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Relatos de LunaOskura y algún poema

Publicado: 16 Oct 2006 00:13
por Merodeador
Recopilación de textos de Lunaoskura. Puestos sin su autorizacion expresa ni su negativa categorica.
Aunque más estaba en el porque no que en el porque sí. Que le vamos a hacer: Que me demande.



Gracias, y abrazos.

Un momento cualquiera (II)

Publicado: 16 Oct 2006 00:14
por Merodeador
Un momento cualquiera (II)





Es extrañamente familiar el estar aquí, flotando. Juraría que existe un silencio absoluto, pero en la lejanía me parece oír rugir la estela de un cuerpo celeste viajando a la velocidad del pensamiento. Me recuerda al silbido melancólico de un tren cruzando una solitaria estepa.

Por el contrario, es agradable el pensar que irreductiblemente estoy solo a mucho tiempo a la redonda, pero que en la inmensidad del individualismo que ahora vivo, miles de cuerdas están vibrando al unísono en mí. ¿Qué es el tiempo? Una vez me dijeron que eso no existe, y así lo creo, ya que no sé si llevo en este estado algo más de un minuto, una semana o un poco menos que una vida.

Los latidos tocan de fondo otra vez, como furiosos tambores de un ritual mágico,. Yo, sigo todavía aquí, ingrávido y abandonado a mis sentidos. La oscuridad se ha vuelto tintineante fluido vital del cual me es sumamente doloroso separarme. Como el feto encogido en el líquido amniótico. Como una estrella feneciendo muda en la grandiosidad del cosmos.

Algunos planetas juegan a evolucionar cerca de mí, pero yo creo que es gracias a mi energía creativa por lo que se mantienen en movimiento.

A veces siento que es aquí en dónde me engendré, no me cabe la menor duda. Pero es un recuerdo tan vago que me hace creer que es un momento de un dulce sueño...

...

Doy un golpe en el aire con el mentón. Las ondas retumban sigilosamente en el cuarto. ...He vuelto a cabecear viendo la tele...

Creo que voy a ir al médico, ...quizá sea cansancio, o algún estado de ansiedad... No es normal que súbita y conscientemente me quede dormido y soñando en cualquier momento del día... Pero es tan real...

La voz de la televisión sigue provocando temblores de grado cinco en el Norte del Nepal, y por momentos me parece escuchar una leve y ajena interferencia repetitiva. Es una tos. Alguien tose en algún profundo recoveco de la casa.

Monotonía insostenible y espantosa soledad es lo que percibo ahora. El cuerpo me pesa tanto que pareciera comenzar a fundirse con el sofá, pasando a formar parte del tejido de este.

La melodía que se desprende de la caja se vuelve densa y comienza a inundar hostilmente la habitación. Ahí viene otra vez la sensación de ingravidez. ...No, no quiero... Me resisto, pero cada una de mis células vuelve a bailar por sí misma. Me dejo llevar, regreso.

¿Estoy durmiendo otra vez?

Tengo miedo. Tengo miedo porque no sé si estoy cabeceando aquí, ...o cabeceando allí...


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En la Red de Redes

Publicado: 16 Oct 2006 00:16
por Merodeador
En la Red de Redes





Entró por la puerta y se dirigió al estudio sin quitarse la chaqueta siquiera. Encendió su ordenador y fue a su habitación para ponerse algo cómodo.

Sentado frente a la pantalla abrió una lata de cerveza bien fresca y se dispuso a entrar en la página a la cual visitaba con asiduidad desde hacía un par de meses. Allí opinaba sobre algunos temas y conectaba con otras gentes.

_Vamos a ver quien ha posteado hoy...

La pantalla despedía un ligero resplandor, que iluminaba ligeramente su rostro en la oscuridad, mientras leía la interminable lista de mensajes que se presentaban suculentos ante él.

Ojeaba por encima algunos temas cuando algo pasó por delante de su vista llamando su atención y arrancando un destello de sus pupilas. Dio un largo sorbo a su cerveza y leyó durante largo rato. Parecía que el tema había tenido bastante aceptación entre los usuarios, había un montón de respuestas. Sonrió y encendió un cigarrillo.

