3ª jornada: Montgomery versus Lenina
3ª jornada: Montgomery versus Lenina
Dama, caballero; el tema es el siguiente:
¿Ciencias o letras?
Les recuerdo que empieza y elige opción Montgomery, que el primer asalto de cada uno deberá ser meramente argumentativo (sin citas directas o indirectas a los argumentos del rival) y que en los segundos asaltos pueden citarse lo que deseen (pueden citarse en un parque, en un bar, en un hotelito...). Tienen de plazo hasta el domingo 11 de enero.
Que gane el mejor.
¿Ciencias o letras?
Les recuerdo que empieza y elige opción Montgomery, que el primer asalto de cada uno deberá ser meramente argumentativo (sin citas directas o indirectas a los argumentos del rival) y que en los segundos asaltos pueden citarse lo que deseen (pueden citarse en un parque, en un bar, en un hotelito...). Tienen de plazo hasta el domingo 11 de enero.
Que gane el mejor.
- Montgomery
- Mulá
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- Registrado: 01 Ago 2003 13:13
Buenas Tardes.
En este afán deportivo por la división conceptual nos encontramos ahora ante una disquisición en la que intentaremos establecer la preeminencia de una de las supuestas dos principales ramas del conocimiento humano. Permitanme colocarme del lado de las Ciencias, lo que sin dudarlo hago convencido por motivos de vocación, utilidad y creencia.
No soy de los que piensan que existe una oposición frontal entre ambos conocimientos, porque para que pudieramos contemplar dicho enfrentamiento tanto las Ciencias como las letras tendrían que ubicarse en un plano de igualdad desde el que hacer una visita a sus respectivos puntos de apoyo para contrastar la superioridad de alguna de las dos líneas. Pero esto no ocurre porque los niveles de movimiento de las Ciencias y las letras estan irremediablemente separados por un abismo insuperable: las Ciencias se encuentran en el olimpo del summun cognoscitivo, ya que su único tope es la propia capacidad del individuo para tener curiosidad para conocer, comprender y analizar todo lo que le rodea de manera práctica, mientras que las letras, entendidas como algo en sí mismo y no como un instrumento, carecen de toda aplicación para con la naturaleza tangible, y tienen su ámbito de aplicación en zonas laterales y complementarias del ser humano.
En un análisis superficial se puede pensar que el espacio reservado para las letras es aquel para el que la Ciencia no tiene respuesta. No hablo de otra cosa que dar rienda suelta a la creación literaria para poder rellenar el alma de los hombres con los más bellos textos. Pero la literatura no deja de ser el camino fácil, la opción más sencilla para los que no quieren adentrarse en la verdadera belleza, que no es otra que el conocimiento total y directo de la cosmología -conocimiento filosófico de las leyes generales que rigen el mundo físico- y de todo lo que las Ciencias se ocupan de derivar de ella. La mayor parte de los científicos más brillantes llegan a sus conclusiones más espectaculares buscando la belleza, intentando trazar trayectorias que no sean otra cosa que hermosas parábolas que reflejaran, con un brillante cripticismo matemático, el mundo físico. Porque aquel que teoriza sobre los solitones, no lo hace únicamente pensando en encontrar una solución al problema de las ondas cuasi-indestructibles, sino fundamentalmente buscando un conjunto de ecuaciones que sean, en sí mismas, radiantes. Y es que la Ciencia no está reñida con el buen uso del lenguaje, es más, cuanto mejor uso se haga de el, más Ciencia es la Ciencia, mejor será entendida, en mayor medida se cumpliran sus objetivos y más popular se hará su conocimiento. Y esto, aunque, insisto, observándolo de manera superficial, pueda parecer una cualidad de las letras no lo es; a la Ciencia se le puede permitir arrogarse la capacidad de transmitir sus conocimientos con una belleza superior al de los más altos escritos literarios, porque puede englobar en un mismo texto este comentado esplendor escrito con un conocimiento trascendente de la naturaleza. De este modo, la completitud otorga a las Ciencias el primer lugar de la competencia, al ser la literatura una herramienta -útil, sin duda alguna- carente de la complejidad de contenidos que la filosofía natural contiene.
La Ciencia puede ser considerada a la vez como la causa, el camino y el efecto, al aunar en su montante de contenidos desde el despertar de la curiosidad por conocer hasta el uso último de la técnica aplicada, pasando por toda la investigación necesaria para la obtención del conocimiento en sí mismo o para la invención de ingenios. Las letras, vistas ahora desde una perspectiva utilitarista, son únicamente el complemento necesario para la canalización del saber. Quizá ahora podríamos detenernos en campos de conocimiento como, por ejemplo, el Derecho; los propios expertos investigadores en cualquiera de las múltiples ramas de esta competencia hablan de su Ciencia, tanto es así que la definición que encontramos de Derecho es la siguiente: "Ciencia que estudia el conjunto de principios y normas, expresivos de una idea de justicia y de orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia puede ser impuesta de manera coactiva." Pero más allá de que los letrados pretendan apropincuarse a la terminología que más exactamente define a "las Ciencias" -Conjunto de conocimientos relativos a las ciencias exactas, fisicoquímicas y naturales- este saber siempre será una clase de castillos en el aíre, por más que trata de establecer las estructuras en las que manejarnos los unos con los otros, al final, algo inventado, no el reflejo de lo que realmente nos rodea. Un análisis similar podríamos efectuar de cualquier otro campo bajo la techumbre de las Facultades de Letras, siempre en un cajón inferior a las de Ciencias en el podium del cognos. Pero esta posición de preeminencia está yuxtapuesta a una difícultad en la comprensión de su formulismo: los caminos de la Ciencia no son sencillos de transitar, lo que hace que muchas personas con interés lo pierdan por otras veredas -v.g. las humanidades- más asequibles, y que otros sin interés jamás lleguen a inquietarse por los engranajes de la naturaleza que les rodea.
