
Fernando Alonso dio en el Gran Premio de China un golpe sobre la mesa en una maniobra complicada, muy arriesgada. Propia de quien fue fichado para no esperar el plato sino ir a servirse. El español llevaba desde la vuelta 7 a la 19 detrás de Felipe Massa, una vez más, tras el líder del Mundial, respetando la regla de que el primero pide antes su estrategia que el compañero, pero en Shanghai ambos entraban a la vez por la lluvia repentina. Así que lo primero para el primero.
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Su movimiento fue muy estudiado y no es descartable que lo viera antes con Hamilton y Vettel por las pantallas gigantes, algo que suele hacer con frecuencia. Fernando es especialista en buscar puntos en el trazado donde se pueda recurrir a la portagayola en caso de emergencia.
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Fernando sabía que o hacía algo extremo, o perdía medio minuto tras el brasileño. Eso era casi no puntuar, liado en nuevas remontadas, mientras Felipe se iba hacia el podio con menos tráfico. Era la posibilidad de que Felipe siguiera siendo líder del campeonato, o el piloto con más puntos de Ferrari o llegar a España por delante de Fernando. Demasiadas ecuaciones sin resolver. Mejor cortar por lo sano y dar el segundo aviso de quién es el líder del equipo.
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Para el equipo además fue un alivio. Salió bien y lo hizo el que debía hacerlo. Así que miel sobre hojuelas.
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Ferrari, que maneja la política como un niño la Play Station, desactivó cualquier conato de erupción volcánica. Aquí paz y después gloria. Alonso llega mejor a España y con opciones de ser líder tras la carrera de Montmeló.
Ahí dice que lo ha escrito Miguel Sanz, pero parece digno del mismo Inda.