Escribió en su teclado: “El sábado a las 8,00 p.m estaré allí”, le dio a “enviar” y acto seguido su comentario quedó reflejado en la pantalla, formando parte de la cadena de mensajes y esperando a ser leído.

Era algo tarde, y había tenido un día duro en el trabajo, decidió marcharse a dormir sin cenar.
Ya en la cama pensó en que sería agradable conocer a toda esa tropa de “nicks” que leía día si, y otro también, y contemplar por fin que rostros se ocultaban detrás de ellos. Le hizo gracia, era la primera vez que quedaba con gente desconocida, de la cual solo tenía referencia por los escritos que dejaban en aquella página de internet.

Se habían apuntado al acontecimiento Fresita, Kamikaze, XL, Alfreditor, Cacao-lat, Hispana, LaNiña, Level, Espadachín, y alguno más. Se entretuvo adjudicándole cara y cuerpo a cada uno de ellos.

_Será divertido. Una cita a ciegas multitudinaria- pensó, y se dejó vencer por el sueño.


La semana transcurrió tranquila y se hizo larga. El fin de semana se acercaba y la lista de usuarios que decidían encontrarse con otros desconocidos aumentaba.

Llegó el esperado sábado y durante toda la mañana de este planeo la hora de salida y el itinerario a seguir. Después de comer cogería el coche y tiraría de autopista. Le quedaban como dos horas y media de trayecto hasta la ciudad en la cual se iba a celebrar el encuentro, o “quedada” como lo llamaban algunos. Quería llegar con tiempo para alojarse tranquilamente en alguna pensión y tomar algo relajadamente en algún café de la ciudad.

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Bajó la ventanilla, necesitaba algo de aire fresco. Los árboles desnudos y la valla metálica del borde de la carretera pasaban vertiginosamente por su derecha, y en la lejanía, fijas, las montañas le observaban silenciosas. A su izquierda, más allá de la mediana y de otra calzada, se extendían sombríos campos. La postal se presentaba en tonos grisáceos y pardos.

_Qué triste es el invierno.- pensó en voz alta.

Amaba el invierno. Con su dejadez y su melancolía crónica, con su naturaleza muerta y su desnudez. Quizá era la época del año que más le gustaba porque él encajaba perfectamente con los colores fríos que ésta ofrecía. “No sé por qué inventaron las estaciones del año, en mi corazón siempre es invierno y hiela, así que me trae sin cuidado” decía siempre. “Soy un puto melancólico, y no sé por qué” se contestaba después de afirmar lo anterior, y se reía.
Estaba muy cerca de su destino.

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Llevaba una hora larga en aquella ciudad. Se felicitó por haber llegado con tiempo y haber encontrado una pensión barata tan rápidamente. Pidió un café solo y un croisant, se sentó en una de las mesas que daban a los grandes ventanales del bar y escudriñó vagamente la calle. No era un día especialmente frío, el ocaso estaba comenzando a dibujarse en el cielo.
A dos cuadras de dónde se estaba tomando café se encontraba el Parque Grande. Allí habían quedado en reunirse, él y los desconocidos de los “nicks”.

El parque se asomaba siniestro al otro lado de la acera, con su ejercito de árboles dormidos alzando sus ramas desnudas al cielo y moviéndose en un vaivén casi imperceptible. Creyó escucharlos gemir en la distancia. Cruzó la calzada y recorrió con la vista una zona de bancos cercana a los jardines de entrada. Divisó un pequeño grupo de personas. Debían de ser ellos.
Los contó apresuradamente mientras se acercaba. Siete humanos, dos mujeres y cuatro hombres, de unos dieciocho a veinticinco años.
Se giraron para mirarlo al percatarse de que se aproximaba.

_ Eh! ¿Sois los del foro?- les preguntó al estar a unos pocos pasos de ellos.

_ ¡Si! ¡Aquí la quedada tronco! ¿Quién eres?- se adelantó un muchacho moreno y de complexión fuerte.

_ ¡El Araña ya está aquí!- les dijo, señalándose con los dos dedos índices y arrancándoles una sonrisa.

Uno a uno se fueron presentando alegremente. Pronto se sintió cómodo entre ellos y charlaron como si se conocieran de toda la vida. Poco a poco comenzó a llegar más gente, hasta que se formó un grupito de unas dieciséis personas.

Siguieron conociéndose en un bar de taperio, y más tarde en un bar de copas. El júbilo flotaba en el ambiente, envolviéndolos, y la bebida fluía acompasada por la música y las conversaciones, que cada vez se tornaban de una tónica muy general a una más bien privada y personal. E inevitablemente el grupo principal se dividió en otros grupos más selectivos, acorde con las edades y con los gustos en común.

Ella estaba hablando, no la escuchaba, tampoco puso mucho esfuerzo en conseguirlo. Solo veía unos labios moviéndose y gesticulando. Le gustaban esos labios. Carnosos, bien delineados y de un color borgoña. “Fresita” pensó, y se preguntó si también sabría a vino francés esa boca que tanto le llamaba la atención. Se propuso el averiguarlo.

La noche discurrió amena y algunos de los personajes allí reunidos se perdieron en la noche, cada grupo por su lado.

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La claridad que entraba por la ventana lo hizo despertar. Miró el reloj despertador que reposaba en su mesilla de noche. Ya era el mediodía del lunes. Pensó en el fin de semana que había tenido.

_Buena forma de empezar las vacaciones de Navidad.

Abrió el cajón de su mesilla y tomó un paquete de cigarrillos que yacía en el fondo. “Tengo que dejar este vicio asqueroso”. Se dirigió a su estudio y encendió su ordenador.

Echó una ojeada a su página preferida. Ahora algunos usuarios se trataban con más confianza que antes y hacían chistes sobre lo acontecido en el fin de semana. No había ningún mensaje de Fresita, ni rastro de ella.

_ ¿Alguien más a parte de mi se habrá dado cuenta?- se preguntó en voz alta y extendió la mano hacia un estante que se ubicaba por encima de su pc. Palpo la superficie hasta encontrar una pequeña tarjeta plastificada. La miró.

_ ¿Verdad, mi querida Virginia, labios de fresa, que solo tú y yo sabemos que no volverás a escribir en internet?- le habló al D.N.I que sostenía delante de sus ojos.

Abrió un pequeño cajón de su escritorio, y dejó caer la tarjeta sobre otros documentos ajenos que yacían ahí desde hacía ya bastante tiempo.

_ Brindaré por ti y por haberte conocido.- dijo mientras cerraba el cajón.

Se dirigió a la cocina, abrió el congelador y sacó una cubitera. Abrió un armario y sacó un vaso grueso de cristal. Volcó algunos hielos en el recipiente y los devolvió al congelador junto a una pequeña bolsa de plástico que cogió y abrió. De ella sacó un trozo de carne, lo que parecían ser unos labios marchitos y desfibrados, y lo volcó en la palma de su mano. Se lo llevó a la boca, lo beso y dijo: _No estarás mucho más tiempo conmigo. Hasta que encuentre otra cosa que me llame la atención. Perdóname.

Volvió a colocar la bolsa en el interior del congelador y lo cerró.
Fue al salón, con el vaso en la mano, y abrió un mueble-bar. Recorrió con la mirada las botellas. Escogió uno de los mejores whisky de los que disponía. Llenó el vaso y volvió al estudio.

Pensó en que no estaría de más registrarse en otra página. Estuvo durante bastante rato buscando algunas, y leyendo algunos de sus contenidos. Finalmente eligió, creó una cuenta y dejó el mismo mensaje de presentación que había dejado en la primera y única, por el momento, que había descubierto dos meses atrás cuando recién instaló internet:

Internet es la red de redes, y toda buena red necesita de una araña. Hola a todos.

Fdo: El Araña

Somnolencia

Publicado: 16 Oct 2006 00:17
por Merodeador
Somnolencia

Estaba yo pensando... que en estas horas muertas que... ....que transcurren pausadamente ...como el suave vaivén de ...una pequeña hoja otoñal apunto de desprenderse... *** (bostezo ahogado) ...pues es en estas horas muertas cuando.... cuando......

