
La mayoría habréis visto, supongo, la película “Man on the Moon”, en la que Jim Carrey protagoniza la biografía de su ídolo, Andy Kaufman. Si es así, ya conoceréis la estrambótica historia de este ¿cómico?
Es difícil catalogar a Kaufman como “cómico”, ya que lo que él hacía habría que llamarlo, con más propiedad, “metacomedia”. Lo digo porque los números más célebres de Kaufman no eran buenos números cómicos, sino más bien “perfomances” surrealistas destinadas a aprovecharse de la ingenuidad del público y de los medios. Por aquella época (70's y principios de los 80), el público aún era relativamente cándido, y Kaufman le golpeó una y otra vez mezclando “comedia” y realidad. Su intención no era hacer reír mediante un humor convencional, sino más bien provocar una respuesta espontánea en la audiencia, ya fuese una risa perpleja, o una reacción de cólera.
Algunos le consideran un genio absoluto, otros sencillamente son incapaces de pillarle el punto. Yo soy de la opinión de los primeros: no hubo antes ni ha vuelto a haber alguien como Kaufman, su papel en el mundo del espectáculo es francamente único. Kaufman no quería hacer comedia, sino más bien burlarse de la humanidad en pleno. Aunque murió muy joven (sólo con 30 y pocos años), pasaron bastantes años antes de que un libro sobre su vida aclarase qué incidentes de la carrera de Kaufman eran reales y cuáles no. Durante más de diez años tras su muerte, algunos de sus numeritos fueron considerados auténticos, como su enfrentamiento verbal con el luchador de wrestling Jerry Lawler y la pirula que organizaron en el programa de David Letterman.
En sus inicios actuaba en clubs de comedia interpretando a un tímido, pueril y estúpido cómico extranjero, que contaba chistes horrendos hablando un torpísimo inglés con indefinible acento europeo. Las actuaciones del “Extranjero” (así se solía llamar al personaje, después apareció en una serie de TV bajo el nombre de Latka) eran simple y llanamente nefastas, y solían agotar la paciencia del público. El único momento decente de sus psicodélicos monólogos era su imitación de Elvis (hay que reconocer que la forma de hablar y los gestos faciales de Elvis los clavaba a la perfección, hasta el punto de que la imitación impresionó al propio Presley), pero tras ello el “Extranjero” retornaba a sus mongólicos chistes sobre pingüinos, y al resto de imitaciones, que eran penosas y que consistían sencillamente en el “Extranjero” hablando con el mismo tono de siempre.
Aquí en el primer vídeo, el salto a la fama de Kaufman en su primera aparición en “Saturday Night Live”, interpretando al “Extranjero”, quien nos deleita con un asombrosamente cutre número de “playback”: pone de fondo la canción de “Superratón” para mover los labios y fingir que canta, pero… ¡sólo se sabe una frase! Delirante.
Kaufman en “Saturday Night Live” ofreciendo una de las ¿peores? actuaciones de la historia del programa.
En otra ocasión, ya siendo más conocido, actuaba en un teatro e invitó a toda su familia al escenario. Allí, la actuación consistió en Kaufman entrevistando a los miembros de su familia y aburriendo mortalmente al público con numeritos patéticos, con miembros de su familia cantando canciones.
Tras el bochornoso espectáculo dado por la familia Kaufman, el público comenzó a increpar al cómico. Kaufman pareció afectado y sorprendido por la reacción de la audiencia, diciendo cosas como “¿por qué todo el mundo me grita?”, “¿no les ha gustado lo que he hecho con mi familia?” (la gente responde: “¡Nooo!”), ”me siento insultado”, “he intentado hacerlo lo mejor posible, nunca quise ser cómico, nunca he sido capaz de contar un chiste”, “he reunido a mi familia por primera vez en años para actuar para ustedes, si no les ha gustado lo siento”, “lamento haberles arruinado la noche, sé que vinieron a ver una buena actuación”… todo ello, ¡mientras se echaba a llorar sobre el escenario y el público se burlaba de él! Kaufman llega a decir “si no quieren que continúe, supongo que no continuaré”, ante lo que se oye a parte del público aplaudir y animarle burlonamente a que se marche.
Cuando hace amago de marcharse, es impresionante comprobar cómo el mismo público que se burla de él llega a quedarse en silencio, como realmente apiadándose de Kaufman (quien, no lo olvidemos, les había estafado el precio de la entrada con una tomadura de pelo de actuación)… hasta que el cómico regresa aún más histérico, lloriqueando ”¡no sé qué más quieren que haga!” y la gente empieza a dudar si alucinar o reírse ante la creciente actitud autocompasiva de Kaufman, y bueno… el antológico final habla por sí mismo, absolutamente genial:
Andy Kaufman se disculpa llorando ante el público.
