Siempre fue un niño con una imaginación desbordante, cegadora. Por eso es difícil precisar en qué momento sus mentiras le fueron absorbiendo, y empezó, más que a crearlas, a vivirlas. Se convirtió en un megalómano. Sus delirios de grandeza crecían día a día, creyéndose hoy un príncipe, mañana un tirano, pasado un Dios.
Nació la manía. Decía que nada a su alrededor era real aparte de él. Que todas y cada una de las personas que él veía eran entes que creaba su propia mente escindida, en una especie de esquizofrenia grandiosa. Sólo él existía en el universo. Nada más.
Su psiquiatra, emocionado por aquel cuadro clínico, que nunca había tratado, cometió el primer error, tachándolo de inofensivo. Su segundo error fue llevarlo, para mayor comodidad, a su despacho privado, donde reposaba el cortaplumas.
El tercer error fue no entender la frase que le dijo poco antes de rebanarle el cuello:
- Lo siento doctor, pero usted en realidad no existe, y yo debo intentar curar mi múltiple personalidad.
Confieso que lo he escrito pensando en Nicotin
Esquizofrenia.
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Yo sí, yo si...
Pues yo sí te lo digo.
Es de lo mejor que te vas a encontrar ahora en cartelera.... aunque si vas pensando en esquizofrenia.... vas a adivinar el final casi con toda seguridad.
Es de lo mejor que te vas a encontrar ahora en cartelera.... aunque si vas pensando en esquizofrenia.... vas a adivinar el final casi con toda seguridad.