«Era la una y media de la tarde y había bastante tráfico», explican a ABC el mando asturiano y el guardia: «Venía con el parabrisas destrozado y tenía síntomas de conducir bajo los efectos del alcohol».
Sus respuestas resultaron totalmente «erráticas e incoherentes»: que venía desde Madrid (algo que sorprendió a los agentes, habida cuenta del estado del vehículo); que si iba a ver a su novia (pero manifestó que desconocía el pueblo donde vivía y ni siquiera había marcado una dirección o coordenadas en el GPS); que si el golpe en la luna se lo había dado solo un poco antes con un pájaro (no había restos de ninguna pluma)...
El coche, mientras, fue inmovilizado por la Guardia Civil en un estacionamiento del apeadero de Cercanías de Llovio. Pero al día siguiente, por la mañana, ya no estaba allí. El investigado, que no estaba detenido al no haberse confirmado el delito aún, quebrantó presuntamente la medida y se llevó el turismo de madrugada. Había llamado al seguro, que le mandó una grúa que se lo trasladó a un taller cercano y le puso un taxi, con el que escapó a Madrid.
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