Un cuarto de final: Sr. Perro de Lobo vs. Sr. Grumete
- Dorian Gray
- moromielda
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Un cuarto de final: Sr. Perro de Lobo vs. Sr. Grumete
Bienvenidos, Sres. Perro de Lobo y Grumete, a las noches temáticas de La 2. Hoy jueves, cuarto día de la semana, dedicamos nuestro pograma al arte número cuatro. Causalidades de la vida. La literatura.
Ustedes, lectores acoríntellados, devoradores de best-sellers, seguro que pueden ayudar a nuestra audiencia a dilucidar cuál de estas dos obras maestras de la literatura contemporánea es más mejor. Por un lado tenemos a Caperucita. Roja para más señas. Por el otro a Pinocho. De madera para más I.N.R.I.
Comienza Don Perro. Y tengan cuidado: puede haber algún niño leyéndoles. No cometan ustedes un infanticidio literario. Sorpréndanme. Gratamente, claro.
Tienen de plazo hasta... luego.
Dorian Gray
Ustedes, lectores acoríntellados, devoradores de best-sellers, seguro que pueden ayudar a nuestra audiencia a dilucidar cuál de estas dos obras maestras de la literatura contemporánea es más mejor. Por un lado tenemos a Caperucita. Roja para más señas. Por el otro a Pinocho. De madera para más I.N.R.I.
Comienza Don Perro. Y tengan cuidado: puede haber algún niño leyéndoles. No cometan ustedes un infanticidio literario. Sorpréndanme. Gratamente, claro.
Tienen de plazo hasta... luego.
Dorian Gray
"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando.
Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres.
A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo,
y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo."
Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres.
A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo,
y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo."
- bud spencer
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- Dorian Gray
- moromielda
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bud spencer escribió:Cuidado con estos dos, que están aliados.
¿Caperucita y Pinocho?

"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando.
Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres.
A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo,
y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo."
Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres.
A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo,
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- bud spencer
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(Ya va, joer, que no podía de entrá en la pagina)
El tema de este combate es lo de menos, quiero que quede ésto claro desde ya.
Para Grumete y para mi, éste no será un combate más. Formamos un equipo, cada uno de nosotros es plenamente consciente de las debilidades del otro. Mi audacia e ingenio no serían los mismos de no contar con la ingenuidad e inocencia de mi retardado compañero. Mis afiladas palabras no surtirían el mismo efecto de no estar ahí Grumete para alternarlas con sus balbuceos inconexos propios de una mente reptil. Mi extraordinaria experiencia se vería desaprovechada si no contara con alguien como Grumete, a quien trasladar mis enseñanzas y mi infinita paciencia, en el centro de educación especial donde está internado, y donde yo trabajo por la comunidad para pagar mis multas.
Es entonces que, por un cruel desliz del destino, nos vemos obligados a enfrentarnos.
Mis pullas, antaño alegres y despreocupadas, me provocarán lacerante dolor en el mismo instante de liberarlas. Cada insulto, destinado a rebajar a mi compañero de fatigas, emponzoñará mi alma y mi psique gravemente. Y sin embargo, me veo impelido a postear.
El objetivo de un cuento infantil es enseñar una lección a los más pequeños. Incluso Grumete lo sabe, cuando antes de su siesta, le leo un poquito para que sueñe con castillos y princesas encantadas. Su cuento favorito es la Caperucita Roja. Dia tras dia, repito las mismas palabras, las mismas frases, las mismas descripciones (si cambiara el cuento minimamente, Grumete lloraría), para que Grumete, el único niño sin pulgares oponibles, se vea transportado recurrentemente a ese bosque, se vea enfundado en una caperuza roja, con una cesta llena de viandas en la mano, y cruce el bosque en busca de la abuela. Siente como suyos los miedos y anhelos de Caperucita, rie cuando se imagina el frondoso y agradable bosque, tiembla cuando descubre que el lobo ha devorado a la abuelita, sonrie con femenino rubor cuando el musculoso y viril cazador aparece para matar al lobo. Es por ésto que dejo en sus infantiles manos la defensa de dicho cuento, y me dispongo a defender Pinocho.
