Don Arturo
Don Arturo
Tenemos por delante una larga temporada de polémica histórica, a base de aniversarios, bicentenarios y cosas así. Que es justo lo que le faltaba a esta nueva España megaplural y ultramoderna que nos están actualizando entre varios compadres. La verdad es que el tricentenario de la ocupación inglesa de Gibraltar habría pasado inadvertido de no ser por la murga que organizaron los guiris, pues aquí nadie pareció acordarse de nada. Pero vienen tiempos difíciles para la amnesia. En 2005 hará doscientos años de lo de Trafalgar. Y entre 2008 y 2014, una docena de ciudades y pueblos españoles tendrá ocasión de conmemorar fechas de batallas decisivas hace dos siglos, como Bailén, La Coruña, Zaragoza, Gerona, Talavera, La Albuera, Cádiz, etcétera. Me refiero a ese período que antes, en los libros del cole, se llamaba guerra de la Independencia, y ahora no sé cómo cojones se llama, si es que aún se llama algo.
En otros países, conmemorar esas cosas está chupado: acuden los historiadores, los niños de los colegios, las asociaciones, se recorre el campo de batalla, se homenajea a las víctimas de uno y otro bando, y se mantiene viva la memoria de los hombres, sus hazañas y sus miserias. Lo hemos visto en Waterloo, en Gettysburg, en Normandía. Todos lo hacen, como recordatorio de lo grande y lo terrible que hay en el corazón humano. En España no, claro. Somos el único país donde conmemorar batallas no sólo está mal visto, sino que permite, a la panda de mercachifles y payasos de que tan sobrados andamos, sacar fuera la mala leche, el oportunismo, la insolidaridad y la incultura que, precisamente, crearon campos de batalla. Acostumbrados a confundir Historia con reacción, memoria con derechas, pacifismo con izquierda, guerras con militarismo, soldados con fascistas, cualquier iniciativa para rescatar la memoria, el coraje y la dignidad de quienes lucharon y murieron por una idea, por una fe o simplemente arrastrados por el torbellino de la Historia, tropieza siempre con un muro de estupidez y demagogia.
El último caso tuvo lugar hace poco en Bailén, cuando, en los actos conmemorativos, un párroco local, ignorando que conmemorar no significa celebrar, alzó una escoba mientras leía un texto de San Francisco en defensa de la paz, mostrando así su disconformidad con que la ciudad recuerde que allí, hace ciento noventa y seis años, un ejército de campesinos y patriotas alzados contra la ocupación de su tierra por un ejército extranjero infligió a Napoleón su primera derrota. Y así la demagogia del párroco desplazó, en los titulares de diarios, la que hubiera sido reflexión adecuada: que Vietnam o Iraq, por ejemplo, tuvieron en la batalla de Bailén en España un precedente digno de consideración. Que es justo de lo que se trata. La Historia como luz para iluminar el presente.
Conmemorar el aniversario de una batalla no es un acto belicista, ni de derechas, ni de izquierdas. Es un acto de afirmación histórica, de identidad y de memoria. Es homenajear a los abuelos, honrando la tierra que mojaron con la sangre que corre por nuestras venas. Es recordar el sufrimiento, el valor de quienes fueron capaces de levantarse y subir ladera arriba, entre la metralla, porque ese día, en aquel lugar, fueran cuales fuesen la bandera o las ideas que los empujaban, creyeron su deber hacerlo; así que apretaron los dientes y pelearon, en vez de quedarse en un agujero agazapados como ratas, leyendo a san Francisco mientras sus amigos y sus vecinos morían por ellos. Porque a veces, la vida, la Historia, las cosas, son muy perras, y te obligan a luchar y a morir, te guste o no te guste. Por pacífico que seas. Y todo hombre o mujer que cumple esa regla, en cualquier bando, merece recuerdo y respeto, igual que una bandera aunque en tu fuero interno las desprecies todas debe ser honrada, no a causa de los políticos de mierda que se aprovechan de ella, sino a causa de quienes murieron por defenderla. He dicho alguna vez en esta página que la Historia no es buena ni mala. Es objetiva. Sólo es Historia. Ocurrió y punto. A las nuevas generaciones corresponde sacar lecciones de ella, en vez de barrerla con una escoba como pretenden el párroco de Bailén y tantos imbéciles más. Escoba que, por cierto, los soldados franceses que en 1808 ocupaban su tierra a los acordes de La Marsellesa, poco amigos de sotanas, no habrían dudado en meterle al señor párroco por el ojete.
