Leyendas de la F1: Taki Inoue
Publicado: 27 Ene 2006 17:02
De vez en cuando son necesarias las clases de historia. En Formula 1 en concreto, en este país, lo son muy mucho, puesto que ha pasado de deporte minoritario a deporte más visto de la noche a la mañana. Por supuesto las nuevas hordas de aficionados a la F1 precisan cierta formación que yo, desde mi posición privilegiada de conocimiento, estoy dispuesto a darles.
Empieza hoy un ciclo de posts sobre leyendas de la Formula 1. Lo más probable es que también termine hoy. La verdad es que sólo quiero hablaros del gran Taki Inoue.
Inoue corrió sólo un año (1995) en Arrows, sin pena ni gloria. De diecisiete carreras, terminó cinco. En Nurburgring ni siquiera salió; el coche lo dejó tirado antes de la salida. No puntuó una sola vez. El resto del balance: dos accidentes, dos incendios y multitud de averías.
Un currículum pésimo, como podéis ver. ¿Qué hace, pues, que el nombre de Taki Inoue sea recordado por todos nosotros por encima de pilotos con igual o mayor trascendencia, como Verstappen, Diniz o Herbert?
Pues que Taki Inoue es el paradigma del piloto freak. Baste con una crónica de un par de grandes premios suyos para que veáis cuál es el alcance de la leyenda.
Gran premio de Mónaco, 1995. Glamour, dinero, olor a Nivea, gafas de espejo, rubias de bote enseñando teta. Inoue. En la sesión del sábado, Taki tiene buenas sensaciones. Está siendo más rápido que su compañero, pero se queda sin frenos y para en un lateral del circuito. Cuando la grúa llega para remolcarlo hasta el box, Taki se quita el casco y oye el griterío de la gente alrededor suyo. Todo el mundo lo está mirando, haciéndole fotos, gritando su nombre, riéndose y ahí está él, con cara de estúpido sentado en un coche que está siendo tirado por una grúa. Inoue es humano y se avergüenza. Se pone el casco para que no le puedan ver la cara. Un mínimo de dignidad, por favor.
Mientras es remolcado, Taki intenta concentrarse en la sesión oficial. Empieza a pensar en reglajes, en cuándo frenar para Mirabeau, en determinados baches. Entonces es cuando es embestido... ¡por el Safety Car! El Renault Clio que por entonces hacía la función de SC arrolló al coche de Inoue, subiéndosele encima y golpeando la cabeza del piloto japonés. Bendita su vergüenza, que lo llevó a ponerse el casco. Si no se lo hubiera puesto quizá hubiera muerto y nos hubiéramos perdido sus gestas venideras, como la de Hungría.
Hungría, Hungaroring, 1995. En carrera, el coche de Inoue decide arder. Nada, poca cosa, además el japonés está acostumbrado ya a que su coche se queme, explote o haga cosas chungas en general., de modo que sale tranquilo del coche. A partir de aquí es difícil decidir de quién fue la culpa. Taki no había parado su coche en el mejor de los lugares, cierto. No debería estar revoloteando alrededor de su coche, también cierto. Pero, coño, un vehículo de emergencia debería ir con un poco de cuidado. El caso es que sufrió su segundo atropello. La imagen de Inoue volando encima del capó del emergency car está tan grabada en la cabeza de quienes las vimos como el adelantamiento de Montoya sobre Shumi en Spa.
Años después, Taki se daría cuenta: "Lo de Hungría fue estúpido, ¿verdad?".
Verdad.
Empieza hoy un ciclo de posts sobre leyendas de la Formula 1. Lo más probable es que también termine hoy. La verdad es que sólo quiero hablaros del gran Taki Inoue.
Inoue corrió sólo un año (1995) en Arrows, sin pena ni gloria. De diecisiete carreras, terminó cinco. En Nurburgring ni siquiera salió; el coche lo dejó tirado antes de la salida. No puntuó una sola vez. El resto del balance: dos accidentes, dos incendios y multitud de averías.
Un currículum pésimo, como podéis ver. ¿Qué hace, pues, que el nombre de Taki Inoue sea recordado por todos nosotros por encima de pilotos con igual o mayor trascendencia, como Verstappen, Diniz o Herbert?
Pues que Taki Inoue es el paradigma del piloto freak. Baste con una crónica de un par de grandes premios suyos para que veáis cuál es el alcance de la leyenda.
Gran premio de Mónaco, 1995. Glamour, dinero, olor a Nivea, gafas de espejo, rubias de bote enseñando teta. Inoue. En la sesión del sábado, Taki tiene buenas sensaciones. Está siendo más rápido que su compañero, pero se queda sin frenos y para en un lateral del circuito. Cuando la grúa llega para remolcarlo hasta el box, Taki se quita el casco y oye el griterío de la gente alrededor suyo. Todo el mundo lo está mirando, haciéndole fotos, gritando su nombre, riéndose y ahí está él, con cara de estúpido sentado en un coche que está siendo tirado por una grúa. Inoue es humano y se avergüenza. Se pone el casco para que no le puedan ver la cara. Un mínimo de dignidad, por favor.
Mientras es remolcado, Taki intenta concentrarse en la sesión oficial. Empieza a pensar en reglajes, en cuándo frenar para Mirabeau, en determinados baches. Entonces es cuando es embestido... ¡por el Safety Car! El Renault Clio que por entonces hacía la función de SC arrolló al coche de Inoue, subiéndosele encima y golpeando la cabeza del piloto japonés. Bendita su vergüenza, que lo llevó a ponerse el casco. Si no se lo hubiera puesto quizá hubiera muerto y nos hubiéramos perdido sus gestas venideras, como la de Hungría.

Hungría, Hungaroring, 1995. En carrera, el coche de Inoue decide arder. Nada, poca cosa, además el japonés está acostumbrado ya a que su coche se queme, explote o haga cosas chungas en general., de modo que sale tranquilo del coche. A partir de aquí es difícil decidir de quién fue la culpa. Taki no había parado su coche en el mejor de los lugares, cierto. No debería estar revoloteando alrededor de su coche, también cierto. Pero, coño, un vehículo de emergencia debería ir con un poco de cuidado. El caso es que sufrió su segundo atropello. La imagen de Inoue volando encima del capó del emergency car está tan grabada en la cabeza de quienes las vimos como el adelantamiento de Montoya sobre Shumi en Spa.


Años después, Taki se daría cuenta: "Lo de Hungría fue estúpido, ¿verdad?".
Verdad.