Republicanos en la liberación de París
Españoles en la liberación de París
Eduardo Pons Prades. (Sacado de Historia16 nº 111, julio 1985)
EL 24 de agosto de 1944; a las 21.22 horas, llegaban a la plaza del Ayuntamiento de París varios half-track (autos oruga blindados) y un tanque Sherman (el Romilly), que constituían la vanguardia de los ejércitos aliados. Los primeros llevaban, en el morro y en sus flancos, nombres memorables de la guerra de España: Madrid, Jarama, Ebro, Teruel, Guernica, Belchite, Guadalajara, Brunete y Don Quijote. Eran las dotaciones de la 1.., 2.. y 3.. secciones de la famosa IX Compañía (incluso los franceses la llamaban la Nueve), del Regimiento del Chad. Las mandaban el zaragozano Martín Bernal, el madrileño Federico Moreno y el andaluz Monto- ya, secundados por el catalán Elías (herido en las calles de París por un francotirador), el canario Campos y el valenciano Domínguez. Con el resto de las dotaciones, un total de 36 ex soldados del ejército republicano español. Los cuatro tripulantes franceses del Romilly completaban el destacamento, que, con toda justicia, llamaron los liberadores de París.
El primer blindado que llegó a la plaza del Ayuntamiento -cuenta Moreno- fue el Guadalajara. Este blindado, con tripulación exclusivamente extremeña, sería también el primero en arrancar hacia la vecina calle de los Archivos, cuando se nos indicó que allí había un nido de resistencia alemán. Pero los primeros disparos que las fuerzas aliadas efectuaron en París se hicieron desde el blindado Ebro, mandado por el canario Campos y conducido por el catalán Bullosa.
Por las calles laterales de los Campos Elíseos y en las cercanías del Arco del Triunfo patrullaban Alfredo Piñeiro y Paco Izquierdo, abordo de su blindado Fort Star. Este ultimo se quedó mudo cuando una muchacha, tras los besos y abrazos de rigor exclamó: ¡Eres el primer soldado francés al que beso!
Piñeiro me contaba no hace mucho en Barcelona que fue él quien repitió una vez más la cantinela que venían entonando desde que penetraron en los arrabales de París: ¡Somos rojos españoles!, al tiempo que enarbolaban la bandera tricolor republicana española, que ondeaba en todas las torretas de los blindados. Así fue, en efecto -confirma el capitán Dronne, jefe de la Nueve-; yo no sé de dónde sacaron aquellas banderas, pero como en realidad era la bandera de su patria, nadie hizo la menor objeción.
Lo cierto es que no fue ésta la primera vez -ni la última- que los republicanos españoles dieron la nota -y no solamente en el ejército
francés-; pero, como recalca Martín Bernal, con toda la razón del mundo, ¡eh! Por eso -caso único en todos los ejércitos aliados de la Segunda Guerra Mundial-, cuando la Nueve recibió su cupo de blindados nuevos en el campamento de Hull, al este de Liverpool, una delegación de españoles fue a pedir autorización al mando para bautizar -tras haber escogido ellos los nombres- los half-track que acababan de entregarles.
Breve anecdotario ibérico
Se hizo la asamblea de los españoles, que fue, como es fácil de imaginar, tumultuosa, ya que desde Pasionaria a Durruti, pasando por las siglas del POUM, salieron nombres para bautizar mil blindados. Hasta que los jefes de sección (Moreno, Granell, Elías) decidieron cortar por lo sano y darles nombres de batallas de la guerra de España. Y al mío -terció Moreno- le pondremos Don Quijote, por ser el papel que estamos desempeñando nosotros desde que salimos de nuestra tierra. La inscripción de los nombres se confió al que tenía mejor letra de todos: al reusense Antonio V. B. Clarasó, Bamba, antiguo alumno del reputado instituto-escuela de la Institución Libre de Enseñanza y jefe de municionamiento de la Nueve.
Fuimos nosotros, claro -¿quién querías que fuese?-, los que inventamos el mercadillo de prisioneros alemanes, puntualiza el valenciano Domínguez.
El general Eisenhower había dado carta blanca a determinados comandos suyos -los del III Regimiento de Paracaidistas, entre otros-, pero prohibió a sus unidades regulares que franquearan el río Loira.
Por aquellos parajes combatía entonces la II División Blindada de Leclerc. Los americanos competían en la captura de soldados enemigos, y no solamente por la obsesión de superar marcas en las unidades combatientes -como si se tratase de competiciones deportivas-, sino porque con ello obtenían distinciones y sobre todo permisos especiales, a modo de recompensa.
Como los hombres de Leclerc, y los españoles en particular -que se adaptaron como nadie al modo de guerrear por libre de Leclerc-, y con sus half-track patrullando siempre en vanguardia, podían ir de un lado a otro y saltar el Loira tantas veces como les viniese en gana, enseguida se estableció el intercambio de prisioneros por material bélico u otras mercancías procedentes de la intendencia militar.
Los prisioneros procedían de la II División Blindada, pero también de adquisiciones efectuadas en las zonas guerrilleras que iban cruzando los blindados de Leclerc. Guerrillas en las que casi siempre combatían republicanos españoles, y hacia las que se dirigía el material bélico ligero adquirido a cambio del lote de prisioneros.
Tan intenso llegó a ser este tráfico de alemanes capturados que no tardó en establecerse un baremo apropiado a las circunstancias: por cinco soldados los americanos daban un jerrican de gasolina de 20 litros...; por diez, dos jerricans o dos pares de botas de media caña.
La gasolina era -ya entonces- la moneda básica de cambio. Luego vendrían las metralletas -una por veinte soldados-, algunas de la cuales terminarían su carrera en la guerrilla de las sierras ibéricas, y así ab libitum.
El intercambio estaba condicionado, en lo que a soldados y suboficiales se refería, a material o armamento ligero. Por tres oficiales de Estado Mayor se llegó a obtener una motocicleta. Y si eran SS, al vehículo de dos ruedas se le agregaba el sidecar. Por un general alemán.. los americanos regalaban un vehículo todo terreno (jeep).
El chalaneo, sintetizado en una muy curiosa jerga anglofrancoespañola, comportaba, por lo regular, una propina: botes de carne en conserva, cajitas de chicle, cartones 'de tabaco rubio, petaqueras de whisky o algún neumático.
Este trueque, que se realizaba desplegando dotes de ingeniosidad increíble, ya que los mandos americanos y franceses no lo veían con buenos ojos, divertía tanto a los hombres de la División Leclerc que a veces entregaron a los guerrilleros todo el material obtenido de manos americanas a cambio de prisioneros procedentes de la guerrilla, sin obtener el menor beneficio. Muy bajo cayó el ejército de la raza superior, es verdad -me confesó un día Cortés en Barcelona-, y nosotros nos tomamos una buena revancha a cuenta de lo que nos habían hecho en España durante nuestra guerra.
Alguna que otra vez, los oficiales de Estado Mayor o los generales no tenían de tales más que el uniforme, ya que habían sido ascendidos por los españoles de la Nueve para altipreciar el trueque, Lo más difícil de falsificar eran los siniestros SS, porque los soldados de las unidades regulares alemanas se hubiesen dejado despellejar vivos antes que enfundar su cuerpo en un uniforme con las dos fatídicas letras bordadas en las solapas.
En determinados casos -¡lo que son las cosas!-, el trueque siguió este tragicómico itinerario: por cinco soldados se obtuvieron 20 litros de gasolina y por este carburante un campesino entregó un par de orondas gallinas. O este otro: tres oficiales de Estado Mayor igual a una motocicleta, igual a un cerdo o dos corderos...
Los españoles de la columna Leclerc, de la Agrupación M y de la Fuerza L -que así se llamó sucesivamente lo que más tarde sería la II División Blindada- procedían de tres lugares concretos: de las filas de la XIII Semibrigada de la Legión Extranjera francesa, de los Corps Francs (comandos del Ejército francés) y de los campos de castigo de Africa del Norte, muy particularmente de los del desierto argelino.
En la XIII Semibrigada, los españoles (casi el 50 por 100 de sus efectivos, que rondaban los dos mil hombres) desempeñaron un brillantísimo papel en la campaña de Noruega (abril-junio de 1940), en especial desatascando la ofensiva aliada -destinada a cortar la ruta del mineral de hierro sueco (vía férrea cuyo término era el puerto noruego de Narvik)- con la ocupación de la cota 220 por parte de un grupo de legionarios españoles mandados por el gallego Gayoso.
Ante esta cota -defendida por varias máquinas automáticas alemanas-, situada más allá del Círculo Ártico y apenas a 300 kilómetros del Polo Norte, ya se habían estrellado los ataques de tropas francesas (cazadores alpinos), británicas, polacas e incluso nativas, de la VI División de Alta Montaña noruega. De ahí le vino el apodo de noruegos a nuestros esforzados compatriotas que por aquellas tierras -cuya temperatura normal en la primavera de 1940 era de 30 grados bajo cero- constituirían, para asombro del mando interaliado, el grupo nacional que menos bajas tuvo por congelación.
Este fue uno de los varios do de pecho que los españoles dieron en Noruega. Los destacamentos españoles al llegar la noche ártica dejaban contados centinelas en las posiciones recién conquistadas -con turnos de guardia más cortos que los reglamentarios: una hora- y los demás se replegaban a echar un sueño bajo techado. ¿Y si los alemanes contraatacaban de noche y reocupaban las posiciones?, preguntó a Serapio Iniesta, uno de los veteranos de la XIII Semibrigada. Entonces los centinelas se replegaban a su vez y avisaban a sus compañeros. Y antes de que amaneciese ya los habíamos desalojado de nuevo a bayonetazos. Así de sencillo, responde Iniesta.
En su historia de la Legión Extranjera francesa, Georges Blond confirma el excelente comportamiento de los españoles: La irrupción de un fuerte contingente de ibéricos exiliados políticos no tenía precedentes en las filas legionarias. Disciplinados, resistentes, atacando el duro entrenamiento por los desiertos argelinos, los españoles, codo a codo, dando pruebas de una solidaridad excepcional, tuvieron que hacer comprender a ciertos oficiales franceses, demasiado apegados al reglamento ancien régime, que el tiempo de las bromas pesadas y de las burlas gratuitas (llamar, por ejemplo, ejército de las alpargatas a las unidades republicanas españolas) había pasado. Abundaban también los oficiales que desconfiaban de ellos, llamándoles comunistas, y proclamando que había sido un error el llevarlos con el cuerpo expedicionario francés a tierras noruegas. Sin embargo, los hechos probarían que esos rojos, o ex rojos españoles, sabían batirse como leones.
Ante la invasión alemana de Bélgica y Holanda (10 de mayo de 1940) y la amenaza que pesaba sobre el territorio francés, el alto mando francés (al que los humoristas, y no se equivocaron, llamaron el submarino sin periscopio) decidió repatriar el cuerpo expedicionario francés de Noruega.
La evacuación tuvo lugar en los primeros días de junio. Nada más pisar Inglaterra se enteraron de la entrada en París de las tropas alemanas (14 de junio) y la XIII Semibrigada fue enviada a Francia rápidamente al llamado reducto bretón, que no pasó de ser otra cruel ensoñación del mando francés. Llegaron justo a tiempo para observar la entrada en la península de Bretaña de las columnas motorizadas alemanas y verse obligados a regresar a Inglaterra a marchas forzadas.
Así que cuando De Gaulle confió a Leclerc la problemática reconquista -para la Francia Libre recién constituida en el exilio- de varias colonias africanas, el comandante de Caballería de Hauteclocque -nombre verdadero de Leclerc- tuvo que echar mano de los restos de la Infantería de Marina, de los cazadores alpinos y de la Legión Extranjera -concentrados en Trentham Park-, a los que se unirían luego varios destacamentos de tiradores centroafricanos -unos 3.000 hombres en total-, de los que la sexta parte eran españoles. Era la primera operación montada por el general De Gaulle para restablecer la soberanía y la autoridad de Francia en los territorios africanos de Camerún, Chad, Gabón y Níger, y organizar unas fuerzas armadas capaces de ocupar y gobernar dichas colonias.
