Más allá del bar
Más allá del bar
- En cuanto engullí aquél patxarán de un trago, me di cuenta de que no había sido lo que se dice una buena inversión. Miré a mi alrededor en busca de auxilio, no sé porqué, en un bar no suele haber palanganas a disposición del público ni similares (un gran fallo, dicho sea de paso), así que tras una breve pero intensa deliberación, vomité encima de la barra.
- ¿Porqué encima de la barra?
- Entre muchos otros excelentes motivos, porque quedaba más cerca de mi posición que el baño, además de estar a la altura adecuada para vomitar en una postura digna. Sencillamente apoyé mis dos manos en la barra y, con la espalda bien recta, trallé con potencia y mucha, mucha dignidad. Vomitar a cuatro patas es de maricones.
- ¿Cayó todo encima de la barra?
- No, parte de él rebotó hacia mí, aunque la mayor parte resbaló sobre la barra hasta alcanzar al barman que, casualidades de la vida, estaba justo enfrente mío.
- Quizá fuera porque te acababa de servir un patxarán.
- Tal vez. En todo caso, creo que se había formado una impresión errónea de mí, como si al entrar en el bar no hubiera visto con la suficiente claridad que soy ese tipo de personas que vomitan encima de las barras. Tal vez incluso acabara de poner en entredicho su opinión general acerca de la raza humana. Su expresión era de odio y asco, claro, pero especialmente de consternación. En todo caso, desde luego no parecía dispuesto a reponer el patxarán que a duras penas había logrado degustar y mucho menos extraer sus toxinas a través de mi hígado.
- Suelen ser bastante poco comprensivos respecto a ese punto. ¿Y qué hizo?
(...)
- ¿Porqué encima de la barra?
- Entre muchos otros excelentes motivos, porque quedaba más cerca de mi posición que el baño, además de estar a la altura adecuada para vomitar en una postura digna. Sencillamente apoyé mis dos manos en la barra y, con la espalda bien recta, trallé con potencia y mucha, mucha dignidad. Vomitar a cuatro patas es de maricones.
- ¿Cayó todo encima de la barra?
- No, parte de él rebotó hacia mí, aunque la mayor parte resbaló sobre la barra hasta alcanzar al barman que, casualidades de la vida, estaba justo enfrente mío.
- Quizá fuera porque te acababa de servir un patxarán.
- Tal vez. En todo caso, creo que se había formado una impresión errónea de mí, como si al entrar en el bar no hubiera visto con la suficiente claridad que soy ese tipo de personas que vomitan encima de las barras. Tal vez incluso acabara de poner en entredicho su opinión general acerca de la raza humana. Su expresión era de odio y asco, claro, pero especialmente de consternación. En todo caso, desde luego no parecía dispuesto a reponer el patxarán que a duras penas había logrado degustar y mucho menos extraer sus toxinas a través de mi hígado.
- Suelen ser bastante poco comprensivos respecto a ese punto. ¿Y qué hizo?
(...)
Dolordebarriga escribió: ↑18 Jun 2024 17:36he aclarado mil veces que fue por metérsela por el culo a pelo a una amiga durante la noche/madrugada de fin de año
Re: Más allá del bar
mayhem escribió:¿Y qué hizo?
(...)
En vista del estado lamentable en el que me encontraba, el camarero, cual galgo indicando con el hocico dónde está la presa, señaló la dirección del lavabo hacia donde me dirigí esperando que el gel fuera lo suficientemente cáustico para anular el agrio de mi camisa. Además, mi castigada vejiga iba a agradecer un inmediato alivio.
Al mismo tiempo que entraba en el aseo observé con el rabillo del ojo que otra persona, ubicada mesas más allá, se dirigía hacia el mismo lugar.
Justo elegí uno de los dos baños, cerré la puerta y escuché como el otro individuo entraba en el de al lado y hacía lo propio.
Ya me estaba concentrando en lo mío cuando de repente, oigo que me dicen:
-¡Hola!
