En una habitación cutre de un piso compartido, lías a esos grupos que te gustan y un amigo de un primo igual conoce al batería, para que vayan un día y te hagan un concierto en casa. Es tan friki y snob que igual cuela. Pues sí.
Empezó siendo una coña y está sobrepasando las previsones. Más detalles en el artículo que le dedica El País hoy mismo.
El tema es que puesto a andar y con lista de espera, te planteas a quién te gustaría traerte la semana que viene a tomar el té con pastas mientras le jodes la resaca a tus compañeros de piso entre punteo y graznidos. A mí es una idea que me la pone bien de dura.

A menudo el cuarto de baño tiene que alojar al batería; nada nuevo, vamos.
Los vídeos de algunas de las actuaciones, por aquí.