Lo fantástico del caso es que, contra las previsiones de políticos y altos militares, doctos en la materia, Leclerc logró lo previsto y mucho más. y nunca olvidó que, desde el primer momento (octubre de 1940) y hasta la conquista del Nido de Aguila de Hitler, en Berchtesgaden (mayo de 1945), siempre pudo contar con sus españoles...
El ex comandante de los servicios Z del Ejército republicano, el leonés-asturiano Julián Villapadierna, me contó un día en nuestro exilio francés cómo estando destacado (durante la campaña de Francia, 1939-40) en el polígono de tiro del Ejército francés en Vierzon tuvo que organizar el adiestramiento de un nutrido grupo de alistados voluntarios en los Corps Francs, entre los que se encontraban una docena de compatriotas nuestros.
Los Corps Francs eran comandos de guerrilleros llamados a operar en la retaguardia enemiga, por lo regular en plan de sabotaje o de guerrilla. Villapadierna, por su condición de luchador revolucionario en Asturias -era maestro nacional en Cangas de Onís- y en virtud de los cursillos de especialización para los servicios Z seguidos en España durante la guerra, era un especialista consumado en la materia. En los años 1942-44 tuvimos ocasión de comprobarlo en el triángulo guerrillero Aude-Ariege-Pirineos orientales.
Traslado voluntario .
Al firmarse el armisticio -tras la humillante derrota de los ejércitos aliados-, en Francia, en junio de 1940, los restos de estos Corps Francs fueron evacuados a las colonias francesas del norte de Africa. Al desembarcar los aliados allí, en noviembre de 1942, los Corps Francs fueron reorganizados y reincorporados al dispositivo militar de la Francia Libre.
Aunque en sus comandos quedaron algunos. españoles -como el capitán Miguel Buiza, ex almirante de la flota republicana española-, lo cierto es que la inmensa mayoría de los españoles de los Corps Francs -seducidos por sus compatriotas de la Columna Leclerc- desertaron y se alistaron en las filas de la II División Blindada, en vías ya de organización.
A tal decisión los españoles, muy chuscamente, la llamarían traslado voluntario. Algunos españoles de la Legión Extranjera, de la base principal argelina de Siddi-Bel-Abbés, también decidieron trasladarse a la unidad de Leclerc.
La seducción la ejercieron comandos volantes motorizados de veteranos de la campaña de Africa (octubre de 1940-mayo de 1943); entre ellos descolló el canario Campos, que llegó a obtener un jeep, tres camiones, vales militares para gasolina, comida y salvoconductos, del mando norteamericano en Argelia, con la promesa de reclutarle unos miles de españoles para formar con ellos una división de choque y ponerla al servicio de los aliados.
Aquello pudo acabar muy mal-dice Federico Moreno-, porque al comprobar que los reclutados eran conducidos hacia Marruecos -donde se estaba organizando y pertrechando la II División Blindada- los norteamericanos hicieron varias reclamaciones al alto mando francés. Pero, al saber que se trataba de soldados de un jefe tan excéntrico como Leclerc, la cosa quedó en agua de borrajas. Aquello de tal para cual caía aquí como anillo al dedo. Uno de los más valiosos seducidos -procedente de los CF- sería comandante Putz, un austriaco de las Brigadas Internacionales que moriría en combate, en otoño de 1944, en la marcha de la División Leclerc hacia Estrasburgo.
Otros recién acuñados leclercistas fueron españoles liberados de los campos de castigo del desierto argelino -auténticos campos de la muerte-, a los que faltó tiempo para empuñar de nuevo las armas contra el nazifascismo europeo allí donde estuviese: Por eso, a estos y aquellos españoles les llamaron noruegos y africanos.
Los Corps Francs -en los que combatían juntos franceses y españoles- se integrarían en la I División Blindada, mandada por el general De Lattre de Tassigny, que fue el embrión del cuerpo expedicionario francés de Italia, en el que luchaban los hombres de la XIII Semibrigada de la Legión Extranjera francesa -la de los noruegos- cuyos supervivientes procedían del Africa Ecuatorial francesa, donde dejaron a Leclerc tras haber conquistado Chad y parte de Camerún.
Luego se incorporaron al cuerpo expedicionario británico en su colonia africana de Sierra Leona. De allí, dando un rodeo por el Cabo de Buena Esperanza, desembarcaron en Sudán -otra colonia británica del este de Africa-, desde donde participaron en la reconquista de Eritrea, antes de subir a recuperar -para la Francia Libre- Siria y Líbano, en el Cercano Oriente. Esto sucedía en junio de 1941.
Después se reconstruyó otra vez la XIII Semibrigada, en Alejandría (Egipto), que luego fue encuadrada en el dispositivo del VIII Ejército británico, mandado por el general Montgomery, con el que. combatirían hasta expulsar de Africa del Norte a los ejércitos alemanes e italianos, en mayo de 1943. Esto, tras protagonizar la heroica resistencia de la posición Bir-Hakeim (mayo de 1942) (*) y el encuentro con los españoles de Leclerc -que llegan del corazón de Africa-, en enero de 1943, en la capital de Libia, Trípoli.
(*) Ver HISTORIA 16, número 101, Españoles contra Rommel, por E Pons Prades, septiembre de 1984
Otros españoles -más politizados y de edad más madura- desembarcarán clandestinamente en las costas de Andalucía oriental, en particular en las de Almería, para restablecer el contacto con los grupos de resistencia antifranquistas -armados o no- que actúan en España.
Algunos de esos militantes -desde libertarios a catalanistas- traen el encargo de los aliados de sondear a sus respectivas huestes sobre sus posibilidades de respaldar -militar y políticam
nte- un desembarco aliado en Andalucía o en Cataluña.
El enfrentamiento entre los ingleses, con Churchill a su cabeza, que deseaban que el desembarco en las costas europeas del Mediterráneo se hiciese en los Balcanes, el bajo vientre de Europa, y los norteamericanos, que llegaron a pensar muy seriamente en hacerlo en tierras ibéricas, quizá fue una circunstancia determinante en la designación de Italia -primero Sicilia- como teatro de operaciones europeo contra las fuerzas del Eje, en espera de la apertura de lo que el otro grande, Stalin, consideraba como el verdadero segundo frente: el desembarco en Francia, primero (6 de junio de 1944) en las costas de Normandía y después (15 de agosto de 1944) en las de Provenza.
En la historia de las sucesivas unidades mandadas por el general Leclerc, los españoles republicanos destacan siempre por sus rasgos más peculiares: valientes, pero difíciles de mandar -no de manejar, puntualizará el propio Leclerc-; disciplinados, pero revoltosos; amantes de la juerga, incluso en los momentos más críticos, ejemplo de solidaridad de grupo, desprendidos, soñadores, ya ratos increíblemente temerarios...
Pero esto fue así porque Leclerc era un jefe fuera de serie, un militar anarquista en el más pleno sentido de la palabra. Así me lo calificó el reusense Bamba en amena y divertida conversación junto con varios compatriotas nuestros ex Leclerc en la sede de los veteranos de la II División Blindada, en París.
Ahora bien, ¿y no configuraron los españoles, de alguna manera, el modo de actuar de Leclerc? ¿Acaso no fueron ellos -ya desde las primeras escaramuzas, en pleno desierto, en el sur de Libia- quienes secundaron casi siempre sus travesuras?
Para convencerse de ello basta charlar con sus antiguos oficiales y jefes; es decir, los que convivían con ellos las veinticuatro horas del día. Uno, que conoció de cerca a todo tipo de militares franceses durante la campaña de Francia (1939-40), confiesa que los leclercistas parecían seres de otra galaxia. No ocurría así con la división de De Lattre de Tassingy en Italia, Francia o Alemania: aquello era un puro aburrimiento -me ha contado Millán Vicente, de la 13 SB-; aquella unidad parecía una orden monacal...; con decirte que ni los legionarios, con la carrera que llevábamos, conseguimos descongelarlos, está dicho todo.
La primera travesura fue conseguir que la bandera bicolor francesa ondease en los más apartados rincones de las posesiones galas en Africa y que Charles de Gaulle apareciese por todos lados como el jefe supremo de la Francia Libre, aunque para ello Leclerc tuviera que lidiar, en encrespadas batallas dialécticas, con obispos, como el de Douala, y con generales, como Giraud, durante un tiempo el jefe militar más mimado por los norteamericanos en un intento de desbancar a De Gaulle.
La campaña de seducción del canario Campos y otros españoles también contribuyó lo suyo a que Giraud no dispusiese de los efectivos con los que contaba para organizar, a la sombra de los norteamericanos, su propio ejército.
En el asalto -y desbordamiento- de la línea Mareth observamos hasta qué punto Leclerc confía, por enésima vez, en sus hombres para poner en marcha una operación que siguió a los repetidos fracasos de ingleses y neozelandeses ante la citada línea.
Al diseñar Leclerc la operación contra la línea Mareth, el general neozelandés Freyberg no sale de su asombro al oír decir al francés que va a salir de exploración solo, en un jeep, con su chófer, en plena noche, porque mis hombres deben descansar, le recalca.
Días más tarde, en una breve parada en Zaguán, ya en territorio tunecino, el respetable comandante inglés de un grupo de antitanques, puesto a disposición de Leclerc en Gabés, después de hacerle al propio general Freyberg los mayores elogios del general francés y de sus hombres, pide su traslado a una unidad en la que haya gentes que teman a Dios.
La siguiente travesura es su escapada por pistas del desierto, plantando la bandera francesa de la liberación en la villa de Menzuán. Cuando llegó esta noticia al Estado Mayor inglés se creyó en un error de transmisión. Porque, ¿cómo podía encontrarse la Fuerza L (Leclerc) en cabeza, puesto que su lugar estaba a retaguardia?
Leclerc y sus hombres se presentaban dos días después en la ciudad santa de Kairuán los primeros y barren a los alemanes de la Afrika Korps del macizo de Zaguán, para no detenerse hasta la capital: Túnez. Queda clara así la importante participación de la France Libre en la liberación de aquella colonia francesa.
Estas y otras travesuras harán temer que el aparcamiento de su unidad -primero en Sabratah (Libia) y después en Marruecos, cerca de Rabat- no condene a sus hombres a pudrirse en desesperante espera, mientras los anglosajones liberan Francia.
Al caer el general Giraud y sus partidarios en el ostracismo, y bajo la presión incansable de De Gaulle, que tiene en Leclerc al mejor de sus heraldos en todos los terrenos, los norteamericanos deciden entregar al excéntrico general francés los blindados prometidos, operación que se realiza a finales de 1943 y comienzos de 1944 en el campamento de Teamara, al sur de Rabat. La verdad -nos escribió Bamba- es que nosotros estábamos ya persuadidos de que nos iban a dejar allí hasta el final de la guerra, pese a que, como ya te indiqué en una de mis cartas, los ejercicios y las maniobras se realizaron sin interrupci6n, siempre a un ritmo intenso, para que estuviésemos en forma para actuar en cualquier momento.
El mando aliado «castiga» a Leclerc
Leclerc llega a pedir a De Gaulle que le envíe al frente italiano, pero éste le dice: Paciencia, mi querido amigo, paciencia. Usted debe liberar Alsacia y Lorena..., después de París, naturalmente.
De Gaulle a ratos también juega al soñador, porque en los primeros meses de 1944 la popularidad de Leclerc en el alto mando interaliado era más bien baja. Pero el patilargo representante de la Francia Libre, con el apoyo del gobierno de Canadá y del general canadiense Georges Vanier, en particular, consigue la designación de la II División Blindada como fuerza representantiva francesa en el desembarco de Normandía.