En resumen y concluyendo, la opción del afecto por las letras me parece tremendamente respetable, pero siempre será la opción fácil. Las Ciencias son mucho más completas y cumplen sin oposición el objetivo de la satisfacción de las almas de los hombres ávidos de saber, que al final, somos todos.
...y la luz se hizo.
Saludos.
En este afán deportivo por la división conceptual nos encontramos ahora ante una disquisición en la que intentaremos establecer la preeminencia de una de las supuestas dos principales ramas del conocimiento humano. Permitanme colocarme del lado de las Ciencias, lo que sin dudarlo hago convencido por motivos de vocación, utilidad y creencia.
No soy de los que piensan que existe una oposición frontal entre ambos conocimientos, porque para que pudieramos contemplar dicho enfrentamiento tanto las Ciencias como las letras tendrían que ubicarse en un plano de igualdad desde el que hacer una visita a sus respectivos puntos de apoyo para contrastar la superioridad de alguna de las dos líneas. Pero esto no ocurre porque los niveles de movimiento de las Ciencias y las letras estan irremediablemente separados por un abismo insuperable: las Ciencias se encuentran en el olimpo del summun cognoscitivo, ya que su único tope es la propia capacidad del individuo para tener curiosidad para conocer, comprender y analizar todo lo que le rodea de manera práctica, mientras que las letras, entendidas como algo en sí mismo y no como un instrumento, carecen de toda aplicación para con la naturaleza tangible, y tienen su ámbito de aplicación en zonas laterales y complementarias del ser humano.
En un análisis superficial se puede pensar que el espacio reservado para las letras es aquel para el que la Ciencia no tiene respuesta. No hablo de otra cosa que dar rienda suelta a la creación literaria para poder rellenar el alma de los hombres con los más bellos textos. Pero la literatura no deja de ser el camino fácil, la opción más sencilla para los que no quieren adentrarse en la verdadera belleza, que no es otra que el conocimiento total y directo de la cosmología -conocimiento filosófico de las leyes generales que rigen el mundo físico- y de todo lo que las Ciencias se ocupan de derivar de ella. La mayor parte de los científicos más brillantes llegan a sus conclusiones más espectaculares buscando la belleza, intentando trazar trayectorias que no sean otra cosa que hermosas parábolas que reflejaran, con un brillante cripticismo matemático, el mundo físico. Porque aquel que teoriza sobre los solitones, no lo hace únicamente pensando en encontrar una solución al problema de las ondas cuasi-indestructibles, sino fundamentalmente buscando un conjunto de ecuaciones que sean, en sí mismas, radiantes. Y es que la Ciencia no está reñida con el buen uso del lenguaje, es más, cuanto mejor uso se haga de el, más Ciencia es la Ciencia, mejor será entendida, en mayor medida se cumpliran sus objetivos y más popular se hará su conocimiento. Y esto, aunque, insisto, observándolo de manera superficial, pueda parecer una cualidad de las letras no lo es; a la Ciencia se le puede permitir arrogarse la capacidad de transmitir sus conocimientos con una belleza superior al de los más altos escritos literarios, porque puede englobar en un mismo texto este comentado esplendor escrito con un conocimiento trascendente de la naturaleza. De este modo, la completitud otorga a las Ciencias el primer lugar de la competencia, al ser la literatura una herramienta -útil, sin duda alguna- carente de la complejidad de contenidos que la filosofía natural contiene.
La Ciencia puede ser considerada a la vez como la causa, el camino y el efecto, al aunar en su montante de contenidos desde el despertar de la curiosidad por conocer hasta el uso último de la técnica aplicada, pasando por toda la investigación necesaria para la obtención del conocimiento en sí mismo o para la invención de ingenios. Las letras, vistas ahora desde una perspectiva utilitarista, son únicamente el complemento necesario para la canalización del saber. Quizá ahora podríamos detenernos en campos de conocimiento como, por ejemplo, el Derecho; los propios expertos investigadores en cualquiera de las múltiples ramas de esta competencia hablan de su Ciencia, tanto es así que la definición que encontramos de Derecho es la siguiente: "Ciencia que estudia el conjunto de principios y normas, expresivos de una idea de justicia y de orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia puede ser impuesta de manera coactiva." Pero más allá de que los letrados pretendan apropincuarse a la terminología que más exactamente define a "las Ciencias" -Conjunto de conocimientos relativos a las ciencias exactas, fisicoquímicas y naturales- este saber siempre será una clase de castillos en el aíre, por más que trata de establecer las estructuras en las que manejarnos los unos con los otros, al final, algo inventado, no el reflejo de lo que realmente nos rodea. Un análisis similar podríamos efectuar de cualquier otro campo bajo la techumbre de las Facultades de Letras, siempre en un cajón inferior a las de Ciencias en el podium del cognos. Pero esta posición de preeminencia está yuxtapuesta a una difícultad en la comprensión de su formulismo: los caminos de la Ciencia no son sencillos de transitar, lo que hace que muchas personas con interés lo pierdan por otras veredas -v.g. las humanidades- más asequibles, y que otros sin interés jamás lleguen a inquietarse por los engranajes de la naturaleza que les rodea.
En resumen y concluyendo, la opción del afecto por las letras me parece tremendamente respetable, pero siempre será la opción fácil. Las Ciencias son mucho más completas y cumplen sin oposición el objetivo de la satisfacción de las almas de los hombres ávidos de saber, que al final, somos todos.

...y la luz se hizo.
Saludos.
Una de cada tres cosas que digo es mentira.
- Lenina
- Comodora
- Mensajes: 376
- Registrado: 08 Ago 2003 15:47
- Ubicación: Tirada en la cama, con el portátil
(Iba siendo hora, señor Montgomery, si sigue haciendo esperar tanto a las damas, no será precisamente un Casanova).
Opinar hoy en día que defender las Letras (en mayúsculas, si me lo permite mi contendiente) es fácil, es un absurdo. Las Letras se mueren, agonizan aplastadas ante la Ciencia, con mayúsculas, que trae la verdad, el conocimiento, la sabiduría, iluminando las sombras de nuestras supersticiones.
