Esto empieza. Maldigo la puta hora en la que me apunté a este evento de egos eunucados y subnormales en general, pero toca dar un paso al frente y lo haré esforzándome lo menos posible. Y aún así me bastará sobradamente para desdentar a Rianxeira de dos hostiazos de realidad debidamente argumentados que harán sentir vergüenza a su señora madre por tener un hijo defensor de negros de mierda.
- Hola, soy esa a la que Rianxeira llama mamá y menos mal que lo expulsé a tiempo de mi vagina, aunque a menudo él intente regresar. Resulta que yo escogí atacar a los negros de mierda (porque yo no sé salir a defender), y lo hago consecuente porque llevo años viviendo entre ellos, y más allá de un nick ahumado entre churrascos, os digo que mejor que nadie os puede alumbrar sobre la escoria humana que suponen los putos negros chorretosos y lo poco que merecen compartir el oxígeno que les roban a los seres humanos de bien.
El mohíno asturiano, sin embargo, escoge atacar a los nobles irlandeses ebrios de vida sólo porque una medio novia que él creyó que lo era sólo en su puta cabeza se fue a Dublín a follarse a hombres con pene de verdad, y aprender el idioma en los entrecoitos.
Para ponérselo fácil al árbitro (hijo de puta por supuesto), voy a simplificar mucho el asunto:
¿Alguna vez, mientras probabais a ligaros a unas bellezas blancas o manteníais álgidos debates sobre actualidad política y sociedad con vuestros amigos entre caña y caña os ha interrumpido un irlandés greñoso cargado de Cedeses envueltos en plástico con las carátulas fotocopiadas, al tiempo que vosotros desesperadamente intentabais deshaceros de él primero con educadas negativas sonrientes, luego con indiferencia y, para terminar, mediante coléricos golpes en la mesa y miradas asesinas (o más bien de socorro) al encargado del local?
¿Alguna vez accedisteis como tontos a comprarles alguna de sus mierdas ofertadas con el único propósito de deshaceros de su presencia y su hedor, para más tarde llegar a casa y comprobar que tu copia de El Señor de los Anillos está doblada por Panchitos (
"convídeme a una chupaaada de su pipa, Gaaandaaalf"), además de constantemente interrumpida por movimientos de párkisnon y cabezas que se sientan y se levantan, o que el último CD de Metallica se ha convertido por arte de magia en inframúsica veraniega interpretada por Chenoa o, peor aún, por Lucrecia?
Sí, yo también soy una negra de mierda. Fidel es un dictador. QUÉLEVANTELAMANOQUIÉNSEQUIERASALVARRRRRRRRR!!!Los demagógicos de pro me asaltarán ahora con una serie de reclamaciones infructuosas: que si están explotados por las mafias, que si vienen de la miseria para ganarse el pan de sus hijos (sus hijos con sida, podrían añadir...), etc, etc.
Estamos, como siempre, lidiando con el puto victimismo del que esta raza inferior se ha valido desde siempre para conseguir sus negros objetivos: poder limpiarse la mugre en las mismas toallas que nosotros y obtener inmunidad criminal ante la justicia. Desgraciadamente, a día de hoy podemos asegurar que esos malditos lo han conseguido.
A estas alturas todo bicho viviente por retrasado mental y sin embargo árbitro que fuese ya no sólo me da la razón sino que exige tener acceso a mi cueva del amor para participar de mi grandeza. Sin embargo terminaré por enseñaros un ápice de la noble esencia irlandesa, porque no se trata de defender lo indefendible ya que como conjunto de tópicos tribales y rancios son igualmente una pila de mierda esperando una purga en forma de guiness con napalm. Pero es que al menos, queridos, los irlandeses saben de sus carencias, se ríen de ellas y de cuando en cuando nos regalan prohombres ejemplos para todos los niños. Será uno de ellos quien cierre este alegato inicial:
Hola soy John Ford, genio del celuloide, misógino borrachuzo y hacedor de mitos. Dicen que tenía tórrido romance con John Wayne, pero sólo eran habladurías de negros envidiosos.
No me gustaban los negros; venían a mis rodajes pidiendo papeles-limosna y me ponían muy nervioso. Los indios de mis westerns eran negros en mis guiones, y "Centauros del desierto" la titulé "Negros de mierda". Las cosas del estudio hicieron pervertir mi arte.
Un negro cuando se enfada por tonterías, culpabiliza a todo el mundo de su negrura pero nunca mueve un puto dedo. El irlandés es hombre de acción, y como tal toma sabias decisiones: así, me quité el ojo con una cuchara porque de ese modo vería sólo la mitad de negros. No me quité también el otro porque mi buen juicio me decía que intuiría que todos los gilipollas a mi alrededor serían negros, y no creo disponer de tantas balas.