El mensaje de Pinocho es mucho más importante que el de Caperucita. Es más complejo y elaborado. Solo a un ser simple, a un compañero de aficiones del belga dutroux, o a un practicante del feltching más cremoso, puede conmover realmente el cuento de la Caperucita. Es cultura del miedo para los más jovenes. Promueve el odio a los animales, la carnicería sin sentido, las escenas de cama con octogenarias y la muerte por asfixia. Todo ésto está en el cuento, no me invento nada. Es la difusión de una moral totalmente vacua.
Sin embargo, Pinocho llega más lejos. Trata de un niño que aprende a tomar conciencia del mundo que le rodea, a respetar a los demás, y a madurar del único modo que hay, mediante sus propios errores. Y es alguien a quien te puedes creer: miente, es grosero, maleducado y hace sufrir a su padre/creador. No es un ser unidimensional como Caperucita, cuya inteligencia y personalidad compite en poderío con la de los protozoos. Pinocho es dotado de una moral, personificada en Pepito Grillo a la que no hace ni puto caso al principio, y esto le acarrea más problemas que los que pudiera tener Grumete al manipular alimentos tras haber chapoteado en un cubo de heces liquidas. Su nariz crece con cada mentira, y acaba siendo el detonante de su cambio ético.
Pinocho parte, así, como ser incompleto (es decir, de madera), y solo mediante el aprendizaje y la acción ética, consigue hacerse un hombrecito (de carne y hueso, como la carne cilindrica que muerde Grumete, y como el hueso duro que aprisiona entre sus gluteos cada noche). Pinocho es un cuento que enseña a los niños a ser personas.
Pero vuelvo a lo de Caperucita, a ese mito deforme, a la verguenza de la literatura. Esa pútrida niña de mirada asnal, que tienta estupidamente al lobo, que realmente no tiene culpa de nada, y que acaba siendo vaciado por dentro, rellenado de piedras, y arrojado al agua helada de un pozo. Qué hija de puta amoral. Solo a un ser infecto (lloro de rabia mientras escribo ésto), como Grumete, totalmente libre de ataduras sociales y con una moral laxa como muelle de guita, se le puede ocurrir pedir diariamente la audición íntegra de semejante aberración narrativa, respirando cada momento, participando en tenebrosa comunión con las barbaries perpetradas por la pedazo de cabrona esa. Desde aqui te lo pido, encarecidamente, compañero Grumete: estás a tiempo de abandonar el pozo de negrura en el que estás inmerso. Abandona tu obsesión por caperucita, pálido ser deforme! Aunque te resulte duro, como duros son los puños que atraviesan tus orificios y profanan tus estigias profundidades cada noche; aunque te produzca dolor, como el dolor intenso que sufres al masajear tus negros pezones con cuchillas de afeitar oxidadas; aunque te sea imposible, como imposible es tu diametro ortal, capaz de dejar pasar con holgura el espolón de proa de un barco de guerra. Abandona el mundo rosa y falso de tu heroina Caperucita. Abraza la sapiencia de Pinocho! Pedazo de cabrón! Hijo de la gran puta! Bastardo! Aborto!
(En señal de protesta por todo, prometo no leer más el cuento de Caperucita a Grumete. Que se joda)
Edit: los fabulosos saltos de linea del notepad
El tema de este combate es lo de menos, quiero que quede ésto claro desde ya.
Para Grumete y para mi, éste no será un combate más. Formamos un equipo, cada uno de nosotros es plenamente consciente de las debilidades del otro. Mi audacia e ingenio no serían los mismos de no contar con la ingenuidad e inocencia de mi retardado compañero. Mis afiladas palabras no surtirían el mismo efecto de no estar ahí Grumete para alternarlas con sus balbuceos inconexos propios de una mente reptil. Mi extraordinaria experiencia se vería desaprovechada si no contara con alguien como Grumete, a quien trasladar mis enseñanzas y mi infinita paciencia, en el centro de educación especial donde está internado, y donde yo trabajo por la comunidad para pagar mis multas.