Las Letras son un fósil viviente. No es demagogia, es la realidad. La gente no lee, la gente no estudia Humanidades. Las Letras agonizan lentamente y quizá por ello, yo las amo más, mi triste canto de cisne, y más intento cuidarlas del olvido y la desolación. Yo estudio una carrera de letras aunque sé que no me reportará, si no brilla para mí una estrella tremendamente luminosa, oficio ni beneficio.
(Vale. Ahora me limpio la lagrimita y continúo).
Luchar contra las ciencias es difícil. Las ciencias abarcan tantas ramas, y ramas de tanta importancia, que demostrar que son inservibles o despreciables sería un imposible, que no voy a intentar. Amada, reverenciada, incluso sobrevalorada en nuestros días, la ciencia ha ocupado en muchas mentes hasta el hueco de Dios. Poco puedo hacer para abrir una raja de desconfianza, una brecha de desconcierto sobre la Ciencia en esta época.
Sin embargo, la diferencia fundamental que veo, la que me acerca quizá a las Letras y me separa de las ciencias es su Humanidad. La ciencia no es del Hombre, aunque la descubra el Hombre. Las manzanas seguirán cayendo de los árboles en perfecta armonía con la ley de la gravedad cuando el último hombre muera, las manzanas hubieran caído de los árboles en esa misma perfecta armonía, si ninguno de nosotros hubiese existido nunca. Las Letras, no obstante, son creación absoluta nuestra, nuestros pensamientos, nuestra moral, nuestra filosofía.
Si alguna vez alguna raza extraterrestre nos visitara, se podría asombrar o maravillar de nuestros descubrimientos científicos, de nuestro avance tecnológico, pero, no nos olvidemos, nos juzgarían por nuestras Letras.
Repito: no obvio el papel de las ciencias, pero este mismo debate, si lo decidiera la ciencia, sería absurdo. El querido señor Montgomery, tan florido y correcto en su prosa tendrá que convenir conmigo, que las ciencias serían en extremo aburridas, y que son las Letras con sus recovecos y sutilezas, quienes se lucen en estos singulares combates. Cuanto menos, en el PC, las ciencias serían un auténtico coñazo.
Y termino mi intervención señalando que si creemos que la verdad es buena, bella, maravillosa, es por nuestra filosofía, plasmada en las Letras, nuestra moral, nuestro sistema de creencias. Y hasta hace bien poco, (no juzgo, expongo hechos), todo eso que acabo de mencionar, para millones de personas del mundo occidental se contenía en una cosa tremendamente sencilla. Un libro.
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Opinar hoy en día que defender las Letras (en mayúsculas, si me lo permite mi contendiente) es fácil, es un absurdo. Las Letras se mueren, agonizan aplastadas ante la Ciencia, con mayúsculas, que trae la verdad, el conocimiento, la sabiduría, iluminando las sombras de nuestras supersticiones.
Las Letras son un fósil viviente. No es demagogia, es la realidad. La gente no lee, la gente no estudia Humanidades. Las Letras agonizan lentamente y quizá por ello, yo las amo más, mi triste canto de cisne, y más intento cuidarlas del olvido y la desolación. Yo estudio una carrera de letras aunque sé que no me reportará, si no brilla para mí una estrella tremendamente luminosa, oficio ni beneficio.
(Vale. Ahora me limpio la lagrimita y continúo).
Luchar contra las ciencias es difícil. Las ciencias abarcan tantas ramas, y ramas de tanta importancia, que demostrar que son inservibles o despreciables sería un imposible, que no voy a intentar. Amada, reverenciada, incluso sobrevalorada en nuestros días, la ciencia ha ocupado en muchas mentes hasta el hueco de Dios. Poco puedo hacer para abrir una raja de desconfianza, una brecha de desconcierto sobre la Ciencia en esta época.
Sin embargo, la diferencia fundamental que veo, la que me acerca quizá a las Letras y me separa de las ciencias es su Humanidad. La ciencia no es del Hombre, aunque la descubra el Hombre. Las manzanas seguirán cayendo de los árboles en perfecta armonía con la ley de la gravedad cuando el último hombre muera, las manzanas hubieran caído de los árboles en esa misma perfecta armonía, si ninguno de nosotros hubiese existido nunca. Las Letras, no obstante, son creación absoluta nuestra, nuestros pensamientos, nuestra moral, nuestra filosofía.
Si alguna vez alguna raza extraterrestre nos visitara, se podría asombrar o maravillar de nuestros descubrimientos científicos, de nuestro avance tecnológico, pero, no nos olvidemos, nos juzgarían por nuestras Letras.
Repito: no obvio el papel de las ciencias, pero este mismo debate, si lo decidiera la ciencia, sería absurdo. El querido señor Montgomery, tan florido y correcto en su prosa tendrá que convenir conmigo, que las ciencias serían en extremo aburridas, y que son las Letras con sus recovecos y sutilezas, quienes se lucen en estos singulares combates. Cuanto menos, en el PC, las ciencias serían un auténtico coñazo.
Y termino mi intervención señalando que si creemos que la verdad es buena, bella, maravillosa, es por nuestra filosofía, plasmada en las Letras, nuestra moral, nuestro sistema de creencias. Y hasta hace bien poco, (no juzgo, expongo hechos), todo eso que acabo de mencionar, para millones de personas del mundo occidental se contenía en una cosa tremendamente sencilla. Un libro.
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- The last samurai
- Ulema
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- Montgomery
- Mulá
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Con su permiso, matizaré los comentarios vertidos por la Sra. Lenina en su primera intervención.
Efectivamente. Si se toma usted unos instantes en releer mi último párrafo comprobará como lo que yo afirmo no es eso, sino que la opción fácil de elegir en la disyuntiva Ciencias-letras es la segunda. Por supuesto que no es sencillo defender esa opción, principalmente porque la comparación entre los dos campos es realmente odiosa como usted misma esta comprobando.