En otra ocasión (desafortunadamente está el video en Youtube, pero no aparece la secuencia entera), Kaufman participaba como cómico invitado en un programa de comedia (que, como era usual en los EE.UU., se emitía en riguroso directo). En mitad del “sketch”, Kaufman se quedó callado, sin decir sus líneas de diálogo, dejando colgados al resto de actores. Detrás de las cámaras, el regidor le mostraba desesperado las típicas cartulinas en las que están escritas las frases del diálogo, y que sirven precisamente para recordar su papel a cualquier actor que se quede en blanco.
Kaufman, sin embargo, seguía en silencio, inmóvil, poniendo a todo el mundo de los nervios. Veía las cartulinas pero se negaba a leerlas. Finalmente, uno de los actores se levantó, fue a por las cartulinas, y las puso sobre la mesa ante la jeta de Kaufman, quien respondió vaciándole un vaso en la cabeza. Andy simuló reconocer haber arruinado el “sketch” a propósito para hacer una de sus típicas bromas, y fingió ofenderse al ver que su ocurrencia había sido incomprendida. Con ello, logró convencer a todos de que realmente no fingía, y Kaufman continuó con su numerito hasta transformar el estudio en un caos y desde luego obligar a cortar para dar paso a publicidad. El público (y la prensa al día siguiente) creyeron que Kaufman había llevado demasiado lejos una de sus típicas bromas y él mismo se había rayado… cuando en realidad TODO ello formaba parte de la broma de Kaufman. El cómico empezaba a ganarse una enorme fama de gilipollas imprevisible, que era precisamente lo que andaba buscando.
Como dice Jim Carrey en el propio vídeo, cualquier otro cómico hubiese terminado con un típico colofón: “hey, ¡estaba bromeando!”, mientras que Kaufman sencillamente se iba a su casa y dejaba que todo el mundo pensase que estaba pirado yq ue había intentado –sin conseguirlo-hacerse el gracioso jodiendo una emisión en vivo.
Andy Kaufman arruina el programa “Fridays”
Otra de las célebres ocurrencias de Kaufman, fue la de empezar a desafiar a las mujeres del público durante sus shows. Había un pequeño ring sobre el escenario, y Kaufman ofrecía una sustanciosa recompensa a la primera mujer capaz de subir y ganarle un combate de lucha libre. Naturalmente, al principio ninguna mujer del público era tan insensata como para subir a dar el espectáculo. Entonces Kaufman comenzaba a increparlas, llamándolas “gallinas” y “cobardes”, y haciendo toda clase de comentarios misóginos, como que las mujeres sólo servían para barrer la casa y fregar los platos.
Para colmo, Kaufman prolongó la provocación a las entrevistas, donde argumentaba con total seriedad que no desafiaba a los hombres porque eran más fuertes que él, pero que él sí era más fuerte que las mujeres. Decía que las desafiaba porque quizá alguna más grande que él tendría alguna opción. Se autoproclamó “Campeón Mundial de Lucha Libre entre Géneros”, y continuó sacando de quicio a su audiencia femenina, que cada vez en mayor número se prestaba a subir al ring con él (como siempre, aun hoy es difícil saber quiénes estaban compinchadas y quiénes subían realmente enfurecidas por la mierdosa actitud de Andy). Incluso organizó algún programa especial de TV donde combatía con mujeres del público ante las cámaras.
Lo mejor vino cuando un verdadero luchador masculino, Jerry Lawler, salió a la palestra desafiando a Andy a un combate, diciendo sentirse avergonzado como hombre por los continuos insultos de Kaufman hacia el sexo femenino. Lawler decía que si Andy Kaufman era tan valiente, debía demostrarlo contra un hombre. Lawler era en realidad amigo de Kaufman, y todo cuanto ocurrió entre ellos fue fingido, pero eso no se desveló hasta más de diez años después de la muerte de Kaufman.
Kaufman y Lawler hicieron un combate, a consecuencia del cual Andy “sufrió” una “lesión” en el cuello por la que demandó a Lawler.
