No me digas que no te apasiono.
Con lo bien que tú me caes y me has caído siempre (a tenor de las tres o cuatro veces que me habré interesado por lo que escribes, lo cual es todo un esfuerzo para un vago redomado como yo que no se acaba de creer que la lectura de cosas a través de los cables y las pantallas planas no sea cosa de brujería).
En serio, Dolor. Que me dejas, no sé, con un rucu-rucu en la cabeza. ¿Por qué no pudiste decir que me odiabas a muerte? ¿Que te producía tales náuseas que, cada vez que me leías, necesitabas desahogar tu malestar espiritual con una sesión intensiva y espontánea de cabezazos contra la pared? ¿Por qué no me amas? ¿Por qué no me odias?
¿Existen los reyes magos?
-6dedos caca, 6dedos etcétera, no entiendo cómo Dolor puede hacerle tantas fiestas.
-Eh, no. Que yo no le hago fiestas. No es que no me guste. Ni que me disguste. Él es... bueno. Él es un forero pachí-pachá.
Éste es un momento relevante y trascendental en mi carrera como forero (aunque sigo diciendo que no soy un forero, sino un librepensador-humorista-columnista de opinión en crisis que se dedica a esparcir, a
fragmentar su obra en las cloacas de la creación). Mi discurso, desde ahora, queda anulado por completo.
Si por pobre me despresisas yo te consedo rasón, porque la indiferencia es un plato que se sirve frío, y yo a eso sólo puedo contestar con la foto de una mujer desnuda cepillándose a un mono...
... que desgraciadamente he sido
incapaz de encontrar en google.
Joder de Dios.