Sin embargo, a seis meses del gran día inquieto, el general francés se encuentra todavía entre quienes no comparten el secreto de los dioses. Sólo sabe -De Gaulle se lo aconseja una y otra vez- que debe mostrarse paciente y tener confianza. Así consigue sujetarlo durante unos meses. No faltó quien le apuntó, Conociendo lo que era capaz de hacer Leclerc para no perder comba, que, de haberse enterado a tiempo, el jefe de la II División Blindada hubiese sido capaz de adelantarse a los demás... y desembarcar solo, con sus hombres.
Tiempo al tiempo, ya que antes de que termine 1944, por tierras de Francia, y en la primavera de 1945, por tierras de Alemania, Leclerc demostrará que quienes apuntaban la posibilidad de tan arriesgadísima eventualidad -el desembarco en solitario- no andaban muy desencaminados.
El castigo del mando aliado se hace otra vez evidente en el momento de zarpar la II División Blindada hacia Inglaterra a primeros de abril de 1944: se dispone que el traslado de hombres y material se haga en distintos convoyes marítimos y que entre unos y otros pasen varias semanas.
Pese a los telefonazos y visitas de De Gaulle -primero a Swansea y luego a Hull, al verse obligado a atravesar con todo su material media Inglaterra, lo que le aleja ostensiblemente de las costas sureñas-, ya pesar de la presencia apaciguadora a su lado del coronel Langlade, Leclerc echa chispas por todos lados, porque debe trasladar 240 tanques por las carreteras y el escuadrón de reparación se encuentra todavía en Marruecos.
Para evitar un grave incidente si interviniese Leclerc, el propio Langlade se enfrenta a los americanos, que son los que dirigen la gran operación. El recipiendario de la protesta francesa es el coronel americano de la 4ª Sección del Estado Mayor aliado, que tras el vapuleo exclama: ¡No me había tropezado nunca con un oficial francés capaz de expresarse tan bien en inglés y que usara términos más descorteses!
Con todas las dificultades, la División llega a Hull sin el menor contratiempo. Hasta el 20 de mayo no llegarán a Inglaterra los últimos pertrechos de la II División Blindada, congelados en Casablanca.
Día a día, Leclerc perfila las líneas maestras de lo que debe ser la actuación de la unidad en Francia y Alemania.
-Hay que estar en todo ya todo, en cualquier momento y en la más imprevisible de las circunstancias. Quiero que mis hombres se sientan asistidos en todos los terrenos. Sea cual sea la dureza de los combates, quiero que las transmisiones, la asistencia médica y el servicio de reparaciones estén lo más cerca posible de mis hombres. Y la gasolina, Langlade, la gasolina. Mucho cuidado con la gasolina. No quiero ver un solo vehículo parado por falta de carburante. Y vaya inculcando a las tripulaciones el espíritu de iniciativa necesario para que, incluso cuando estén aislados del resto de la unidad, los hombres de cada blindado formen un grupo compacto y sepan reaccionar positivamente sobre la marcha.
Días antes de embarcar rumbo a Francia (a finales de julio de 1944), cuando los ejércitos anglosajones llevan combatiendo casi ocho semanas sobre suelo francés, Leclerc reúne por última vez en Inglaterra a sus colaboradores.
-Y tomen buena nota de mis instrucciones, señores. Insisto: an6tenlas y estúdienlas bien, porque no creo que nada ni nadie sea capaz de modificar nuestra marcha.
Un veterano de Africa tercia:
-Llevamos años viéndole combatir, mi general, y eso es algo que no se olvida fácilmente.
-Es que el combate es una cosa y la táctica es otra, amigo mío. y cuando tengamos al ejército alemán frente a nosotros yo no podré estar siempre entre ustedes, como en Africa. Así que recuerden bien esto: primero hay que desbordar cualquier resistencia enemiga organizada, rodearla, dirigirse hacia los objetivos sin preocuparse de nada más. Segundo, hay que descubrir la parte débil del dispositivo enemigo, que debe tantearse sobre un frente ancho, gracias a nuestra movilidad, provocar la grieta y colarse por ella sin dilación. y tercero, penetrar profundamente en la retaguardia enemiga y destruir todas las reservas que nos salgan al paso, sembrando el desconcierto por doquíer.
-¿ y sí encontramos resístencia en la retaguardía enemiga?
-En ese caso, como en todos los casos, hay que maniobrar, maniobrar sin parar, recordando siempre que el arma blindada es esencialmente el arma de la velocidad, capaz de adaptarse y de moverse en todos los terrenos. Siempre alerta en los flancos, escierto, pero sin temor a quedar a descubierto, porque la movilidad de los blindados permite en cualquier momento el traslado a un nuevo frente con una rapidez instantánea. Recuerden que só1o hay un principio táctico: infligir al enemigo el mayor número posible de destrucciones, de muertos y de heridos en el menor tiempo posible. y no exponerse tontamente ante su fuego.
Leclerc y sus hombres desembarcaron en Normandía en la noche del 31 de julio al 1 de agosto de 1944. La II División Blindada actuará como fuerza de apoyo; es decir, su intervención está. prevista tan sólo para cuando se produzca .la ruptura del frente enemigo.
Las intenciones de los norteamericanos no parecen muy limpias -han imprimido billetes franceses para las fuerzas de ocupación aliadas sin consultar para nada a la France Libre-, por lo que tanto De Gaulle como Leclerc deberán desplegar mucha imaginación para no ser olvidados del todo en la liberación de Francia.
Después de la cruenta batalla de Eccouché, los blindados de Leclerc ponen proa a París. Antes envían a De Gaulle este breve y poco
ortodoxo informe:
Tras una marcha desenfrenada y asaz acrobática, que nos ha conducido desde Avranches (Normandía) hasta Le Mans, hemos atacado en punta hacia el norte, y en cuatro jornadas hemos alcanzado el río Orne, entre Eccouché y Argentian. Nuestro ataque, cogiendo de flanco una tras otra a varias divisiones alemanas, ha dado excelentes resultados.
Durante esos días he tenido la impresión de estar reviviendo los días de mayo y junio de 1940, sólo que al revés: desarrollo de nuestros movimientos de infiltración en el interior de las líneas enemigas, destacamentos-sorpresa y permanente alanceamiento del dispositivo enemigo...
Nuestros vecinos americanos, sobre todo los de nuestro flanco izquierdo, iban, como de costumbre, bastante retrasados. El resultado de estos ataques hubiera podido ser fantástico de haberse decidido el cierre del corredor Argentan-Falaise. El mando se ha opuesto a ello formalmente. La historia juzgará.
El jefe de la Nueve, capitán Dronne, nos facilita de su diario de marcha esta apostilla: El alto mando careció de audacia. Dejó escapar a los alemanes que las fuerzas aliadas volverían a encontrar, algo más tarde, frente a ellas, debidamente reorganizadas. Los americanos se han mostrado demasiado prudentes y muy lentos.
Y uno de los más eficientes jefes de municionamiento de la II División Blindada, Bamba, reafirma lo dicho por otros testigos directos de la batalla de Francia (segundo semestre de 1944): De no haber sido por su aplastante superioridad material, la verdad es que yo no sé lo que hubiese pasado...; fíjate que los soldados rasos americanos llevaban en su dotación hasta papel higiénico.
El 22 de agosto -día en que Leclerc decide marchar hacia París a todo tren- los americanos han rebasado Chartres y Dreux, al oeste de la capital francesa. Pero el ataque frontal y la ocupación de París no están previstos en el rígido planning del alto mando aliado hasta el 15 de septiembre de 1944.
Los americanos tienen un miedo tremendo a los combates callejeros y el abastecimiento de varios millones de personas hubiese desviado de su contenido a demasiados vehículos y personal. El general Montgomery, por su parte, tampoco se preocupa sobremanera de la capital francesa. Lo que más obsesiona a los ingleses es la ocupación de la región costera de la zona del Canal de la Mancha, para apoderarse de las rampas de lanzamiento de cohetes V-1 y V-2 allí instaladas y poner fin a los terroríficos bombardeos de Londres.
El miedo a que París corriese la misma suerte que Varsovia -se sabía que Hitler había ordenado su destrucción- provocó la insurrección popular, que fue declarada el18 de agosto, y aceleró la marcha de los hombres de Leclerc en auxilio de la resistencia interior parisina.
Otros españoles, los encuadrados primero en la Organización Militar Española (OME) y luego en la Agrupación Guerrillera Española (AGE), apoyaron, con la participación de cientos de ellos en los combates callejeros, la insurrección popular.
Nunca se sabrá cuántos compatriotas nuestros pagaron con sus vidas la liberación de Francia y de París. Pero sí se sabe que dos dirigentes españoles de la AGE, el madrileño Buitrago y el melillense Barón Carreño, murieron allí: el primero en las barricadas y el segundo en manos de la temible Gestapo pocos días antes de la liberación de la capital francesa. Es éste un capítulo de nuestra historia, escrita más allá de nuestras fronteras, que está casi por descubrir.
Camino de Alemania
El 8 de septiembre los hombres de Leclerc reanudan su marcha hacia el este. Al fin se cumplirá el juramento hecho en el oasis de Kufra (Libia), después de ocupar esta importante fortaleza italiana: Ahora ya no nos detendremos hasta liberar Metz y Estrasburgo.
Y así fue: la capital de la Lorena era rescatada a finales de septiembre y Estrasburgo, el 23 de noviembre, al tiempo que se alcanzaban la orilla del Rin y la frontera alemana. En estos casi tres meses de operaciones entre París y Alsacia, en el seno de la IX Compañía ha estado actuando, clandestinamente, un comando compuesto por veteranos luchadores libertarios (Manuel Huet, Joaquín Blesa, Liberto Ros y Mariño), el cual, con la complicidad del canario Campos, del barcelonés Bullosa (de la 3ª Sección), de varios oficiales franceses y de Bamba, efectúa un rastreamiento del terreno conquistado para recuperar armamento ligero alemán, destinado a ser introducido en España, vía París y Toulouse.
Este es otro capítulo, interesantísimo y singular donde los hubiere, que algún día se tendrá también que investigar y escribir, para demostrar hasta dónde puede llegar la inventiva de los ibéricos.
El Rhin se cruza el 27 de abril de 1945 por un puente de barcazas. Y aquí realiza Leclerc su última travesura. Puesto que ni él ni ninguno de los aliados occidentales podrá darse el gustazo de ocupar Berlín -honor que se les regalará a los soviéticos-, el general francés decide que sus hombres ocuparán el Nido de Aguilas de Hitler de Berchtesgaden, en los Alpes tiroleses.
Al sur de Karlsruhe -en Rastatt-, mientras el grueso de la II División Blindada, ateniéndose al itinerario oficial que le ha marcado el alto mando aliado, sigue hacia Munich por Nordlingen y Ausburgo, Leclerc lanza varios destacamentos motorizados por el sur.
Atravesando Stuttgart, Sigmaringen (donde están a punto de encontrarse de nuevo con la XIII Semibrigada de la Legión), Sangen y Wilheim-im-Oberbayern, la IX Compañía, que va como siempre en cabeza, se presenta en Berchtesgaden el 5 de mayo tres días antes de que los alemanes pidan del cese del fuego.
En los combates del desfiladero y el túnel de Inzell -explica Moreno-, los españoles de la Novena tuvimos pocas bajas por una razón muy simple: en el largo camino recorrido desde las playas de Normandía hasta las puertas de Austria los habíamos perdido casi todos. Si mis cuentas no yerran, al terminarse la guerra, el 8 de mayo de 1945, de los 148 españoles que desembarcamos en la playa normanda de Utah Beach sólo quedábamos 16.