Y a pesar de ser tan necesarias como usted afirma, las Ciencias carecen del apoyo mediático que se ofrece a la literatura: anualmente son convocados cientos de certámenes, públicos o privados, para premiar la excelencia literaria o lingüística, y sus ganadores se presentan ante nosotros a través de todas las cadenas de televisión como los nuevos totems de la lengua española, a pesar de que podríamos recordar montones de ellos que no pasaría ni el control de calidad literaria más laxo. Y es que la maquinaria editorial en nuestro país arrastra a los medios de comunicación en un ejercicio publicitario que hace que seamos incapaces de no enterarnos de la aparición de una nueva entrega de las andanzas del Capitán Alatriste, por ejemplo. Mientras las diputaciones, los ayuntamientos, las cajas de ahorros invierten fondos públicos en financiar la carrera de ciertos literatos, los científicos se tienen que conformar con las migajas de las becas de investigación, en la mayoría de las ocasiones supeditadas a la consecución de objetivos delirantes en un tiempo disparatadamente corto. De este modo, fíjese, más claramente se advierte el liderazgo de las Ciencias, incluso me atrevería a decir moralmente, ya que a pesar de gozar de muchísimas menos ayudas económicas y bastante menos publicidad para el conocimiento del gran público, siguen siendo nuestra guía en el devenir a través de la evolución.
Cierto es que la gente no lee, pero esa rémora la tienen que sufrir tanto las letras como las Ciencias, sino éstas últimas en mayor medida, ya que para que un hecho científico sea conocido éste tiene que ser realmente relevante, ya que los canales en los que conocer estos avances, revistas científicas en su mayoría -asequibles para la gran mayoría de la gente que sepa leer, se lo aseguro- no son moneda corriente en los revisteros de la gente común, mientras que cualquiera puede saber que un tal Tolkien escribió una fantástica novela de aventuras hace cincuenta años solo con interesarse mínimamente por lo que ve en el cine.
Por otro lado el victimismo con el que habla de las letras, Sra. Lenina, no ayuda en absoluto a su defensa argumentativa. Y es que soy de la opinión que las humanidades han entrado en un enquilosamiento pétreo gracias a la cerrazón de los círculos intelectuales que las fomentan, más preocupados por mirarse el ombligo, por analizar sus estructuras, que por el examen de la propia humanidad que les da el nombre. Como curiosidad, algunas corrientes historiográficas abogan por una renovación de sus métodos que les acercara a la forma de trabajar de un científico natural.
No estoy en absoluto de acuerdo. Las Ciencias no forman parte de una parte robótica del ser humano, sino que son la esencia de nuestra existencia, al ser el camino con el que responder a las preguntas que, por ejemplo, podemos hacernos desde la filosofía. El hombre ES Ciencia en sí mismo, y el conocimiento científico es más un descubrimiento que una invención. La curiosidad del hombre por el cosmos que le rodea, incluyendo al mismo hombre, no es un entretenimiento banal que escape a su propia naturaleza; las raíces de esa curiosidad se encuentran dentro de todos nosotros y el predominio de la búsqueda de las respuestas a las preguntas vitales de todo ser humano frente a otro tipo de necesidades es inherente al sujeto.
Desde luego, pero ¿Quizá las Ciencias no lo son? ¿Hay algo que refleje con mayor fidelidad la creatividad del ser humano que los descubrimientos científicos a partir de una mera observación? Las Ciencias tienen más de innovador e imaginativo que cualquier rama de las humanidades.
Pues no encuentro la razón. La vara de medir de nuestro evolución la encontramos sin dudarlo en la marca más alta que hayamos podido hacer en el tablón de los descubrimientos científicos. Los visitantes de otros mundos deberían entender, según su razonamiento, que la época en la que el ser humano estaba más evolucionado en España fue el siglo de oro. Y como nos midieran por la música... estábamos apañados.
Un Saludo.
P.D.:
Lo siento de veras y le ruego me disculpe. Por mi parte no tengo inconveniente, si así lo admite el Sr. Prez, en que usted pueda disponer de más tiempo para redactar su segunda intervención dado lo tarde que me ha sido posible escribir la mía.
Lenina escribió:Opinar hoy en día que defender las Letras (en mayúsculas, si me lo permite mi contendiente) es fácil, es un absurdo.
Efectivamente. Si se toma usted unos instantes en releer mi último párrafo comprobará como lo que yo afirmo no es eso, sino que la opción fácil de elegir en la disyuntiva Ciencias-letras es la segunda. Por supuesto que no es sencillo defender esa opción, principalmente porque la comparación entre los dos campos es realmente odiosa como usted misma esta comprobando.
Lenina escribió:Las Letras se mueren, agonizan aplastadas ante la Ciencia, con mayúsculas, que trae la verdad, el conocimiento, la sabiduría, iluminando las sombras de nuestras supersticiones.
Y a pesar de ser tan necesarias como usted afirma, las Ciencias carecen del apoyo mediático que se ofrece a la literatura: anualmente son convocados cientos de certámenes, públicos o privados, para premiar la excelencia literaria o lingüística, y sus ganadores se presentan ante nosotros a través de todas las cadenas de televisión como los nuevos totems de la lengua española, a pesar de que podríamos recordar montones de ellos que no pasaría ni el control de calidad literaria más laxo. Y es que la maquinaria editorial en nuestro país arrastra a los medios de comunicación en un ejercicio publicitario que hace que seamos incapaces de no enterarnos de la aparición de una nueva entrega de las andanzas del Capitán Alatriste, por ejemplo. Mientras las diputaciones, los ayuntamientos, las cajas de ahorros invierten fondos públicos en financiar la carrera de ciertos literatos, los científicos se tienen que conformar con las migajas de las becas de investigación, en la mayoría de las ocasiones supeditadas a la consecución de objetivos delirantes en un tiempo disparatadamente corto. De este modo, fíjese, más claramente se advierte el liderazgo de las Ciencias, incluso me atrevería a decir moralmente, ya que a pesar de gozar de muchísimas menos ayudas económicas y bastante menos publicidad para el conocimiento del gran público, siguen siendo nuestra guía en el devenir a través de la evolución.
