Una alternativa viable para pequeños productores
Antecedentes de las iniciativas de Comercio Equitativo de FLO-International
La causa principal del subdesarrollo está relacionada con el funcionamiento del mercado mundial. Para su sobrevivencia y desarrollo los países en vías de desarrollo dependen de la exportación de materias primas a los países industrializados. Y mientras que los precios de las materias primas en el mercado mundial han venido descreciéndose sistemáticamente, los precios de los productos que estos países importan de los países industrializados suben. Además los precios en el mercado mundial son sumamente inestables y, en los casos de café y de cacao por ejemplo, han llegado a los niveles más bajos de la historia en términos reales, que ni permiten cubrir los gastos de producción. Las víctimas principales de tal caída de precios son los productores, y especialment los cientos de miles de pequeños productores, que no disponen de capital suficiente para sobrevivir económicamente, ya que se ven más afectados todavía por no tener acceso directo al mercado, sino que para poder vender su producto dependen de los intermediarios.
Conscientes de esta situación injusta y desigual, las iniciativas de Comercio Equitativo han buscado contribuir a la solución de este problema, ya que todo productor necesita y tiene derecho a ciertas garantías de ingreso para un desarrollo agropecuario y social equilibrado. No en base a un apoyo en forma de donaciones, sino dándoles a los productores los instrumentos necesarios para realizar su propio desarrollo y vivir una vida digna, como productor independiente, tal como nos lo plantearon algunas organizaciones de pequeños productores de América Latina a mitad de los años ochenta. Así surgió en 1988 en Holanda la iniciativa Max Havelaar, cuyo ejemplo fue seguido en Bélgica un año después, en Suiza en 1992. En el mismo año se introdujo Cafédirect, un concepto un poco distinto, en Gran Bretaña, donde Fairtrade Foundation es propietario del Sello de Calidad. En Alemania, a principios de 1993, la arrancó la iniciativa TransFair, bajo la coordinación de TransFair Internacional, una estructura conjunta de TransFair Alemania y la Asociación de Organizaciones del Comercio Alternativo 'EFTA'. Ahora existen iniciativas TransFair en los países Austria, Luxemburgo, Italia, Japon, Canada y EEUU. Max Havelaar Dinamarca se fundó en 1994 y Max Havelaar Francia se juntó oficialmente en 1996. La iniciativa sueca Rätvisenmärkt introdujó su Sello en 1997. En este mismo año se fundó la nueva estructura FLO-International (Organizaciones con un Sello del Comercio Equitativo-Internacional). A partir de ese momento las iniciativas de Comercio Equitativo trabajan conjuntamente para mejorar la distribución desigual de bienes entre Norte y Sur.
Los sellos de calidad del Comercio Equitativo
Muchos consumidores en los países industrializados están conscientes de que en el mundo las riquezas están divididas de manera muy desigual, y que los productos que se les está ofreciendo son demasiado baratos como para garantizarle una vida digna a los productores en el tercer mundo. Quisieran poner su parte para cambiar esta situación, hacerla más justa, pero no saben cómo. Desde hace muchos años el llamado Comercio Alternativo ha estado dedicado a cerrar la brecha entre los productores de los países en vías de desarrollo y los consumidores de los países industrializados, sobre la base del entendimiento y respeto mutuos, y en base a normas de justicia. Las iniciativas con un sello de calidad del Comercio Equitativo han agregado una nueva dimensión a esta experiencia del Comercio Alternativo, a partir de los siguientes enfoques:
Para ser efectivo, los consumidores deben tener acceso óptimo a los productos promovidos. En otras palabras, Comercio Alternativo solamente puede ser una alternativa real si sus productos se ofrecen en cada supermercado, en cada tienda y en cada pulpería, ahí donde el consumidor suele hacer sus compras, y no solo en las llamadas Tiendas del Tercer Mundo. De hecho, Comercio Alternativo tendría que evolucionarse hasta convertirse en la norma del comercio internacional.
Estamos convencidos de que es del interés de todos los sectores de la sociedad que se desarrollen modelos nuevos y efectivos para cerrar la brecha entre los ricos y los pobres, no en base a caridad sino en base al intercambio equitativo en dignidad. De hecho, los intereses de los productores de los países en vías de desarrollo coinciden con los intereses de los consumidores, del comercio, de la industria y de los gobiernos aquí. Y estamos convencidos de que, en el caso particular del café, casas comerciales, tostadores, distribuidores, revendedores y cadenas de supermercados pueden y deberían desempeñar un papel fundamental en esto, en base a convergencia de intereses. Nuestra experiencia de los últimos años ha demostrado lo correcto de esta tesis.
Finalmente, para el éxito duradero de nuestros objetivos comunes, es de importancia crucial combatir todos los prejuicios existentes respecto a la calidad del café de los pequeños productores y del Comercio Alternativo. Café de pequeños productores es de excelente calidad; cooperativas de pequeños productores son contrapartes comerciales altamente confiables; importadores y tostadores no son necesariamente explotadores. Mucha energía tendrá que ser invertido en la construcción de una imagen pública del Comercio Alternativo y de los Sellos de Calidad, de calidad y confiabilidad.
En base a este análisis, se decidió no desarrollar capacidad institucional propia para aquellas actividades para las que ya existen estructuras. Mientras que las organizaciones de productores no tengan la capacidad de ocuparse de esta parte del proceso de producción, el papel de cada eslabón en la cadena tendría que ser respetado. Los tostadores saben mejor cómo hacer una mezcla de café de alta calidad. Los supermercados y distribuidores son los más indicados para encargarse de la distribución eficiente del producto, y los importadores pueden seguir desempañando el papel que históricamente han realizado. Cada uno estará interesado en participar en base a márgenes de operación y utilidad razonables - ¡no excesivos!. Así, cada quién contribuirá a la consecución del objetivo común: vender la mayor cantidad posible de café comprado a condiciones justas para el pequeño productor y para el consumidor. El mejor modelo para poder realizar todo esto era el de un Sello de Calidad, dejando todos los demás problemas logísticos y de financiamiento, relacionados con la comercialización, el procesamiento, la distribución y la venta de café propiamente dicho bajo la responsabilidad directa de los importadores, tostadores y distribuidores involucrados. Un sello de calidad que figura en cada paquete de café 'justo' y que garantiza a los consumidores que el precio que pagan por este café es un precio más justo, que llega donde tiene que llegar: directamente al productor.
http://www.prodiversitas.bioetica.org/comjus.htm