Yo seguí callado, pero el tipo volvió a repetir:
-¡Hola! ¿Me escuchas?
Para no parecer maleducado, contesté:
-¡Hola!
Entonces el tipo preguntó:
-¿Cómo estás?
A lo que respondí:
-Bien, gracias, un poco cansado.
El tipo continuó:
-¿Qué haces?
Yo ya estaba intrigado pero pensé: hay gente muy rara en este mundo. Así que contesté:
-¿Y qué voy a estar haciendo? Lo mismo que tú, ¡Cagando!
Inmediatamente escuché:
-¡Oye, te llamo después porque tengo a un imbécil al lado, que está contestando a todas mis preguntas!
(...)
Re: Más allá del bar
Salí del baño hecho mistos. Física, moral e higiénicamente.
Caminé hacia la puerta despacio y sin levantar la mirada del roñoso gres color mierda que decoraba el suelo del bar. Pretendía irme con el menor bochorno posible tras mi estelar actuación como fuente de bilis humana. A medio camino de recuperar un mínimo de dignidad escuché berrear un tipo que parecía suramericano. Estaba increpando a un tío bajito, de poco pelo y bastante hinchado, que lucía una barba frondosa y que parecía totalmente absorto en su Voll Damm mientrás el pequeño emigrante de los andes le calentaba la oreja con el aliento.
- Porque vosotros, los putos españolitos, no tenéis ni los sufisientes huevos como para desir las cosas a la cara. ¿Te molesta que esté aquí al lado bebiendo, verdad cabrón? ¡Vamos, dímelo, cabrón! En este país no entendéis de honor. Son ustedes unos miserables que se esconden siempre bajo...
El imbécil andino iba visiblemente perjudicado por el alcohol. Los movimientos de sus brazos, haciendo aspavientos constantes, y sus piernas renqueantes, que bailabán de forma errática hacia todas direcciones, no dejaban lugar a dudas. Sorprendentemente, su lucidez en la expresión oral hacía que se entendieran todos y cada uno de los insultos que le estaba propinando al tipo barbudo. Recogí mi chaqueta de encima del taburete, dejé un billete de 5 euros encima de uno de los pocos resquicios de barra limpio que quedaban y me dispuse a retomar mi éxodo hacia el mundo real con paso firme y decidido. Al pasar por detrás del tipo que estaba siendo molestado por el borracho, escuché , como musitadas, un par de palabras. El beodo también las escuchó, pero no pudo entender que dijo.
- ¿Qué dijiste? ¡Vamos, dímelo clarito, maricón! ¿Es que acaso no entiendes mi idioma?
- ¡YO TE LO TRADUZCO!
Un puñetazo estallo en la cara del borracho. Sonó como un cachete clásico en la mejilla, sólo que al final se apreciaban indicios de huesos y dientes desplazándose de forma violenta de su ubicación natural. Un hombre alto, corpulento y con unas manos que hacían incompatible tocar el piano sin teclear tres notas a la vez con cada dedo, había aparecido en escena para tratar de facilitar la comunicación entre aquel par de perfectos desconocidos.
Cuando alcancé la puerta el barullo que provenía del interior auguraba una larga sesión de intercambio de impresiones físicas. Tras inspirar un poco de aire que, milagrosamente, no olía ni a viciado ni a vómito, un pensamiento acudió a mi mente. Es una suerte que en un mundo globalizado en el que ningún sitio es casa de nadie, siempre quedará un lenguaje, el lenguaje universal de las ostias, para hacernos entender.
(...)
(Inspirado en hechos reales)
Caminé hacia la puerta despacio y sin levantar la mirada del roñoso gres color mierda que decoraba el suelo del bar. Pretendía irme con el menor bochorno posible tras mi estelar actuación como fuente de bilis humana. A medio camino de recuperar un mínimo de dignidad escuché berrear un tipo que parecía suramericano. Estaba increpando a un tío bajito, de poco pelo y bastante hinchado, que lucía una barba frondosa y que parecía totalmente absorto en su Voll Damm mientrás el pequeño emigrante de los andes le calentaba la oreja con el aliento.
