El pierde y paga, la última vale doble, no vale ruleta, los goles con el portero de vaselina...
Y además, uno de los buenos, de madera y hierro. No una de esas mierdas de plástico que hay ahora.
Hombre por dios, y a cero pasais por debajo, y a uno pasa el portero. A este había que hacerle un monumento aparte.
Recuerdo aquellas bolas que se iban cuadriculando a medida que las ibas pillando con los piececitos aquellos en punta de los jugadores; los comentarios jachondos de los que jugábamos; los arrastres primero y los sietes después; los perillos desde la portería; la media cojonuda; el zurdo torpe/hábil; las de rebote; las que se salían; sacarla desde atrás a romper porque no había otra manera; las revanchas; jugar con extraños y acabar picados; ser jodidamente malo delante y descubrirte como un gran portero; jugar con las chavalas (suavecito); deslizar "accidentalmente" el mando hacia la sien del contrario cuando se agachaba; escupir a las barras porque iban duras; hacerle contras al portero...
Algo sí recuerdo sí, vagamente... Años después cambiaron las cosas, el futbolín era para desfogarse por no haber pillado nada las noches de juerga. Quedarse en camiseta, poner veinte pavos en el borde y mirada desafiante a los que ya estaban jugando. Luego a jugar a lo garrulo con algún vestigio de lo que alguna vez fuimos cuando jugábamos cada día y a correr.
El futbolín.