Urdu escribió:¿Has leído algo ya de Gide, Alvarito? Creo que te gustaría. Está lleno de juventud cultivada, displicente, forrada y con muy mala hostia. Al autor le dieron el Nobel; no es ningún mindungui.
A Alvarito podrás deslumbrarlo, pero jamás depravarlo. Él tiene una educación que nosotros sólo conocimos a través de algunos episodios de Webster. Míralo así:
El dandy maldito y decadente, sólo descolla ante putas incultas y truhanes sin seso faltos de facundia. El estudiante de la Sorbona que busca diversiones en los arrabales de París le puede parecer su igual; pero tras tres botellas ajenjo y tener semen ajeno en las comisura de todas las partes blandas tu figura, éste irá a enjugarse en la pila bendita su ardor de la noche anterior, junto a toda su noble familia, como hace más de 20 años en Notre Dame, antes de recibir su estipendio semanal.
El dandy agoniza y finalmente muere de sífilis. Michael Nyman compone la banda sonora.
ET NUNC MANET IN TE CORYDON
de GIDE, ANDRE escribió:Un libro que en su momento significó un escándalo para la sociedad bienpensante de Francia. El autor de Los monederos falsos, premio Nobel en 1947, habla de asuntos incómodos, como la pederastia, los apetitos homoeróticos, el sadismo y la lascivia, a través de unos estupendos diálogos que indagan cada tema con valiente lucidez.
André Gide, ya lo había ojeado en el lomo de la colección de Contemporánea DeBolsillo. El asunto es que Los Monederos Falsos no están recogidos en tal antología y sufragarme una cogorza de letras por más de 7 leurones y medio se me antoja un despilfarro teniendo siempre a mano la correspondencia de mi bloque de vecinos.
Gide, es como Coetzee, Dos Passos, Stendahl, Nabokov o Maalouf, sugestivos apellidos que centellean lo necesario para que alguien, en alguna extravagante ocasión, se embarre hasta las orejas por ver de qué está hecha esa pidrecita brillante al fondo del estanque. No soy tan mayor para los baños de lodo; ni tan pipiolo como para comprar a Dan Brown, al salir, en la tienda de souvenires.
Urdu, querido, bien sabes que soy incondicional tuyo, ahora dime: ¿quién te ha metido, en tu alienada y pizpireta cabecita, esta angostura del credo marica propia de las aconsejadas snobeces literarias al fondo de la Zero?
Es que parece que la momia de Oscar Wilde se te ha sentado en el regazo y has sacado más conclusiones que las mínimas exigidas por petarte su orto sabihondo.
¡Hola, Alvarito! Estoy en pijama y llevo puesta tu camiseta de los premios 20 Minutos.