- Porque vosotros, los putos españolitos, no tenéis ni los sufisientes huevos como para desir las cosas a la cara. ¿Te molesta que esté aquí al lado bebiendo, verdad cabrón? ¡Vamos, dímelo, cabrón! En este país no entendéis de honor. Son ustedes unos miserables que se esconden siempre bajo...
El imbécil andino iba visiblemente perjudicado por el alcohol. Los movimientos de sus brazos, haciendo aspavientos constantes, y sus piernas renqueantes, que bailabán de forma errática hacia todas direcciones, no dejaban lugar a dudas. Sorprendentemente, su lucidez en la expresión oral hacía que se entendieran todos y cada uno de los insultos que le estaba propinando al tipo barbudo. Recogí mi chaqueta de encima del taburete, dejé un billete de 5 euros encima de uno de los pocos resquicios de barra limpio que quedaban y me dispuse a retomar mi éxodo hacia el mundo real con paso firme y decidido. Al pasar por detrás del tipo que estaba siendo molestado por el borracho, escuché , como musitadas, un par de palabras. El beodo también las escuchó, pero no pudo entender que dijo.
- ¿Qué dijiste? ¡Vamos, dímelo clarito, maricón! ¿Es que acaso no entiendes mi idioma?
- ¡YO TE LO TRADUZCO!
Un puñetazo estallo en la cara del borracho. Sonó como un cachete clásico en la mejilla, sólo que al final se apreciaban indicios de huesos y dientes desplazándose de forma violenta de su ubicación natural. Un hombre alto, corpulento y con unas manos que hacían incompatible tocar el piano sin teclear tres notas a la vez con cada dedo, había aparecido en escena para tratar de facilitar la comunicación entre aquel par de perfectos desconocidos.
Cuando alcancé la puerta el barullo que provenía del interior auguraba una larga sesión de intercambio de impresiones físicas. Tras inspirar un poco de aire que, milagrosamente, no olía ni a viciado ni a vómito, un pensamiento acudió a mi mente. Es una suerte que en un mundo globalizado en el que ningún sitio es casa de nadie, siempre quedará un lenguaje, el lenguaje universal de las ostias, para hacernos entender.
(...)
(Inspirado en hechos reales)
- LunaOskura
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Necesitaba otro pacharán.
Cerca de allí, bajando la calle y doblando la esquina, existía un tugurio que abría hasta el amanecer, sitio de encuenrto entre marineros de adoquín y putas de alta mar.
Fui hacía allí viento en popa a toda vela.
Al entrar por la puerta aparté de una puntapié una rata del tamaño de un balón de rugby que pasaba por allí.
_ Un pacharán.
Me precipité sobre la barra, doblando las rodillas y columpiando mi espalda a ritmo de conga inventada.
El camarero, típico gordo con el pelo grasiento y cara de pocos amigos, termino de frotar un vaso con su delantal estampado, lo posó en un golpe seco y gruñendo me sirvió.
El el borde del vaso quedaban resquicios color carmín.
_ Eh, aquí hay...
Bah, qué más daba. Después de todo era lo más cerca que estaba de besar a una mujer esa noche.
Bebí.
_ Otro.
El antro estaba invadido por una sutil niebla de color azulado, mezcla de tabaco y neones varios. Al final de la barra una mujer oronda, sentada con minifalda brillante y piernas abiertas, apuraba un cigarrillo apagado. En la mesa cercana, dos sombras inertes frente a una botella de ginebra.
Sentí una pesadez en el cogote, me giré, y descubrí a un tipo mirándome fijamente, sumergido en la oscuridad, mientras movía un tintineante vaso de licor. Me acerqué a él.
_ ¿Tienes porros?
_ No. Pero podemos hacer negocios igualmente.
_ Cuenta.
La gorda de la otra punta se indignó al vernos interactuar. Frunció el ceño y sacó otro cigarro de una cajetilla que llevaba anclada en una de las tiras de su sujetador reforzado en acero.
_ Mi socio me ha dejado en la estacada y necesito un hombre de confianza para un encargo.
_ Yo soy tu hombre. ¿Me invitas a otro pacharán?
El aire de novela negra que se respiraba, y poner celosa a una mujer, por muy horrenda que fuera, me ponían morcillón.
_ Paco, otro pacharán.
(...)
[Norna, has estado genial.]
Cerca de allí, bajando la calle y doblando la esquina, existía un tugurio que abría hasta el amanecer, sitio de encuenrto entre marineros de adoquín y putas de alta mar.
Fui hacía allí viento en popa a toda vela.
Al entrar por la puerta aparté de una puntapié una rata del tamaño de un balón de rugby que pasaba por allí.
_ Un pacharán.
Me precipité sobre la barra, doblando las rodillas y columpiando mi espalda a ritmo de conga inventada.
El camarero, típico gordo con el pelo grasiento y cara de pocos amigos, termino de frotar un vaso con su delantal estampado, lo posó en un golpe seco y gruñendo me sirvió.
El el borde del vaso quedaban resquicios color carmín.
_ Eh, aquí hay...
Bah, qué más daba. Después de todo era lo más cerca que estaba de besar a una mujer esa noche.
Bebí.
_ Otro.
El antro estaba invadido por una sutil niebla de color azulado, mezcla de tabaco y neones varios. Al final de la barra una mujer oronda, sentada con minifalda brillante y piernas abiertas, apuraba un cigarrillo apagado. En la mesa cercana, dos sombras inertes frente a una botella de ginebra.
Sentí una pesadez en el cogote, me giré, y descubrí a un tipo mirándome fijamente, sumergido en la oscuridad, mientras movía un tintineante vaso de licor. Me acerqué a él.
_ ¿Tienes porros?
_ No. Pero podemos hacer negocios igualmente.
_ Cuenta.
La gorda de la otra punta se indignó al vernos interactuar. Frunció el ceño y sacó otro cigarro de una cajetilla que llevaba anclada en una de las tiras de su sujetador reforzado en acero.
_ Mi socio me ha dejado en la estacada y necesito un hombre de confianza para un encargo.
_ Yo soy tu hombre. ¿Me invitas a otro pacharán?
El aire de novela negra que se respiraba, y poner celosa a una mujer, por muy horrenda que fuera, me ponían morcillón.
_ Paco, otro pacharán.
(...)
[Norna, has estado genial.]
Sinceramente, querida, me importa un bledo.
- Fenêtre
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Re: Más allá del bar
...Para mi sorpresa, el individuo no quería que le hiciera de camello, no, solo quería que le ayudara a mudarse de apartamento. La gorda de la barra era su antigua casera, de ahí las miradas de odio, creyó que yo era el nuevo hacedor de dinero fácil, una habitación de mierda, sin ventana ni calefacción por 350 euracos.
Salimos del antro y nos dirigimos al cuchitril en el que había estado viviendo aquel tipo, nada más y nada menos que tres meses, tiempo que me pareció eterno para vivir en condiciones casi infrahumanas. Olía a repollo recién hervido en toda la casa y se oía de forma atronadora un ballenato vomitivo, de hecho, casi vuelvo a echar la pota, no sé bien si por el olor o por aquella canción infernal.
El tipo, que no lo he comentado hasta ahora, resultó ser un lituano que hablaba lo suficientemente bien el español para no haber recaído antes en su condición de emigrante del este. Esto me hace preguntarme, ¿es que no vi que era rubio, ojos azules y con cara de lituano, lituano?, pues no, debió ser por el pacharán, que me nubla la conciencia, o la vista , o ambas a un tiempo.