Republicanos en la liberación de París
- Perro De Lobo
- Ente de HAMOR
- Mensajes: 6134
- Registrado: 02 Ago 2003 16:00
- Ubicación: 40 24 59.878, -3 42 13.557
- Contactar:
Republicanos en la liberación de París
He sido asaltado fieramente por la concupiscencia carnal
- Perro De Lobo
- Ente de HAMOR
- Mensajes: 6134
- Registrado: 02 Ago 2003 16:00
- Ubicación: 40 24 59.878, -3 42 13.557
- Contactar:
Españoles en la Résistance
La Resistencia Española en Francia 1939-45
by A.F.A. from 'Fighting Talk'
"¡Cuántos caminos mis pies han pisado y mis ojos visto! ¡Qué escenas terribles de la desolación de la muerte he atestiguado en estos años de continua guerra. Las circunstancias adversas nos habían hecho a nosostros, anti-militaristas, los soldados más avezados en la batalla de los ejércitos aliados "
(Murillo de la Cruz)
Hay muchos mitos y controversias referentes a la resistencia francesa durante la segunda guerra mundial. La línea " oficial ", el punto de vista de los Gaullistas, atribuye gran significación a la difusión por radio de la llamada de Charles de Gaulle el 18 de junio de 1940, animando al pueblo francés a continuar la lucha contra los alemanes. Pero para por lo menos un componente importante del movimiento de la resistencia, la lucha armada contra el fascismo había comenzado no el 18 de junio de 1940 sino el 17 de julio de 1936. Es un hecho poco sabido que más de 60.000 exiliados españoles lucharon junto a la resistencia francesa, además de otros millares que desempeñaron servicios en las fuerzas regulares del ejército libre francés. Este artículo paga tributo a los héroes olvidados de la resistencia española y explora los orígenes y desarrollos más amplios de la resistencia francesa.
Derrota, Exilio e Internamiento
Las victorias fascistas en España llevaron a varias oleadas de refugiados a cruzar la frontera francesa. Antes de junio de 1938 unos 40-45.000 refugiados ya la habían cruzado y alarmado al gobierno francés que mandó cerrar la frontera. Sin embargo, con la caída de Cataluña en enero de 1939 una marea humana fluyó hacia el norte. Tras ellos llegó el ejército republicano en retirada cubierto por una retaguardia integrada 26ª división (columna de Durruti) y elementos del ejército del Ebro. La prensa de derechas en Francia llegó casi a la histeria con títulares como, "¿ Se reorganizará el ejército del alboroto en Francia? " y "Cerremos nuestras fronteras a las bandas armadas de la F.A.I. y del P.O.U.M. ". Sin embargo, con la ciudad de Figueras a punto de caer a los franquistas, las sensibilidades izquierdistas y humanitarias francesas prevalecieron y la frontera se abrió para admitir a centenares de millares de civiles y de combatientes en Francia.
La población del departamento de Pyrenees-Orientalse se vió más que doblada debido a la afluencia de los españoles. Las tropas francesas en el área ya habían recibido refuerzos y aún más refuerzos llegaron según se aproximaba la división 26ª a la frontera. Como uno de sus miembros, Antonio Herrero, recordaba, "... nosotros éramos considerados los más peligrosos de los refugiados ". Partes del estado francés temían claramente que los " rojos " y los " anarquistas " trajeran la revolución social a Francia.
Mientras que los refugiados estaban a salvo ahora del ejército de Franco, de ninguna manera habían conseguido su libertad. En lugar de eso fueron confinados en campos de concentración en las playas de Argeles-sur-mer, St.Cyprien y Barcares, encerrados con estacas y alambre de púas. La policía francesa cazaba a los que escapaban del confinamiento. Dentro de los campos, el abrigo, los suministros y la asistencia médica eran virtualmente inexistentes. Prevalecía la estrica disciplina militar, con frecuentes recuentos, patrullas y constante vigilancia. La distribución de los periódicos de izquierdas fue prohibida (pero no los periódicos de la derecha). Por otra parte, los identificados como " criminales " o " radicales " fueron llevados a campos de prisioneros separados, como la fortaleza de Collioure y el campo Le Vernet. Aquí, mantuvieron a los comunistas y a los anarquistas como presos bajo régimen de trabajo forzado. Los que experimentaron estos campos más adelante recordaban que, aunque no eran lugares de la exterminio de masas, en muchos otros aspectos eran casi tan malos como los campos alemanes de concentración.
El gobierno francés intentó animar la repatriación, voluntariamente y por amenazas. Pero para diciembre de 1939 todavía había por lo menos 250.000 españoles en los campos. Los trabajos de edificaciones significaron una mejora en las condiciones, aunque la salud, la higiene y los suministros de alimentos seguían siendo pobres. Los españoles se organizaban colectivamente como mejor podían a través de las principales agrupaciones políticas.
La Guerra Relámpago y la Francia de Vichy
Con una guerra europea general asomándose y un enorme campo de habilidades industriales y agrícolas confinado en las playas, a los exiliados españoles se les dió la opción de dejar los campos a partir de abril de 1939. Pero estaba la condición de que tenían que obtener un contrato individual de trabajo con los granjeros / patrones locales o alistarse en " compañías de los trabajadores " (batallones de trabajo), la Legión Extranjera o en el ejército regular francés. Aunque la primera opción era la más deseable, alrededor de 15.000 se unieron a la Legión Extranjera, incluyendo a miembros de la 26ª división (columna de Durruti) que se les hizo elegir entre esto y la repatriación forzosa.
Así muchos exiliados españoles se encontraron aguantando el ataque relámpago de Hitler en 1940. Más de 6.000 murieron en batalla antes del Armisticio y 14.000 fueron cogidos prisioneros. Éstos españoles no fueron tratados como prisioneros de guerra sino que fueron enviados a los campos de concentración, sobre todo Mauthausen. De los 12.000 enviados a este lugar de crímenes solamente 2.000 sobrevivieron hasta la liberación. Otros españoles en el ejército francés se encontraron sirviendo en Noruega, como parte de la fuerza expedicionaria a Narvik y a Trondheim. Se distinguieron por su valor, pero a un precio muy elevado. De 1.200 solamente 300 sobrevivieron.
Después del triunfo militar alemán en París, el 14 de junio de 1940, el país quedó partido en zonas ocupadas y libres. Las últimas, abarcaban Francia central y meridional y la costa mediterránea, estaban gobernadas directamente por el gobierno de Vichy del mariscal Petain. Al principio mucha gente francesa veía a Petain como un salvador nacional, que había rescatado el país de la humiliation y la derrota total. Pero el régimen de Vichy no solamente siguió una política de coexistencia y de colaboración con los Nazis sino que tuvo muchas de las características de un estado fascista. La llamada "revolución nacional " de Petain funcionaba bajo el lema " trabajo, familia, patria " y persiguía políticas nacionalistas y autoritarias.
En agosto de 1940 todas las organizaciones sindicales fueron disueltas en favor de las estructuras corporativas " orgánicas " de los patrones y de los empleados favorecidos por el fascismo. El modelo de estas políticas se podría ver fácilmente en Italia, España (se restablecieron relaciones cordiales con Franco rápidamente) y Portugal y, al igual que en esos países, el apoyo para la revolución nacional llegó sobre todo de las clases altas y medias, de los industriales y los pequeños financieros, los comerciantes locales y propietarios de tierras y de profesiones de alto estatus social. Estos partidarios fueron instalados rápidamente a todos los niveles de la administración. La vida del campesino y de la familia quedó idealizada, al igual que la iglesia católica como modelo de vida moral, de valores comunales y de la obediencia. Se instalaron campos de la juventud y Corps.Y, por supuesto, se elaboraron listas de comunistas, socialistas, etc. - para su inmediata detención, y para detener a otros en la primera muestra de amenaza al orden público.
El régimen de Vichy iba a colaborar activamente eligiendo rehenes y reclutando obreros para los alemanes, arrestando resistentes y deportando judíos. Las SS y la Gestapo contactaron rápidamente con los anti-semitas franceses y los fascistas, recopilando información de judíos e izquierdistas. No se formó ningún partido de estilo fascista, en parte porque Hitler no deseaba crear ninguna base para un renacimiento del nacionalismo francés. Pero los miembros del partido P.P.F. fascista fueron a luchar (y morir) al frente ruso, y también fueron utilizados internamente como unidades paramilitares contra la Resistance.
Pero la formación más importante iba a ser la Milice - formada en enero de 1943 (de la asociación de los veteranos Legion des Anciens Combattants) por Joseph Darnard, ministro de Vichy a cargo de todas las fuerzas internas de la ley y del orden. La Milice, una vanguardia paramilitar de la " revolución nacional ", se convirtió en una fuerza de 150.000 hombres, actuando como auxiliar de las SS y la Gestapo y caracterizada por el fascismo del estilo Vichy. Para 1944 eran la única fuerza francesa en la que los alemanes podían confiar. La mayoría de los sobrevivientes Miliciens fueron ejecutados sumariariamente por la resistencia durante o inmediatamente después de la liberación. Lo merecían.
Resistance
Muchos franceses se dieron cuenta lentamente de la verdadera naturaleza y la ideología de la ocupación Nazi y de sus partidarios de Vichy. Aparte de una manifestación en París, el 11 de noviembre de 1940, y las impresionantes huelgas mineras de inspiración comunista en el noreste en mayo de 1941, hubo muy poca confrontación pública con los alemanes en los primeros 2 años tras la derrota.
La famosa emisión de radio de De Gaulle iba a ser solamente uno de varios puntos de partida de la resistencia. De hecho, hasta 1942 De Gaulle no iba a ser un personaje importante. Aunque Churchill lo respaldaba, los americanos parecían más interesados en ganarse a los comandantes franceses de Vichy en Argelia. De Gaulle ni siquiera fue informado de los planes aliados para la operación antorcha, el desembarco en Argelia. Tuvo que moverse para consolidar su posición. Para hacer esto aumentó los contactos con la resistencia interna durante 1942 y tuvo que reconocer la diversidad e independencia de los grupos de resistencia y la importancia de los comunistas como hechos consumados.
El partido comunista francés había quedado fuera de juego por el pacto de la no-agresión entre Hitler y Stalin en agosto de 1939, y después fue declarado ilegal bajo régimen de Vichy. Esto significó que organizacionalmente desempeñaron un papel menor en los primeros comienzos de la resistencia, aunque los militantes individuales estuvieran implicados desde el principio, como en la huelga minera. Solamente después de la invasión de Rusia fue el P.C. capaz de reagruparse - pero rápidamente se convirtió en un jugador primordial en términos políticos, de organización y de táctica en la resistencia.
En sus primeras raíces la resistencia creció de abajo a arriba. " La primera resistencia fue casi enteramente una cuestión de iniciativas secretas de individuos y de grupos pequeños... ". El primer acto de resistencia era a menudo la pintada, por ejemplo dando la vuelta a la declaración alemana de que matarían a 10 franceses por cada alemán asesinado (" ¡un francés asesinado - diez alemanes muertos! ") o simplemente cambiando o quitando postes indicadores para confundir al enemigo. Igualmente importante, una vez que un grupo se formaba, era la producción y la distribución de folletos y de periódicos clandestinos. Esta propaganda creó una actitud de solidaridad que unió los actos individuales de la resistencia.
Estos pequeños grupos de individuos con similares ideas evolucionaron gradualmente a los actos más amplios de sabotaje y de lucha armada y a redes más difusas que creaba rutas de escape y compartían información de las posiciones alemanas. En el norte sufrieron una represión severa de la Gestapo, pero en el sur los movimientos adquirieron un carácter más expansivo. Esto fue en parte debido a los factores geográficos y en parte debido que la zona no estuvo bajo control directo alemán hasta noviembre de 1942. Sin embargo, había un otro factor vital - los españoles.
El régimen de Vichy deseaba hacer uso de la inmensa cantidad de mano de obra española disponible en el sur, así que estableció los Travailleurs Etrangers (T.E.) - basicamente cuerpos de trabajo forzado de alrededor de 2-5.000 hombres. Antes del fin de 1940 más de 220.000 españoles fueron obligados a realizar trabajos para las empresas francesas y alemanas en Francia. Pero para las autoridades de Vichy la historia revolucionaria de la clase obrera española planteaba un problema - el cuerpo de trabajo sería un punto de organización natural para intentar la reconstrucción de su movimiento. Y tuvieron razón - las organizaciones políticas de los exiliados españoles pronto consolidaron su posición dentro del T.E., a pesar de las tentativas de la policía de Vichy de identificar y deportar a comunistas, anarquistas y "anti-nacionales".