Es entonces que, por un cruel desliz del destino, nos vemos obligados a enfrentarnos.
Mis pullas, antaño alegres y despreocupadas, me provocarán lacerante dolor en el mismo instante de liberarlas. Cada insulto, destinado a rebajar a mi compañero de fatigas, emponzoñará mi alma y mi psique gravemente. Y sin embargo, me veo impelido a postear.
El objetivo de un cuento infantil es enseñar una lección a los más pequeños. Incluso Grumete lo sabe, cuando antes de su siesta, le leo un poquito para que sueñe con castillos y princesas encantadas. Su cuento favorito es la Caperucita Roja. Dia tras dia, repito las mismas palabras, las mismas frases, las mismas descripciones (si cambiara el cuento minimamente, Grumete lloraría), para que Grumete, el único niño sin pulgares oponibles, se vea transportado recurrentemente a ese bosque, se vea enfundado en una caperuza roja, con una cesta llena de viandas en la mano, y cruce el bosque en busca de la abuela. Siente como suyos los miedos y anhelos de Caperucita, rie cuando se imagina el frondoso y agradable bosque, tiembla cuando descubre que el lobo ha devorado a la abuelita, sonrie con femenino rubor cuando el musculoso y viril cazador aparece para matar al lobo. Es por ésto que dejo en sus infantiles manos la defensa de dicho cuento, y me dispongo a defender Pinocho.
El mensaje de Pinocho es mucho más importante que el de Caperucita. Es más complejo y elaborado. Solo a un ser simple, a un compañero de aficiones del belga dutroux, o a un practicante del feltching más cremoso, puede conmover realmente el cuento de la Caperucita. Es cultura del miedo para los más jovenes. Promueve el odio a los animales, la carnicería sin sentido, las escenas de cama con octogenarias y la muerte por asfixia. Todo ésto está en el cuento, no me invento nada. Es la difusión de una moral totalmente vacua.
Sin embargo, Pinocho llega más lejos. Trata de un niño que aprende a tomar conciencia del mundo que le rodea, a respetar a los demás, y a madurar del único modo que hay, mediante sus propios errores. Y es alguien a quien te puedes creer: miente, es grosero, maleducado y hace sufrir a su padre/creador. No es un ser unidimensional como Caperucita, cuya inteligencia y personalidad compite en poderío con la de los protozoos. Pinocho es dotado de una moral, personificada en Pepito Grillo a la que no hace ni puto caso al principio, y esto le acarrea más problemas que los que pudiera tener Grumete al manipular alimentos tras haber chapoteado en un cubo de heces liquidas. Su nariz crece con cada mentira, y acaba siendo el detonante de su cambio ético.
Pinocho parte, así, como ser incompleto (es decir, de madera), y solo mediante el aprendizaje y la acción ética, consigue hacerse un hombrecito (de carne y hueso, como la carne cilindrica que muerde Grumete, y como el hueso duro que aprisiona entre sus gluteos cada noche). Pinocho es un cuento que enseña a los niños a ser personas.
Pero vuelvo a lo de Caperucita, a ese mito deforme, a la verguenza de la literatura. Esa pútrida niña de mirada asnal, que tienta estupidamente al lobo, que realmente no tiene culpa de nada, y que acaba siendo vaciado por dentro, rellenado de piedras, y arrojado al agua helada de un pozo. Qué hija de puta amoral. Solo a un ser infecto (lloro de rabia mientras escribo ésto), como Grumete, totalmente libre de ataduras sociales y con una moral laxa como muelle de guita, se le puede ocurrir pedir diariamente la audición íntegra de semejante aberración narrativa, respirando cada momento, participando en tenebrosa comunión con las barbaries perpetradas por la pedazo de cabrona esa. Desde aqui te lo pido, encarecidamente, compañero Grumete: estás a tiempo de abandonar el pozo de negrura en el que estás inmerso. Abandona tu obsesión por caperucita, pálido ser deforme! Aunque te resulte duro, como duros son los puños que atraviesan tus orificios y profanan tus estigias profundidades cada noche; aunque te produzca dolor, como el dolor intenso que sufres al masajear tus negros pezones con cuchillas de afeitar oxidadas; aunque te sea imposible, como imposible es tu diametro ortal, capaz de dejar pasar con holgura el espolón de proa de un barco de guerra. Abandona el mundo rosa y falso de tu heroina Caperucita. Abraza la sapiencia de Pinocho! Pedazo de cabrón! Hijo de la gran puta! Bastardo! Aborto!
