... para los inválidos.
Un pequeño salto para todo aquel físicamente competente.
El 14 de mayo de 1989 Pedro se tropezaba con una roca.
En un universo paralelo, justo tras un velo de púdica vergüenza, las calles están llenas de mujeres desnudas que se desmayan.
No, en ese universo no hay hombres. Abunda el físico femenino. Las féminas, acosadas por sus hormonas, perseguidas por sueños húmedos que nunca llegan a consumarse por carencias logísticas, sueñan y sueñan y no saben con qué. En ese mundo la gran mayoría de las mujeres, las que no son vestales y se han dedicado a la muda contemplación de un Dios improbable (pero posible), se hacen trágica e irreversiblemente homosexuales.
Las escenas que se pueden contemplar por las calles de ese mundo, en donde la carencia de hombres ha conseguido que el pecado original nunca llegue a consumarse, y por tanto las personas (en este caso, mujeres) no sientan vergüenza y pudor son de lo más variopinto. El contacto físico es constante y casi siempre provoca leves gemidos de placer. No existiendo la agresividad de los cromosomas XY, las damas, todas ellas vírgenes (en tanto en cuanto no han sido profanadas por viril falo), no se sienten amenazadas por sus femeninas compañeras. No existe el lazo materno filial.
Una mutación genética debida a las radiaciones de los múltiples soñadores que, soñando han llegado hasta esas tierras, ha provocado que la belleza de sus habitantes (femeninas, voluptuosas, abundantes, húmedas, gimientes y sobretodo dispuestas y jóvenes -en su inmensa mayoría-) sea ultraterrena.
En ese universo, las mujeres se reproducen por esporas. Y son todas ellas tan sensuales como la más sensual de nuestras mujeres. No, no tienen nada que ver con las amazonas. Esas te rajaban por menos que nada.
Pedro se levantó con un gran contusión en la cabeza.
Había tenido una revelación. Y pensaba volver al lugar en el que estuvo.
Días después, un diario sensacionalista de la ciudad escombrera de Pedro publicaba una curiosa esquela.
[Continuará. O no...]
____________
Será una mierda.
Pero por lo menos hay mujeres desnudas.
Un gran salto
Un gran salto
[...] se vio tragado por la boca de una decadencia larga y serpenteante, de la que no volvería a salir hasta que, al final mismo de sus días, se enamoró por fin de su mujer.
"Tiene la desfachatez de hablar como si supiera de dónde coño ha salido. Mira al cielo, ve las estrellas y se cree que son su puta casa.
Oruga.
Gusano.
Puta cheerleader, ¿Cómo puede ser que no os lo hayáis comido ya?
¡Condenaldo al ostracismo al menos!"
Curiosa esquela, ¿eh?
Oruga.
Gusano.
Puta cheerleader, ¿Cómo puede ser que no os lo hayáis comido ya?
¡Condenaldo al ostracismo al menos!"
Curiosa esquela, ¿eh?
[...] se vio tragado por la boca de una decadencia larga y serpenteante, de la que no volvería a salir hasta que, al final mismo de sus días, se enamoró por fin de su mujer.