Volar.
¿Quién leches querría volar? Gente gris, aplastada, sin apenas imaginación para imaginar un superpoder. La gente lleva queriendo volar desde la antigüedad, es un sueño recurrente y además, plomizo.
Ser invisible.
¿Quien leches querría ser invisible? Gente inteligente, soñadora, con verdadera capacidad de hacer el bien o el mal, que para eso es para lo que finalmente se usan los superpoderes.
Entonces decides ser invisible. Y una vida nueva, cual anuncio de Coca Cola, se abre ante ti.
Acaba de decidir ser invisible.
Y se desfasa en su fiesta de celebración.
¡¡Se lo merece, que coño!!
Si tienes el don de la invisibilidad, puedes ser un superhéroe o supervillano y ser anónimo, llevando una cómoda y amena vida doble.
Un poner, te da por descubrir los planes del eje del mal, pues nada, te arrimas en un plis plas a la Moncloa, abres el cajón de la cómoda de Ana Botella [todavía habrá gente que piense que gobierna José Mari, desde luego...] y ¡¡tachan!!
Los documentos calentitos y recientitos con su futuro plan para poner a Monty al frente del ejercito VascoChecheno de liberación del Kurdistan.
No me negarán que es una gozada de poder.
Incluso, si no llevas prisa, te acercas al cuarto de invitados y puedes rebuscar en los cajones para ver si encuentras el video y el liguero de Exuperancia Rapú y Pedro J.
El sujeto anteriormente citado, después del escándalo formado por la aparición de la prenda y el video con la prenda.
Y luego, a casa, a descansar, tranquilamente, tomando un antiecológico pero merecido baño.
Sin agobios, sin paparazzis, sin tener que escuchar a tertulianos hablando sobre lo que deberías hacer con tus poderes.
Es delicioso ser invisible.
Si, por el contrario, te da por ser una especie de paloma con estreñimiento [ya que suponemos que no tienes como arma principal el repugnante recurso de bañar a tus adversarios de excrementos humanos] ¿quién no te conocería?
Millones de personas envidiándote, con el problema y agravante de que todos quieren tu poder, ser sometido a pruebas médicas, autógrafos, falta de privacidad, el gobierno diciéndote que deberías hacer anuncios para las fuerzas armadas a cambio de una reducción en tus seguros sociales de autonomo...
Montgomery, después de hacer un desfile aéreo con los aviones y una bengala en el culo, se tiene que comer una parada militar.
Obsérvese su alegría intrínseca. Y ganas de agradar... ¿O es cara de mala ostia?
Agobio por todas partes, apenas puedes volar diez metros sin que alguien te esté soltando la soplapollez aquella de: "¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No, es Monty!"
No sabes a donde ir para que te dejen en paz.
No sabes donde volar tranquilamente.
No sabes que hacer con tu superpoder, y no digamos ya hacer algo propio de bueno bonísimo o malo malísimo.
Repítome: ¿Quién no te conocería?
Pues el abuelo del anuncio.
¿Y el Madrid que, otra vez Campeón de Europa?
Y eso no es lo que quieres, ¿verdad?
Lo que quieres es usar tu superpoder, ayudar o perjudicar al prójimo, y ale, a casita con el recado.
Cuando eres invisible, la vida se te presenta de color de rosa. Tienes mejor humor, duermes más, te escaqueas mejor en el curro, incluso tienes más éxito con el bello sexo.
Tú, mujer, reconócelo.
Quieres un hombre invisible en tu vida.
Ese hombre que te hará cosas nunca vistas [chiste fácil pero inevitable teniendo este tema], que te conseguirá los mejores cotilleos, que te descubrirá los secretos de belleza de las reinas de la idem, que podrá darte placer en lugares públicos sin que nadie se dé cuenta.
Ese hombre, en definitiva, que te hará mujer.
No quieres un hombre volador, un hombre que creé que los paseos a kilómetros de altura y unos cuantos grados bajo cero son románticos.
No quieres un hombre cohete, un hombre que creé que porque se vaya al Caribe un día a por unas florecillas es buen amante, cuando podrías coger el mejor diamante del escaparate de la esquina en segundos.
Quieres un hombre invisible, atento, viril, cariñoso, con sentido del humor...
SordoMoriarty poniéndole cuernecitos en la foto a Monty.
Aunque, para que la foto fuera risiblemente ridícula no hacía falta...
Y dejando los superpoderes a un lado, el ser invisible. ¿Quién no ha soñado con esto alguna vez?
Poder escuchar lo que opinan los demás de ti cuando creen que no estás delante, entrar en sitios sin ser advertido, ver las inconfesables cosas que hacen algunos cuando piensan que están solos...
Montgomery, cual Urdu desbocado, fantaseando en voz alta sobre las posibilidades sexuales del carro de combate Grant y su cañón de 77 mm.
Adivinen quien es invisible y está escuchando mientras se muere de la risa.
No hay opción, tan sólo devoción u obligación, en este tema todos tienen claro su elección: Ser invisible cual ingenio de Mariscal.
Hasta los familiares de Monty querrían ser invisibles.
¿Albatros?
Nos leemos.