La presencia de este enorme cuerpo de exiliados, muchos de ellos endurecidos combatientes anti-fascistas, no puede ser subestimada. " La resistencia era el estado natural de los exiliados españoles en Francia. Para ellos el dilema francés sobre la lealtad a Petain era inexistente... ". Continuaban una guerra que había comenzado detrás de las barricadas en Barcelona, habían combatido ya a tropas alemanas e italianas en su propio país, y ahora debían hacer lo mismo en Francia. Tanto como, o más aún, que los agentes británicos del Special Operations Executive fueron los españoles los que instruyeron a sus camaradas franceses en la lucha armada.
Como Serge Ravanel de la resistencia francesa en el área de Toulouse reconoció: " durante la Guerra de España nuestros camaradas habían adquirido el conocimiento que nosotros no poseíamos; sabían hacer bombas; sabían montar emboscadas; tenían un conocimiento profundo de la técnica de la guerra de guerrillas ". Además de esta maestría se decía de los españoles que su valor era sin igual en combate y que no era cuestión hablar de traición o de deserción.
Dentro de Travailleurs Etrangers el sabotaje a bajo nivel, símbolo universal del desafío de la clase obrera, se convirtió en rápidamente en norma. En un incidente, 50 mecánicos franceses de los que se sospechaba de haber hecho sabotaje fueron sustituidos por españoles. El nivel del averías inexplicables de los vehículos creció según los españoles argumentaban desconocer los rudimentos mecánicos del motor. ¡Los camaradas de AFA estarán satisfechos al saber que The Mechanic tiene tan dignos precursores! Los incidentes tales como este eran parte de un movimiento más amplio y cada vez mayor de sabotaje, un movimiento que progresó rápidamente con la voladura de instalaciones y de ferrocarriles industriales; ataques con granadas contra los desfiles militares alemanes, cantinas y cuarteles, sin mencionar asesinatos individuales.
En una progresión típica, los anarquistas españoles en el Massif Central organizaron la resistencia en el cuerpo de T.E. que trabajaba en una presa enorme (Barage de la Aigle). De sabotear los caminos y los túneles el grupo creció a ser eventualmente un batallón armado de 150-200 de fuertes resistentes, llamado como la presa.
Para 1942 la resistencia estaba establecida firmemente y desapareció cualquier ilusión final sobre los Nazis - con las SS controlando París cada vez más; decretos pidiendo trabajadores para las fábricas alemanas; el comienzo de la deportación de judíos a los campos de extrerminio y, en noviembre, la ocupación militar alemana de la zona de Vichy. Estos acontecimientos consolidaron la motivación de resistir y aseguraron un ambiente de protesta y rebelión entre la clase obrera francesa
en su totalidad.
Para fin de año los movimientos de resistencia independientes y locales habían comenzado a coordinarse mejor. Previamente el único movimiento que cubría ambas zonas era el Front National de influencia comunista establecido en mayo de 1941. Su brazo armado era el Francs-Tireurs et Partisans Francais. Otros grupos se combinaron para formar el Mouvements Unis de Las Resistance (M.U.R.), cuyo brazo armado era el Armee Secrete. El M.U.R. reconoció a De Gaulle como líder pero los comunistas conservaron su independencia. Ambos grupos formaban parte del Comite National de la Resistance (CNR).
Fue con el C.N.R. y el M.U.R. con que De Gaulle pudo consolidar su posición en Francia. Los suministros de armas de Londres y de Argel fueron a los grupos que reconocieron su liderazgo y aceptaban un grado de control táctico del S.O.E británico. A las guerrillas del F.T.P.F. se las dejó que se armaran con las armas capturadas de los alemanes o interceptando los suministros aliados que iban para el Armee Secrete. Junto a diferencias políticas, había diferencia de tácticas. El Armee Secrete mantenía que la resistencia debía sostenerse en la preparación de un desembarco aliado. El FTPF mantenía que había que hacer una campaña inmediata de hostigamiento, sabotaje y emboscadas de tropas alemanas. También deseaban asesinar a oficiales alemanes individuales, una táctica que De Gaulle rechazaba.
Los españoles, sobre todo activos en el sur y suroeste, se organizaban a sí mismos, aunque algunos individuos lucharon en unidades francesas. Las formaciones españolas fueron reconocidas como parte independiente pero integrante de la resistencia francesa dentro del C.N.R. La principal agrupación era la comunista Unión Nacional Española (U.N.E.) formada en noviembre de 1942. En 1944 su nombre cambió a Agrupacion Guerrillera Española. Una segunda organización, la Alianza Democratica Española, rechazando el control comunista, fue formada por los anarquistas (CNT / FAI); Socialistas (UGT / PSOE); republicanos y nacionalistas de izquierdas de Euzkadi y Catalunya.
Los Maquis
El momento crítico de la extensión de la resistencia vino en 1943 con una afluencia de nuevos reclutas que huían de los trabajos forzados. En junio de 1942 se publicó un decreto que requería trabajadores franceses para las fábricas alemanas. Esto fue ampliado en febrero de 1943 con la creación del Service du Travail Obligatoire (S.T.O.) para cubrir las demandas siempre crecientes exigidas por el ministerio de trabajo alemán. El S.T.O. fue resistido por la evasión individual, las huelgas e incluso por muchedumbres iracundas liberando a trabajadores arrestados de la policía francesa. También fue el ingrediente vital en la formación de grupos armados en el campo, los Maquis.
Entre abril y diciembre de 1943, 150.000 trabajadores fueron liberados del S.T.O., y para junio de 1944 esta cifra se había inflado a más de 300.000. El movimiento de resistencia animaba la no conformidad y proveía refugio, suministros y armas a los evadidos que llevaban las colinas y el campo. Los Maquis fueron apoyados por la población rural - enajenada por las demandas constantes de productos y de la imposición del S.T.O. a los trabajadores agrícolas. Este crecimiento de la fuerza de la guerrilla en el campo en 1943 inauguró una nueva y más feroz etapa de la lucha armada, en la que el conflicto entre la Milice y el Maquis tomó cada vez más la forma de una guerra civil.
Mientras que el plan a largo plazo era preparar un insurrección nacional para ayudar al previsto desembarco de los aliados, había desacuerdo sobre cuales eran las mejores táctica a emplear de mientras. Algunos favorecieron la formación de formaciones grandes, para efectivas insurrecciones locales. Otros mantenían como única táctica viable pequeñas unidades móviles de 20-30 hombres. Esto último era indudablemente la política de la derecha. En tres ocasiones cuando la resistencia en el sur se formó para la guerra convencional, en la Meseta de Glieres; en Vercors y en Mont Mouchet fueron siempre excedidas en número y machadas por los alemanes. Los españoles participaron en estas acciones, pero habían advertido contra ellas - sabiendo bien desde la guerra contra Franco que tropas ligeramente armadas no podían entrar en la guerra convencional sin ayuda de la armas pesadas, artillería y apoyo aéreo.
A pesar de estos reveses de la resistencia en los 18 meses antes del Día D infligió un enorme daño en infraestructuras y en inmovilizar tropas alemanas en Francia. La resistencia podía neutralizar más fácilmente ferrocarriles, lugares industriales y centrales eléctricas que la potencia aérea aliada, y sus redes de inteligencia, al principio poco utilizadas por los Británicos, fueron de decisiva importancia. Entre junio de 1943 y de mayo de 1944 casi 2.000 locomotoras fueron destruidas. En solo octubre de 1943, se registraron más de 3.000 ataques a los ferrocarriles, 427 resultaron con daños graves, con 132 trenes descarrilados. ¡En el sudoeste ese sabotaje fue tan eficaz que el 6 de junio de 1944 llevó tres días viajar de Paris a Toulouse!
Mientras que las guerrillas eran menos numerosas en el norte, entre abril y septiembre de 1943 se registraron unos 500 ataques de la resistencia, 278 contra ferrocarriles y otras de infraestructuras, matando a 950 alemanes e hiriendo a 1.890. En Normandía y Bretaña, los españoles volaron transformadores eléctricos, una estación de ferrocarril, cambios de agujas y de parte de un campo de aviación. Los combatientes españoles de la resistencia en París asesinaron al General von Schaumberg, comandante del Grand Paris y al General von Ritter que era responsable del reclutamiento de los trabajos forzados.
Libération!
La eficacia de la campaña del guerrilla iba a hacer comentar a Eisenhower que el esfuerzo de la resistencia sobre el Día D valía el de 15 divisiones regulares completas de un ejército. Asimismo la ayuda del Maquis al 7º ejército americano fue estimada como de 4 o 5 divisiones de tropas regulares. Debe también recordarse que las tropas aliadas nunca entraron en el sur del país. Toda el área al oeste del Ródano y del sur del Loira fue liberada por la insurrección nacional de los Maquis, lo mismo le pasó a Gran Bretaña, excepto por los puertos atlánticos con sus poderosas fortalezas alemanas.
En el departamento de L'Ariege el 14 Cuerpo Español de Guerrillas (reformado en abril de 1942) desempeñó un papel determinante en desahuciar a los alemanes. Entre el 6 de junio y agosto de 1944 atacaron los convoyes alemanes y liberaron varias aldeas antes de tomar Foix, el Cuartel General de los Nazis de la zona. Una fuerte columna alemana intentó un contraataque pero fue cogida en una emboscada. A pesar de su superioridad logística fue cogida bajo el fuego de una ametralladora y 1.200 soldados se entregaron. Un papel clave dominante fue desempeñado por un solitario resistente que mantuvo su puesto mientras barría a los alemanes. Un combatiente de la resistencia recuerda a este hombre, "..disparando como loco ", y agrega, como si fuera una explicación, "... pero él era un español, un guerillero ". Los observadores aliados comentaban que los españoles eran " guerrilleros únicos ".
Otros ejemplos de la contribución española incluyen al batallón anarquista Libertad que liberó Cahors y otras ciudades y la participación de 6.000 guerrilleros españoles en la liberación de Toulouse. Un notable choque ocurrió cuando los alemanes intentaban retirarse del área de Gard, siguiendo la caída de Marsella. Un grupo de 32 españoles y de 4 franceses abordó una columna alemana (que consiste en 1.300 hombres con 60 camiones, 6 tanques y 2 cañones autopropulsados), en la Madeiline, de agosto el 22 de 1944. El Maquis voló los puentes del camino y se colocaron estrategicamente en las colinas circundantes con ametralladoras. La batalla duró desde las 3.00 de la tarde hasta el mediodía del día siguiente. 3 Maquis fueron heridos, 110 alemanes muertos, 200 heridos y el resto entregado. ¡El comandante alemán se suicidó!
Más de 4.000 españoles participaron en la sublevación de París que comenzó el 21 de agosto de 1944. Las fotografías los muestran armados y agachados tras las barricadas en escenas que uno podría confundir fácilmente con las luchas callejeras de Barcelona en julio de 1936. Poco tiempo antes habían sido utilizados por las tropas regulares de las playas en el desembarco de Normandía. Las primeras unidades en entrar en París y en alcanzar el Hotel de Ville fueron las de la 9ª Compañia de Tanques de la 2ª división armada francesa. Pero puede ser una pista el sobre origen de los componentes, los nombres de campos de batalla españoles - " Guadalajara "; " Teruel "; " Madrid " y " Ebro ". Allí había muchos españoles, de los cuales había 3.200 que servían en la 2ª división armada. Muchos de éstos eran veteranos de la 26ª división (columna de Durruti) que se habían inscrito en el ejército francés desde los campos de prisioneros en 1939 y habían ido a luchar en África del norte.
