Million Dollar Baby
Publicado: 13 Feb 2005 17:05

Esta, más que ninguna otra en este año, se merece un hilo aparte.
Eastwood es un tío extraño. Con la edad que tiene (más de 70 años) y el cabronazo cada vez lo hace mejor, y mejor, y mejor. Muchos pensábamos que con Sin Perdón había tocado techo, con el mejor western jamás hecho desde la época dorada del género.
Y luego se atrevió con el melodrama en Un MUndo Perfecto (de nuevo con un Kevin Costner demostrando que de mal actor, nada de nada).
Y después los Puentes de Madison, posiblemente la mejor película romántica de los 90. Y cuando parecía haberse calmado, salió con la personal y estupenda Medianoche en el jardín del bien y del mal, cine negro con mucha, mucha clase.
Y repartió bastante estopa con Poder Absoluto.
Y el año pasado presentó una película por la que nadie daba un duro, y ha pasado a convertirse una de las mejores del nuevo milenio.
Y cuando parecía que nos iba a dar un descanso entre tanta calidad, con un drama deportivo con una chica boxeadora como protagonista, nos vuelve a regalar (porque por 5 euros de entrada, es un jodido regalo), un auténtico peliculón.
Con mayúsculas, en negríta, o mejor, en letras grandes.
Un puto peliculón.
Hacía bastante tiempo que no volvía al cine, porque una vez descubiertas las aptitudes del webcaché emulero, y viendo por dónde andan los precios... la elección no era complicada.
Sin embargo, uno tiene sus filías, y sus manías, y sus apegos a ciertos rituales. Y el cine siempre será cine, por muy cómodo que se esté en casa, repantingado frente al ordenador...
Sin embargo, hacía muchísimo más tiempo que no ví cómo el público era incapaz de levantarse de las butacas una vez subiendo los títulos de crédito.
Tal es la experiencia emocional que aporta ésta película, totalmente imprescindible si se quiere estar al tanto de lo que es buen cine americano, y del por qué es la mejor cinematografía del planeta, con diferencia.
La película está estructurada en dos partes. La primera hora y media, más o menos, en la que asistimos a la presentación e interrelación de los personajes.
Nada menos que tres personas con un corazón enorme cada uno, retratadas de forma magistral por Eastwood, Morgan Freeman, y sobre todo, Hilary Swank.
El primero, un entrenador de boxeo que sabe absolutamente todo lo que hay que saber para forjar campeones, pero que sin embargo él es un perdedor amargado y con unas taras emocionales palpables (entre otras cosas, lleva sin hablarse con su hija desde hace 23 años).
El segundo como un ex boxeador tuerto que tuvo la oportunidad de ser el mejor, pero no la consiguió. Y no porque la hubiese perdido por falta de ocasión, sino simplemente porque falló apabullantemente.
Un perdedor.
La tercera como una paleta y cabezona mujer empeñada en ser boxeadora profesional y ser entrenada por Frankie (Eastwood). Con más corazón que técnica, y con más ganas que buenas maneras. Un caramelo impecablemente interpretado por Swank, cada vez mejor actriz, y felizmente salvada de la serie B tras su errática carrera posterior al óscar ganado por Boys Don´t Cry.
Eastwood nos pone en bandeja a estas tres personas, esencialmente buenas personas, incluso demasiado a veces, infelices, en pos de una meta que les resarza de toda una vida mucho más amarga que dulce.
Y es la primera hora y media la que vemos entre sonrisas, emocionados por el curso de los acontecimientos, implicándonos en sus avatares, alegrándonos con sus victorias, apenándonos por sus tropiezos.
Y cuando parece que la película se va a quedar en una especie de Rocky, pero de infinita mayor calidad, llegamos al segundo y final nudo.
Y es entonces cuando la mano de Eastwood se cierra sobre nosotros y nos muestra, con una crudeza honesta como nunca he visto, el último y devastador tramo final de la cinta.
Y lo mejor de todo, lo verdaderamente loable, es que Eastwood no manipula absolutamente nunca (algo realmente fácil en una situación así). Nos enseña, y nosotros somos los que nos empotramos frontalmente contra un muro dramático de una altura insospechada.
Y es entonces cuando, una vez finalizado el metraje, el público tarda en reponerse, con la garganta áspera, entre carraspeos y silencio, para hayar la vuelta a la calle.
Un golpe seco, sin paliativos, que deja KO a todos los espectadores, y que, lo mejor de todo, nos deja con la sensación de haber visto ése tipo de cine que tan sólo se encuentra una vez cada tres o cuatro años. Un cine honesto, sin efectismos, sincero y crudo como sólo una mente madura y genial como la de éste cabrón, puede llegar a realizar.
A destacar la manera en la que se utilizan los recursos cinematográficos más sencillos, como si de un maestro se tratara (voz en off -Freeman es el mejor narrador del mundo del celuloide, sin duda alguna-, elipsis, cámara en mano -los combates son impactantes y divertidísimos- ...). Una gozada.
Una lección de CINE para los más atentos, y un peliculón para absolutamente todos.
Sencillamente, la mejor película del año, a años luz de El Aviador, que es, de las que he visto, la seguidora más inmediata.
Lo siento muchísimo por Scorsese, de veras, pero si la Academia es justa, se vuelve a quedar sin óscar en las parcelas más importantes (a excepción de Di Caprio).
Todo en esta película es de una calidad increible; el guión (menudos diálogos entre Freeman y Eastwood), los secundarios perfectamente elegidos (Peligro, el oligofrénico y estimable boxeador birrioso), la progresión dramática...
En fin, que la mejor película del año.
Punto.
Un 10.
No lo suelo utilizar mucho, pero pocas veces estaré más acertado de tildaros de lechones si es que en algo apreciais el cine, y no la veis.
Yo a tengo, aparte, bajadita para onanismos de corta duración en determinadas escenas.
Si no os fiáis, dadle trabajo a vuestras mulas, que es la buena (sonido de ambiente pero en absoluto molesto, imagen DIVrip):
aquisomoslegalesynousamoselemule://|file|Million.Dollar.Baby.Spanis ... 28335EB0|/
Que os cunda.