Lenina escribió:Las Letras son un fósil viviente. No es demagogia, es la realidad. La gente no lee, la gente no estudia Humanidades. Las Letras agonizan lentamente y quizá por ello, yo las amo más, mi triste canto de cisne, y más intento cuidarlas del olvido y la desolación. Yo estudio una carrera de letras aunque sé que no me reportará, si no brilla para mí una estrella tremendamente luminosa, oficio ni beneficio.
Cierto es que la gente no lee, pero esa rémora la tienen que sufrir tanto las letras como las Ciencias, sino éstas últimas en mayor medida, ya que para que un hecho científico sea conocido éste tiene que ser realmente relevante, ya que los canales en los que conocer estos avances, revistas científicas en su mayoría -asequibles para la gran mayoría de la gente que sepa leer, se lo aseguro- no son moneda corriente en los revisteros de la gente común, mientras que cualquiera puede saber que un tal Tolkien escribió una fantástica novela de aventuras hace cincuenta años solo con interesarse mínimamente por lo que ve en el cine.
Por otro lado el victimismo con el que habla de las letras, Sra. Lenina, no ayuda en absoluto a su defensa argumentativa. Y es que soy de la opinión que las humanidades han entrado en un enquilosamiento pétreo gracias a la cerrazón de los círculos intelectuales que las fomentan, más preocupados por mirarse el ombligo, por analizar sus estructuras, que por el examen de la propia humanidad que les da el nombre. Como curiosidad, algunas corrientes historiográficas abogan por una renovación de sus métodos que les acercara a la forma de trabajar de un científico natural.
Lenina escribió:Sin embargo, la diferencia fundamental que veo, la que me acerca quizá a las Letras y me separa de las ciencias es su Humanidad. La ciencia no es del Hombre, aunque la descubra el Hombre. Las manzanas seguirán cayendo de los árboles en perfecta armonía con la ley de la gravedad cuando el último hombre muera, las manzanas hubieran caído de los árboles en esa misma perfecta armonía, si ninguno de nosotros hubiese existido nunca.
No estoy en absoluto de acuerdo. Las Ciencias no forman parte de una parte robótica del ser humano, sino que son la esencia de nuestra existencia, al ser el camino con el que responder a las preguntas que, por ejemplo, podemos hacernos desde la filosofía. El hombre ES Ciencia en sí mismo, y el conocimiento científico es más un descubrimiento que una invención. La curiosidad del hombre por el cosmos que le rodea, incluyendo al mismo hombre, no es un entretenimiento banal que escape a su propia naturaleza; las raíces de esa curiosidad se encuentran dentro de todos nosotros y el predominio de la búsqueda de las respuestas a las preguntas vitales de todo ser humano frente a otro tipo de necesidades es inherente al sujeto.
Lenina escribió:Las Letras, no obstante, son creación absoluta nuestra, nuestros pensamientos, nuestra moral, nuestra filosofía.
Desde luego, pero ¿Quizá las Ciencias no lo son? ¿Hay algo que refleje con mayor fidelidad la creatividad del ser humano que los descubrimientos científicos a partir de una mera observación? Las Ciencias tienen más de innovador e imaginativo que cualquier rama de las humanidades.
Lenina escribió:Si alguna vez alguna raza extraterrestre nos visitara, se podría asombrar o maravillar de nuestros descubrimientos científicos, de nuestro avance tecnológico, pero, no nos olvidemos, nos juzgarían por nuestras Letras.
Pues no encuentro la razón. La vara de medir de nuestro evolución la encontramos sin dudarlo en la marca más alta que hayamos podido hacer en el tablón de los descubrimientos científicos. Los visitantes de otros mundos deberían entender, según su razonamiento, que la época en la que el ser humano estaba más evolucionado en España fue el siglo de oro. Y como nos midieran por la música... estábamos apañados.
Un Saludo.
P.D.:
Lenina escribió:(Iba siendo hora, señor Montgomery, si sigue haciendo esperar tanto a las damas, no será precisamente un Casanova).
Lo siento de veras y le ruego me disculpe. Por mi parte no tengo inconveniente, si así lo admite el Sr. Prez, en que usted pueda disponer de más tiempo para redactar su segunda intervención dado lo tarde que me ha sido posible escribir la mía.
Una de cada tres cosas que digo es mentira.
Montgomery escribió:Lo siento de veras y le ruego me disculpe. Por mi parte no tengo inconveniente, si así lo admite el Sr. Prez, en que usted pueda disponer de más tiempo para redactar su segunda intervención dado lo tarde que me ha sido posible escribir la mía.
Por mí tampoco hay problema alguno.
Lenina, tiene usted de plazo hasta el viernes, si bien cuanto antes escriba antes podremos dar por concluido este interesante combate.
- Lenina
- Comodora
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- Registrado: 08 Ago 2003 15:47
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Gracias por proporcionarme una segunda intervención.
Aquí va.
Me parece que los árboles le impiden ver el bosque. Olvida que si piensa que los descubrimientos científicos son buenos, se debe a que hemos llegado en esta época a esta filosofía vital de pensar que la ciencia es buena. No siempre el ser humano tuvo esa visión de que los avances eran buenos, por otras filosofías que hacían que se atacase todo cambio. Y podrán volver filosofías antiguas, reglas morales nuevas, que hagan que lo que pensemos ahora que es bueno, sea malo.
Es decir, querido Montgomery, la batuta la llevan las Letras, en su definición más extensa de la palabra. Un libro tiene el poder de cambiar los pensamientos, de llevarnos a la Luna o hundirnos en la Edad Media de nuevo. Toda su escala de valores se puede ir a la mierda, con perdón, en 50 años por una nueva corriente filosófica.