Tenía dos maletas, tres mantas de color sospechoso y poco más, ¿para qué necesitaba ayuda de nadie?, aún no lo sé, pero allí estaba yo, plantado en la puerta, mirándole y, cosa curiosa, pensando cómo follaría un lituano, claro, no conmigo que soy un hombre muy hombre, pero, no sé , me entró una curiosidad extraña.....
(....)
Salimos del antro y nos dirigimos al cuchitril en el que había estado viviendo aquel tipo, nada más y nada menos que tres meses, tiempo que me pareció eterno para vivir en condiciones casi infrahumanas. Olía a repollo recién hervido en toda la casa y se oía de forma atronadora un ballenato vomitivo, de hecho, casi vuelvo a echar la pota, no sé bien si por el olor o por aquella canción infernal.
El tipo, que no lo he comentado hasta ahora, resultó ser un lituano que hablaba lo suficientemente bien el español para no haber recaído antes en su condición de emigrante del este. Esto me hace preguntarme, ¿es que no vi que era rubio, ojos azules y con cara de lituano, lituano?, pues no, debió ser por el pacharán, que me nubla la conciencia, o la vista , o ambas a un tiempo.
Tenía dos maletas, tres mantas de color sospechoso y poco más, ¿para qué necesitaba ayuda de nadie?, aún no lo sé, pero allí estaba yo, plantado en la puerta, mirándole y, cosa curiosa, pensando cómo follaría un lituano, claro, no conmigo que soy un hombre muy hombre, pero, no sé , me entró una curiosidad extraña.....
(....)
Quelle poisse!
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- Ulema
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Re: Más allá del bar
...En ese momento acepte su invitación de entrar tomar una copa y, recostándome en el sofá, apure hasta la ultima gota de aquel extraño brebaje en el que apenas distinguía el sabor del buen vodka y unas gotas de limon.
Horas mas tarde desperté. Tenia un horrible dolor de cabeza. Se oía de fondo el ruido de un motor lejano e incomprensiblemente no me podía mover.
Estaba totalmente desnudo, boca arriba, atado y tenia frente a mi lo que parecía ser una de esas luces que se ven en los quirófanos de las series hospitalarias que tanto me gustaba ver.
Haciendo un esfuerzo sobrehumano, gire mi cuello al limite que las correas de cuero me proporcionaban y, atisbando por el rabillo de mi ojo, vi a mi anfitrión y el origen del ruido.
Estaba vestido con una bata medica y sostenía una sierra circular en su mano, junto a el una mesa llena de instrumental medico que a mi me recordaba mas a las herramientas que, en aquella exposición de brujería, aseguraban que usaban los inquisidores para divulgar el buen hacer de la palabra de Dios. Al percatarse de mi consciencia se giro y me dijo:
-Me llamo Vladimir Petrovich. Tu conociste a mi mujer y a mis 2 hijos. Hoy haré justicia
Acto seguido, sin mediar mas palabras, se giro hacia mi y comenzó a hacer su trabajo.
Yo estaba (demasiado) bien anestesiado y apenas sentía nada. Simplemente los geiseres de sangre me daban pequeñas pistas de donde estaba trabajando la cuchilla dentada. Venas, arterias y huesos donde la maquina hacia un poco mas de ruido delataban que ya me quedaba poco en este mundo.
El destino, el karma, las parcas o lo que sea que maneja los hilos de nuestra existencia me debía una, y en ese momento me la estaba devolviendo. Y, siendo sincero, por fin podría descansar, podría cerrar los ojos sin ver tantos y tantos rostros gritándome. Podría olvidarme del dolor que, en nombre de del progreso, había causado.
Y así, mientras un experto laceraba mi cuerpo miembro a miembro apagando la luz de mi existencia, recordé lo que ocurrió en Moscu aquellos meses del verano del 90...
Horas mas tarde desperté. Tenia un horrible dolor de cabeza. Se oía de fondo el ruido de un motor lejano e incomprensiblemente no me podía mover.
