Es el génesis de todo zampabollos. Todos empezamos con ellos. Ahora bien, ¿cuál es vuestro favorito?
A mí hubo una temporada en la que los nevaditos me entraban de dos en dos (me refiero a paquetes de ellos, no a donettes individuales) y terminaba extasiado, incapaz de moverme del lugar en el que hubiera perpetrado ese acto de insalubre gula, pero sonriente y feliz.
Aunque fue sólo una temporada. Algunas de esas mierdas han perdurado a lo largo de los tiempos como mis atiborrantes favoritos: los donuts de toda la vida apetecen en cualquier momento, pero especialmente los Bonys. Un bollo de calidad más que cuestionable, acompañado de una masa blanca y otra roja que sabe dios qué llevarán, pero joder, cómo saben las muy putas, y todo ello recubierto del chocolate más falso del mundo. Manjar de dioses.
Me cago en dios qué ganas de zamparme cuatro Bonys me han entrado.
Pueden botar hasta cinco opciones porque como todos sabemos, en las cosas del comer no basta con uno.
Venga.




Y encima es que te regalan dos. Joder. Incontenible.