Insert your micro relato here

[Oruga]

"No pienses en la muerte... No pienses en la muerte..."

Nos corrimos a la vez.

[Pepegut]

De compras

- He traído unas salchichas de Alemania, cenaremos de ellas.
- ¿Pillamos el pan para hacernos perros calientes?
- Y salchichas.
- Ah.

[Cíclope Bizco]

Cuando en una batida de búsqueda, Kauffman, el repulsivo judío mudo, fue sorprendido acarreando a la hija del sacerdote inerte y vestida por hojarasca pegada a su cuerpo por sangre reseca; el padre de toda la aldea le hizo estallar su cabeza como una granada anidada por gusanos al contacto de la cruz de forja que saludaba a los fieles en el camino de la parroquia.

Jamás nadie comentó que muy cerca del estanque favorito de la hija, había un cubil de lobos.

[The last samurai]

Oscuridad en una habitación demasiado grande para ser real. Las paredes desnudas, en la distancia, me devuelven la voz. Sólo ellas la escuchan. Me fijo en que hay un tipo apoyado en la pared opuesta, a tres siglos luz de mi. Aún a esa distancia puedo distinguir su inherte mirada. No dice nada. Nos ignoramos. Estamos los dos solos y hace frío.

Ahora mismo, sólo Google bot y yo habitamos la casa. Estamos solos.

Miento.

Estoy solo.

[PrimeroDerecha]

Ya han cesado los disparos. Sobre las calles, restos de maletas, cuerpos caídos como marionetas sin cuerdas, el olor de la pólvora reciente. Quedan en mis ojos Jacob, que quería despedirse. Anna y Raquel, cogidas de la mano. El pequeño Isaac, sobrecogido por los gritos. Aquel teniente, rubio, casi imberbe, que ordenó disparar a la ventana de los Savertst, cuando Abraham salió a la misma con los brazos en alto. No queda nada, salvo el burbujeo de la tetera sobre el fuego de mi casa. Puede que sea el único rastro de vida en este, que fue, ghetto de Varsovia.

[alfalfa]

¡CLOC!, fue el sonido indicador. El que desveló su paradero exacto entre la multitud de puertas cerradas, grises, idénticas. Y el silencio que lo acompañó dibujaba en la mente de Marlo las ondas del agua mezclada con orines y algo de esperma. El báter de la cuarta puerta conforme entras a la derecha,

sin duda,

estaba ocupado.

[The last samurai]

Maldita suertuda. Ojalá pudiera llevarte a un lugar apartado... Me gustaría arrancarte el pelo a tirones y hacerte comer los mechones uno a uno hasta que vomitaras. Introducir un punzón lentamente en tus orejas hasta que dejaras de oírte gritar. Si, me gustaría pincharte los ojos con clips hasta que se derramasen por tu cara como si estuvieras llorando. Patearte las entrañas hasta que te ahogases en tu propia sangre. Cabrona, afortunada de mierda... Si pudiese te rajaría el coño y te metería ese puto iP...

-Auch!

-¿Qué te he dicho yo? Vamos, recoge el patinete de una vez y vámonos a casa. Y por mucho que mires a esa chica del iPos o como se llame eso que quieres, no te lo voy a comprar, que ya sabes que yo no soy el Banco de España.

-Pero...

-Ni peros, ni leches. Que ya tienes 10 años. A ver si dejas de pensar en juguetitos y te empiezas a comportar como un hombre. Cuando seas mayor ya sabrás lo que cuesta conseguir las cosas.

-No creo que cueste tanto...

-¿Qué sabrás tú, renacuajo? Anda, vamos que ya estará a punto de llegar tu padre

-Sí, mamá.

[LunaOskura]

Inspiración

Sí, tengo una idea genial. Sí, y voy a plasmarla, qué ilusión. Pero ojo, ha de ser corta. Sí, corta, pues esa es la idea. A ver qué piense... Sí, esto es:

Tengo una idea genial.

[Dolordebarriga]

La mayoría no lo sabe, pero llega un momento, ahí arriba, en que los golpes ya no duelen. Entonces ya solo debes concentrarte en no recibir uno fulminante y aguantar, aguantar, aguantar hasta el doceavo y pensar en los mil pavos que te vas a llevar a casa. Cuando logras sacudirte el orgullo de encima acaba siendo un trabajo como otro.

[LunaOskura]

Reversible.

La mayoría no lo sabe, pero llega un momento, ahí abajo, en el que los goles duelen, duelen mucho. Entonces ya solo debes concentrarte en no recibir uno fulminante y aguantar, aguantar, aguantar hasta el doceavo y pensar en los mil pavos que te vas a llevar a casa. Cuando logras sacudirte el orgullo de encima acaba siendo un trabajo como otro.

Entonces piensas: "Mañana, más."