Estaba totalmente desnudo, boca arriba, atado y tenia frente a mi lo que parecía ser una de esas luces que se ven en los quirófanos de las series hospitalarias que tanto me gustaba ver.
Haciendo un esfuerzo sobrehumano, gire mi cuello al limite que las correas de cuero me proporcionaban y, atisbando por el rabillo de mi ojo, vi a mi anfitrión y el origen del ruido.
Estaba vestido con una bata medica y sostenía una sierra circular en su mano, junto a el una mesa llena de instrumental medico que a mi me recordaba mas a las herramientas que, en aquella exposición de brujería, aseguraban que usaban los inquisidores para divulgar el buen hacer de la palabra de Dios. Al percatarse de mi consciencia se giro y me dijo:
-Me llamo Vladimir Petrovich. Tu conociste a mi mujer y a mis 2 hijos. Hoy haré justicia
Acto seguido, sin mediar mas palabras, se giro hacia mi y comenzó a hacer su trabajo.
Yo estaba (demasiado) bien anestesiado y apenas sentía nada. Simplemente los geiseres de sangre me daban pequeñas pistas de donde estaba trabajando la cuchilla dentada. Venas, arterias y huesos donde la maquina hacia un poco mas de ruido delataban que ya me quedaba poco en este mundo.
El destino, el karma, las parcas o lo que sea que maneja los hilos de nuestra existencia me debía una, y en ese momento me la estaba devolviendo. Y, siendo sincero, por fin podría descansar, podría cerrar los ojos sin ver tantos y tantos rostros gritándome. Podría olvidarme del dolor que, en nombre de del progreso, había causado.
Y así, mientras un experto laceraba mi cuerpo miembro a miembro apagando la luz de mi existencia, recordé lo que ocurrió en Moscu aquellos meses del verano del 90...
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Re: Más allá del bar
[youtube]Lt9iIe3LaRY[/youtube]
Urdu escribió: Tengo fotos actualizadas de mi rabo.
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Re: Más allá del bar
...Acababa de finalizar mis estudios académicos y mis padres me lo premiaron con un viaje donde yo quisiera. El destino para mi estaba clarisimo, un seguidor del socialismo como yo solo podía ir a un sitio, a Moscu.
A parte de su valor sentimental por ser el país abanderado de mi tan querido comunismo podría ver grandes obras arquitectónicas como el Kremlin, la catedral de san basilio o el GUM.
Estaba muy ilusionado, era el mejor regalo que mis padres podrían haberme echo nunca.
Los dias previos fueron un hervidero de actividad: recopilar información en guías gastronómicas, diccionarios, callejeros... calcular mis rutas y mis movimientos para aprovechar el tiempo lo mejor posible y hacer mi equipaje, que no quería que fuera muy voluminoso por el engorro que me produciría llevarlo conmigo de un sitio a otro.
Y por supuesto, comprarme la mejor cámara de fotos que mis exiguos ahorros me permitieron.
Por fin llego el gran día, me despedí de mis padres en el aeropuerto, facture mi equipaje y embarque rumbo a la ciudad que tanto soñaba visitar.
Tras un largo vuelo, finalmente llegue a mi destino, recogí mi equipaje y me dispuse a pasar por la aduana.
Y allí comenzó la pesadilla que marcaría mi vida para siempre...
A parte de su valor sentimental por ser el país abanderado de mi tan querido comunismo podría ver grandes obras arquitectónicas como el Kremlin, la catedral de san basilio o el GUM.
Estaba muy ilusionado, era el mejor regalo que mis padres podrían haberme echo nunca.
Los dias previos fueron un hervidero de actividad: recopilar información en guías gastronómicas, diccionarios, callejeros... calcular mis rutas y mis movimientos para aprovechar el tiempo lo mejor posible y hacer mi equipaje, que no quería que fuera muy voluminoso por el engorro que me produciría llevarlo conmigo de un sitio a otro.
Y por supuesto, comprarme la mejor cámara de fotos que mis exiguos ahorros me permitieron.