Las Letras mueven el mundo en el sentido que ellas marcan. Piense en lo que está defendiendo.
No estoy de acuerdo. Hay una diferencia enorme entre saber y ser. Una persona puede tener grandes conocimientos, y eso no la hace mejor persona. Usted está confundiendo prgogreso científico con progreso moral y una cosa no implica la otra.
Podemos enseñar el David de Miguel Ángel como un símbolo de belleza sin avergonzarnos. No dudo tampoco que una ecuación brillante también pueda ser bella en otros sentidos. ¿Pero que tiene de bella un arma de fuego, la creación de una bomba, un precioso coche que funciona con la gasolina que se gana y pierde en guerras donde mueren personas?
Y no le voy a nombrar más "daños colaterales" de la ciencia.
Creo que todos conocemos suficientemente bien las consecuencias de la comodidad y las grandes y pequeñas ventajas del progreso.
Tampoco estoy de acuerdo. El Hombre puede que sea ciencia en sí mismo, no lo niego. El Hombre es curioso con su entorno, no lo niego. Pero el descubrimiento científico no es la única opción. Miles de tribus en todo el mundo vivían como lo hacíamos nosotros hace miles de años. Sí, miraban el cielo por las noches, maravillados. Pero se contentaban con las respuestas que ellos mismos se habían dado, y no sentían interés en buscar la verdad, porque tenían una verdad.
Desde luego no tenían nuestras comodidades, si se ponían enfermos no tenían medicinas, pasaban frío, calor y les picaban los mosquitos. De acuerdo.
Pero querido, la única pregunta que me interesa: ¿somos más felices que ellos? NO. Un rotundo NO.
La búsqueda de esas verdades del cosmos está hecha a medida de nuestra filosofía, y no la tienen que compartir los demás humanos. Sigue sin darse cuenta de eso. Esas tribus, si hoy en día sobrevive alguna no alterada, no buscaban más allá. No tenían intención alguna de buscarlo. Y a mi entender siguen siendo humanos. Por lo tanto no parece que esa búsqueda sea inherente al sujeto.
Bueno, bueno, querido amigo. Putas hay en todos lados. ¿Me está intentando hacer digerir que todo el que investiga científicamente lo hace en aras del progreso del conocimiento humano o para curar el cáncer?
Por favor, seamos serios, si investigas para un laboratorio, por ejemplo, tus conocimientos no van a parar a la sabiduría popular, sino al laboratorio que te ingresa el sueldo todos los meses.
Lo mismo que las letras. Todo se puede convertir en negocio.
No intente hacernos ver la imagen del pobre doctor chiflado que invierte todo su dinero en investigar en su sótano y acaba descubriendo .......... (póngase en la línea de puntos la máquina del tiempo, la panacea universal, el lector de pensamientos, etc).
Hubo un tiempo en que éramos más inocentes, hoy en día no.
Y no se queje tanto. Puede que tengan menos ayudas, pero nos podemos coger de la manita y protestar por los sueldos millonarios de los futbolistas, que estarían mejor empleados en laboratorios o bibliotecas. La vida es un negocio. O cambiamos la MORAL de las personas o no tenemos nada que hacer.
Uf, mejor no. Ya me ha sido suficientemente duro y árido leerlo una vez. No por sus argumentos, sino por su prosa, que de tan florida me parece que necesita una poda.
Y concluyo aquí. Un saludo.
Lenina.
Aquí va.
Las Ciencias no forman parte de una parte robótica del ser humano, sino que son la esencia de nuestra existencia, al ser el camino con el que responder a las preguntas que, por ejemplo, podemos hacernos desde la filosofía. El hombre ES Ciencia en sí mismo, y el conocimiento científico es más un descubrimiento que una invención. La curiosidad del hombre por el cosmos que le rodea, incluyendo al mismo hombre, no es un entretenimiento banal que escape a su propia naturaleza; las raíces de esa curiosidad se encuentran dentro de todos nosotros y el predominio de la búsqueda de las respuestas a las preguntas vitales de todo ser humano frente a otro tipo de necesidades es inherente al sujeto.
Me parece que los árboles le impiden ver el bosque. Olvida que si piensa que los descubrimientos científicos son buenos, se debe a que hemos llegado en esta época a esta filosofía vital de pensar que la ciencia es buena. No siempre el ser humano tuvo esa visión de que los avances eran buenos, por otras filosofías que hacían que se atacase todo cambio. Y podrán volver filosofías antiguas, reglas morales nuevas, que hagan que lo que pensemos ahora que es bueno, sea malo.
Es decir, querido Montgomery, la batuta la llevan las Letras, en su definición más extensa de la palabra. Un libro tiene el poder de cambiar los pensamientos, de llevarnos a la Luna o hundirnos en la Edad Media de nuevo. Toda su escala de valores se puede ir a la mierda, con perdón, en 50 años por una nueva corriente filosófica.
Las Letras mueven el mundo en el sentido que ellas marcan. Piense en lo que está defendiendo.
La vara de medir de nuestro evolución la encontramos sin dudarlo en la marca más alta que hayamos podido hacer en el tablón de los descubrimientos científicos. Los visitantes de otros mundos deberían entender, según su razonamiento, que la época en la que el ser humano estaba más evolucionado en España fue el siglo de oro.
No estoy de acuerdo. Hay una diferencia enorme entre saber y ser. Una persona puede tener grandes conocimientos, y eso no la hace mejor persona. Usted está confundiendo prgogreso científico con progreso moral y una cosa no implica la otra.
Podemos enseñar el David de Miguel Ángel como un símbolo de belleza sin avergonzarnos. No dudo tampoco que una ecuación brillante también pueda ser bella en otros sentidos. ¿Pero que tiene de bella un arma de fuego, la creación de una bomba, un precioso coche que funciona con la gasolina que se gana y pierde en guerras donde mueren personas?
Y no le voy a nombrar más "daños colaterales" de la ciencia.