(En señal de protesta por todo, prometo no leer más el cuento de Caperucita a Grumete. Que se joda)
Edit: los fabulosos saltos de linea del notepad
He sido asaltado fieramente por la concupiscencia carnal
- Grumete
- marinero de aguas brávidas
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- Ubicación: HALGUNA CHABA QUE DECE TENER SIBER SECSO?
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Perdonen por la paja mental que se acaba de hacer mi compañero, pero tienen que entenderlo. Para él no ha sido fácil nada en esta vida.
Les meto en materia.
Creo que viene de una familia de gitanos rumanos. (No, los del baptisterio no, esos eran cristianos romanos). Lo encontré al tirar la basura cuando era un pequeño retoño. Siguiendo vagas pistas conocí a sus padres. Me ofrecieron lo poco que tenían (una cabra, un peine sin apenas puas y la flor de sus seis hijas, menores de edad) a condición de que no tuviesen que volver a verlo en la vida.
La madre, visiblemente contenta tras comentarla que yo adoptaría a su deforme hijo.
Y me dio pena. Mucha pena. Tanta que decliné amablemente sus regalos y lo llevé a un hospital.
Un examen médico completo reveló sus evidentes taras mentales. Tras enseñarle con suma dificultad a hablar (el pobre chico mostraba un intelecto similar al de un cenicero lleno de colillas) el chaval nunca llegó a decir nada coherente. Pese a que manejaba bastante bien la gramática y la sintaxis, su bajo (debería de decir cuasinulo, dado que haría bastante más honor a la verdad) intelecto le hacía fantasear todo el día. Vamos que todo el día se lo pasaba pensando/contando/escribiendo las más supinas gilipolleces.
No quedaba otro remedio que adoptarlo. Desde entonces le quiero como lo que es: un hijo tonto (creo que es exactamente el mismo cariño que Marco profesaba por su mono Amedio, comparación por otra parte, bastante acertada, si se me permite la inmodestia). Vive en mi casa. Pese a que siempre pudo disfrutar de los más copiosos manjares, siempre demostró una especial predilección por el pienso para perros. (De ahí su nick, el "de Lobo" lo usa solamente para darse aires de majestuosidad y pomposidad, de los que, efectivamente, carece) En sus cumpleaños (aún no sabemos su edad exacta ni el día de su nacimiento, así que celebramos el día que le saqué del contenedor de reciclaje de vidrio donde lo metieron sus padres) le pongo hasta una tarta con velitas. Lo que más le gustan son precisamente las velas. Sobre todo encendidas. "Sabe a fuego", exclama pizpireto al metérselas en la boca.
Perro, en el hospital, momentos antes de que los médicos le operasen de urgencia para extraerle una botella de whisky que tenía clavada en la axila.
Hoy en día conserva exactamente la misma expresión en la cara.
En su último cumpleaños, le regalamos un ordenador (aunque seguía diviertiéndole sobremanera el de vtech que le compré para que practicase lo que le iba enseñando sobre el lenguaje y las matemáticas) para que se entretuviese (el chaval poca vida social puede tener con esa cara que dios le ha dado) y pudiese hacerse pajillas con el internet (el muy cabrón dejaba todos sus calcetines almidonados y se frotaba contra cualquier superficie, tanto pulida como rugosa). Tras un intensivo curso en el que traté por todos los medios de que no terminase siendo un patán cualquiera de foro (pulse aquí y escoja uno al azar, las estadísticas dicen que dos de cada dos y medio son lerdos) le mostré los foros en los que solía participar. Y el chaval era feliz.