Arturo Pérez-Reverte en "El Semanal"
En otros países, conmemorar esas cosas está chupado: acuden los historiadores, los niños de los colegios, las asociaciones, se recorre el campo de batalla, se homenajea a las víctimas de uno y otro bando, y se mantiene viva la memoria de los hombres, sus hazañas y sus miserias. Lo hemos visto en Waterloo, en Gettysburg, en Normandía. Todos lo hacen, como recordatorio de lo grande y lo terrible que hay en el corazón humano. En España no, claro. Somos el único país donde conmemorar batallas no sólo está mal visto, sino que permite, a la panda de mercachifles y payasos de que tan sobrados andamos, sacar fuera la mala leche, el oportunismo, la insolidaridad y la incultura que, precisamente, crearon campos de batalla. Acostumbrados a confundir Historia con reacción, memoria con derechas, pacifismo con izquierda, guerras con militarismo, soldados con fascistas, cualquier iniciativa para rescatar la memoria, el coraje y la dignidad de quienes lucharon y murieron por una idea, por una fe o simplemente arrastrados por el torbellino de la Historia, tropieza siempre con un muro de estupidez y demagogia.
El último caso tuvo lugar hace poco en Bailén, cuando, en los actos conmemorativos, un párroco local, ignorando que conmemorar no significa celebrar, alzó una escoba mientras leía un texto de San Francisco en defensa de la paz, mostrando así su disconformidad con que la ciudad recuerde que allí, hace ciento noventa y seis años, un ejército de campesinos y patriotas alzados contra la ocupación de su tierra por un ejército extranjero infligió a Napoleón su primera derrota. Y así la demagogia del párroco desplazó, en los titulares de diarios, la que hubiera sido reflexión adecuada: que Vietnam o Iraq, por ejemplo, tuvieron en la batalla de Bailén en España un precedente digno de consideración. Que es justo de lo que se trata. La Historia como luz para iluminar el presente.
Conmemorar el aniversario de una batalla no es un acto belicista, ni de derechas, ni de izquierdas. Es un acto de afirmación histórica, de identidad y de memoria. Es homenajear a los abuelos, honrando la tierra que mojaron con la sangre que corre por nuestras venas. Es recordar el sufrimiento, el valor de quienes fueron capaces de levantarse y subir ladera arriba, entre la metralla, porque ese día, en aquel lugar, fueran cuales fuesen la bandera o las ideas que los empujaban, creyeron su deber hacerlo; así que apretaron los dientes y pelearon, en vez de quedarse en un agujero agazapados como ratas, leyendo a san Francisco mientras sus amigos y sus vecinos morían por ellos. Porque a veces, la vida, la Historia, las cosas, son muy perras, y te obligan a luchar y a morir, te guste o no te guste. Por pacífico que seas. Y todo hombre o mujer que cumple esa regla, en cualquier bando, merece recuerdo y respeto, igual que una bandera aunque en tu fuero interno las desprecies todas debe ser honrada, no a causa de los políticos de mierda que se aprovechan de ella, sino a causa de quienes murieron por defenderla. He dicho alguna vez en esta página que la Historia no es buena ni mala. Es objetiva. Sólo es Historia. Ocurrió y punto. A las nuevas generaciones corresponde sacar lecciones de ella, en vez de barrerla con una escoba como pretenden el párroco de Bailén y tantos imbéciles más. Escoba que, por cierto, los soldados franceses que en 1808 ocupaban su tierra a los acordes de La Marsellesa, poco amigos de sotanas, no habrían dudado en meterle al señor párroco por el ojete.
Arturo Pérez-Reverte en "El Semanal"
A la vuelta pasé por al lado de la tuya casa, saqué la cabesa desde mi hauto y grité: CHURETICAS!
una bandada de gabiotar alzó el vuelo, el sol iba sumerjiendose entre las montañias y solo me contestó el eco de mi propia vos...
una bandada de gabiotar alzó el vuelo, el sol iba sumerjiendose entre las montañias y solo me contestó el eco de mi propia vos...
- Dolordebarriga
- Companys con diarrea
- Mensajes: 18007
- Registrado: 06 Nov 2002 20:38
- Ubicación: Ambigua
Mi muy querido Don Arturo
Usted me parece un auténtico gilipollas de cojones.
