
Tal vez alguno de ustedes piense que esta señorita tiene un polvo, especialmente aquellos que sean aficionados a las fourtysomethings. No se lo discuto, pero es posible que cuando terminen de leer la somera información que procedo a facilitarles cambien su opinión sobre ella. O no. Al fin y al cabo, un chochito es un chochito, sin importar lo que ese chochito cargue sobre sus hombros. Además, tampoco serán ustedes los únicos en encontrarla deseable. Vean:

Sí, la señorita Coulter es toda una cheerleader. Melena rubia, cinturita de avispa, piernas largas y bien depiladas. Incluso apostaría que hasta lleva el pubis rasuradito. ¡Mmmmmm!... les va haciendo tilín la jodía, ¿verdad? Pues para los que no se conformen con un físico follable añadiré que la susodicha tiene una marcada conciencia política. Mens sana in corpore sano. Y no se vayan a creer que la señorita Coulter es una de esas papagayas que repiten la última opinión que escucharon en la Fox mientras ojeaba el último número de American Housewifes. Qué va. La señorita Coulter es una creadora de opinión. ¿Se puede pedir más? ¡Ya lo creo! Es, además, una Juana de Arco. Guapa, lista y mártir. Ya podrían fabricar todas la barbies así.
¿Pero por qué es una mártir de su causa?, se preguntarán. Pues bien, la señorita Coulter ha sido recientemente despedida del periodico de donde era columnista por pasarse un pelín de la raya, el diario conservador National Review. Conservador, sí, pero no lo suficiente. La señorita Coulter (que en el fondo no sé si es señorita o señora, pero con esa pinta de Britney menopausica prefiero pensar que sigue siéndolo) firmó recientemente un par de columnas que le han puesto de patitas en la calle; en Rodeo Drive, como poco. En el primero, sugirió que ya que su país era blanco prioritario de un montón de tribus mesopotámicas malolientes, su respuesta debía ser "invadir sus países, matar a sus líderes y convertirlos al cristianismo". Y se quedó tan pancha.
A las pocas semanas, obcecada en perfilar un sistema de protección interna para su país, la misma musa republicana le inspiró la siguiente cita: "Debemos exigir pasaportes para viajar nacionalmente. Los pasaportes pueden falsificarse, pero también pueden cotejarse junto con el país de origen en caso de que se trate de varones de piel aceitunada de aspecto sospechoso". Esto fue demasiado para su editor, que argumentó su despido diciendo "No creemos que debamos asociarnos con los comentarios expresados en esas dos columnas. Hemos recibido muchas quejas de patrocinadores y de lectores de izquierda, derecha y centro".
No lo lamenten por ella porque ella está encantada: "La gente está histérica con esto de la libertad de expresión. Los comentarios de todo el mundo se sacan de contexto y se malinterpretan locamente", y celebró que todo este jaleo le iba a venir de perlas para promocionar su nuevo libro: "How to talk to a liberal"
Espero que no me malinterpreten. No es que yo no valore la franqueza ni me tenga por un adalid de la corrección política. Tampoco soy un rojelio. De hecho, si alguno de ustedes se empeña en enmarañarme en una conversación sobre política lo más probable es que le ignore. Pero no me negarán que la buena de Ann no merece un post inaugural por mi parte y hasta un club de fans. En su país tiene varios:


