O que, como seguramente pasó, gracias al pedal que llevaría encima tras la patada intentase incorporarse para devolver el golpe y, mareado y totalmente ciego, atravesase la pared de madera y ladrillo del local, machacándose los huesos contra las escaleras de entrada y dejando de rodar justo en el esfalto de la calle para ser golepado por el retrovisor de un coche al intentar incorporarse.
Los del Intermedio anoche no paraban con lo de "pelea tabernaria".
Y es que Hermann es un tío chapado a la antigua como los duros cowboys de antaño.
Hermann Tertsch, él no está inclinado y borracho, es el plató que está torcido.