Aún así, y gracias a admiradores como Curreta, no dejo de leerle y de aprender que no todo el mundo que escribe bien sabe sobre lo que escribe.
Tú, Espaaaaaaaaaaaaaña;
Dolordebarriga
Aún así, y gracias a admiradores como Curreta, no dejo de leerle y de aprender que no todo el mundo que escribe bien sabe sobre lo que escribe.
Tú, Espaaaaaaaaaaaaaña;
Dolordebarriga
- Montgomery
- Mulá
- Mensajes: 1268
- Registrado: 01 Ago 2003 13:13
Re: Mi muy querido Don Arturo
Usted me parece un auténtico gilipollas de cojones.
Aún así, y gracias al phosforito, no dejo de leerle y de aprender que no todo el mundo que escribe bien sabe sobre lo que escribe.
Tú, la Izquieeeeeeeeerda;
Montgomery
Aún así, y gracias al phosforito, no dejo de leerle y de aprender que no todo el mundo que escribe bien sabe sobre lo que escribe.
Tú, la Izquieeeeeeeeerda;
Montgomery
Una de cada tres cosas que digo es mentira.
- Montgomery
- Mulá
- Mensajes: 1268
- Registrado: 01 Ago 2003 13:13
- Dolordebarriga
- Companys con diarrea
- Mensajes: 18007
- Registrado: 06 Nov 2002 20:38
- Ubicación: Ambigua
Mi muy querido Montgomery:
Pensaba que tú estilo, a diferencia del mío, conllevaba no faltar el respeto a los demás, pero veo que, metiéndome con el memo de Pérez Reverte, he conseguido soliviantar tu ánimo y alterar tu apaciguado espíritu.
A diferencia tuya, yo nunca te he considerado un gilipollas y siempre he creído que sabías sobre lo que hablabas. Ello no obsta que también haya pensado siempre que casi nunca, al menos en los asuntos político-sociales, estás en posesión ni de la razón, ni de la verdad.
Y aún, sin saber de lo que hablo, opinaré un poco más a fondo sobre el tema para que así tú luego puedas hacer mofa de mi absoluta ignorancia.
La batalla de Bailén, a parte de las mamarrachadas patrioteras a las que hace referencia el estúpido de Don Arturo, no significó nada importante en la manera de entender ni el mundo ni el bienestar de las personas. Dos imperios absolutistas, ninguno mejor que el otro, uno en declive, el otro en su apogeo batallaban uno por extender los dominios de su señor, el otro porque no se vieran reducidos los del suyo. Años antes, en los gloriosos tiempos del Capitán Alatriste, ocurrió, más o menos, al revés.
Si el francés hubiera incorporado tu patria bajo su bandera y esto se hubiera prolongado en el tiempo, seguramente ahora yo hablaría catalán y francés y tú castellano y francés. Es decir tú habrías salido ganando; yo me hubiera quedado igual. La península habría soportado dos durísimas guerras mundiales pero se habría ahorrado los casi cuarenta años de paternalismo del caudillo al que el buen Dios tenga ahora en su gloria.
Cual de las dos opciones hubiera sido menos peor es algo que no puede saberse, pero personalmente y dado que soy hijo de los primeros setenta casi casi, y por egoísmo, prefiero quedarme con esos diez primeros años de democracia que a mí me toco perderme. Mis padres, aunque en ambos casos serían hijos de la post guerra, en uno de ellos, al menos, podrían haber pensado y vivido en libertad y a mis abuelos, fuera cual fuera la situación, les hubiera tocado igualmente pasarlas reputas. Más allá de mis abuelos (e incluso en estos casos porque no es la sangre ni el apellido lo que me hace ser deudor de ellos, sino el cariño y el amor ) la sangre me importa una puta mierda, y la aborrezco con la misma intensidad con la que desprecio patrias, banderas y sones de cornetines. Los catalanes también, por si no te queda claro.
No todas las guerras y batallas se libran por los mismos motivos y festejar el día D no tiene un significado parejo que celebrar (digo celebrar, no recordar) el bombardeo de Guernika. En la IIWW, a grosso modo y obviando tanto la tercera vía (el comunismo) como los motivos económicos, se luchaba por dirimir cual sería la manera bajo la que se manejaría políticamente el mundo occidental, totalitarismo fascista o democracia.