David Letterman, uno de los presentadores más atrevidos de la época, y que desconocía por completo el manejo que Kaufman y Lawler se llevaban entre manos, les invitó a ambos a su programa, para aprovechar el revuelo que su estrambótico enfrentamiento había levantado. En el programa de Letterman, Kaufman terminó de liarla: insultó a Lawler hasta hacer que este le diese una bofetada (la bofetada fue muy de verdad: se oye claramente en la grabación), ante lo cual la banda del programa comenzó a tocar para “quitar hierro” al asunto y dar paso a publicidad. Tras los anuncios, Kaufman brindó una de sus convincentes interpretaciones, pareciendo estar fuera de sí, insultando al luchador y diciéndole a gritos “¡Estoy cansado de ésta mierda, estás lleno de mierda, amigo mío! ¡Te voy a demandar hasta sacarte todo lo que tengas, te voy a romper el culo a demandas, eres un puto gilipollas!”. Mientras, un atónito Letterman no sabía dónde meterse. Después de que Kaufman hizo amago de irse, solamente para volver y decir ”Lo siento, lo siento, pido disculpas por usar este lenguaje en televisión, lo siento, lo siento, pero tú, ¡¡eres un puto gilipollas!!”, tirándole un vaso de agua a Lawler, ante un asustado Letterman. El público del programa se lo pasaba en grande (por entonces no existían Jerry Springer o similares, y el programa de Letterman era el más atrevido de la época, pero ese tipo de numeritos eran aún inusuales en la TV).
Como digo, el incidente fue oficialmente “verídico” durante muchos años, hasta que un libro biográfico sobre Kaufman desveló que había sido preparado por el cómico y Lawler, sin conocimiento alguno de Letterman (ni de casi nadie más en el mundo).
Andy Kaufman y Jerry Lawler la lían en el programa de David Letterman.
Estas son sólo algunas de las múltiples ocurrencias que Kaufman tuvo a lo largo de su carrera. Como la de crear a Tony Clifton, un “crooner” garrulo y maleducado que empezó a telonearle en sus actuaciones. Por descontado, el público enseguida pensó que Clifton era el propio Kaufman, pero empezaron a sentirse desconcertados cuando Clifton actuaba en solitario en cierto rincón del país, mientras Kaufman actuaba ese mismo día en otro. En realidad Clifton sí era creación de Kaufman, pero para despistar a la audiencia era a veces encarnado por los cómplices habituales de Andy (su hermano y su mejor amigo), que demostraban así que era imposible que Andy Kaufman fuese en realidad Tony Clifton.
Aunque parezca increíble, Tony Clifton llegó a hacer giras y conceder entrevistas, en las que por cierto describía a Kaufman como una mierda de persona.
Con todo esto, era casi inevitable que cuando se conoció la noticia de la muerte de Andy Kaufman, mucha gente creyese que se trataba del último número del estrafalario cómico, y que había llevado sus provocaciones y su mal gusto demasiado lejos. Surgieron varias leyendas al respecto, ayudadas por el hecho –cierto- de que Kaufman había muerto de un raro tipo de cáncer que casi nunca atacaba a personas tan jóvenes, y menos a alguien como él que no fumaba ni bebía, y era adicto al yoga y similares. La leyenda urbana más extendida hablaba de que Kaufman reaparecería a los 20 años de su supuesta muerte (o sea que “reviviría” en el 2004) y sorprendería al mundo con la mayor de sus “perfomances”... ¡la resurrección de entre los muertos!
Pero lo cierto fue que la muerte de Kaufman no era un invento: falleció a causa de una casi inexplicable e inesperada enfermedad.
Mucha gente siguió sin entender al personaje durante mucho tiempo, pensando que Kaufman había sido de verdad el gilipollas histérico que solía liarla cada dos por tres en programas y actuaciones, y que sus provocaciones era resultado de su repelente personalidad. Sólo años después, con la publicación de un libro escrito por su mejor amigo, en el que revelaba cómo Kaufman había concebido y planeado todos y cada uno de sus incidentes (incluso los que hasta ese día se tenían por reales), el público se dio realmente cuenta de quién había sido Kaufman y de hasta qué punto no se le podía considerar un simple cómico, sino algo más.
Andy Kaufman fue la mayor obra de Andy Kaufman, toda su carrera como celebridad era una impostura, y ni siquiera cuando sabía que iba a morir dejó que el mundo conociese ese hecho. El concepto que tenía de su peculiar arte era tal, que dejó que el personaje ocultase por completo a la persona. Como dijeron después sus allegados, lo que más divertía a Andy Kaufman no era el humor o la comedia, sino sacar a todo el mundo de quicio, y ver la reacción que producían sus ocurrencias en el público, la prensa y el mundo del espectáculo en general.
Y ya puestos, la archifamosa (y buenísima, por cierto) canción que REM dedicaron a Andy Kaufman y cuya letra está dirigida directamente a él; además sale alguna que otra imagen de Kaufman en el vídeo. La verdad es que es difícil hacerle un mejor homenaje:
R.E.M., “Man on the Moon”