El Capitán Raymond Dronne, comandante de la 9ª compañía, recuerda que los anarquistas españoles eran " difíciles y fáciles de mandar ". De acuerdo con sus principios libertarios "... era necesario que aceptaran por sí mismos la autoridad de sus oficiales... deseaban entender la razón por la que se pedía algo de ellos ". Sin embargo, "... cuando aceptaban, su confianza era total y completa ". " Eran casi todos anti-militaristas, pero soldados magníficos, valerosos y experimentados. Si habían abrazado nuestra causa espontáneamente y voluntariamente era porque era la causa de la libertad. Eran en verdad combatientes por la libertad ".
La 9ª compañía destacó prominentemente en el desfile de la victoria a través de París con sus tanques prestos para el combate en el Arc de Triomphe. Continuaron su acción en Mosela y fueron los primeros en entrar en Estrasburgo, apoyados por la infantería americana. Su campaña terminó en Alemania en Berchtesgaden, el 'nido de águila' de Hitler. Habiendo luchado en las calles de Barcelona, a través de los campos de batalla de España, de África del norte y de Francia se alzaron victoriosos en el último refugio de la escoria Nazi.
Epílogo
La liberación dio un breve período de euforia, con la resistencia llenando el vacío de poder en el sur - tratando con los colaboradores y los remanentes de la Milice; estableciendo comités locales para administrar los recursos y el reestablecimiento de comunidades con una base más igualitaria. Los hombres y las mujeres ordinarios estaban momentáneamente a cargo de su propia historia. Pero esto no iba a durar. De Gaulle y sus aliados no tenía ningún deseo de ver Francia meridional controlada por elementos revolucionarios. El Maquisards representaba una amenaza porque " un ejército de guerrillas es siempre un ejército revolucionario ". De Gaulle temía la revolución en Toulouse donde todavía había 6.000 guerrilleros españoles "... todavía imbuidos con el espíritu revolucionario que habían traído de allende los Pirineos ". Para ocuparse de esta explosiva situación a los Maquis les fue ofrecida la opción de desarmarse o de unirse a las fuerzas regulares francesas para el ataque contra las fortalezas alemanas en las costas atlánticas. Esto demostraría a EEUU que había un ejército regular nacional y que no había ninguna necesidad de una ocupación aliada, y también quitaría poder a las bandas armadas mientras que se lo daría a los Gaullistas. Esto fue alcanzado fácilmente porque De Gaulle había cimentado su posición en sectores claves de la resistencia por el control de los suministros de armas.
En total 25.000 españoles habían muerto en los campos o luchando en unidades armadas. Con la rendición alemana en 1945 los españoles creyeron, comprensiblemente, que los aliados volverían su atención a Franco y que, sin ayuda alemana e italiana, lo machacarían rápidamente. De hecho muchos habían estado luchando antes de volver a España para acabar los asuntos sin terminar. La actividad de la guerrilla anti-fascista había continuado en España durante toda la guerra. Mientras tanto, los exiliados en Argelia y Francia se habían estado preparando para la vuelta - almacenando los armas " prestados " de los depósitos americanos. Asimismo, según la 2ª división armada francesa avanzaba por el norte de París, seis miembros de la columna de Durruti, que había estado con la resistencia en París, se unieron a su 9ª compañía secretamente. Mientras que combatían con sus viejos compañeros cogían armas y municiones de los campos de batalla. Éstas fueron almacenadas y llevadas después a España.
1945 vio a Franco muy solo, condenado por Gran Bretaña, Rusia y los E.E.U.U. y excluido de las Naciones Unidas. El gobierno laborista británico, antes de su elección en 1945, había prometido una resolución rápida a la cuestión española. Pero la historia probó tristemente que no se podía confiar en los Británicos. El gobierno laborista, a pesar de sus promesas, usó tácticas en las Naciones Unidas para retrasar una acción eficaz, argumentando que era puramente una cuestión interna del pueblo español y que no tenían ningún deseo " de permitir o animar la guerra civil en ese país ". El bloqueo económico y el aislamiento internacional habrían acabado con Franco en meses - pero Gran Bretaña y los E.E.U.U. no iban a apoyar esto; a pesar de las protestas de otros países que favorecían, en caso de necesidad, la intervención armada. Para los Británicos y de los americanos, como en 1936-1939, el problema verdadero no era Franco sino la posibilidad de una revolución " roja " de la clase obrera española. Esta actitud se concretó mientras la guerra fría se hacía una realidad. Así tuvo lugar una rehabilitación gradual de Franco, terminando con el reconocimiento y la completa incorporación a las Naciones Unidas en 1955. La España fascista tomó su lugar en la mesa del no tan nuevo orden mundial.
Incluso en 1945, mientras algunos continuaban creyendo que la diplomacia restablecería el gobierno republicano, muchos militantes optaron por renovar la lucha armada. Entre 1944 y 1950 aproximadamente 15.000 guerrilleros lucharon en España, poniendo a la mitad del país en estado de guerra. Pero, a pesar de las huelgas en Barcelona y Vizcaya, implicando a más de 250.000 personas, la población en su totalidad, cansada por la guerra y la represión, no estaba preparada para levantarse, ni había puesto su fe en la diplomacia de " las democracias occidentales ". Las guerrillas quedaron luchando solas y inadecuadamente armadas contra el impresionante aparato policial y militar de Franco, que siempre estuvo bien provisto de información de los movimientos de la guerrilla al otro lado de la frontera francesa. Era una lucha desigual. Como Juan Molina se lamentaba: " las prisiones consumieron a una generación de combatientes, derrotada esta vez irremediablemente... Toda fuerza en la vida tiene sus límites y este límite fue excedido con creces por la Resistence, en resistencia casi inhumana. Pero tenía que sucumbir ".
Estos militantes de clase obrera, que llevaban armas desde hacía diez o incluso veinte años contra el fascismo y el capitalismo, merecen muchísimo más que la simple memoria, aunque incluso eso se les ha negado. La lucha por la cual dieron sus vidas no ha terminado - recae en nosotros continuar esa lucha y mantener viva la llama de su resistencia.
(Este post y el anterior, sacados de aquís: http://usuarios.lycos.es/christianlr/01 ... 81b03.html )
La Resistencia Española en Francia 1939-45
by A.F.A. from 'Fighting Talk'
"¡Cuántos caminos mis pies han pisado y mis ojos visto! ¡Qué escenas terribles de la desolación de la muerte he atestiguado en estos años de continua guerra. Las circunstancias adversas nos habían hecho a nosostros, anti-militaristas, los soldados más avezados en la batalla de los ejércitos aliados "
(Murillo de la Cruz)
Hay muchos mitos y controversias referentes a la resistencia francesa durante la segunda guerra mundial. La línea " oficial ", el punto de vista de los Gaullistas, atribuye gran significación a la difusión por radio de la llamada de Charles de Gaulle el 18 de junio de 1940, animando al pueblo francés a continuar la lucha contra los alemanes. Pero para por lo menos un componente importante del movimiento de la resistencia, la lucha armada contra el fascismo había comenzado no el 18 de junio de 1940 sino el 17 de julio de 1936. Es un hecho poco sabido que más de 60.000 exiliados españoles lucharon junto a la resistencia francesa, además de otros millares que desempeñaron servicios en las fuerzas regulares del ejército libre francés. Este artículo paga tributo a los héroes olvidados de la resistencia española y explora los orígenes y desarrollos más amplios de la resistencia francesa.
Derrota, Exilio e Internamiento
Las victorias fascistas en España llevaron a varias oleadas de refugiados a cruzar la frontera francesa. Antes de junio de 1938 unos 40-45.000 refugiados ya la habían cruzado y alarmado al gobierno francés que mandó cerrar la frontera. Sin embargo, con la caída de Cataluña en enero de 1939 una marea humana fluyó hacia el norte. Tras ellos llegó el ejército republicano en retirada cubierto por una retaguardia integrada 26ª división (columna de Durruti) y elementos del ejército del Ebro. La prensa de derechas en Francia llegó casi a la histeria con títulares como, "¿ Se reorganizará el ejército del alboroto en Francia? " y "Cerremos nuestras fronteras a las bandas armadas de la F.A.I. y del P.O.U.M. ". Sin embargo, con la ciudad de Figueras a punto de caer a los franquistas, las sensibilidades izquierdistas y humanitarias francesas prevalecieron y la frontera se abrió para admitir a centenares de millares de civiles y de combatientes en Francia.
La población del departamento de Pyrenees-Orientalse se vió más que doblada debido a la afluencia de los españoles. Las tropas francesas en el área ya habían recibido refuerzos y aún más refuerzos llegaron según se aproximaba la división 26ª a la frontera. Como uno de sus miembros, Antonio Herrero, recordaba, "... nosotros éramos considerados los más peligrosos de los refugiados ". Partes del estado francés temían claramente que los " rojos " y los " anarquistas " trajeran la revolución social a Francia.
Mientras que los refugiados estaban a salvo ahora del ejército de Franco, de ninguna manera habían conseguido su libertad. En lugar de eso fueron confinados en campos de concentración en las playas de Argeles-sur-mer, St.Cyprien y Barcares, encerrados con estacas y alambre de púas. La policía francesa cazaba a los que escapaban del confinamiento. Dentro de los campos, el abrigo, los suministros y la asistencia médica eran virtualmente inexistentes. Prevalecía la estrica disciplina militar, con frecuentes recuentos, patrullas y constante vigilancia. La distribución de los periódicos de izquierdas fue prohibida (pero no los periódicos de la derecha). Por otra parte, los identificados como " criminales " o " radicales " fueron llevados a campos de prisioneros separados, como la fortaleza de Collioure y el campo Le Vernet. Aquí, mantuvieron a los comunistas y a los anarquistas como presos bajo régimen de trabajo forzado. Los que experimentaron estos campos más adelante recordaban que, aunque no eran lugares de la exterminio de masas, en muchos otros aspectos eran casi tan malos como los campos alemanes de concentración.
El gobierno francés intentó animar la repatriación, voluntariamente y por amenazas. Pero para diciembre de 1939 todavía había por lo menos 250.000 españoles en los campos. Los trabajos de edificaciones significaron una mejora en las condiciones, aunque la salud, la higiene y los suministros de alimentos seguían siendo pobres. Los españoles se organizaban colectivamente como mejor podían a través de las principales agrupaciones políticas.
La Guerra Relámpago y la Francia de Vichy
Con una guerra europea general asomándose y un enorme campo de habilidades industriales y agrícolas confinado en las playas, a los exiliados españoles se les dió la opción de dejar los campos a partir de abril de 1939. Pero estaba la condición de que tenían que obtener un contrato individual de trabajo con los granjeros / patrones locales o alistarse en " compañías de los trabajadores " (batallones de trabajo), la Legión Extranjera o en el ejército regular francés. Aunque la primera opción era la más deseable, alrededor de 15.000 se unieron a la Legión Extranjera, incluyendo a miembros de la 26ª división (columna de Durruti) que se les hizo elegir entre esto y la repatriación forzosa.
Así muchos exiliados españoles se encontraron aguantando el ataque relámpago de Hitler en 1940. Más de 6.000 murieron en batalla antes del Armisticio y 14.000 fueron cogidos prisioneros. Éstos españoles no fueron tratados como prisioneros de guerra sino que fueron enviados a los campos de concentración, sobre todo Mauthausen. De los 12.000 enviados a este lugar de crímenes solamente 2.000 sobrevivieron hasta la liberación. Otros españoles en el ejército francés se encontraron sirviendo en Noruega, como parte de la fuerza expedicionaria a Narvik y a Trondheim. Se distinguieron por su valor, pero a un precio muy elevado. De 1.200 solamente 300 sobrevivieron.
Después del triunfo militar alemán en París, el 14 de junio de 1940, el país quedó partido en zonas ocupadas y libres. Las últimas, abarcaban Francia central y meridional y la costa mediterránea, estaban gobernadas directamente por el gobierno de Vichy del mariscal Petain. Al principio mucha gente francesa veía a Petain como un salvador nacional, que había rescatado el país de la humiliation y la derrota total. Pero el régimen de Vichy no solamente siguió una política de coexistencia y de colaboración con los Nazis sino que tuvo muchas de las características de un estado fascista. La llamada "revolución nacional " de Petain funcionaba bajo el lema " trabajo, familia, patria " y persiguía políticas nacionalistas y autoritarias.
