0
Al principio fué el vértigo, y eran las palabras bellas. Había una fotografía tuya que no me dejaba dormir y había, también, una necesidad de expresarme que me asustaba.
Casi siempre por pereza me había negado a buscar el caos, que por otro lado, ahora se me antoja ineludible. Eran, como te decía, las palabras bellas resonando días y días. Fondear en tus historias.
No es que quiera hablar de mí, lo juro. He intentado buscar una marioneta, he intentado ponerle nombre, vestirlo y echarlo a la calle para que hablase de ti. Tú no serías tú, lógicamente; él hablaría de ella, que no serías sino tú con otro nombre. Hasta había querido situarles en otra ciudad, pero no. No hablaré de Lisboa.
Hablaré del día en que bajé en l'estació del Nord y te contaré como llegué hasta donde estabas tú, porque por aquel entonces andábamos tan extasiados, tan los pies en la luna, que obvié contarte lo más importante.