Hasta el día de hoy. Hoy me pedís cual Abraham que sacrifique a mi primogénito. Al ser deforme y desdichado que he cuidado y protegido toda mi vida. Y todo por un combate de posting. Destrozar y humillar a mi pobre Perro. Por un combate.
Pues que le den por el culo. Si si, en serio, que lo jodan. No sé por que hostias se me tuvo que ocurrir sacarlo de esa pila de botellas rotas. Mi buen corazón. Tan buen corazón como caperucita. Como se desvivía la pobre muchacha por su abuelita.
Porque caperucita inspira eso: respeto por los ancianos (respeto que casi le cuesta la vida a la protagonista), a la vez que ensalza la victoria evolutiva de los humanos sobre el resto de los animales del planeta. No os dejéis engañar por Perro. El carece de inteligencia suficiente como para hacer una síntesis correcta ni de un cuento infantil. (De ahí que pretenda defender la mierda pinchada en un palo que viene a ser pinocho, pero tranquilos, eso lo dejaremos para dentro de unos instantes).
La ciencia ya ha descubierto que Perro sólo escogio defender a Pinocho debido a un supositorio albergado en su cerebro que le impide pensar con claridad. (O sin ella)
Caperucita es una niña modélica. Camina pizpireta por el bosque con una cestita para su abuelita, aun sabiendo a ciencia cierta que en la fauna local existen depredadores capaces de acabar con su vida en cuestión de segundos. Pero eso a caperucita le da igual. Es capaz de entregar (en un acto que la honra) la vida por su abuelita. Y lo hace desinteresadamente. Y estoy seguro que volvería a hacerlo. Porque caperucita, además de ser una niña extraordinariamente consecuente con el fraternal amor que profesa por su abuela, tiene un par de ovarios bien puestos.
Pinocho es un ser de madera (estudios científicos sugieren que su cerebro permaneció siendo de madera después de convertirse en niño) que en el comienzo del cuento, no para de desobedecer al gilipollas redomado de Gepetto (si llego a ser yo le meto unas buenas somantas de ostias -programadas- para meterle en vereda).
El cuento está lleno de metáforas que el diminuto cerebro inferior del bueno de Perro no alcanza a comprender. Como por ejemplo el hecho de que le creciese la nariz cuando mentía. La metáfora del crecimiento de la nariz no es otra que el progresivo desviamiento del tabique nasal de Pinocho causado por la inhalación continua de cocaína en polvo que le proporcionaban dos gitanos. (Los dos amiguetes de correrías)
Cabe resañar además, que el cuento original de Pinocho está censurado para no causar demasiados traumas a los niños, ya que en realidad Pinocho cumplió su noveno cumpleaños en una clínica de rehabilitación, el décimo en un reformatorio y el decimoprimero en un semáforo ofreciento su culo por algo de caballo.
Al final del cuento, Pinocho muere a navajazos en una cárcel en la que había ingresado por violar ancianas. Estaba perdido de todos modos, ya que su SIDA estaba ya en estado terminal.
Pero claro, vosotros solamente conocéis la cutre-versión del maricón redomado de Walt Disney. (Menudo hijodelagrandísimaputa). En especial Perro, ya que es su libro fetiche, aunque se niega a reconocerlo después de que le pillase grabándose con una videocámara mientras se masturbaba viendo al hada madrina de Pinocho.
Pinocho es un ser que sólo con arrepentirse obtiene el perdón de repente. Con dos cojones. Como Farruquito, vaya. Y desengañaros, joder, que el grillo ese que ve no es su conciencia. Que no coño. Pero si te pones dos gramos de cocaína tres tripis y dos cuartos y te comes cuatro metanfetamínas, lo raro es no ver nada, joder. Pinocho era un puto yonki.
