Léete "El hombre en busca de sentido" del psiquiatra Viktor Frankl, que fue prisionero en un campo de exterminio y que perdió a su mujer y buena parte de su familia en otros campos.
Es muy breve y no es única ni exactamente una crónica de hechos, pero cuando analiza recuerdos de lo que su estancia allí le hacía sentir, lo describe con tal frialdad, precisión, sinceridad y concisión, que realmente no se parece en nada a ninguna otra cosa que yo haya leído sobre el Holocausto.
Su principal aportación es que está escrito desde la perspectiva del prisionero, pero de un modo introspectivo y analítico, no descriptivo. No hace acusaciones ni grandes juicios morales, ni carga las tintas sobre el drama, porque él como escritor asume que se dirige a un lector adulto que ya deduce las consecuencias dramáticas por sí mismo.
Lo leí por la parte de la exposición de la psicología logoterapéutica y pese a su parte holocáustica y me acabó gustando más la descripción de sus experiencias (con lo de las tenazas en los dedos congelados se me pusieron los pelos de punta) que la parte de la logoterapia que me pareció una mera revisión descafeinada, insulsa y pseudoreligiosa de Sartre; más vale leerse "el existencialismo es un humanismo".
En conjunto el libro, como tratado de psicología, decepcionante; como memoria del holocausto, sobrecogedor.