En agosto de 1940 todas las organizaciones sindicales fueron disueltas en favor de las estructuras corporativas " orgánicas " de los patrones y de los empleados favorecidos por el fascismo. El modelo de estas políticas se podría ver fácilmente en Italia, España (se restablecieron relaciones cordiales con Franco rápidamente) y Portugal y, al igual que en esos países, el apoyo para la revolución nacional llegó sobre todo de las clases altas y medias, de los industriales y los pequeños financieros, los comerciantes locales y propietarios de tierras y de profesiones de alto estatus social. Estos partidarios fueron instalados rápidamente a todos los niveles de la administración. La vida del campesino y de la familia quedó idealizada, al igual que la iglesia católica como modelo de vida moral, de valores comunales y de la obediencia. Se instalaron campos de la juventud y Corps.Y, por supuesto, se elaboraron listas de comunistas, socialistas, etc. - para su inmediata detención, y para detener a otros en la primera muestra de amenaza al orden público.
El régimen de Vichy iba a colaborar activamente eligiendo rehenes y reclutando obreros para los alemanes, arrestando resistentes y deportando judíos. Las SS y la Gestapo contactaron rápidamente con los anti-semitas franceses y los fascistas, recopilando información de judíos e izquierdistas. No se formó ningún partido de estilo fascista, en parte porque Hitler no deseaba crear ninguna base para un renacimiento del nacionalismo francés. Pero los miembros del partido P.P.F. fascista fueron a luchar (y morir) al frente ruso, y también fueron utilizados internamente como unidades paramilitares contra la Resistance.
Pero la formación más importante iba a ser la Milice - formada en enero de 1943 (de la asociación de los veteranos Legion des Anciens Combattants) por Joseph Darnard, ministro de Vichy a cargo de todas las fuerzas internas de la ley y del orden. La Milice, una vanguardia paramilitar de la " revolución nacional ", se convirtió en una fuerza de 150.000 hombres, actuando como auxiliar de las SS y la Gestapo y caracterizada por el fascismo del estilo Vichy. Para 1944 eran la única fuerza francesa en la que los alemanes podían confiar. La mayoría de los sobrevivientes Miliciens fueron ejecutados sumariariamente por la resistencia durante o inmediatamente después de la liberación. Lo merecían.
Resistance
Muchos franceses se dieron cuenta lentamente de la verdadera naturaleza y la ideología de la ocupación Nazi y de sus partidarios de Vichy. Aparte de una manifestación en París, el 11 de noviembre de 1940, y las impresionantes huelgas mineras de inspiración comunista en el noreste en mayo de 1941, hubo muy poca confrontación pública con los alemanes en los primeros 2 años tras la derrota.
La famosa emisión de radio de De Gaulle iba a ser solamente uno de varios puntos de partida de la resistencia. De hecho, hasta 1942 De Gaulle no iba a ser un personaje importante. Aunque Churchill lo respaldaba, los americanos parecían más interesados en ganarse a los comandantes franceses de Vichy en Argelia. De Gaulle ni siquiera fue informado de los planes aliados para la operación antorcha, el desembarco en Argelia. Tuvo que moverse para consolidar su posición. Para hacer esto aumentó los contactos con la resistencia interna durante 1942 y tuvo que reconocer la diversidad e independencia de los grupos de resistencia y la importancia de los comunistas como hechos consumados.
El partido comunista francés había quedado fuera de juego por el pacto de la no-agresión entre Hitler y Stalin en agosto de 1939, y después fue declarado ilegal bajo régimen de Vichy. Esto significó que organizacionalmente desempeñaron un papel menor en los primeros comienzos de la resistencia, aunque los militantes individuales estuvieran implicados desde el principio, como en la huelga minera. Solamente después de la invasión de Rusia fue el P.C. capaz de reagruparse - pero rápidamente se convirtió en un jugador primordial en términos políticos, de organización y de táctica en la resistencia.
En sus primeras raíces la resistencia creció de abajo a arriba. " La primera resistencia fue casi enteramente una cuestión de iniciativas secretas de individuos y de grupos pequeños... ". El primer acto de resistencia era a menudo la pintada, por ejemplo dando la vuelta a la declaración alemana de que matarían a 10 franceses por cada alemán asesinado (" ¡un francés asesinado - diez alemanes muertos! ") o simplemente cambiando o quitando postes indicadores para confundir al enemigo. Igualmente importante, una vez que un grupo se formaba, era la producción y la distribución de folletos y de periódicos clandestinos. Esta propaganda creó una actitud de solidaridad que unió los actos individuales de la resistencia.
Estos pequeños grupos de individuos con similares ideas evolucionaron gradualmente a los actos más amplios de sabotaje y de lucha armada y a redes más difusas que creaba rutas de escape y compartían información de las posiciones alemanas. En el norte sufrieron una represión severa de la Gestapo, pero en el sur los movimientos adquirieron un carácter más expansivo. Esto fue en parte debido a los factores geográficos y en parte debido que la zona no estuvo bajo control directo alemán hasta noviembre de 1942. Sin embargo, había un otro factor vital - los españoles.
El régimen de Vichy deseaba hacer uso de la inmensa cantidad de mano de obra española disponible en el sur, así que estableció los Travailleurs Etrangers (T.E.) - basicamente cuerpos de trabajo forzado de alrededor de 2-5.000 hombres. Antes del fin de 1940 más de 220.000 españoles fueron obligados a realizar trabajos para las empresas francesas y alemanas en Francia. Pero para las autoridades de Vichy la historia revolucionaria de la clase obrera española planteaba un problema - el cuerpo de trabajo sería un punto de organización natural para intentar la reconstrucción de su movimiento. Y tuvieron razón - las organizaciones políticas de los exiliados españoles pronto consolidaron su posición dentro del T.E., a pesar de las tentativas de la policía de Vichy de identificar y deportar a comunistas, anarquistas y "anti-nacionales".
La presencia de este enorme cuerpo de exiliados, muchos de ellos endurecidos combatientes anti-fascistas, no puede ser subestimada. " La resistencia era el estado natural de los exiliados españoles en Francia. Para ellos el dilema francés sobre la lealtad a Petain era inexistente... ". Continuaban una guerra que había comenzado detrás de las barricadas en Barcelona, habían combatido ya a tropas alemanas e italianas en su propio país, y ahora debían hacer lo mismo en Francia. Tanto como, o más aún, que los agentes británicos del Special Operations Executive fueron los españoles los que instruyeron a sus camaradas franceses en la lucha armada.
Como Serge Ravanel de la resistencia francesa en el área de Toulouse reconoció: " durante la Guerra de España nuestros camaradas habían adquirido el conocimiento que nosotros no poseíamos; sabían hacer bombas; sabían montar emboscadas; tenían un conocimiento profundo de la técnica de la guerra de guerrillas ". Además de esta maestría se decía de los españoles que su valor era sin igual en combate y que no era cuestión hablar de traición o de deserción.
Dentro de Travailleurs Etrangers el sabotaje a bajo nivel, símbolo universal del desafío de la clase obrera, se convirtió en rápidamente en norma. En un incidente, 50 mecánicos franceses de los que se sospechaba de haber hecho sabotaje fueron sustituidos por españoles. El nivel del averías inexplicables de los vehículos creció según los españoles argumentaban desconocer los rudimentos mecánicos del motor. ¡Los camaradas de AFA estarán satisfechos al saber que The Mechanic tiene tan dignos precursores! Los incidentes tales como este eran parte de un movimiento más amplio y cada vez mayor de sabotaje, un movimiento que progresó rápidamente con la voladura de instalaciones y de ferrocarriles industriales; ataques con granadas contra los desfiles militares alemanes, cantinas y cuarteles, sin mencionar asesinatos individuales.
En una progresión típica, los anarquistas españoles en el Massif Central organizaron la resistencia en el cuerpo de T.E. que trabajaba en una presa enorme (Barage de la Aigle). De sabotear los caminos y los túneles el grupo creció a ser eventualmente un batallón armado de 150-200 de fuertes resistentes, llamado como la presa.
Para 1942 la resistencia estaba establecida firmemente y desapareció cualquier ilusión final sobre los Nazis - con las SS controlando París cada vez más; decretos pidiendo trabajadores para las fábricas alemanas; el comienzo de la deportación de judíos a los campos de extrerminio y, en noviembre, la ocupación militar alemana de la zona de Vichy. Estos acontecimientos consolidaron la motivación de resistir y aseguraron un ambiente de protesta y rebelión entre la clase obrera francesa
en su totalidad.
Para fin de año los movimientos de resistencia independientes y locales habían comenzado a coordinarse mejor. Previamente el único movimiento que cubría ambas zonas era el Front National de influencia comunista establecido en mayo de 1941. Su brazo armado era el Francs-Tireurs et Partisans Francais. Otros grupos se combinaron para formar el Mouvements Unis de Las Resistance (M.U.R.), cuyo brazo armado era el Armee Secrete. El M.U.R. reconoció a De Gaulle como líder pero los comunistas conservaron su independencia. Ambos grupos formaban parte del Comite National de la Resistance (CNR).
Fue con el C.N.R. y el M.U.R. con que De Gaulle pudo consolidar su posición en Francia. Los suministros de armas de Londres y de Argel fueron a los grupos que reconocieron su liderazgo y aceptaban un grado de control táctico del S.O.E británico. A las guerrillas del F.T.P.F. se las dejó que se armaran con las armas capturadas de los alemanes o interceptando los suministros aliados que iban para el Armee Secrete. Junto a diferencias políticas, había diferencia de tácticas. El Armee Secrete mantenía que la resistencia debía sostenerse en la preparación de un desembarco aliado. El FTPF mantenía que había que hacer una campaña inmediata de hostigamiento, sabotaje y emboscadas de tropas alemanas. También deseaban asesinar a oficiales alemanes individuales, una táctica que De Gaulle rechazaba.
Los españoles, sobre todo activos en el sur y suroeste, se organizaban a sí mismos, aunque algunos individuos lucharon en unidades francesas. Las formaciones españolas fueron reconocidas como parte independiente pero integrante de la resistencia francesa dentro del C.N.R. La principal agrupación era la comunista Unión Nacional Española (U.N.E.) formada en noviembre de 1942. En 1944 su nombre cambió a Agrupacion Guerrillera Española. Una segunda organización, la Alianza Democratica Española, rechazando el control comunista, fue formada por los anarquistas (CNT / FAI); Socialistas (UGT / PSOE); republicanos y nacionalistas de izquierdas de Euzkadi y Catalunya.
Los Maquis
El momento crítico de la extensión de la resistencia vino en 1943 con una afluencia de nuevos reclutas que huían de los trabajos forzados. En junio de 1942 se publicó un decreto que requería trabajadores franceses para las fábricas alemanas. Esto fue ampliado en febrero de 1943 con la creación del Service du Travail Obligatoire (S.T.O.) para cubrir las demandas siempre crecientes exigidas por el ministerio de trabajo alemán. El S.T.O. fue resistido por la evasión individual, las huelgas e incluso por muchedumbres iracundas liberando a trabajadores arrestados de la policía francesa. También fue el ingrediente vital en la formación de grupos armados en el campo, los Maquis.
Entre abril y diciembre de 1943, 150.000 trabajadores fueron liberados del S.T.O., y para junio de 1944 esta cifra se había inflado a más de 300.000. El movimiento de resistencia animaba la no conformidad y proveía refugio, suministros y armas a los evadidos que llevaban las colinas y el campo. Los Maquis fueron apoyados por la población rural - enajenada por las demandas constantes de productos y de la imposición del S.T.O. a los trabajadores agrícolas. Este crecimiento de la fuerza de la guerrilla en el campo en 1943 inauguró una nueva y más feroz etapa de la lucha armada, en la que el conflicto entre la Milice y el Maquis tomó cada vez más la forma de una guerra civil.