Pinocho después de un buen piquito de heroína cortada con cal.
¿Confiaríais en la historia de un Lo_Campano de madera para educar a vuestros/as hijos/as? ¿O por el contrario preferiríais contarle el bello cuento de una niña que es capaz de dar cualquier cosa por el bienestar de sus familiares ancianos?
La respuesta está clarísima, aunque quizás necesite de un nuevo post para masacr... esto... convencer al tont... esto... ¡qué cojones! A ese engendro de mil padres llamado Perro De Lobo.
Les meto en materia.
Creo que viene de una familia de gitanos rumanos. (No, los del baptisterio no, esos eran cristianos romanos). Lo encontré al tirar la basura cuando era un pequeño retoño. Siguiendo vagas pistas conocí a sus padres. Me ofrecieron lo poco que tenían (una cabra, un peine sin apenas puas y la flor de sus seis hijas, menores de edad) a condición de que no tuviesen que volver a verlo en la vida.
La madre, visiblemente contenta tras comentarla que yo adoptaría a su deforme hijo.

Y me dio pena. Mucha pena. Tanta que decliné amablemente sus regalos y lo llevé a un hospital.
Un examen médico completo reveló sus evidentes taras mentales. Tras enseñarle con suma dificultad a hablar (el pobre chico mostraba un intelecto similar al de un cenicero lleno de colillas) el chaval nunca llegó a decir nada coherente. Pese a que manejaba bastante bien la gramática y la sintaxis, su bajo (debería de decir cuasinulo, dado que haría bastante más honor a la verdad) intelecto le hacía fantasear todo el día. Vamos que todo el día se lo pasaba pensando/contando/escribiendo las más supinas gilipolleces.
No quedaba otro remedio que adoptarlo. Desde entonces le quiero como lo que es: un hijo tonto (creo que es exactamente el mismo cariño que Marco profesaba por su mono Amedio, comparación por otra parte, bastante acertada, si se me permite la inmodestia). Vive en mi casa. Pese a que siempre pudo disfrutar de los más copiosos manjares, siempre demostró una especial predilección por el pienso para perros. (De ahí su nick, el "de Lobo" lo usa solamente para darse aires de majestuosidad y pomposidad, de los que, efectivamente, carece) En sus cumpleaños (aún no sabemos su edad exacta ni el día de su nacimiento, así que celebramos el día que le saqué del contenedor de reciclaje de vidrio donde lo metieron sus padres) le pongo hasta una tarta con velitas. Lo que más le gustan son precisamente las velas. Sobre todo encendidas. "Sabe a fuego", exclama pizpireto al metérselas en la boca.
Perro, en el hospital, momentos antes de que los médicos le operasen de urgencia para extraerle una botella de whisky que tenía clavada en la axila.
Hoy en día conserva exactamente la misma expresión en la cara.

En su último cumpleaños, le regalamos un ordenador (aunque seguía diviertiéndole sobremanera el de vtech que le compré para que practicase lo que le iba enseñando sobre el lenguaje y las matemáticas) para que se entretuviese (el chaval poca vida social puede tener con esa cara que dios le ha dado) y pudiese hacerse pajillas con el internet (el muy cabrón dejaba todos sus calcetines almidonados y se frotaba contra cualquier superficie, tanto pulida como rugosa). Tras un intensivo curso en el que traté por todos los medios de que no terminase siendo un patán cualquiera de foro (pulse aquí y escoja uno al azar, las estadísticas dicen que dos de cada dos y medio son lerdos) le mostré los foros en los que solía participar. Y el chaval era feliz.
Hasta el día de hoy. Hoy me pedís cual Abraham que sacrifique a mi primogénito. Al ser deforme y desdichado que he cuidado y protegido toda mi vida. Y todo por un combate de posting. Destrozar y humillar a mi pobre Perro. Por un combate.
