Voltaire
Publicado: 28 Jun 2004 18:40
«No había nada más hermoso, más diestro, más brillante, más bien ordenado que ambos ejércitos: las trompetas, los pífanos, los oboes, los tambores y los cañones formaban tal armonía cual nunca hubo en los infiernos. Primeramente, los cañones derribaron unos seis mil hombres de cada parte, después la fusilería barrió del mejor de los mundos unos nueve o diez mil bribones que infectaban su superficie y, por último, la bayoneta fue la razón suficiente de la muerte de otros cuantos miles. Todo ello podía sumar cosa de treinta millares. Cándido, que temblaba como un filósofo, se escondió lo mejor que pudo durante esta heroica carnicería.
En fin, mientras ambos reyes hacían cantar un Te Deum, cada uno en su campo, se resolvió nuestro héroe ir a discurrir a otra parte sobre los efectos y las causas. Pasó por encima de muertos y moribundos hacinados y llegó a un lugar inmediato; estaba hecho cenizas; era una aldea ávara que, conforme a las leyes de derecho público, habían incendiado los búlgaros; aquí unos ancianos acribillados de heridas contemplaban morir a sus esposas degolladas, con los niños apretados a sus pechos ensangrentados. Más allá, exhalaban el postrer suspiro muchachas destripadas, después de haber saciado los deseos naturales de algunos héroes; otras, medio tostadas, clamaban por que las acabaran de matar; la tierra estaba sembrada de sesos al lado de brazos y piernas cortadas.»
En fin, mientras ambos reyes hacían cantar un Te Deum, cada uno en su campo, se resolvió nuestro héroe ir a discurrir a otra parte sobre los efectos y las causas. Pasó por encima de muertos y moribundos hacinados y llegó a un lugar inmediato; estaba hecho cenizas; era una aldea ávara que, conforme a las leyes de derecho público, habían incendiado los búlgaros; aquí unos ancianos acribillados de heridas contemplaban morir a sus esposas degolladas, con los niños apretados a sus pechos ensangrentados. Más allá, exhalaban el postrer suspiro muchachas destripadas, después de haber saciado los deseos naturales de algunos héroes; otras, medio tostadas, clamaban por que las acabaran de matar; la tierra estaba sembrada de sesos al lado de brazos y piernas cortadas.»