Creo que todos conocemos suficientemente bien las consecuencias de la comodidad y las grandes y pequeñas ventajas del progreso.
No estoy en absoluto de acuerdo. Las Ciencias no forman parte de una parte robótica del ser humano, sino que son la esencia de nuestra existencia, al ser el camino con el que responder a las preguntas que, por ejemplo, podemos hacernos desde la filosofía. El hombre ES Ciencia en sí mismo, y el conocimiento científico es más un descubrimiento que una invención. La curiosidad del hombre por el cosmos que le rodea, incluyendo al mismo hombre, no es un entretenimiento banal que escape a su propia naturaleza; las raíces de esa curiosidad se encuentran dentro de todos nosotros y el predominio de la búsqueda de las respuestas a las preguntas vitales de todo ser humano frente a otro tipo de necesidades es inherente al sujeto.
Tampoco estoy de acuerdo. El Hombre puede que sea ciencia en sí mismo, no lo niego. El Hombre es curioso con su entorno, no lo niego. Pero el descubrimiento científico no es la única opción. Miles de tribus en todo el mundo vivían como lo hacíamos nosotros hace miles de años. Sí, miraban el cielo por las noches, maravillados. Pero se contentaban con las respuestas que ellos mismos se habían dado, y no sentían interés en buscar la verdad, porque tenían una verdad.
Desde luego no tenían nuestras comodidades, si se ponían enfermos no tenían medicinas, pasaban frío, calor y les picaban los mosquitos. De acuerdo.
Pero querido, la única pregunta que me interesa: ¿somos más felices que ellos? NO. Un rotundo NO.
La búsqueda de esas verdades del cosmos está hecha a medida de nuestra filosofía, y no la tienen que compartir los demás humanos. Sigue sin darse cuenta de eso. Esas tribus, si hoy en día sobrevive alguna no alterada, no buscaban más allá. No tenían intención alguna de buscarlo. Y a mi entender siguen siendo humanos. Por lo tanto no parece que esa búsqueda sea inherente al sujeto.
Y a pesar de ser tan necesarias como usted afirma, las Ciencias carecen del apoyo mediático que se ofrece a la literatura: anualmente son convocados cientos de certámenes, públicos o privados, para premiar la excelencia literaria o lingüística, y sus ganadores se presentan ante nosotros a través de todas las cadenas de televisión como los nuevos totems de la lengua española, a pesar de que podríamos recordar montones de ellos que no pasaría ni el control de calidad literaria más laxo. Y es que la maquinaria editorial en nuestro país arrastra a los medios de comunicación en un ejercicio publicitario que hace que seamos incapaces de no enterarnos de la aparición de una nueva entrega de las andanzas del Capitán Alatriste, por ejemplo. Mientras las diputaciones, los ayuntamientos, las cajas de ahorros invierten fondos públicos en financiar la carrera de ciertos literatos, los científicos se tienen que conformar con las migajas de las becas de investigación, en la mayoría de las ocasiones supeditadas a la consecución de objetivos delirantes en un tiempo disparatadamente corto. De este modo, fíjese, más claramente se advierte el liderazgo de las Ciencias, incluso me atrevería a decir moralmente, ya que a pesar de gozar de muchísimas menos ayudas económicas y bastante menos publicidad para el conocimiento del gran público, siguen siendo nuestra guía en el devenir a través de la evolución.
Bueno, bueno, querido amigo. Putas hay en todos lados. ¿Me está intentando hacer digerir que todo el que investiga científicamente lo hace en aras del progreso del conocimiento humano o para curar el cáncer?
Por favor, seamos serios, si investigas para un laboratorio, por ejemplo, tus conocimientos no van a parar a la sabiduría popular, sino al laboratorio que te ingresa el sueldo todos los meses.
Lo mismo que las letras. Todo se puede convertir en negocio.
No intente hacernos ver la imagen del pobre doctor chiflado que invierte todo su dinero en investigar en su sótano y acaba descubriendo .......... (póngase en la línea de puntos la máquina del tiempo, la panacea universal, el lector de pensamientos, etc).
Hubo un tiempo en que éramos más inocentes, hoy en día no.
Y no se queje tanto. Puede que tengan menos ayudas, pero nos podemos coger de la manita y protestar por los sueldos millonarios de los futbolistas, que estarían mejor empleados en laboratorios o bibliotecas. La vida es un negocio. O cambiamos la MORAL de las personas o no tenemos nada que hacer.
Si se toma usted unos instantes en releer mi último párrafo comprobará como lo que yo afirmo no es eso, sino que la opción fácil de elegir en la disyuntiva Ciencias-letras es la segunda.
Uf, mejor no. Ya me ha sido suficientemente duro y árido leerlo una vez. No por sus argumentos, sino por su prosa, que de tan florida me parece que necesita una poda.
Y concluyo aquí. Un saludo.
Lenina.
Buf. Hay expuestos tantos argumentos por ambas partes que podría tirarme horas desglosándolos. Intentaré ser comedido.
Antes de nada quiero explicar algo: al referirme a las "letras" estaba usando la denominación clásica usada en el bachillerato y con ello no quería circunscribirme únicamente a la literatura, sino a todas las llamadas "disciplinas humanísticas". Menciono esto porque me ha parecido ver que al referirse al tema de las letras se centraban demasiado en la literatura (y algo en la filosofía). Espero no haberles llevado a confusión dando entender un concepto tan restringido.
Montgomery comienza con la superioridad práctica de la ciencia en la "naturaleza tangible". Afirma que la belleza también es posible en la ciencia, en cuanto actividad humana y en cuanto a que participa de la belleza de la naturaleza. Expone su idoneidad como método de obtener conocimiento. Denuncia atinadamente la apropiación de la palabra "ciencia" por parte de otras disciplinas. Justifica su manifiesta dificultad de comprensión en base a su extraordinaria dificultad y complejidad. Y concluye que son la herramienta idónea para la satisfacción espiritual. (Por cierto, poner las ecuaciones de Maxwell no es precisamente un ejemplo de cómo arrojar luz; demasiada luz para el ojo no acostumbrado puede impedir la visión tanto como la obscuridad).