Pues que le den por el culo. Si si, en serio, que lo jodan. No sé por que hostias se me tuvo que ocurrir sacarlo de esa pila de botellas rotas. Mi buen corazón. Tan buen corazón como caperucita. Como se desvivía la pobre muchacha por su abuelita.
Porque caperucita inspira eso: respeto por los ancianos (respeto que casi le cuesta la vida a la protagonista), a la vez que ensalza la victoria evolutiva de los humanos sobre el resto de los animales del planeta. No os dejéis engañar por Perro. El carece de inteligencia suficiente como para hacer una síntesis correcta ni de un cuento infantil. (De ahí que pretenda defender la mierda pinchada en un palo que viene a ser pinocho, pero tranquilos, eso lo dejaremos para dentro de unos instantes).
La ciencia ya ha descubierto que Perro sólo escogio defender a Pinocho debido a un supositorio albergado en su cerebro que le impide pensar con claridad. (O sin ella)

Caperucita es una niña modélica. Camina pizpireta por el bosque con una cestita para su abuelita, aun sabiendo a ciencia cierta que en la fauna local existen depredadores capaces de acabar con su vida en cuestión de segundos. Pero eso a caperucita le da igual. Es capaz de entregar (en un acto que la honra) la vida por su abuelita. Y lo hace desinteresadamente. Y estoy seguro que volvería a hacerlo. Porque caperucita, además de ser una niña extraordinariamente consecuente con el fraternal amor que profesa por su abuela, tiene un par de ovarios bien puestos.
Pinocho es un ser de madera (estudios científicos sugieren que su cerebro permaneció siendo de madera después de convertirse en niño) que en el comienzo del cuento, no para de desobedecer al gilipollas redomado de Gepetto (si llego a ser yo le meto unas buenas somantas de ostias -programadas- para meterle en vereda).
El cuento está lleno de metáforas que el diminuto cerebro inferior del bueno de Perro no alcanza a comprender. Como por ejemplo el hecho de que le creciese la nariz cuando mentía. La metáfora del crecimiento de la nariz no es otra que el progresivo desviamiento del tabique nasal de Pinocho causado por la inhalación continua de cocaína en polvo que le proporcionaban dos gitanos. (Los dos amiguetes de correrías)
Cabe resañar además, que el cuento original de Pinocho está censurado para no causar demasiados traumas a los niños, ya que en realidad Pinocho cumplió su noveno cumpleaños en una clínica de rehabilitación, el décimo en un reformatorio y el decimoprimero en un semáforo ofreciento su culo por algo de caballo.
Al final del cuento, Pinocho muere a navajazos en una cárcel en la que había ingresado por violar ancianas. Estaba perdido de todos modos, ya que su SIDA estaba ya en estado terminal.
Pero claro, vosotros solamente conocéis la cutre-versión del maricón redomado de Walt Disney. (Menudo hijodelagrandísimaputa). En especial Perro, ya que es su libro fetiche, aunque se niega a reconocerlo después de que le pillase grabándose con una videocámara mientras se masturbaba viendo al hada madrina de Pinocho.
Pinocho es un ser que sólo con arrepentirse obtiene el perdón de repente. Con dos cojones. Como Farruquito, vaya. Y desengañaros, joder, que el grillo ese que ve no es su conciencia. Que no coño. Pero si te pones dos gramos de cocaína tres tripis y dos cuartos y te comes cuatro metanfetamínas, lo raro es no ver nada, joder. Pinocho era un puto yonki.
Pinocho después de un buen piquito de heroína cortada con cal.
¿Confiaríais en la historia de un Lo_Campano de madera para educar a vuestros/as hijos/as? ¿O por el contrario preferiríais contarle el bello cuento de una niña que es capaz de dar cualquier cosa por el bienestar de sus familiares ancianos?
La respuesta está clarísima, aunque quizás necesite de un nuevo post para masacr... esto... convencer al tont... esto... ¡qué cojones! A ese engendro de mil padres llamado Perro De Lobo.
Mu' rico tó