“Y haré una descripción del Paraíso tan aburrida y tediosa que los creyentes se lo pensarán dos veces antes de comportarse de forma pía.”
-“No sé…”
-“Lo estás deseando.”
-“Los demonios lo impedirían.”
-“Sabes perfectamente que a los demonios sólo hay una cosa que les guste más que atormentar a un alma condenada: atormentar a una que no lo está.”
-“¿Has leído la Eneida?”
-“Por supuesto” Mintió Elijah.
-“Está bien. Agarra mi mano…”
___________________________
Cuando Dante se aburrió de ver como las lujuriosas pagaban por sus pecados volvió al lago. Allí estaba Virgilo esperándole, acompañado por un hombre cubierto de brea. Los dos sonreían.
-“Bueno, ¿vamos al Paraíso o no? Los sacerdotes me han hablado muy bien de ese lugar.”
-“Oh Dante, mi paciencia has agotado
y el alma que a mi lado alegre espera
te pasará su carga… ¡condenado!
No volverás a gozar de la primavera
A la negra brea irás de cabeza
y tu estancia aquí será duradera.”
-“No te entiendo, carcamal.”
-“Pero lo harás.”
Y de un empujón arrojó a Dante al lago ardiente.
El túnel desemboca en una enorme cueva, en cuyo centro se encuentra un lago de brea ardiente. En él algunos condenados pagan por sus pecados, sólo sus cabezas asoman de la negra sustancia. Una de las figuras, la más anciana, se dirigió a su acompañante y exclamó:
-“Aquí sufren en la brea ardiente
los que en vida usura practicaron
extorsionando al buen creyente
del camino recto se alejaron
en su afán de acumular riquezas
mas sólo pecado acumularon.”
-“Virgilio, deja de hablar de esa manera absurda.” respondió su acompañante.
-“Digo que aquí están los usureros”
-“Ah, que les den. ¿Falta mucho para llegar al Paraíso?”
-“Sí, todavía no hemos llegado ni al Purgatorio.”
-“Qué asco. Bueno, paremos un rato que estoy cansado.”
Virgilio suspiró, y se sentó en la orilla del lago mientras veía como su acompañante se alejaba. Enterró la cara entre las manos y se preguntó si soportar a ese imbécil era un castigo divino.
-“¡Pssst!”
El anciano alzó la vista. Uno de los condenados, que estaba cerca de la orilla, le estaba haciendo señas. Se acercó.
-“¿Quién eres?”
-“Elijah Silverberg, para servirle. ¿Y tú?"
-“Virgilio. ¿Eres un usurero?"
-“Prestamista.”
-“Tsk. Chuparle la sangre al vulgo, qué pecado más horrible…” Dijo Virgilio sin mucha convicción.
-“No, simplemente prestaba dinero, y a un interés muy razonable. La mitad de las veces no me lo devolvían, por cierto. Verás, los que chupaban la sangre del vulgo eran los condes, los duques, los reyes y los Papas. ¡Hipócritas, del primero al último!”
-“¿Y cómo te va?"
-“¿Tú que crees? Comparado con esto tu limbo es una fiesta. Y encima de vez en cuando viene un demonio con un palo afilado a pincharnos, obligándonos a sumergirnos del todo. Y yo que creía que tener agua en los oídos era molesto…”
-“¿Cuál es el porqué de este castigo?”
-“Creo que estar atrapados en la brea simboliza la atracción que nos unía irremisiblemente al dinero. Parece que el día en el que organizó todo este tinglado el Señor se había levantado alegórico.”
-“¿Y por qué está tan caliente?”
-“Para joder, supongo.”
-“La vida en el Infierno es dura.”
-“Sí, mucho.”
Los dos guardaron silencio. Elijah miró a la otra figura, que se encontraba limpiando laboriosamente sus fosas nasales.
-“Impresionante.” comentó. “Nunca había visto hacer eso con dos dedos a la vez. ¿Quién es?"
-“Se llama Dante. Quiere escribir un poema sobre el Más Allá, y Dios Todopoderoso me ha encargado que le guíe hasta el Purgatorio. Hasta el Paraíso no, ese es un lugar demasiado bueno para un pagano como yo. Bah, seguro que tanta dicha y placer infinito no puede ser bueno”.
-“No parece muy listo.”
-“¿Listo? ¡Es un imbécil! ¡Un patán! ¡Un analfabeto! ¡Dice que es un poeta, pero ni siquiera se ha leído mis obras! ¡No es digno ni de limpiar las heces del Pegaso, allá en el Parnaso!”
-“Los caminos del Señor son inescrutables.”
-“Sí, mucho.”
Elijah volvió a observar a Dante, que había decidido que ahora tocaba limpiarse los oídos.
-“Te propongo algo.”
-“¿El qué?”
-“Deja que ocupe su lugar, y que él ocupe el mío. Un alma entra y un alma sale, nadie se dará cuenta.”
-“Es Lucifer el que habla por tu boca”
-“No, Lucifer está abajo del todo. Masticando, por cierto.”
-“Sería algo injusto, una infamia. Un acto de una bajeza…”
-“¡VIRGI! ¡VEN, RÁPIDO! ¡DESDE AQUÍ SE PUEDE VER EL CÍRCULO DE LAS LUJURIOSAS! ¡ESTÁN DESNUDAS! ¡Y LAS ESTÁN FUSTIGANDO!”
Virgilio empezó a sollozar. Elijah sonrió.
-“Escúchame… Virgi. Yo escribiría el poema de todas formas, y nadie me impediría que en él hablara del noble Virgilio. Sabio entre los sabios, protector incansable, mentor infalible, guía fiel… Tendrás un lugar en las oraciones de todos los cristianos.
-“Hum…”
-“Y haré una descripción del Paraíso tan aburrida y tediosa que los creyentes se lo pensarán dos veces antes de comportarse de forma pía.”
-“No sé…”
-“Lo estás deseando.”
-“Los demonios lo impedirían.”
-“Sabes perfectamente que a los demonios sólo hay una cosa que les guste más que atormentar a un alma condenada: atormentar a una que no lo está.”
-“¿Has leído la Eneida?”
-“Por supuesto” Mintió Elijah.
-“Está bien. Agarra mi mano…”
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Cuando Dante se aburrió de ver como las lujuriosas pagaban por sus pecados volvió al lago. Allí estaba Virgilo esperándole, acompañado por un hombre cubierto de brea. Los dos sonreían.
-“Bueno, ¿vamos al Paraíso o no? Los sacerdotes me han hablado muy bien de ese lugar.”
-“Oh Dante, mi paciencia has agotado
y el alma que a mi lado alegre espera
te pasará su carga… ¡condenado!
No volverás a gozar de la primavera
A la negra brea irás de cabeza
y tu estancia aquí será duradera.”
-“No te entiendo, carcamal.”
-“Pero lo harás.”
Y de un empujón arrojó a Dante al lago ardiente.