Encuéntrame batallas y guerras libradas por tus gloriosos ancestros en las que sobre el tapete se dirimieran cuestiones de este calibre, y ojo que no digo que no las haya, y consentiré, aunque sea con resignación, que tú y Arturito os disfracéis de soldaditos y os dediquéis a corretear por el campo a toque de tambor y marcando el paso de la oca.
Por lo demás, y en general, vanagloriarme de la guerra y alabar a sus militares me parece una auténtica estupidez.
Por eso, pese a respetarte, me da asco-pena, que prefieras lucir como avatar y nick el nombre de un militar, en vez de el de un pensador, inventor, científico o artista. Y lo mismo ocurre con Arturito, que pese a pasarse años metido en guerras y conflictos, no ha aprendido una mierda de ellas y continúa agitando banderolas y tarareando himnos mientras corren a raudales las lágrimas por sus mejillas.
Y ahora, adalid de España, debáteme con algo más de seriedad y cordura que la que utiliza el tontolaba de Pérez Reverte, el porque deberíamos gastar el dinero de todos en festejar y glorificar la batalla de Bailén y la posterior expulsión del francés de la piel de toro.
Tu, papichulo ven a mí, ven a mí;
Dolordebarriga
PD: Postergo aunque no olvido el darte las gracias por alabar mis escritos en el dazibao, aunque aquí también discrepe, como siempre, contigo. Escribiendo, a diferencia de Arturo, soy un absoluto mediocre.
A diferencia tuya, yo nunca te he considerado un gilipollas y siempre he creído que sabías sobre lo que hablabas. Ello no obsta que también haya pensado siempre que casi nunca, al menos en los asuntos político-sociales, estás en posesión ni de la razón, ni de la verdad.
Y aún, sin saber de lo que hablo, opinaré un poco más a fondo sobre el tema para que así tú luego puedas hacer mofa de mi absoluta ignorancia.
La batalla de Bailén, a parte de las mamarrachadas patrioteras a las que hace referencia el estúpido de Don Arturo, no significó nada importante en la manera de entender ni el mundo ni el bienestar de las personas. Dos imperios absolutistas, ninguno mejor que el otro, uno en declive, el otro en su apogeo batallaban uno por extender los dominios de su señor, el otro porque no se vieran reducidos los del suyo. Años antes, en los gloriosos tiempos del Capitán Alatriste, ocurrió, más o menos, al revés.
Si el francés hubiera incorporado tu patria bajo su bandera y esto se hubiera prolongado en el tiempo, seguramente ahora yo hablaría catalán y francés y tú castellano y francés. Es decir tú habrías salido ganando; yo me hubiera quedado igual. La península habría soportado dos durísimas guerras mundiales pero se habría ahorrado los casi cuarenta años de paternalismo del caudillo al que el buen Dios tenga ahora en su gloria.
Cual de las dos opciones hubiera sido menos peor es algo que no puede saberse, pero personalmente y dado que soy hijo de los primeros setenta casi casi, y por egoísmo, prefiero quedarme con esos diez primeros años de democracia que a mí me toco perderme. Mis padres, aunque en ambos casos serían hijos de la post guerra, en uno de ellos, al menos, podrían haber pensado y vivido en libertad y a mis abuelos, fuera cual fuera la situación, les hubiera tocado igualmente pasarlas reputas. Más allá de mis abuelos (e incluso en estos casos porque no es la sangre ni el apellido lo que me hace ser deudor de ellos, sino el cariño y el amor ) la sangre me importa una puta mierda, y la aborrezco con la misma intensidad con la que desprecio patrias, banderas y sones de cornetines. Los catalanes también, por si no te queda claro.
No todas las guerras y batallas se libran por los mismos motivos y festejar el día D no tiene un significado parejo que celebrar (digo celebrar, no recordar) el bombardeo de Guernika. En la IIWW, a grosso modo y obviando tanto la tercera vía (el comunismo) como los motivos económicos, se luchaba por dirimir cual sería la manera bajo la que se manejaría políticamente el mundo occidental, totalitarismo fascista o democracia.
Encuéntrame batallas y guerras libradas por tus gloriosos ancestros en las que sobre el tapete se dirimieran cuestiones de este calibre, y ojo que no digo que no las haya, y consentiré, aunque sea con resignación, que tú y Arturito os disfracéis de soldaditos y os dediquéis a corretear por el campo a toque de tambor y marcando el paso de la oca.
