Me voy a currar uno de esos post que no os merecéis. Son cinco preludios cinco de cuatro óperas de Richard Strauss, todos bastante breves, y para que no os bloqueéis los he subido a Odeo para facilitar su audición. No me tomaría tantas molestias si no fueran hitos cimeros del genio humano y fetiches clave de mi cosmología actual. Pero a toro pasado os digo que ha sido un coñazo, así que escuchadlos, hijos de puta, aunque sea dentro de cinco años, que supongo que seguirán aquí.
El Caballero de la Rosa (1911)
Es el más pirotécnico y exuberante de todos. Arranca vigoroso y va poco a poco remansando en una placidez elegante. En él se describe la situación previa al inicio de la acción: La Mariscala, una mujer de alta posición y mediana edad, pasa una noche de pasión con Octavian, su joven amante cuya edad estaría por debajo de la legalidad hoy en día. La primera mitad corresponde a esa noche de pasión y al ardiente arrebato de la juventud, y la suavidad donde termina recalando, a la mañana radiante que la sucede. Se puede sentir el raso de las sábanas y escuchar a los pájaros del jardín. Conmovedor el motivo de la Mariscala en el minuto 2:07. Si tuviera que rescatar una sola frase de toda la música de Strauss probablemente sería este motivo.
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3:26
Ariadna en Naxos (1916)
Ariadna es una ópera con un libreto extravagante. En su primer acto, que no está enunciado como acto sino como prólogo, se plantea la siguiente situación: un rico señor ha encargado a un joven compositor una ópera seria para amenizar una fiesta en su palacio. El compositor ha elegido como tema el mito de Ariadna, pero el señor de la casa decide a ultima hora representar esta obra simultáneamente con otra ópera paralela, ésta última cómica y con personajes sacados de la Comedia del Arte.
El segundo acto es la ópera propiamente dicha. Ariadna ha sido abandonada en una isla desierta por su amante, Teseo, y mientras se lamenta aparecen por ahí unos bufones capitaneados por Zerbinetta, una putilla casquivana, que se mofan de ella. En eso aparece Baco montado en un carro dorado, se enamoran, se la lleva al Olimpo y se acaba la ópera.
El primer preludio tiene otro arranque arrollador y viene a ser el desarrollo de los motivos de dos de los personajes más importantes: El Compositor y Zerbinetta. El segundo pertenece en exclusividad a Ariadna. Comienza con un desasosiego cargado de pathos que parece querer alegrarse en su tramo central, como si encontrara por casualidad un tenue brote de esperanza hacia el que parece encaminarse con decisión, para desplomarse finalmente en la desesperación absoluta. Es una maravilla sin más.
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2:21
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3:29
Daphne (1938)
Es tan fácil y hermoso que no hay mucho más que añadir. El sol se pone, pero el crepúsculo, a juzgar por esta música, sigue siendo azul. El viento sopla sobre un bosque de laureles. Sus habitantes se reúnen para despedir el día.
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2:59
Capriccio (1942)
En la segunda página de este hilo, Stewie escribió:
Copio lo que dice la colección de "El País" que tan bien queda en la estantería del salón.
El Adagietto (de la Quinta de Mahler) tiene algo de sublime, como el final de Tristán e Isolda de Wagner, como el preludio de Capriccio de R. Strauss. Es una de esas músicas que suspenden el ánimo y que por eso son extremadamente difíciles de describir. No estamos ante la melancolía, sino frente a una verdadera canción de amor. [...] Wilhem M. afirma que si la música es un lenguaje, helo aquí.
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6:23
