Y para ambientar el post os atizo otro temazo incluido en los disco de oro que las sondas llevan consigo, “Valia Balkanska” de Bulgaria. Bastante alienígena por cierto.
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URANO
Urano es el tercer planeta más grande del sistema solar, una gran bola de gas helado que presenta once anillos tenues y angostos. Su característica más llamativa es su inclinación axial. Si la de la Tierra es de 23º, la de Urano es 98º. Esto hace que si lo viéramos desde un telescopio desde el Sol, veríamos su polo sur, y si sus anillos fueran claramente apreciables a esa distancia formarían un nimbo que rodearía el planeta, al contrario que los de Saturno, que forman un cinturón ecuatorial. Se cree que la causa de esta inclinación axial, única en el sistema solar, se debe a una gran colisión en un pasado remoto.
Está compuesto por varias capas de gases (nitrógeno, amoniaco, etc) que van pasando del estado gaseoso al líquido a medida que profundizamos y carece de un núcleo caliente. Estas capas sucesivas le confiere un campo magnético descarajado apodado como “de sacacorchos”. Mucho más sencillo que describirlo es arrearos una animación.
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Miranda
A pesar de que las lunas de Urano son unos bolorrios desangelados y más bien cenicientos, se las bautizó con hermosos nombres que en esta ocasión no estaban basados en mitologías clásicas sino en personajes de Shakespeare ("Sueño de una noche de verano") y Alexander Pope ("El rizo robado"): Puck, Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberón. De todos estos cuerpos Miranda fue el que despertó más interés.
Miranda es un satélite de sólo 472 kms. de diámetro, casi al límite de lo necesario para que tenga forma esférica. A pesar de su pequeño tamaño, tiene el cañón más profundo de todo el Sistema Solar, el Verona Rupes, de 20 kilómetros de profundidad. Debido a la débil gravedad de Miranda, si nos dejáramos caer por él tardaríamos catorce minutos en tocar el suelo. Y es que precisamente a menor gravedad más prominentes se dan los rasgos geológicos, como el Monte Olimpo de Marte, la montaña más alta de todo el Sistema Solar, de nada menos que 24 kilómetros. La gravedad de la Tierra no debería permitir nada mucho más alto que el Monte Everest.
Esta grotesca orografía hace pensar en algún episodio catastrófico. Primero se creyó que recibió un impacto tan brutal que desintegró el satélite en fragmentos más o menos grandes que fueron arrejuntándose poco a poco a causa de la acreción gravitacional, dándole su fisionomía actual. Parte de los residuos de este impacto habrían formado los anillos de Urano, aunque esta teoría se ha terminado descartando prácticamente del todo. Después se pensó que la causa de su resquebrajamiento podría deberse a la tensión gravitacional entre Urano y el resto de las lunas. La teoría que está más de moda ahora mismo es que en efecto existió una gran colisión con otro cuerpo, que si bien no la desintegró del todo, sí que estuvo a punto de hacerlo. De todas formas en Miranda no se distingue ningún cráter destacado, así que si realmente hubo un hostión con otro cuerpo la teoría de la reacreción gravitacional no debería andar muy desencaminada. Pero no pretendo ser más papista que el papa.
NEPTUNO
Cuando la Voyager 2 llegó a Neptuno el 25 de agosto de 1989, 22 años después de su lanzamiento, se sabía menos de este planeta de lo que sabemos ahora de varios exoplanetas. Verdaderamente está a tomar por culo, a 30 veces nuestra distancia del Sol, al que le lleva 165 años dar la vuelta. Incluso Plutón pasa más cerca en algunos tramos de su órbita.

Al llegar se comprobó que tenía restos de tres anillos muy tenues, oscuros e incompletos, tanto que más que anillos sólo son arcos de polvo y roca que apenas reflejan luz. Se los llamó Libertad, Igualdad y Fraternidad. También presentaba una gran mancha oscura similar a la de Júpiter que hoy en día ha desaparecido, un huracán con vientos de 2000 kms/h, los más veloces de todo el Sistema Solar. No hay un consenso claro de porqué el planeta más alejado del Sol tiene los vientos más veloces de todos. En la Tierra es el calor del Sol lo que activa los vientos. En el caso de Neptuno se cree que el planeta tendría en su interior calor remanente de la concreción de materia que lo formó, y que este calor estaría siendo liberado lentamente. Las bajas temperaturas propiciarían la estabilidad necesaria para que estos vientos permanezcan inalterables.
Como sucede en todos los planetas a los que nos arrimamos comenzaron a asomar lunas ocultas. A las que ya se conocían, Tritón y Nereida, se le sumaron Náyade, Talasa, Despina, Galatea, Larisa y Proteo. Este último es el satélite irregular más grande del Sistema Solar.

Proteo, un bonito pedrusco donde desaparecer una temporada.
Debido a su proximidad con el Cinturón de Kuiper, cientos de pedruscos de diferentes calibres son atraídos por su gravedad formando un ballet de guijarros orbitantes.
De todo el Sistema Neptuniano, Tritón, la mayor de sus lunas, resultó con mucho la más interesante de todas.
Tritón
Cuando la Voyager 2 llegó a Tritón nadie esperaba encontrar mucha actividad en un mundo tan frío. Se equivocaban.
Lo primero que llamó la atención fueron esas manchitas oscuras que pueden verse en esta foto salpicando el polo sur. Tras un análisis detallado resultó evidente que tenían sombra: eran fumarolas. ¿Tenía ese mundo tan pequeño y frío vulcanismo provocado por un efecto de marea como el que se da en Ío o en Europa? No exactamente.
Tritón es, de momento, el cuerpo en el que se han registrado las temperaturas más bajas de todo el Sistema Solar: -235ºC, muy cerca de los -273ºC que sería el cero absoluto, la temperatura más baja posible (imposible de rebajar, por lo menos en teoría).
A esa temperatura, la tenuísima atmósfera de Tritón, compuesta sobre todo de nitrógeno con algo de amoniaco, hace cosas extrañas. El nitrógeno se solidifica, como si el aire que respiramos aquí en la Tierra se congelara y pasara directamente a estado sólido. De modo que la corteza de Tritón está formada por una capa semitransparente de hidrógeno sólido que recubre una segunda capa de material rocoso más oscuro.
A la distancia que está del Sol el calor que recibe de éste es muy débil, pero suficiente para que sus rayos atraviesen la capa semitransparente de nitrógeno helado y calienten la superficie rocosa oscura. La película nitrógeno sólido provoca una especie de efecto invernadero que calienta el material oscuro. En estas condiciones, las capas inferiores de nitrógeno sólido pasan a estado gaseoso, formando bolsas subterráneas de gas que terminan reventando y eyectando estas fumarolas que se elevan hasta ocho kilómetros.
Cuando la New Horizons llegue a Plutón y a Caronte en el 2015 se espera encontrar dos mundos muy similares a Tritón. Sin embargo, la experiencia nos dice que cuando se hacen pronósticos en base a datos que ya tenemos de otros cuerpos que se suponen similares, la realidad resulta mucho más sorprendente. Esperemos, pues.