Mientras que el plan a largo plazo era preparar un insurrección nacional para ayudar al previsto desembarco de los aliados, había desacuerdo sobre cuales eran las mejores táctica a emplear de mientras. Algunos favorecieron la formación de formaciones grandes, para efectivas insurrecciones locales. Otros mantenían como única táctica viable pequeñas unidades móviles de 20-30 hombres. Esto último era indudablemente la política de la derecha. En tres ocasiones cuando la resistencia en el sur se formó para la guerra convencional, en la Meseta de Glieres; en Vercors y en Mont Mouchet fueron siempre excedidas en número y machadas por los alemanes. Los españoles participaron en estas acciones, pero habían advertido contra ellas - sabiendo bien desde la guerra contra Franco que tropas ligeramente armadas no podían entrar en la guerra convencional sin ayuda de la armas pesadas, artillería y apoyo aéreo.
A pesar de estos reveses de la resistencia en los 18 meses antes del Día D infligió un enorme daño en infraestructuras y en inmovilizar tropas alemanas en Francia. La resistencia podía neutralizar más fácilmente ferrocarriles, lugares industriales y centrales eléctricas que la potencia aérea aliada, y sus redes de inteligencia, al principio poco utilizadas por los Británicos, fueron de decisiva importancia. Entre junio de 1943 y de mayo de 1944 casi 2.000 locomotoras fueron destruidas. En solo octubre de 1943, se registraron más de 3.000 ataques a los ferrocarriles, 427 resultaron con daños graves, con 132 trenes descarrilados. ¡En el sudoeste ese sabotaje fue tan eficaz que el 6 de junio de 1944 llevó tres días viajar de Paris a Toulouse!
Mientras que las guerrillas eran menos numerosas en el norte, entre abril y septiembre de 1943 se registraron unos 500 ataques de la resistencia, 278 contra ferrocarriles y otras de infraestructuras, matando a 950 alemanes e hiriendo a 1.890. En Normandía y Bretaña, los españoles volaron transformadores eléctricos, una estación de ferrocarril, cambios de agujas y de parte de un campo de aviación. Los combatientes españoles de la resistencia en París asesinaron al General von Schaumberg, comandante del Grand Paris y al General von Ritter que era responsable del reclutamiento de los trabajos forzados.
Libération!
La eficacia de la campaña del guerrilla iba a hacer comentar a Eisenhower que el esfuerzo de la resistencia sobre el Día D valía el de 15 divisiones regulares completas de un ejército. Asimismo la ayuda del Maquis al 7º ejército americano fue estimada como de 4 o 5 divisiones de tropas regulares. Debe también recordarse que las tropas aliadas nunca entraron en el sur del país. Toda el área al oeste del Ródano y del sur del Loira fue liberada por la insurrección nacional de los Maquis, lo mismo le pasó a Gran Bretaña, excepto por los puertos atlánticos con sus poderosas fortalezas alemanas.
En el departamento de L'Ariege el 14 Cuerpo Español de Guerrillas (reformado en abril de 1942) desempeñó un papel determinante en desahuciar a los alemanes. Entre el 6 de junio y agosto de 1944 atacaron los convoyes alemanes y liberaron varias aldeas antes de tomar Foix, el Cuartel General de los Nazis de la zona. Una fuerte columna alemana intentó un contraataque pero fue cogida en una emboscada. A pesar de su superioridad logística fue cogida bajo el fuego de una ametralladora y 1.200 soldados se entregaron. Un papel clave dominante fue desempeñado por un solitario resistente que mantuvo su puesto mientras barría a los alemanes. Un combatiente de la resistencia recuerda a este hombre, "..disparando como loco ", y agrega, como si fuera una explicación, "... pero él era un español, un guerillero ". Los observadores aliados comentaban que los españoles eran " guerrilleros únicos ".
Otros ejemplos de la contribución española incluyen al batallón anarquista Libertad que liberó Cahors y otras ciudades y la participación de 6.000 guerrilleros españoles en la liberación de Toulouse. Un notable choque ocurrió cuando los alemanes intentaban retirarse del área de Gard, siguiendo la caída de Marsella. Un grupo de 32 españoles y de 4 franceses abordó una columna alemana (que consiste en 1.300 hombres con 60 camiones, 6 tanques y 2 cañones autopropulsados), en la Madeiline, de agosto el 22 de 1944. El Maquis voló los puentes del camino y se colocaron estrategicamente en las colinas circundantes con ametralladoras. La batalla duró desde las 3.00 de la tarde hasta el mediodía del día siguiente. 3 Maquis fueron heridos, 110 alemanes muertos, 200 heridos y el resto entregado. ¡El comandante alemán se suicidó!
Más de 4.000 españoles participaron en la sublevación de París que comenzó el 21 de agosto de 1944. Las fotografías los muestran armados y agachados tras las barricadas en escenas que uno podría confundir fácilmente con las luchas callejeras de Barcelona en julio de 1936. Poco tiempo antes habían sido utilizados por las tropas regulares de las playas en el desembarco de Normandía. Las primeras unidades en entrar en París y en alcanzar el Hotel de Ville fueron las de la 9ª Compañia de Tanques de la 2ª división armada francesa. Pero puede ser una pista el sobre origen de los componentes, los nombres de campos de batalla españoles - " Guadalajara "; " Teruel "; " Madrid " y " Ebro ". Allí había muchos españoles, de los cuales había 3.200 que servían en la 2ª división armada. Muchos de éstos eran veteranos de la 26ª división (columna de Durruti) que se habían inscrito en el ejército francés desde los campos de prisioneros en 1939 y habían ido a luchar en África del norte.
El Capitán Raymond Dronne, comandante de la 9ª compañía, recuerda que los anarquistas españoles eran " difíciles y fáciles de mandar ". De acuerdo con sus principios libertarios "... era necesario que aceptaran por sí mismos la autoridad de sus oficiales... deseaban entender la razón por la que se pedía algo de ellos ". Sin embargo, "... cuando aceptaban, su confianza era total y completa ". " Eran casi todos anti-militaristas, pero soldados magníficos, valerosos y experimentados. Si habían abrazado nuestra causa espontáneamente y voluntariamente era porque era la causa de la libertad. Eran en verdad combatientes por la libertad ".
La 9ª compañía destacó prominentemente en el desfile de la victoria a través de París con sus tanques prestos para el combate en el Arc de Triomphe. Continuaron su acción en Mosela y fueron los primeros en entrar en Estrasburgo, apoyados por la infantería americana. Su campaña terminó en Alemania en Berchtesgaden, el 'nido de águila' de Hitler. Habiendo luchado en las calles de Barcelona, a través de los campos de batalla de España, de África del norte y de Francia se alzaron victoriosos en el último refugio de la escoria Nazi.
Epílogo
La liberación dio un breve período de euforia, con la resistencia llenando el vacío de poder en el sur - tratando con los colaboradores y los remanentes de la Milice; estableciendo comités locales para administrar los recursos y el reestablecimiento de comunidades con una base más igualitaria. Los hombres y las mujeres ordinarios estaban momentáneamente a cargo de su propia historia. Pero esto no iba a durar. De Gaulle y sus aliados no tenía ningún deseo de ver Francia meridional controlada por elementos revolucionarios. El Maquisards representaba una amenaza porque " un ejército de guerrillas es siempre un ejército revolucionario ". De Gaulle temía la revolución en Toulouse donde todavía había 6.000 guerrilleros españoles "... todavía imbuidos con el espíritu revolucionario que habían traído de allende los Pirineos ". Para ocuparse de esta explosiva situación a los Maquis les fue ofrecida la opción de desarmarse o de unirse a las fuerzas regulares francesas para el ataque contra las fortalezas alemanas en las costas atlánticas. Esto demostraría a EEUU que había un ejército regular nacional y que no había ninguna necesidad de una ocupación aliada, y también quitaría poder a las bandas armadas mientras que se lo daría a los Gaullistas. Esto fue alcanzado fácilmente porque De Gaulle había cimentado su posición en sectores claves de la resistencia por el control de los suministros de armas.
En total 25.000 españoles habían muerto en los campos o luchando en unidades armadas. Con la rendición alemana en 1945 los españoles creyeron, comprensiblemente, que los aliados volverían su atención a Franco y que, sin ayuda alemana e italiana, lo machacarían rápidamente. De hecho muchos habían estado luchando antes de volver a España para acabar los asuntos sin terminar. La actividad de la guerrilla anti-fascista había continuado en España durante toda la guerra. Mientras tanto, los exiliados en Argelia y Francia se habían estado preparando para la vuelta - almacenando los armas " prestados " de los depósitos americanos. Asimismo, según la 2ª división armada francesa avanzaba por el norte de París, seis miembros de la columna de Durruti, que había estado con la resistencia en París, se unieron a su 9ª compañía secretamente. Mientras que combatían con sus viejos compañeros cogían armas y municiones de los campos de batalla. Éstas fueron almacenadas y llevadas después a España.
1945 vio a Franco muy solo, condenado por Gran Bretaña, Rusia y los E.E.U.U. y excluido de las Naciones Unidas. El gobierno laborista británico, antes de su elección en 1945, había prometido una resolución rápida a la cuestión española. Pero la historia probó tristemente que no se podía confiar en los Británicos. El gobierno laborista, a pesar de sus promesas, usó tácticas en las Naciones Unidas para retrasar una acción eficaz, argumentando que era puramente una cuestión interna del pueblo español y que no tenían ningún deseo " de permitir o animar la guerra civil en ese país ". El bloqueo económico y el aislamiento internacional habrían acabado con Franco en meses - pero Gran Bretaña y los E.E.U.U. no iban a apoyar esto; a pesar de las protestas de otros países que favorecían, en caso de necesidad, la intervención armada. Para los Británicos y de los americanos, como en 1936-1939, el problema verdadero no era Franco sino la posibilidad de una revolución " roja " de la clase obrera española. Esta actitud se concretó mientras la guerra fría se hacía una realidad. Así tuvo lugar una rehabilitación gradual de Franco, terminando con el reconocimiento y la completa incorporación a las Naciones Unidas en 1955. La España fascista tomó su lugar en la mesa del no tan nuevo orden mundial.
Incluso en 1945, mientras algunos continuaban creyendo que la diplomacia restablecería el gobierno republicano, muchos militantes optaron por renovar la lucha armada. Entre 1944 y 1950 aproximadamente 15.000 guerrilleros lucharon en España, poniendo a la mitad del país en estado de guerra. Pero, a pesar de las huelgas en Barcelona y Vizcaya, implicando a más de 250.000 personas, la población en su totalidad, cansada por la guerra y la represión, no estaba preparada para levantarse, ni había puesto su fe en la diplomacia de " las democracias occidentales ". Las guerrillas quedaron luchando solas y inadecuadamente armadas contra el impresionante aparato policial y militar de Franco, que siempre estuvo bien provisto de información de los movimientos de la guerrilla al otro lado de la frontera francesa. Era una lucha desigual. Como Juan Molina se lamentaba: " las prisiones consumieron a una generación de combatientes, derrotada esta vez irremediablemente... Toda fuerza en la vida tiene sus límites y este límite fue excedido con creces por la Resistence, en resistencia casi inhumana. Pero tenía que sucumbir ".
Estos militantes de clase obrera, que llevaban armas desde hacía diez o incluso veinte años contra el fascismo y el capitalismo, merecen muchísimo más que la simple memoria, aunque incluso eso se les ha negado. La lucha por la cual dieron sus vidas no ha terminado - recae en nosotros continuar esa lucha y mantener viva la llama de su resistencia.
(Este post y el anterior, sacados de aquís: http://usuarios.lycos.es/christianlr/01 ... 81b03.html )
He sido asaltado fieramente por la concupiscencia carnal