Le ordeno a usted que me quiera
Publicado: 22 May 2006 16:35
Los primeros amores del generalísimo
Le remitió casi cuatrocientas apasionadas misivas en sólo seis meses requiriéndola de amores.
Caray, un tío como los que ya no quedan, esto sale casi a más de dos cartas por día.
Culpaba a Carmen Polo antes que a Franco de todos los males del país y aseguró que “si me hubiera casado con él, no le hubiera permitido lo que le dejó hacer Carmen
Carmen Polo, precursora de Yoko Ono.
“Le ordeno a usted de que me quiera”
ESto sí me ha gustado, a mí me dicen esto y enamorarme no lo se pero enternercerme, seguro. O quizá ya más en plan actual, canalla cortés: "le ordeno a uste que me folle", mmmmm, tiene su miga la consigna.
“Le ordeno a usted de que me quiera”. Escrita de puño y letra de Francisco Franco Bahamonde en el verano de 1913, esta expeditiva frase puede leerse en una postal que el joven segundo teniente destacado en Melilla remitió a Sofía Subirán. Era una moza de quince años, feúcha y desgarbada, con un exótico acento cubano e hija del comandante de la plaza, José Subirán Espinal. Paquito Franco bebía los vientos por ella. Le remitió casi cuatrocientas apasionadas misivas en sólo seis meses requiriéndola de amores. Sin rechazarle nunca abiertamente, Sofía dio largas “al pelma de Paquito” hasta que el futuro generalísimo aplacó su pasión por ella y se fijo en otra, su futra esposa Carmen Polo.
Una Carmen Polo que era “un clon físico y moral, una fotocopia de Sofía Subirán” según sostiene Emilio Ruiz Barrachina (Madrid, 1963), escritor, dramaturgo y cineasta que ha trazado la biografía del primero de la media docena de amores que se le atribuyen a Franco en el libro ‘Le ordeno a usted de que me quiera’ (Lumen). Ruiz Barrachina ya había dramatizado la vida de esta mujer, nacida en Cuba 1898 y muerta en Zaragoza en 1987, en la pieza teatral ‘No te olvides de matarme’.
Franco la conoció en la navidad de 1912 y durante seis meses trató de seducirla sin éxito enviándole una media de casi tres escritos diarios. La acechaba por el parque Hernández ocultándose entre los árboles y se jugó la vida en el frente buscando con urgencia el ascenso a teniente que le permitiera entrar al casino de Melilla que frecuentaba la jovencísima Sofía.
Subirán quemaría en los años sesenta los centenares de cartas de ‘Paquito’ –“eran de aúpa” dijo-, al que tenía por “un patosillo aburrido”. Conservó sólo una treintena de postales que, subastadas en 1997, no encontraron comprador. Las atesora hoy su familia que se las cedió a Ruiz Barrachina para su reproducción en el libro.
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Aún así, Sofía Subirán quemó las cartas de Franco en un gesto de consideración hacia Carmen Polo. “Con ellas, un historiador desaprensivo se las hubiera hecho pasar canutas a la señora de Meirás”, reconoció en la única entrevista que concedió en su vida a Vicente Gracia, quien publicó en 1978 ‘Las postales de amor de Franco’. Culpaba a Carmen Polo antes que a Franco de todos los males del país y aseguró que “si me hubiera casado con él, no le hubiera permitido lo que le dejó hacer Carmen; no le hubiera permitido nunca ir bajo palio” dijo.
Le remitió casi cuatrocientas apasionadas misivas en sólo seis meses requiriéndola de amores.
Caray, un tío como los que ya no quedan, esto sale casi a más de dos cartas por día.
Culpaba a Carmen Polo antes que a Franco de todos los males del país y aseguró que “si me hubiera casado con él, no le hubiera permitido lo que le dejó hacer Carmen
Carmen Polo, precursora de Yoko Ono.
“Le ordeno a usted de que me quiera”
ESto sí me ha gustado, a mí me dicen esto y enamorarme no lo se pero enternercerme, seguro. O quizá ya más en plan actual, canalla cortés: "le ordeno a uste que me folle", mmmmm, tiene su miga la consigna.