Colmo (Capítulo 6)

Publicado: 16 Oct 2006 00:18
por Merodeador
Colmo (Capítulo 6)

Una vez maté a un hombre por una triste porción de pizza. Una vez el sino quiso que, en un fatídico día de mozarella y peperoni, llamara a una puerta. Pero esto no es lo peor. Tras muchos años de profunda cavilación... ¿¿¿¿Qué coño significa "mil uno mil uno, novecientos, mil uno cero cero contesta" ????

Un día cualquiera en vete tú a saber donde

Publicado: 16 Oct 2006 00:19
por Merodeador
Un día cualquiera en vete tú a saber donde



_ Te apuesto un brazo a que "nuestros humanos", con el paso de los tiempos, serán capaces no sólo de evolucionar tanto tecnológica como científicamente, sino que sus mentes y espíritus se abrirán al mismo paso, cual flor en primavera. Se amaran y ayudarán unos a otros, pues de la misma materia y de la misma esencia están compuestos, y juntos avanzarán ante las adversidades de este universo que nos ha tocado vivir. A lo mejor hasta nos darán ejemplo a nosotros, viejas almas desgastadas.

_ Jajajaja.

Las llamas de la tentación

Publicado: 16 Oct 2006 00:20
por Merodeador
Las llamas de la tentación


Bailan, se mueven. Oh, Dios bendito, esas curvas rítmicas que me encandilan. Mis pupilas decrecen y se alimentan de cada movimiento. Ellas despiertan en mí lo más salvaje del alma. Maldita sea. Me atraen, tengo que echar más leña al fuego.

...
Sirenas a lo lejos me alertan, desisto en mis intentos y dejo caer la lata de gasolina. Salgo por patas y se me cae el puto mechero por el camino.

Olores

Publicado: 16 Oct 2006 00:21
por Merodeador
Olores




El tumulto y el incesante murmullo del gentío me aturdían. Aún así seguí caminando, intentando no alejarme demasiado del grupo, apartando a empujones a paseantes y vendedores varios.

Las calles del casco antiguo de Tánger son agobiantemente estrechas y están totalmente cercadas por comercios, restaurantes y personas.

Se puede encontrar cualquier cosa allí, desde aterciopeladas alfombras, preciosas piedras talladas, hasta envejecidas lámparas de cobre. Regatear precios es una de las cosas más divertidas que he experimentado, aunque finalmente uno, por falta de costumbre, acaba con dolor de cabeza.

Me dolían ya las piernas de tanto ajetreo cuando me percaté de que había perdido de vista a nuestro guía. Reparé en una pequeña calle que comenzaba justo debajo de un desgastado pero hermoso arco. Decidí encaminar mis cansados pies en esa dirección.

La calle, que ante mis atentos ojos se abría, se encontraba extrañamente solitaria. Me adentré un poco en ella y sentí como los latidos del corazón de Tánger se apaciguaban tras de mí. Entonces cerré los párpados, a pesar del cierto temor que me daba el encontrarme ahí de pie, sola, en un mundo tan distinto al mío. Y, por primera vez desde mi llegada a la ciudad, saboreé el ajeno y excitante aroma que envolvía aquel ambiente.

Por un lado sentí un fuerte olor a especias y comida, lo que me arrancó un gesto de salivación de la boca, cual perro de Paulov. Giré la cabeza, con mi naricilla respingona todavía alzada, y los ojos cerrados. Entonces un penetrante y áspero olor a cuero hizoque frunciera el ceño y olvidara, ipso facto, la suculenta idea de hincar el diente. Fue entonces cuando ví a un señor sentado en la penumbra más allá de una puerta abierta.

Me miraba sonriente mientras trabajaba una especie de cinturón sobre una piedra. Allí casi todas las puertas están siempre abiertas. Me asusté y regresé al hormiguero viviente que había dejado atrás.

Por suerte Alí, nuestro amigo tangerino, estaba cerca, subido en un banco, sobrevolando las cabezas presentes con su vivaz mirada.

Nada más avistarme se acercó y me agarró del brazo. Pero el aroma a jazmínes, perfumes, especias y aceites, me acompañaron el resto del día

Abrazos

Publicado: 16 Oct 2006 00:21
por Merodeador
Abrazos




Una vez la perdí. Así, por las buenas, un cansado día de mi desquiciada memoria sus finos labios se marcharon para nunca más volver. Me abandonó. Llegué a odiarla, pero fue tan grande mi odio como fue mi amor.

La busqué primero en los rostros de la gente, después en viejas fotos y retratos de familia, más tarde en eternas y melancólicas noches ebrias de tequila. Sabía que no volvería ni a rozarla tan siquiera en sueños.

Mientras tanto, cuando no estaba absorto en el trabajo, faltaba a el. Hasta que me despidieron.

Descuidé también de mis hijos pequeños, olvidando que ellos eran todavía más víctimas que yo en esta historia. Me los quitaron. Finalmente las autoridades me los arrebataron. No luché. No tenía fuerzas porque cada vez me sentía más anestesiado en mi propia miseria y desamparo, más prisionero de mi mente.

¿Cómo pude dejarlos ir a ellos también? ¿Cómo pude?

Con el tiempo ella pasó a un segundo plano. Era sólo un fantásma del pasado que regresaba acusador en la tiniebla de mi enajenada vigilia, una voz en off para recordarme el despojo en el que me había convertido, para torturarme.

Acabé en las calles, borracho, avergonzado y humillado ante la dejadez personal más absoluta. Me sentí ultrajado por el destino. Y con la misma firmeza con la que me creyera otrora un hombre libre, ví desvanecerse poco a poco mi ética, mi moral, mi mundo, ante mis pasivos ojos.

Eran mis últimos pasos en la Tierra. El vórtice de autodestrucción, que yo mismo me había impuesto, tocaba a su fin. Me estaba dejando morir.
Y una noche, agonizando con mi mente enferma en un húmedo y oscuro callejón, tuve un momento de lucidez.

La sentí otra vez. No la ví, pero pasó dejando tras de sí su perfume inolvidable, lleno de seguridad y alegría. Sin duda alguna era ella.

No podía dejarla escapar otra vez. Tenía tanto que decirle...

Me armé de todo el valor que me había faltado en los últimos años, me levanté y me acerqué sin sigilo.

La encaré, por fin, la encaré. La tomé con fuerza.

Todavía la amaba. Todavía la amo lo suficiente como para perdonarle los golpes del pasado.

La agarré con toda mi alma y ya no la he vuelto a soltar jamás.



Y así fue como me abrazé de vuelta a la vida.


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Mi querido efecto Pigmalion, un metafórico abrazo,



LunaOskura

Todo en exceso mata

Publicado: 17 Oct 2006 01:36
por Merodeador
Todo en exceso mata



Hace tiempo conocí a un chico que afirmaba sabiamente: “Todo en exceso mata”

Obviamente él temía caer en excesos. Tenía miedo a respirar demasiado hondo... podía ocurrir que entrara demasiado oxígeno en su cerebro, y esto sería letal, o podía dejar sus pulmones, en pocos años, con la misma consistencia que una vejiga centenaria. Tenía miedo de expulsar aires que rozaran la máxima genérica de velocidad... podía causarle heridas nefastas, o abrirle viejas cicatrices. Tenía miedo a comer mucho... su boca del estómago podía acabar con la misma circunferencia que una boca de alcantarilla. Tenía miedo de practicar sexo desmesurado... podía acabar expulsando seso en vez de semen. Tenía miedo de dar largos paseos... sus articulaciones podían desgastarse antes de lo previsto. Tenía miedo de reír en demasía... podían salirle surcos debajo de los ojos y patas de gallo anticipadas. También tenía miedo de...


Así pues, con mucho afán, fue equilibrando su balanza. E intentó dar con la medida justa a todas y cada una de las cosas de la vida. Poco duró en equilibrio, ya que su miedo al exceso desembocó en una fobia paranoica. Y empezó a caer en la carencia, lo contrario a aquello que tanto pavor le daba.


Murió joven. Finalmente fue el exceso de carencia, de todo, lo que lo mató.