Os traigo yo la historia de vuestro amigo y servidor, el espía de Tollyton, cuya vida estaba empezando a tambalearse, a pesar del reciente ataque que midió como una decena de lomos tarados el fin de semana. Tras caer en las garras de las tinieblas bajo un, ehm, mal accidente, me lo he encontrado revivido a manos de un simpático señor que vive en Shackleville. Mareao y atontado, sólo y triste ha vuelto al barrio del enemigo para encontrarselo sobremanera atacado por la reciente carrera carnicerística entre sus compañeros de phé y los montadites de lomo.
Él que iba infectado usó el botiquín que aún guardaba con amor de cuando salió de la Wrayecas donde abrazó secretamente la fé y lo usó para quitarse de encima la virulencia que le estaba atacando. Pero no obstante, necesitaba reponerse más, así que buscó un hospital (o lo que quedara de él) en el barrio de los tarados.
El primero que halló fue San Bonifacio, encontrose allí a su buen amigo phjubi que estaba masticandole las muñecas a algún pobre despistado. Luego voy por la labor y empieza a buscar botiquines. Y a buscar sin encontrar nada hasta una decena de veces, sin salir nada.
Cuando en mi error me doy cuenta de que la tontuna más grande se había apoderado de mi : No había entrado en el hospital, estaba buscando en la calle. Tristemente, me dirigo a entrar cuando, de repente, me doy cuenta de que mi última busqueda atolondrada en las calles de San Bonifacio, había dado un resultado.

¡En la calle!
¡Y con 6 balas!
VIVA EL POTRO