Por lo demás, y en general, vanagloriarme de la guerra y alabar a sus militares me parece una auténtica estupidez.
Por eso, pese a respetarte, me da asco-pena, que prefieras lucir como avatar y nick el nombre de un militar, en vez de el de un pensador, inventor, científico o artista. Y lo mismo ocurre con Arturito, que pese a pasarse años metido en guerras y conflictos, no ha aprendido una mierda de ellas y continúa agitando banderolas y tarareando himnos mientras corren a raudales las lágrimas por sus mejillas.
Y ahora, adalid de España, debáteme con algo más de seriedad y cordura que la que utiliza el tontolaba de Pérez Reverte, el porque deberíamos gastar el dinero de todos en festejar y glorificar la batalla de Bailén y la posterior expulsión del francés de la piel de toro.
Tu, papichulo ven a mí, ven a mí;
Dolordebarriga
PD: Postergo aunque no olvido el darte las gracias por alabar mis escritos en el dazibao, aunque aquí también discrepe, como siempre, contigo. Escribiendo, a diferencia de Arturo, soy un absoluto mediocre.
- Montgomery
- Mulá
- Mensajes: 1268
- Registrado: 01 Ago 2003 13:13
No tengo absolutamente nada que rebatirte. Simplemente: Olé.
Aunque sea una pena, un poco, que haya que pincharte para que construyas un texto como el que antecede a partir de una boutade gratuita y sin sentido.
Es más, me voy a cambiar el avatar.
Un saludo.
Aunque sea una pena, un poco, que haya que pincharte para que construyas un texto como el que antecede a partir de una boutade gratuita y sin sentido.
Es más, me voy a cambiar el avatar.
Un saludo.
Una de cada tres cosas que digo es mentira.
- Dolordebarriga
- Companys con diarrea
- Mensajes: 18007
- Registrado: 06 Nov 2002 20:38
- Ubicación: Ambigua
Mi muy querido Monty:
Yo también te quiero, pero no me digas más esas cosicas feas, que estoy muy sensible y me pongo a de llorar por cualquier cosa estos últimos días.
Tú, lacrimógeno compañero de fosphorito;
Dolordebarriga
PD: A Curreta no, Curreta es memo y me canda mis post porque no los entiende.
PD2: Es que estoy ovulando, y ya sabes tú que cuando ovulamos nos ponemos asín.
Tú, lacrimógeno compañero de fosphorito;
Dolordebarriga
PD: A Curreta no, Curreta es memo y me canda mis post porque no los entiende.
PD2: Es que estoy ovulando, y ya sabes tú que cuando ovulamos nos ponemos asín.
Menudo fiera dolores, pero recuerda que eres esssspañol, repite conmigo, arriba Esssspaña, ESSSPAÑA!
Los gabachos perdieron la guerra y los aragoneses la partida, los berengueles se vendieron y ahora eres ESPAÑOL, tienes pasaporte español y hablas español, para poder comunicarte con los inditos usas el español y gracias a pertenecer al viejo imperio español ahora estas donde estas y no en Argelia fumando jachis, esta patria te brinda la oportunidad de ser tu mismo ¿no te das cuenta?
Repite conmigo, no hay nada como estar en ESSSPAÑA.
Dále limosna mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser, catalán en España.
Los gabachos perdieron la guerra y los aragoneses la partida, los berengueles se vendieron y ahora eres ESPAÑOL, tienes pasaporte español y hablas español, para poder comunicarte con los inditos usas el español y gracias a pertenecer al viejo imperio español ahora estas donde estas y no en Argelia fumando jachis, esta patria te brinda la oportunidad de ser tu mismo ¿no te das cuenta?
Repite conmigo, no hay nada como estar en ESSSPAÑA.
Dále limosna mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser, catalán en España.
A la vuelta pasé por al lado de la tuya casa, saqué la cabesa desde mi hauto y grité: CHURETICAS!
una bandada de gabiotar alzó el vuelo, el sol iba sumerjiendose entre las montañias y solo me contestó el eco de mi propia vos...
una bandada de gabiotar alzó el vuelo, el sol iba sumerjiendose entre las montañias y solo me contestó el eco de mi propia vos...
No pensaba yo participar en este hilo, pues el señor Pérez Reverte (o Pérez-Reverte, no estoy seguro) me ha parecido siempre tan mal columnista como mal escritor y no me motivaba criticarle. Pero al ver las pasiones que levanta el personaje voy a tomar parte en la charla y comentar algunas cosillas.
Dejando de lado su faceta literaria y centrándome en la vertiente «opinadora», la impresión que me causa es bastante desfavorable, tanto de forma como de fondo. Me parece que abusa del sensiblerismo y que pretende dar una imagen de «ir a contracorriente». Y tampoco creo que decir en cada texto que escribe en la prensa «cojones» o «gilipollas» como si le obligasen sea la mejor manera de dar una imagen campechana —insultar es un arte que, opino, no se encuentra al alcance de don Arturo—.
Reconozco que todo lo anterior no son más que impresiones mías, así que voy a ponerme con el texto que dio origen al hilo.
Conmemorar no es celebrar. Bien, de acuerdo. Entonces, ¿qué es lo que pretende que se haga? ¿Que nos vistamos unos cuantos con casacas y que nos pongamos a reproducir la batalla de nuestra elección como se hace en Gettysburg? ¿Y qué valor tiene eso? ¿Para qué sirve? ¿Para saber que en Bailén, o en Navas de Tolosa, o en el Ebro tuvieron lugar batallas? Para eso está la escuela, para enseñar ese tipo de cosas. Y si ahora no se enseñan —que no lo sé—, que critique el sistema de enseñanza, pero que no pretenda substituirlo por actos folklóricos. Que no tengo nada en contra de los actos folklóricos —como la representación del motín de Aranjuez que se hace todos los años en dicha localidad, o los Moros y Cristianos que hacen por la zona de Valencia—, mientras que no se pretenda que sean más de lo que son: actos folklóricos.
«La Historia como luz para iluminar el presente». Pues que no se trivialice la Historia convirtiéndola en pantomimas, por favor.
«Todos lo hacen, como recordatorio de lo grande y lo terrible que hay en el corazón humano.» Muy bonito y grandilocuente. ¿Quiere recordar lo terrible que puede ser el corazón humano? ¿Y por qué no montamos una réplica de Auswitz y nos vestimos unos cuantos de reclusos y hacemos como que nos gasean? No es sino otro sitio en el que muere cruelmente gente por motivos absurdos.
Sobre el párroco que se menciona, ni sé qué actos se celebraban en Bailén ni sé qué texto leyó el cura —no nos informa de nada de esto don Arturo—, así que mucho no puedo opinar. Lo que sí que digo es que nada hay más coherente que el que un religioso se coloque en favor de la paz. Se podrá estar a favor o en contra, claro, pero me el párroco en cuestión no hacía más que ser consecuente con su condición de sacerdote de una religión que promueve entre sus más elevados ideales que «bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra» y «si alguno te abofetea en la mejilla derecha, muéstrale también la otra».
«Conmemorar el aniversario de una batalla no es un acto belicista, ni de derechas, ni de izquierdas». Pues estoy de acuerdo. De hecho, seguramente mucha gente esté de acuerdo. Es más, estoy por asegurar que está de acuerdo casi todo el mundo, excepto unos pocos entre los que se encuentra el señor Pérez Reverte. Porque si no, no entiendo por qué afirma semejante chorrada.
Y puesto que le gusta conmemorar, lo que no entiendo es por qué no propone otras conmemoraciones que seguramente también lo merezcan, como.. yo qué sé... como el descubrimiento de la penicilina, el nacimiento de Buda o la proclamación de la Declaración de los Derechos del Hombre.
Sobre la batalla de Bailén en sí, no sólo estoy de acuerdo con Dolordebarriga en que no significó nada importante en la manera de entender ni el mundo ni el bienestar de las personas, sino que tampoco significó nada novedoso desde el punto de vista militar. Lo único remarcable es que fue la primera derrota de Napoleón en tierra —en mar los ingleses le daban sopas con honda—. Con lo que estoy menos de acuerdo es con el ejercicio de historia-ficción de «y si hubieran ganado los franceses». No sólo por lo que tiene de osado jugar a los «y si...», sino simplemente porque a largo plazo, una dominación profunda entre dos países con una conciencia tan distinta es inviable: el país dominado podrá no vencer, pero sí podrá hacer imposible la vida al país invasor.
Vamos, que como resumen a la idea de las conmemoraciones, esta es mi opinión: no me gusta que con dinero público se gaste un duro en conmemorar casi nada, y mucho menos ninguna batalla. Para tener memoria histótica no hace falta ningún sarao, sino un sistema educativo serio.
