
Meet The Feebles, Peter Jackson, 1.989.
Borraros el cartel de la mente, jamás lo habéis visto, empezamos: «Meet The Feebles» es una película de Jim Henson vestido con los leotardos de su madre, pasado de pintas de zarzaparrilla de peyote, rodado con una mano mientras con la otra esmaltada de rojo se marcaba una gayola con los mejores números de «The Rocky Horror Picture Show».
La vi ayer y desde entonces estoy alucinado como sólo una obra de arte tan cazurra, brutal y de gomaespuma puede darte caña a los atascados engranajes sinápticos del humor. ¡Jo jo, qué asfixia de risotadas!
Es asqueante es proceso de dignificación que ha tenido el cine tanto de Peter Jackson como de Pedrito Almodóvar. De cagar sobre platós junto al cabaret de McNamara a ser un cineasta con la pompa lavada y vitoreado por los labios chocolateados del jurado de la berlinale; de ser un neozelandés purrioso e intoxicado de Troma hasta la sobaca vomitona de «Bad Taste» al que no le ofrecerían ni estrenar un kleenex, ha pasado a ser el director al que Hollywood le quiere regalar la hipoteca de sus 7 letras y lo que les den por las muelas de oro de de sus abuelas —vivitas— para que le ruede otro churrito blockbuster como ESDLA.
Aquí tú y yo sabemos que el paria social es el que tiene seso creativo, y eso cuando se tiene una casa con más cuartos de baño que ganas de mear al día se malogra y descaraja; acabando por delegar a un becario con granos coloraos debajo de un bigotito ralo y calcetines con raquetas, que es un freak que la ausencia de proteínas en su desarrollo le ha provocado mayor desarraigo de la realidad que el Duque de Feria en una visita guiada por la fábrica de Famosa.
Así era Peter Antes-Gordaco Jackson, y así lo demuestra con los Feebles, una película fantásticamente improvisada con gags de la serie original de los Feebles emitida en el canal estatal neozelandés.
Meet The Feebles - Trailer
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El más tremebundo reverso tenebroso de los muppets del Henson: lagartos de vena picá ex-combatientes de Vietnam y lanzadores de cuchillos, escenas de explícito porno nasal, conejos sidosos, paparazzis zumbantes y cojoneros, esnifadas paquidérmicas de borax, pussys y pussycats, ratas productoras de porno snuff, gallinas con un polluelo de quince padres, coreógrafos invertidos, divas hipopótamas rollizas como carrillada de Grumete, ahh y claro una linda historia de amor que se cistaliza cuando el puercoespín perdona a la caniche el haber sido drogada y violada por la Rata traficante, mafiosa y productora de porno bizarro.
Ya saben, ¡ni se os ocurra dejar de verla mis cornúpetos hamigos!