Por fin llego el gran día, me despedí de mis padres en el aeropuerto, facture mi equipaje y embarque rumbo a la ciudad que tanto soñaba visitar.
Tras un largo vuelo, finalmente llegue a mi destino, recogí mi equipaje y me dispuse a pasar por la aduana.
Y allí comenzó la pesadilla que marcaría mi vida para siempre...
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- Ulema
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Re: Más allá del bar
...Un error tan trivial, parece mentira no darme cuenta. Durante el resto de mi vida pasaría noches enteras pensando en mi error, pero no adelantemos acontecimientos.
En la aduana revisaron mi maleta y vieron que todo estaba en orden, me pidieron el pasaporte, se lo entregue y teclearon en el ordenador. Todo rutinario.
En ese momento 2 miembros de la seguridad del aeropuerto se me acercaron, me pidieron que les acompañara y me guiaron hasta una cabina individual dentro del área de seguridad.
Estaba en una sencilla habitación con una mesa y 2 sillas, la que yo ocupaba y otra enfrente de esta y bastante desconcertado sobre lo que ocurría.
Tras unos minutos en soledad vino un hombre de rasgos mas bien duros y me explico lo que sucedía: Era mi pasaporte, tenia varios visados en estados unidos.
Al darme cuenta de la situación reí y les explique lo de mi máster y les hice ver que los vuelos coincidían con la reanudación de los trimestres escolares y la vuelta de vacaciones.
El hombre se mostró comprensivo, y dijo que iba a hablar con sus superiores y explicarles lo sucedido, tras lo cual abandono la habitación.
De nuevo una larga espera y entonces la puerta se abrió y entro el. Iba a ser la primera vez que lo viera. Grande, mas que grande enorme, de anchos hombros y fuertes antebrazos, pelo totalmente rapado y 2 cejas muy pobladas.
El tipo de hombre que no quisieras tener como enemigo.
Sin mediar palabra me dio un revés con su antebrazo que me tiro de la silla al suelo y me dejo con un labio roto y la certeza que mis problemas no habían echo mas que empezar...
En la aduana revisaron mi maleta y vieron que todo estaba en orden, me pidieron el pasaporte, se lo entregue y teclearon en el ordenador. Todo rutinario.
En ese momento 2 miembros de la seguridad del aeropuerto se me acercaron, me pidieron que les acompañara y me guiaron hasta una cabina individual dentro del área de seguridad.
Estaba en una sencilla habitación con una mesa y 2 sillas, la que yo ocupaba y otra enfrente de esta y bastante desconcertado sobre lo que ocurría.
Tras unos minutos en soledad vino un hombre de rasgos mas bien duros y me explico lo que sucedía: Era mi pasaporte, tenia varios visados en estados unidos.
Al darme cuenta de la situación reí y les explique lo de mi máster y les hice ver que los vuelos coincidían con la reanudación de los trimestres escolares y la vuelta de vacaciones.
El hombre se mostró comprensivo, y dijo que iba a hablar con sus superiores y explicarles lo sucedido, tras lo cual abandono la habitación.
De nuevo una larga espera y entonces la puerta se abrió y entro el. Iba a ser la primera vez que lo viera. Grande, mas que grande enorme, de anchos hombros y fuertes antebrazos, pelo totalmente rapado y 2 cejas muy pobladas.
El tipo de hombre que no quisieras tener como enemigo.
Sin mediar palabra me dio un revés con su antebrazo que me tiro de la silla al suelo y me dejo con un labio roto y la certeza que mis problemas no habían echo mas que empezar...
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- Dolordebarriga
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Re: Más allá del bar
Qué alguien escriba algo y le rompa el relato, por el hamor de Dios, que el tipo ha entrado en un estado febril compulsivo-lovecraftiano.
Vuestro, es por su bien;
Dolordebarriga
Vuestro, es por su bien;
Dolordebarriga
YO ESTOY INDIGNADO