Dejando de lado su faceta literaria y centrándome en la vertiente «opinadora», la impresión que me causa es bastante desfavorable, tanto de forma como de fondo. Me parece que abusa del sensiblerismo y que pretende dar una imagen de «ir a contracorriente». Y tampoco creo que decir en cada texto que escribe en la prensa «cojones» o «gilipollas» como si le obligasen sea la mejor manera de dar una imagen campechana —insultar es un arte que, opino, no se encuentra al alcance de don Arturo—.
Reconozco que todo lo anterior no son más que impresiones mías, así que voy a ponerme con el texto que dio origen al hilo.
Conmemorar no es celebrar. Bien, de acuerdo. Entonces, ¿qué es lo que pretende que se haga? ¿Que nos vistamos unos cuantos con casacas y que nos pongamos a reproducir la batalla de nuestra elección como se hace en Gettysburg? ¿Y qué valor tiene eso? ¿Para qué sirve? ¿Para saber que en Bailén, o en Navas de Tolosa, o en el Ebro tuvieron lugar batallas? Para eso está la escuela, para enseñar ese tipo de cosas. Y si ahora no se enseñan —que no lo sé—, que critique el sistema de enseñanza, pero que no pretenda substituirlo por actos folklóricos. Que no tengo nada en contra de los actos folklóricos —como la representación del motín de Aranjuez que se hace todos los años en dicha localidad, o los Moros y Cristianos que hacen por la zona de Valencia—, mientras que no se pretenda que sean más de lo que son: actos folklóricos.
«La Historia como luz para iluminar el presente». Pues que no se trivialice la Historia convirtiéndola en pantomimas, por favor.
«Todos lo hacen, como recordatorio de lo grande y lo terrible que hay en el corazón humano.» Muy bonito y grandilocuente. ¿Quiere recordar lo terrible que puede ser el corazón humano? ¿Y por qué no montamos una réplica de Auswitz y nos vestimos unos cuantos de reclusos y hacemos como que nos gasean? No es sino otro sitio en el que muere cruelmente gente por motivos absurdos.
Sobre el párroco que se menciona, ni sé qué actos se celebraban en Bailén ni sé qué texto leyó el cura —no nos informa de nada de esto don Arturo—, así que mucho no puedo opinar. Lo que sí que digo es que nada hay más coherente que el que un religioso se coloque en favor de la paz. Se podrá estar a favor o en contra, claro, pero me el párroco en cuestión no hacía más que ser consecuente con su condición de sacerdote de una religión que promueve entre sus más elevados ideales que «bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra» y «si alguno te abofetea en la mejilla derecha, muéstrale también la otra».
«Conmemorar el aniversario de una batalla no es un acto belicista, ni de derechas, ni de izquierdas». Pues estoy de acuerdo. De hecho, seguramente mucha gente esté de acuerdo. Es más, estoy por asegurar que está de acuerdo casi todo el mundo, excepto unos pocos entre los que se encuentra el señor Pérez Reverte. Porque si no, no entiendo por qué afirma semejante chorrada.
Y puesto que le gusta conmemorar, lo que no entiendo es por qué no propone otras conmemoraciones que seguramente también lo merezcan, como.. yo qué sé... como el descubrimiento de la penicilina, el nacimiento de Buda o la proclamación de la Declaración de los Derechos del Hombre.
Sobre la batalla de Bailén en sí, no sólo estoy de acuerdo con Dolordebarriga en que no significó nada importante en la manera de entender ni el mundo ni el bienestar de las personas, sino que tampoco significó nada novedoso desde el punto de vista militar. Lo único remarcable es que fue la primera derrota de Napoleón en tierra —en mar los ingleses le daban sopas con honda—. Con lo que estoy menos de acuerdo es con el ejercicio de historia-ficción de «y si hubieran ganado los franceses». No sólo por lo que tiene de osado jugar a los «y si...», sino simplemente porque a largo plazo, una dominación profunda entre dos países con una conciencia tan distinta es inviable: el país dominado podrá no vencer, pero sí podrá hacer imposible la vida al país invasor.
Vamos, que como resumen a la idea de las conmemoraciones, esta es mi opinión: no me gusta que con dinero público se gaste un duro en conmemorar casi nada, y mucho menos ninguna batalla. Para tener memoria histótica no hace falta ningún sarao, sino un sistema educativo serio.