Lenina ha salido más a la defensiva. Entona un réquiem por las letras (tampoco es para tanto, mujer). Expone que las humanidades son una creación humana, mientras que la ciencia existe en tanto en cuanto existe una realidad y unas leyes naturales externas al hombre e independientes de él (no me esperaba este argumento, la verdad). También realiza la afirmación (muy aventurada y discutible a mi entender) de que una raza extraterrestre nos juzgaría por nuestras Letras. Y destaca el hecho de que en una competición como es el Posting Catch son precisamente las letras lo que destacan. Concluye que lo realmente importante, como la moral, nuestro concepto del bien y del mal, nuestro sentido de la belleza... son asuntos de los que trata una disciplina de letras como es la filosofía.
El segundo mensaje de Montgomery nos muestra la discriminación mediática y económica que sufre la ciencia en detrimento de las letras (no tanto es así fuera de España, me permito decir). Vuelve a poner otro ejemplo de la imitación que las letras hacen a los métodos científicos. Intenta replicar sin éxito a la afirmación de Lenina de que las letras son completamente creativas y las ciencias no. Y responde atinadamente a la "reflexión extraterrestre" de su oponente.
En su segunda intervención, Lenina llama la atención en que el prestigio actual de la ciencia no ha sido siempre el mismo, y que de la misma manera que en el pasado hubo épicas de denuesto para la ciencia, puede volver a haberlas en el futuro. Expone los efectos perversos de la ciencia. Reflexiona sobre si la ciencia nos ha hecho más felices (se nota la influencia de la novela de la que toma el pseudónimo). Y responde con criterio a la acusación de mercantilización de la literatura.
Algo que me ha llamado la atención es el victimismo. Había momentos en que ambos parecían más centrados en llorar por lo mal que son tratadas sus opciones que por defenderlas o atacar las opuestas (sobre todo Lenina, pero también Montgomery en algunos momentos).
Bueno, resumamos (y eso que quería ser comedido): Lenina ha tenido ideas muy muy ocurrentes aunque me queda la sensación de que echo en falta alguna más; Montgomery ha sido más equilibrado en ese aspecto. En cuanto a réplicas al adversario, ambos han atinado en algunas y errado en otras.
Por más que le doy vueltas no logro decidirme, así que:
EMPATE.
Enhorabuena a ambos. Ha sido interesante.
Antes de nada quiero explicar algo: al referirme a las "letras" estaba usando la denominación clásica usada en el bachillerato y con ello no quería circunscribirme únicamente a la literatura, sino a todas las llamadas "disciplinas humanísticas". Menciono esto porque me ha parecido ver que al referirse al tema de las letras se centraban demasiado en la literatura (y algo en la filosofía). Espero no haberles llevado a confusión dando entender un concepto tan restringido.
Montgomery comienza con la superioridad práctica de la ciencia en la "naturaleza tangible". Afirma que la belleza también es posible en la ciencia, en cuanto actividad humana y en cuanto a que participa de la belleza de la naturaleza. Expone su idoneidad como método de obtener conocimiento. Denuncia atinadamente la apropiación de la palabra "ciencia" por parte de otras disciplinas. Justifica su manifiesta dificultad de comprensión en base a su extraordinaria dificultad y complejidad. Y concluye que son la herramienta idónea para la satisfacción espiritual. (Por cierto, poner las ecuaciones de Maxwell no es precisamente un ejemplo de cómo arrojar luz; demasiada luz para el ojo no acostumbrado puede impedir la visión tanto como la obscuridad).
Lenina ha salido más a la defensiva. Entona un réquiem por las letras (tampoco es para tanto, mujer). Expone que las humanidades son una creación humana, mientras que la ciencia existe en tanto en cuanto existe una realidad y unas leyes naturales externas al hombre e independientes de él (no me esperaba este argumento, la verdad). También realiza la afirmación (muy aventurada y discutible a mi entender) de que una raza extraterrestre nos juzgaría por nuestras Letras. Y destaca el hecho de que en una competición como es el Posting Catch son precisamente las letras lo que destacan. Concluye que lo realmente importante, como la moral, nuestro concepto del bien y del mal, nuestro sentido de la belleza... son asuntos de los que trata una disciplina de letras como es la filosofía.
El segundo mensaje de Montgomery nos muestra la discriminación mediática y económica que sufre la ciencia en detrimento de las letras (no tanto es así fuera de España, me permito decir). Vuelve a poner otro ejemplo de la imitación que las letras hacen a los métodos científicos. Intenta replicar sin éxito a la afirmación de Lenina de que las letras son completamente creativas y las ciencias no. Y responde atinadamente a la "reflexión extraterrestre" de su oponente.
En su segunda intervención, Lenina llama la atención en que el prestigio actual de la ciencia no ha sido siempre el mismo, y que de la misma manera que en el pasado hubo épicas de denuesto para la ciencia, puede volver a haberlas en el futuro. Expone los efectos perversos de la ciencia. Reflexiona sobre si la ciencia nos ha hecho más felices (se nota la influencia de la novela de la que toma el pseudónimo). Y responde con criterio a la acusación de mercantilización de la literatura.
Algo que me ha llamado la atención es el victimismo. Había momentos en que ambos parecían más centrados en llorar por lo mal que son tratadas sus opciones que por defenderlas o atacar las opuestas (sobre todo Lenina, pero también Montgomery en algunos momentos).
Bueno, resumamos (y eso que quería ser comedido): Lenina ha tenido ideas muy muy ocurrentes aunque me queda la sensación de que echo en falta alguna más; Montgomery ha sido más equilibrado en ese aspecto. En cuanto a réplicas al adversario, ambos han atinado en algunas y errado en otras.
Por más que le doy vueltas no logro decidirme, así que:
EMPATE.
Enhorabuena a ambos. Ha sido interesante.